jueves, 24 de noviembre de 2016

El revolucionario discurso completo de Papa Francisco a los Movimientos Populares – Roma 5 de noviembre 2016


Hermanas y hermanos, buenas tardes.
En este nuestro tercer encuentro expresamos la misma sed, la sed de justicia, el mismo clamor: tierra, techo y trabajo para todos. Agradezco a los delegados, que han llegado desde las periferias urbanas, rurales y laborales de los cinco continentes, de más de 60 países, a debatir una vez más cómo defender estos derechos que nos convocan.
Gracias a los Obispos que vinieron a acompañarlos. Gracias también a los miles de italianos y europeos que se han unido hoy al cierre de este Encuentro. Gracias a los observadores y jóvenes comprometidos con la vida pública que vinieron con humildad a escuchar y aprender. ¡Cuánta esperanza tengo en los jóvenes! Le agradezco también a Usted, Señor Cardenal Turkson, el trabajo que han hecho en el Dicasterio; y también quisiera mencionar el aporte del ex Presidente uruguayo José Mujica que está presente.

En nuestro último encuentro, en Bolivia, con mayoría de Latinoamericanos, hablamos de la necesidad de un cambio para que la vida sea digna, un cambio de estructuras; también de cómo ustedes, los movimientos populares, son sembradores de ese cambio, promotores de un proceso en el que confluyen millones de acciones grandes y pequeñas encadenadas creativamente, como en una poesía; por eso quise llamarlos “poetas sociales”; y también enumeramos algunas tareas imprescindibles para marchar hacia una alternativa humana frente a la globalización de la indiferencia: 1. poner la economía al servicio de los pueblos; 2. construir la paz y la justicia; 3. defender la Madre Tierra.

Ese día, en la voz de una cartonera y de un campesino, se dio lectura a las conclusiones, los diez puntos de Santa Cruz de la Sierra, donde la palabra cambio estaba preñada de gran contenido, estaba enlazada a cosas fundamentales que ustedes reivindican: trabajo digno para los excluidos del mercado laboral; tierra para los campesinos y pueblos originarios; vivienda para las familias sin techo; integración urbana para los barrios populares; erradicación de la discriminación, de la violencia contra la mujer y de las nuevas formas de esclavitud; el fin de todas las guerras, del crimen organizado y de la represión; libertad de expresión y comunicación democrática; ciencia y tecnología al servicio de los pueblos.

Escuchamos también cómo se comprometían a abrazar un proyecto de vida que rechace el consumismo y recupere la solidaridad, el amor entre nosotros y el respeto a la naturaleza como valores esenciales. Es la felicidad de «vivir bien» lo que ustedes reclaman, la «vida buena», y no ese ideal egoísta que engañosamente invierte las palabras y propone la «buena vida».

Quienes hoy estamos aquí, con orígenes, creencias e ideas diversas, tal vez no estemos de acuerdo en todo, seguramente pensamos distinto en muchas cosas, pero coincidimos en esos puntos. Supe también de encuentros y talleres realizados en distintos países donde multiplicaron los debates a la luz de la realidad de cada comunidad.

Eso es muy importante porque las soluciones reales a las problemáticas actuales no van a salir de una, tres o mil conferencias: tienen que ser fruto de un discernimiento colectivo que madure en los territorios junto a los hermanos, un discernimiento que se convierte en acción transformadora «según los lugares, tiempos y personas» como diría san Ignacio.

Si no, corremos el riesgo de las abstracciones, de «los nominalismos declaracionistas (slogans) que son bellas frases pero no logran sostener la vida de nuestras comunidades» (Carta al Presidente de la Pontificia Comisión Para América Latina, 19 de marzo de 2016).

El colonialismo ideológico globalizante procura imponer recetas supraculturales que no respetan la identidad de los Pueblos. Ustedes van por otro camino que es, al mismo tiempo, local y universal. Un camino que me recuerda cómo Jesús pidió organizar a la multitud en grupos de cincuenta para repartir el pan (Cf. Homilía en la Solemnidad de Corpus Christi, Buenos Aires, 12 de junio de 2004).

Recién pudimos ver el video que han presentado a modo de conclusión de este tercer Encuentro. Vimos los rostros de ustedes en los debates sobre qué hacer frente a «la inequidad que engendra violencia». Tantas propuestas, tanta creatividad, tanta esperanza en la voz de ustedes que tal vez sean los que más motivos tienen para quejarse, quedar encerrados en los conflictos, caer en la tentación de lo negativo.

Pero, sin embargo, miran hacia adelante, piensan, discuten, proponen y actúan. Los felicito, los acompaño, les pido que sigan abriendo caminos y luchando. Eso me da fuerza, nos da fuerza. Creo que este dialogo nuestro, que se suma al esfuerzo de tantos millones que trabajan cotidianamente por la justicia en todo el mundo, va echando raíces.

El terror y los muros:
Sin embargo, esa germinación que es lenta, que tiene sus tiempos como toda gestación, está amenazada por la velocidad de un mecanismo destructivo que opera en el sentido contrario. Hay fuerzas poderosas que pueden neutralizar este proceso de maduración de un cambio que sea capaz de desplazar la primacía del dinero y coloque nuevamente en el centro al ser humano. Ese «hilo invisible» del que hablamos en Bolivia, esa estructura injusta que enlaza a todas las exclusiones que ustedes sufren, puede endurecerse y convertirse en un látigo, un látigo existencial que, como en el Egipto del Antiguo Testamento, esclaviza, roba la libertad, azota sin misericordia a unos y amenaza constantemente a otros, para arriar a todos como ganado hacia donde quiere el dinero divinizado.

¿Quién gobierna entonces? El dinero ¿Cómo gobierna? Con el látigo del miedo, de la inequidad, de la violencia económica, social, cultural y militar que engendra más y más violencia en una espiral descendente que parece no acabar jamás. ¡Cuánto dolor, cuánto miedo! Hay -lo dije hace poco-, hay un terrorismo de base que emana del control global del dinero sobre la tierra y atenta contra la humanidad entera. De ese terrorismo básico se alimentan los terrorismos derivados como el narcoterrorismo, el terrorismo de estado y lo que erróneamente algunos llaman terrorismo étnico o religioso. Ningún pueblo, ninguna religión es terrorista. Es cierto, hay pequeños grupos fundamentalistas en todos lados. Pero el terrorismo empieza cuando «has desechado la maravilla de la creación, el hombre y la mujer, y has puesto allí el dinero» (Conferencia de prensa en el Vuelo de Regreso del Viaje Apostólico a Polonia, 31 de julio de 2016). Ese sistema es terrorista.

Hace casi cien años, Pío XI preveía el crecimiento de una dictadura económica mundial que él llamó «imperialismo internacional del dinero» (Carta Enc. Quadragesimo Anno, 15 de mayo de 1931, 109). El aula en la que estamos ahora se llama “Paolo VI”, y fue Pablo VI quien denunció hace casi cincuenta año las «nueva forma abusiva de dictadura económica en el campo social, cultural e incluso político» (Carta Ap. Octogesima adveniens, 14 de mayo de 1971, 44). Son palabras duras pero justas de mis antecesores que avizoraron el futuro. La Iglesia y los profetas dijeron, hace milenios, lo que tanto escandaliza que repita el Papa en este tiempo cuando todo aquello alcanza expresiones inéditas. Toda la doctrina social de la Iglesia y el magisterio de mis antecesores se rebelan contra el ídolo-dinero que reina en lugar de servir, tiraniza y aterroriza a la humanidad.

Ninguna tiranía se sostiene sin explotar nuestros miedos. De ahí que toda tiranía sea terrorista. Y cuando ese terror, que se sembró en las periferias con masacres, saqueos, opresión e injusticia, explota en los centros con distintas formas de violencia, incluso con atentados odiosos y cobardes, los ciudadanos que aún conservan algunos derechos son tentados con la falsa seguridad de los muros físicos o sociales. Muros que encierran a unos y destierran a otros. Ciudadanos amurallados, aterrorizados, de un lado; excluidos, desterrados, más aterrorizados todavía, del otro. ¿Es esa la vida que nuestro Padre Dios quiere para sus hijos?

Al miedo se lo alimenta, se lo manipula… Porque el miedo, además de ser un buen negocio para los mercaderes de armas y de muerte, nos debilita, nos desequilibra, destruye nuestras defensas psicológicas y espirituales, nos anestesia frente al sufrimiento ajeno y al final nos hace crueles. Cuando escuchamos que se festeja la muerte de un joven que tal vez erró el camino, cuando vemos que se prefiere la guerra a la paz, cuando vemos que se generaliza la xenofobia, cuando constatamos que ganan terreno las propuestas intolerantes; detrás de esa crueldad que parece masificarse está el frío aliento del miedo. Les pido que recemos por todos los que tienen miedo, recemos para que Dios les dé el valor y que en este año de la misericordia podamos ablandar nuestros corazones. La misericordia no es fácil, no es fácil… requiere coraje. Por eso Jesús nos dice: «No tengan miedo» (Mt 14,27), pues la misericordia es el mejor antídoto contra el miedo. Es mucho mejor que los antidepresivos y los ansiolíticos. Mucho más eficaz que los muros, las rejas, las alarmas y las armas. Y es gratis: es un don de Dios.

Queridos hermanos y hermanas: todos los muros caen. No nos dejemos engañar. Como han dicho ustedes: «Sigamos trabajando para construir puentes entre los pueblos, puentes que nos permitan derribar los muros de la exclusión y la explotación» (Documento Conclusivo del II Encuentro Mundial de los Movimientos Populares, 11 de julio de 2015, Cruz de la Sierra, Bolivia). Enfrentemos el Terror con Amor.

El amor y los puentes
Un día como hoy, un sábado, Jesús hizo dos cosas que, nos dice el Evangelio, precipitaron la conspiración para matarlo. Pasaba con sus discípulos por un campo, un sembradío. Los discípulos tenían hambre y comieron las espigas. Nada se nos dice del «dueño» de aquel campo… subyacía el destino universal de los bienes. Lo cierto es que frente al hambre, Jesús priorizó la dignidad de los hijos de Dios sobre una interpretación formalista, acomodaticia e interesada de la norma. Cuando los doctores de la ley se quejaron con indignación hipócrita, Jesús les recordó que Dios quiere amor y no sacrificios, y les explicó que el sábado está hecho para el ser humano y no el ser humano para el sábado (cf. Mc 2,27). Enfrentó al pensamiento hipócrita y suficiente con la inteligencia humilde del corazón (cf. Homilía, I Congreso de Evangelización de la Cultura, Buenos Aires, 3 de noviembre de 2006), que prioriza siempre al ser humano y rechaza que determinadas lógicas obstruyan su libertad para vivir, amar y servir al prójimo.

Y después, ese mismo día, Jesús hizo algo «peor», algo que irritó aún más a los hipócritas y soberbios que lo estaban vigilando porque buscaban alguna excusa para atraparlo. Curó la mano atrofiada de un hombre. La mano, ese signo tan fuerte del obrar, del trabajo. Jesús le devolvió a ese hombre la capacidad de trabajar y con ello le devolvió la dignidad. Cuántas manos atrofiadas, cuantas personas privadas de la dignidad del trabajo, porque los hipócritas para defender sistemas injustos, se oponen a que sean sanadas. A veces pienso que cuando ustedes, los pobres organizados, se inventan su propio trabajo, creando una cooperativa, recuperando una fábrica quebrada, reciclando el descarte de la sociedad de consumo, enfrentando las inclemencias del tiempo para vender en una plaza, reclamando una parcela de tierra para cultivar y alimentar a los hambrientos, están imitando a Jesús porque buscan sanar, aunque sea un poquito, aunque sea precariamente, esa atrofia del sistema socioeconómico imperante que es el desempleo. No me extraña que a ustedes también a veces los vigilen o los persigan y tampoco me extraña que a los soberbios no les interese lo que ustedes digan.

Jesús, ese sábado, se jugó la vida porque después de sanar esa mano, fariseos y herodianos (cf. Mc 3,6), dos partidos enfrentados entre sí, que temían al pueblo y también al imperio, hicieron sus cálculos y se confabularon para matarlo. Sé que muchos de ustedes se juegan la vida. Sé que algunos no están hoy acá porque se jugaron la vida… pero no hay mayor amor que dar la vida. Eso nos enseña Jesús.
Las «3-T», ese grito de ustedes que hago mío, tiene algo de esa inteligencia humilde pero a la vez fuerte y sanadora. Un proyecto-puente de los pueblos frente al proyecto-muro del dinero. Un proyecto que apunta al desarrollo humano integral. Algunos saben que nuestro amigo el Cardenal Turkson preside ahora el Dicasterio que lleva ese nombre: Desarrollo Humano Integral. Lo contrario al desarrollo, podría decirse, es la atrofia, la parálisis. Tenemos que ayudar para que el mundo se sane de su atrofia moral. Este sistema atrofiado puede ofrecer ciertos implantes cosméticos que no son verdadero desarrollo: crecimiento económico, avances técnicos, mayor «eficiencia» para producir cosas que se compran, se usan y se tiran englobándonos a todos en una vertiginosa dinámica del descarte… pero no permite el desarrollo del ser humano en su integralidad, el desarrollo que no se reduce al consumo, que no se reduce al bienestar de pocos, que incluye a todos los pueblos y personas en la plenitud de su dignidad, disfrutando fraternalmente de la maravilla de la Creación. Ese es el desarrollo que necesitamos: humano, integral, respetuoso de la Creación.

Bancarrota y salvataje

Queridos hermanos, quiero compartir con ustedes algunas reflexiones sobre otros dos temas que, junto a las «3-T» y la ecología integral, fueron centrales en sus debates de los últimos días y son centrales en este tiempo histórico.

Sé que dedicaron una jornada al drama de los emigrantes, refugiados y desplazados. ¿Qué hacer frente a esta tragedia? En el Dicasterio que tiene a su cargo el Cardenal Turkson hay un departamento para la atención de estas situaciones. Decidí que, al menos por un tiempo, ese departamento dependa directamente del Pontífice, porque aquí hay una situación oprobiosa, que sólo puedo describir con una palabra que me salió espontáneamente en Lampedusa: vergüenza.

Allí, como también en Lesbos, pude sentir de cerca el sufrimiento de tantas familias expulsadas de su tierra por razones económicas o violencias de todo tipo, multitudes desterradas –lo he dicho frente a las autoridades de todo el mundo– como consecuencia de un sistema socioeconómico injusto y de conflictos bélicos que no buscaron, que no crearon quienes hoy padecen el doloroso desarraigo de su suelo patrio sino más bien muchos de aquellos que se niegan a recibirlos.

Hago mías las palabras de mi hermano el Arzobispo Jerónimo de Grecia: «Quien ve los ojos de los niños que encontramos en los campos de refugiados es capaz de reconocer de inmediato, en su totalidad, la “bancarrota” de la humanidad» (Discurso en el Campo de refugiados de Moria, Lesbos, 16 de abril de 2016) ¿Qué le pasa al mundo de hoy que, cuando se produce la bancarrota de un banco de inmediato aparecen sumas escandalosas para salvarlo, pero cuando se produce esta bancarrota de la humanidad no hay casi ni una milésima parte para salvar a esos hermanos que sufren tanto? Y así el Mediterráneo se ha convertido en un cementerio, y no sólo el Mediterráneo… tantos cementerios junto a los muros, muros manchados de sangre inocente.

El miedo endurece el corazón y se transforma en crueldad ciega que se niega a ver la sangre, el dolor, el rostro del otro. Lo dijo mi hermano el Patriarca Bartolomé: «Quien tiene miedo de vosotros no os ha mirado a los ojos. Quien tiene miedo de vosotros no ha visto vuestros rostros. Quien tiene miedo no ve a vuestros hijos. Olvida que la dignidad y la libertad trascienden el miedo y la división. Olvida que la migración no es un problema de Oriente Medio y del norte de África, de Europa y de Grecia. Es un problema del mundo» (Discurso en el Campo de refugiados de Moria, Lesbos, 16 de abril de 2016).

Es, en verdad, un problema del mundo. Nadie debería verse obligado a huir de su Patria. Pero el mal es doble cuando, frente a esas circunstancias terribles, el emigrante se ve arrojado a las garras de los traficantes de personas para cruzar las fronteras y es triple si al llegar a la tierra donde creyó que iba a encontrar un futuro mejor, se lo desprecia, se lo explota e incluso se lo esclaviza. Esto se puede ver en cualquier rincón de cientos de ciudades.

Les pido a ustedes que hagan todo lo que puedan y nunca se olviden que Jesús, María y José experimentaron también la condición dramática de los refugiados. Les pido que ejerciten esa solidaridad tan especial que existe entre los que han sufrido. Ustedes saben recuperar fábricas de las bancarrotas, reciclar lo que otros tiran, crear puestos de trabajo, labrar la tierra, construir viviendas, integrar barrios segregados y reclamar sin descanso como esa viuda del Evangelio que pide justicia insistentemente (cf. Lc 18,1-8). Tal vez con su ejemplo y su insistencia, algunos Estados y Organismos internacionales abran los ojos y adopten las medidas adecuadas para acoger e integrar plenamente a todos los que, por una u otra circunstancia, buscan refugio lejos de su hogar. Y también para enfrentar las causas profundas por las que miles de hombres, mujeres y niños son expulsados cada día de su tierra natal.

Dar el ejemplo y reclamar es una forma de meterse en política y eso me lleva al segundo eje que debatieron en su Encuentro: la relación entre pueblo y democracia. Una relación que debería ser natural y fluida pero que corre el peligro de desdibujarse hasta ser irreconocible. La brecha entre los pueblos y nuestras formas actuales de democracia se agranda cada vez más como consecuencia del enorme poder de los grupos económicos y mediáticos que parecieran dominarlas. Los movimientos populares, lo sé, no son partidos políticos y déjenme decirles que, en gran medida, en eso radica su riqueza, porque expresan una forma distinta, dinámica y vital de participación social en la vida pública. Pero no tengan miedo de meterse en las grandes discusiones, en Política con mayúscula y cito de nuevo a Pablo VI: «La política ofrece un camino serio y difícil―aunque no el único―para cumplir el deber grave que cristianos y cristianas tienen de servir a los demás» (Lett. Ap. Octogesima adveniens, 14 de mayo 1971, 46).

Quisiera señalar dos riesgos que giran en torno a la relación entre los movimientos populares y la política: el riesgo de dejarse encorsetar y el riesgo de dejarse corromper.

Primero, no dejarse encorsetar, porque algunos dicen: la cooperativa, el comedor, la huerta agroecológica, el microemprendimiento, el diseño de los planes asistenciales… hasta ahí está bien. Mientras se mantengan en el corsé de las «políticas sociales», mientras no cuestionen la política económica o la política con mayúscula, se los tolera. Esa idea de las políticas sociales concebidas como una política hacia los pobres pero nunca con los pobres, nunca de los pobres y mucho menos inserta en un proyecto que reunifique a los pueblos a veces me parece una especie de volquete maquillado para contener el descarte del sistema. Cuando ustedes, desde su arraigo a lo cercano, desde su realidad cotidiana, desde el barrio, desde el paraje, desde la organización del trabajo comunitario, desde las relaciones persona a persona, se atreven a cuestionar las «macrorelaciones», cuando chillan, cuando gritan, cuando pretenden señalarle al poder un planteo más integral, ahí ya no se los tolera tanto porque se están saliendo del corsé, se están metiendo en el terreno de las grandes decisiones que algunos pretenden monopolizar en pequeñas castas. Así la democracia se atrofia, se convierte en un nominalismo, una formalidad, pierde representatividad, se va desencarnando porque deja afuera al pueblo en su lucha cotidiana por la dignidad, en la construcción de su destino.

Ustedes, las organizaciones de los excluidos y tantas organizaciones de otros sectores de la sociedad, están llamados a revitalizar, a refundar las democracias que pasan por una verdadera crisis. No caigan en la tentación del corsé que los reduce a actores secundarios, o peor aún, a meros administradores de la miseria existente. En estos tiempos de parálisis, de desorientación y propuestas destructivas, la participación protagónica de los pueblos que buscan el bien común puede vencer, con la ayuda de Dios, a los falsos profetas que explotan el miedo y la desesperanza, que venden fórmulas mágicas de odio y crueldad o de un bienestar egoísta y una seguridad ilusoria.

Sabemos que «mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales» (Exhort. ap. postsin. Evangelii gaudium, 202). Por eso, lo dije y lo repito: «El futuro de la humanidad no está únicamente en manos de los grandes dirigentes, las grandes potencias y las elites. Está fundamentalmente en manos de los pueblos, en su capacidad de organizarse y también en sus manos que riegan con humildad y convicción este proceso de cambio» (Discurso en el Segundo Encuentro mundial de los Movimientos Populares, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, 9 de julio de 2015). La Iglesia también puede y debe, sin pretender el monopolio de la verdad, pronunciarse y actuar especialmente frente a «situaciones donde se tocan las llagas y el sufrimiento dramático, y en las cuales están implicados los valores, la ética, las ciencias sociales y la fe» (Discurso a la Cumbre de Jueces y Magistrados contra el Tráfico de Personas y el Crimen Organizado, Vaticano, 3 de junio de 2016).

El segundo riesgo, les decía, es dejarse corromper. Así como la política no es un asunto de los «políticos», la corrupción no es un vicio exclusivo de la política. Hay corrupción en la política, hay corrupción en las empresas, hay corrupción en los medios de comunicación, hay corrupción en las iglesias y también hay corrupción en las organizaciones sociales y los movimientos populares. Es justo decir que hay una corrupción naturalizada en algunos ámbitos de la vida económica, en particular la actividad financiera, y que tiene menos prensa que la corrupción directamente ligada al ámbito político y social. Es justo decir que muchas veces se manipulan los casos de corrupción con malas intenciones. Pero también es justo aclarar que quienes han optado por una vida de servicio tienen una obligación adicional que se suma a la honestidad con la que cualquier persona debe actuar en la vida. La vara es más alta: hay que vivir la vocación de servir con un fuerte sentido de austeridad y humildad. Esto vale para los políticos pero también vale para los dirigentes sociales y para nosotros, los pastores.

A cualquier persona que tenga demasiado apego por las cosas materiales o por el espejo, a quien le gusta el dinero, los banquetes exuberantes, las mansiones suntuosas, los trajes refinados, los autos de lujo, le aconsejaría que se fije qué está pasando en su corazón y rece para que Dios lo libere de estas ataduras. Pero, parafraseando al ex presidente latinoamericano que está por acá, el que tenga afición por todas esas cosas, por favor, que no se meta en política, que no se meta en una organización social o en un movimiento popular, porque va a hacer mucho daño a sí mismo y al prójimo y va a manchar la noble causa que enarbola.

Frente a la tentación de la corrupción, no hay mejor antídoto que la austeridad; y practicar la austeridad es, además, predicar con el ejemplo. Les pido que no subestimen el valor del ejemplo porque tiene más fuerza que mil palabras, que mil volantes, que mil likes, que mil retweets, que mil videos de youtube. El ejemplo de una vida austera al servicio del prójimo es la mejor forma de promover el bien común y el proyecto-puente de las 3-T. Les pido a los dirigentes que no se cansen de practicar la austeridad y les pido a todos que exijan a los dirigentes esa austeridad, la cual –por otra parte– los hará muy felices. Queridos hermanas y hermanos, la corrupción, la soberbia, el exhibicionismo de los dirigentes aumenta el descreimiento colectivo, la sensación de desamparo y retroalimenta el mecanismo del miedo que sostiene este sistema inicuo.

Quisiera, para finalizar, pedirles que sigan enfrentando el miedo con una vida de servicio, solidaridad y humildad en favor de los pueblos y en especial de los que más sufren. Se van a equivocar muchas veces, todos nos equivocamos, pero si perseveramos en este camino, más temprano que tarde, vamos a ver los frutos. E insisto, contra el terror, el mejor antídoto es el amor. El amor todo lo cura. Algunos saben que después del Sínodo de la familia escribí Amoris Laetitia, un documento sobre el amor en la familia de cada uno, pero también en esa otra familia que es el barrio, la comunidad, el pueblo, la humanidad. Uno de ustedes me pidió distribuir un cuadernillo que contiene un fragmento del capítulo cuarto de ese documento. Creo que se los van a entregar a la salida. Va entonces con mi bendición. Allí hay algunos «consejos útiles» para practicar el más importante de los mandamientos de Jesús.

En Amoris Laetitia cito a un fallecido dirigente afroamericano, Martin Luther King, el cual volvía a optar por el amor fraterno aun en medio de las peores persecuciones y humillaciones. Quiero recordarlo hoy con ustedes: «Cuando te elevas al nivel del amor, de su gran belleza y poder, lo único que buscas derrotar es los sistemas malignos. A las personas atrapadas en ese sistema, las amas, pero tratas de derrotar ese sistema […] Odio por odio sólo intensifica la existencia del odio y del mal en el universo. Si yo te golpeo y tú me golpeas, y te devuelvo el golpe y tú me lo devuelves, y así sucesivamente, es evidente que se llega hasta el infinito. Simplemente nunca termina. En algún lugar, alguien debe tener un poco de sentido, y esa es la persona fuerte. La persona fuerte es la persona que puede romper la cadena del odio, la cadena del mal». Esto Luther King lo dijo en 1957.

Les agradezco nuevamente su presencia. Les agradezco su trabajo. Quiero pedirle a nuestro Padre Dios que los acompañe y los bendiga, que los colme de su amor y los defienda en el camino dándoles abundantemente esa fuerza que nos mantiene en pie y nos da coraje para romper la cadena del odio: esa fuerza es la esperanza.

Les pido por favor que recen por mí y los que no pueden rezar, ya saben, piénsenme bien y mándenme buena onda. Gracias.

martes, 22 de noviembre de 2016

Las CCP de Antequera, Málaga y Sierra Sur de Sevilla. Encuentro 20 de Noviembre 2016 en Adipa: Necesidad de una ÉTICA MUNDIAL, reconvertirlo todo.

Introducción al Encuentro, de Pepe Sánchez:
 Es imposible sobrevivir sin una ética mundial. Imposible la paz mundial sin paz religiosa. Imposible la paz religiosa sin diálogo de religiones: son las palabras iniciales del libro "Proyecto de una Ética Mundial" escrito por Hans Kúng. O sea, la ética mundial es indispensable para la supervivencia humana que está en grave riesgo por conflictos internacionales. La ética es históricamente un conjunto de reglas mínimas y armónicas que permiten establecer una convivencia de respeto entre los seres humanos de todas las culturas y nacionalidades.
Vivimos tiempos de mundialización en la economía, el comercio, la cultura.... Esto afecta a la convivencia entre las personas. Nuestra conducta y nuestra visión de la humanidad tiene que ser fiel a estas nuevas realidades. Se requiere, entonces, una ética común para el conjunto de la humanidad cuyos principios esenciales se presentaron en la UNESCO y en el FORO ECONÓMICO MUNDIAL de Davos, donde Kúng insistió en la urgencia de modelos éticos globales para sobrevivir; noble causa a la que deberían sumarse gobiernos y políticos, industriales y banqueros y autoridades religiosas. ¿Por qué? La respuesta es obvia: las cifras alarmantes sobre hambre y pobreza, desnutrición y mortalidad infantil, violencia y creciente endeudamiento de los pueblos de Tercer Mundo, deterioro ambiental y falta de sostenibilidad revelan los profundos desequilibrios de la actual globalización, donde la brecha entre los países pobres y ricos es cada vez mayor. Las cifras son espeluznantes: 10.000 niños mueren cada día por causas evitables, millones de personas huyen de la guerra, las epidemias o el hambre, (refugiados, emigrantes..) sin encontrar acogida, 62 personas son hoy tan ricas como media humanidad, los gastos de la industria bélica y de las guerras alcanzan cifras escalofriantes... Recordemos a este respecto las palabras escritas por Eduardo Galeano con motivo de la MARCHA MUNDIAL POR LA PAZ Y LA NO VIOLENCIA:
“Ninguna guerra tiene la honestidad de confesar: yo mato para robar. siempre invocan motivos nobles; matan en nombre de la paz, de Dios, de la civilización, del progreso y de la democracia.... y, si tanta mentira no pasara, ahí están los medios de comunicación dispuestos a inventar enemigos imaginarios para justificar la conversión del mundo en un gran manicomio y un inmenso matadero. Shakespeare había escrito que en este mundo los locos conducen a los ciegos. Y cuatro siglos después los amos del mundo son locos enamorados de la muerte, que han convertido el mundo en un lugar que cada minuto mueren de hambre o de enfermedad 10 niños y cada minuto se gastan 10 millones de dólares en la industria militar que es una fábrica de muerte. Los cinco países que manejan las Naciones Unidas, los que tienen derecho a veto, son también los cinco principales productores de armas. Y uno se pregunta: ¿hasta cuándo la paz del mundo estará en manos de los que hacen el negocio de las armas?¿Hasta cuándo seguiremos creyendo que el exterminio mutuo es nuestro destino?” (Eduardo Galeano)
Tantas situaciones de angustia y dolor que padece nuestro mundo hacen exclamar a los desheredados no si hay vida después de la muerte sino: ¿Hay vida antes de la muerte?
El evangelio de hoy recoge unas palabras de Jesús: "perdónalos Señor que no saben lo que hacen"; palabras que podrían valer para parte de aquella gente que presenciaron su crucifixión, pero que no utilizó para los ricos y opresores. Y sobre todo que no utilizaría para los responsables de tantas injusticias como acosan hoy a la humanidad. Las malas cifras y noticias que tanto nos duelen, las oyen también ellos.

Una minoría ha conquistado o heredado el poder y mantiene su superioridad y sus privilegios a toda costa, con la mentira, (que difunden con sus medios poderosos) y la fuerza (amenazas y guerras) ayudados por el silencio cómplice de los que "tragan" y los que temen. Prefieren pudrirse en su abundancia a respirar el aire limpio de la solidaridad.

¿Cómo se explica si no el triunfo de Tramp y del P.P.? Ya conocéis la respuesta de MÚGICA: ¡SOCORRO! A lo que añadiría en una entrevista posterior: "el problema no es Tranp sino la gente; Tramp desaparecerá, pero la gente sigue; tampoco la Clinton es una carmelita descalza: son dos versiones de lo mismo”.
La capacidad de exclusión y de precarizar la vida de millones de seres humanos es intrínseca al sistema. Hay un cuadernillo de Cristianismo y Justicia cuyo título lo dice todo: "Una economía al servicio del 1%". Es cierto que la sociedad se ha vuelto más sensible a las cuestiones ecológicas y medioambientales y a la discriminación por razones de sexo, raza o religión. Pero reaccionamos ante las injusticias sin el convencimiento de que para cambiar tal rumbo habrá que activar el resorte del cambio personal, del compromiso hacia una vida más sobria, coherente y entregada a los últimos.
Nuestra pertenencia al Reino de Dios, el ejemplo y las palabras de Jesús de Nazaret y nuestro conocimiento de las Bienaventuranzas nos hablan de pobreza, solidaridad, misericordia, ternura y cercanía a los débiles. El Cristo de la cruz niega ante el mundo que triunfar sea conseguir poder y dinero. Su lema, nuestro lema, es el amor, que es inconcebible sin obras. San Juan en su primera carta es rotundo: "nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos ; no amar es quedarse en la muerte.... hemos comprendido lo que es el amor porque El entregó su vida por nosotros... también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos.... si uno posee bienes de este mundo y viendo que su hermano pasa necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo va a estar en él el amor de Dios; no amemos con palabras y de boquilla, sino con obras y de verdad. (1 Juan 3, 14-18).
Sin olvidar nuestras convicciones profundas, tenemos que adherirnos al gran principio aceptado mundialmente:
LO QUE NO DESEES QUE TE HAGAN A TI, NO LO HAGAS A LOS OTROS. Este gran principio ético-­filosófico se encuentra en el confucionismo, el taoísmo, el hinduísmo, el budismo, el judaísmo, el cristianismo, el islamismo, y en muchas otras religiones y culturas del mundo.
Como dice Adela en el resumen que nos mandó, somos una sola familia humana y una única comunidad terrestre con un destino común.
Nosotros, este pequeño rebaño, no podemos modificar:
-las relaciones de dominio
-el poderío de los grupos financieros
-el protagonismo de la industria bélica, ni parar las guerras.
-ni podemos controlar la información
-ni podemos disolver las mafias.
Pero sí podemos ser más solidarios, más sobrios, más ecologistas, más evangélicos, y conectar con los grupos más inquietos y rebeldes y cooperar con ellos.
A partir de todo esto cada uno debe esforzarse en considerar en qué ha de ensanchar su concepto personal de ética para sintonizar con toda la humanidad.
Pepe Sánchez.

jueves, 17 de noviembre de 2016

"Creyentes en un mundo laico, plural y ¿Democrático?. Jornadas de Reflexión CCP-España. La Vid (Burgos) 21-23 Octubre 2016




JORNADAS DE REFLEXIÓN DE LAS CCP
Monasterio de La Vid (Burgos), 21-23 de octubre de 2016
“CREYENTES EN UN MUNDO LAICO, PLURAL Y ¿DEMOCRÁTICO?



Ponencia-síntesis de las respuestas al Cuestionario
 Introducción
Un mundo en cambio constante obliga a estudiar los nuevos parámetros de la existencia y a responder a ellos. Desde el punto de vista de lo que representa ese cambio para un creyente, se plantean cuatro temas esenciales:
1)      Estamos en una cultura científica, crítica y secular, que pide comprobaciones y demostraciones y no acepta lenguajes que hablen de absolutos, de dogmas y de respuestas definitivas. Es una cultura de la provisionalidad y del análisis crítico de todos los valores y símbolos, y no admite privilegios en el peso social de lo religioso.
2)   Nuestra sociedad es pluricultural y plurirreligiosa, y no se tolera que nadie se atribuya la posesión de la verdad y mucho menos el derecho a imponerla, pero donde el ámbito de lo religioso se halla más presente de lo que se hubiera predicho hace pocos años.
3)    Disminuye en ella la fuerza de lo comunitario y se extiende el papel de las opciones individuales o individualistas. Toda la sociedad –y no sólo los colectivos religiosos- está reduciéndose a mínimos exigibles en el ámbito de los valores y de las referencias sobre el sentido de la vida, debilitándose las redes axiológicas que cohesionan esa misma sociedad.
4)      Se da una desmitificación funcional de las instituciones, a pesar de que se reconoce que sin instituciones y sin estructuras no es posible la organización social y religiosa ni las referencias de identidad. Se rechaza, sin embargo, todo control de la conciencia y del pensamiento por parte de instituciones instaladas en normas inmutables.
  
En el marco de todo lo anterior, el trabajo previo realizado por varias comunidades sobre el tema propuesto para estas Jornadas ha ofrecido los resultados reflejados en esta “Síntesis de las respuestas al cuestionario”.

 Síntesis de las respuestas al cuestionario

1.- Laicidad

 a)En nuestra Comunidad ¿sentimos emocionalmente –o sólo en teoría- la laicidad como el espacio necesario de encuentro con personas que tienen diferentes modos de situarse ante el hecho religioso y ante otros hechos humanos o que no tienen ninguno? ¿Qué es “ser mental y emocionalmente laico/a”?

 Respuestas:
    - La laicidad implica libertad para practicar una religión, una ideología o ninguna, sin juzgar a nadie; son injustificables las imposiciones religiosas. Los derechos humanos han de ser el referente básico de la laicidad.
   - La democracia es el caldo de cultivo de la laicidad, pero el actual concepto de laicidad también ha de estar sometido a revisión. Lo menos laico es el dinero, que separa a las personas y a los pueblos.
   - Ser laic@ no es lo más importante; lo importante es la ética del laic@.
  - A diferencia de la jerarquía católica, nos sentimos emocionalmente laicos; no queremos ser un ghetto religioso; nuestra referencia es Jesús, no la jerarquía.
  - La espiritualidad laica que procuramos vivir está enraizada en una ética humanista basada en los derechos humanos y la Carta de la Tierra. Jesús de Nazaret fue laico y entró en conflicto con la espiritualidad religiosa de su tiempo; lo que le importó fue humanizar el mundo, la convivencia y la vida.
  - Hay comunidades que se sienten laicas, muy laicas, pero otras reconocen que es más difícil sentirse emocionalmente laico que serlo teóricamente, sobre todo ante hechos violentos o de falta de respeto a los derechos humanos.

b) En nuestra vida social ¿practicamos y fomentamos la actitud laica para facilitar que todos tengamos cabida en un trabajo común por la dignidad y el sentido de la vida, que no sea excluyente y que exija más compromiso laico a quienes tienen autoridad política y religiosa? ¿Qué elementos de la sociedad donde estamos no son laicos?

Respuestas:
   - En los grupos donde estamos trabajamos por el ser humano, independientemente de si es religioso o no. La Teología de la Liberación, la del Pluralismo Religioso, las aportaciones de la ciencia, la filosofía del lenguaje, la sensibilidad por el cuidado de la “casa común” y los nuevos paradigmas postreligionales y posteístas nos han ayudado a recuperar la autonomía de todo lo humano.
  - Es necesario que aprendamos a hablar con lenguajes menos religiosos y a conocer otras formas de espiritualidad, seculares o no; otros paradigmas son posibles. La espiritualidad no puede ser únicamente religiosa y la hermenéutica de la vida tampoco; la espiritualidad laica puede hacernos descubrir valores y mensajes que quedaron intencionalmente ocultos.
   - La construcción de “otro mundo posible” la identificamos con la construcción del Reino que anunciaba Jesús, pero reconocemos que estamos en proceso.
   - Colaboramos en suprimir la presencia religiosa derivada de los acuerdos Iglesia-Estado en forma de capillas universitarias, clases de religión, capellanes castrenses y hospitalarios, funerales de estado, programas religiosos de televisión, etc.; trabajar por ello y vivir intensamente la fe no es una contradicción.
   - Fomentamos la actitud laica tanto en el terreno religioso como en el político, pero sin confundirla con el laicismo.
   - Necesitamos aceptar que la mayor parte de la sociedad no es realmente laica (hay mucha religión y religiosidad), aunque no sea creyente, y no está dispuesta a aceptar la desaparición de algunos elementos religiosos (calendario, fiestas, nombres, tradiciones…). Tendremos  que trabajar poco a poco y con respeto.
   - Exigimos a las autoridades políticas y religiosas un compromiso por la laicidad, en un estado que, constitucionalmente, se define como aconfesional, para que respete la conciencia de cada uno.
   - Pensamos que los Acuerdos Santa Sede-Gobierno Español conceden privilegios a la Iglesia Católica y no respetan la igualdad de los ciudadanos. El estado debe ser garante de la laicidad; tenemos que trabajar por la separación de la Iglesia y el Estado porque es esencial para la auténtica laicidad.
   - Creemos que en nuestros compromisos sociales y políticos actuamos como mental y emocionalmente laicos, con actitud de respeto, tolerancia y aceptación de las diferencias, porque lo importante es que entre todos trabajemos por el bien común. De hecho, trabajamos o colaboramos con grupos y asociaciones sin vinculación con credos religiosos.
   - Hay comunidades que opinan que no debería ser necesario que en nuestros manifiestos o intervenciones figurásemos como “voz Iglesia” o como “colectivos cristianos”; otras, por el contrario, creen que es preciso que se visibilicen como cristianas nuestras posturas progresistas o de izquierda.

2.- Pluralidad

a)  En la Comunidad ¿admitimos realmente y sin prejuicios que lo diferente no es un enemigo a eliminar, que la diversidad es un signo de madurez de la vida, que las personas que tienen otra cultura, otra lengua y otra visión de la existencia no son un peligro para nuestra identidad? ¿Qué es “ser mental y emocionalmente plural”?

Respuestas:
   - Vemos que es preciso ponerse emocionalmente en el puesto del otro (aceptar, respetar y estimar), aunque eso no signifique asumir sus posiciones: hay situaciones concretas en que es preciso enfrentarse para defender al débil en contra de ideologías opresivas.
   - En la diversidad sin violencia está el éxito de todos; la diversidad constructiva es vida, porque evita los extremos del dogmatismo, la indiferencia o el respeto superficial.
   - La diversidad nos permite el diálogo con ideas, culturas y religiones diferentes que facilita el encuentro entre todos los seres humanos de buena voluntad.
   - En el fondo de todas las religiones está el precepto básico: “Tratad a las demás personas como queréis que os traten a vosotr@s”.
   - Reconocemos que, aun viendo la necesidad de fomentar el respeto a la diversidad, no  nos resulta fácil vivir con lo diferente y los diferentes; pero constatamos que cada vez se amplía más el umbral de la aceptación de la pluralidad.
   - En momentos en que ha aumentado la inmigración de personas procedentes de varias tradiciones culturales y religiosas, percibimos esa inmigración como una riqueza y no como una amenaza. La pluralidad es un reto difícil, pero no un peligro para la identidad personal y cultural; los prejuicios y generalizaciones basadas en razonamientos emocionales son el verdadero peligro. Los dilemas morales sí que ponen a prueba nuestros criterios y prejuicios: no hay que confundir éstos con la discrepancia en valores fundamentales, como la libertad, la igualdad, la no-violencia, el respeto, la justicia, …

  b)      ¿Estamos socialmente comprometidos en algo de lo anterior? ¿Qué dificultades encontramos en el ambiente?

Respuestas:
   - Apoyamos y defendemos -mediante manifestaciones, peticiones, escritos en prensa, manifiestos y activismo político y sindical (según donde estamos situadas las personas de las diferentes comunidades)- las causas que creemos justas, haciendo lo posible por liberarnos de prejuicios que también reconocemos tener.
   - Aun siendo conscientes de la dificultad de entendernos con personas y grupos religiosa o políticamente encasillados, también encontramos, cada vez más, la posibilidad de conectar con personas abiertas a la convivencia en pluralidad, luchando con ellas en el ámbito político, cultural, social y de construcción de la paz.
   - En algunas comunidades hay experiencias de celebración de encuentros con personas de otras confesiones religiosas, siguiendo sus ritos y costumbres.
  
3.- ¿Democracia?

    a) ¿Nos vale la pena luchar por la democracia dentro de la Iglesia, aprovechando el tirón del papa Francisco, o pasamos ya de la Iglesia dejándola por imposible? ¿Estamos nuevamente ilusionados en la Comunidad por una nueva democracia en el ámbito político? ¿Qué es “ser mental y emocionalmente demócrata”?

Respuestas:
   - No queremos pasar de la Iglesia, pero sí pasamos de una buena parte de la jerarquía. Nos alegran las iniciativas del papa Francisco, aunque a veces los hechos no correspondan a las palabras a causa de la presión de la curia. En cualquier caso, no hay que dejar solo a Francisco; pero, al mismo tiempo, hemos de trabajar en ámbitos exteriores a la Iglesia, con más atrevimiento del que tenemos y con un espíritu similar al que tuvimos en los años 70.
       - Confiamos en superar los límites de la esperanza en una “primavera” de la Iglesia y llegar a una “Internacional de la esperanza” que aglutine los esfuerzos de los seres humanos que quieran trabajar por la dignidad y la igualdad de todas las personass.
  - Creemos que la jerarquía eclesiástica es contraria a la democracia y es difícil que esto cambie; la curia vaticana y el derecho canónico pesan demasiado. Pero se puede trabajar desde abajo por la democratización de la Iglesia, comenzando por hacer efectivos el diálogo y la igualdad de género. Un cristiano no puede dejar de trabajar por la democracia, y esto nos ilusiona, aunque reconozcamos que no siempre podemos actuar de modo directo en política sino sólo apoyando las opciones que creemos más justas. Algunas comunidades están ya participando, como fuerza dinamizadora, en foros organizados por la Iglesia oficial.
   - La desobediencia o la insumisión ante normas de la Iglesia que no nos parecen evangélicas también es un modo de hacer que la Iglesia sea más democrática.
  - Estamos convencidos de que una Iglesia más igualitaria y participativa es posible, y eso comenzamos a trabajarlo en nuestra misma vida comunitaria. Temas como el de la mujer en la Iglesia, la homosexualidad, el machismo, el clericalismo, etc. no pueden obviarse por más tiempo.
  - Hay quienes defienden la colaboración en parroquias que consideran más fieles al mensaje de Jesús; otros prefieren seguir “caminando en el exilio”, sin perder energía en luchas inútiles y en descalificaciones, pero abiertos siempre al encuentro.
   - Ser mental y emocionalmente demócrata implica una actitud crítica y participativa en defensa de los valores democráticos: libertad ética y política, igualdad,   solidaridad, soberanía del pueblo, laicidad, cuidado de la vida en todas sus fases.
   - Ante el pesimismo y la desolación producida por la política y la economía neoliberal, creemos que tenemos la misión cristiana y humana de reconvertir todo en esperanza mediante nuestra resistencia, nuestra lucha y nuestra convicción de que otro modo de vivir como seres humanos es posible.
    - Hay que reconocer que nos encontramos en una coyuntura política esperanzadora: se habla de política en la calle, los movimientos sociales han modificado la agenda de los partidos. Pero mientras no haya igualdad social, no habrá verdadera democracia.

b)      ¿Creemos realmente que en la política española otra democracia es posible? ¿Qué requisitos serían imprescindibles? ¿Dónde nos vemos a nosotros mismos, en la práctica, trabajando en esa dirección?

Respuestas:
   - La política española no se caracteriza por ser democrática: falta diálogo, transparencia, honradez, control de los gobernantes, conciencia crítica, aceptación de las decisiones de la mayoría y respeto activo por las minorías; por otra parte, está dominada por los poderes económicos, que son antidemócratas. No puede haber democracia sin servicios básicos garantizados: sanidad, enseñanza, pensiones, acceso a un trabajo digno.
   - La democracia representativa sin democracia participativa no es democracia. Además, es necesaria una nueva ley electoral que refleje con justicia la realidad de las personas votantes.
   - Un criterio fundamental no es simplemente  el preguntarse por quién ha de ganar unas elecciones, sino por quién opta por las personas más necesitadas y vulnerables.
  
4.- La pertenencia al movimiento universal de Jesús

a)      Las comunidades, dadas nuestras fuerzas y la limitación territorial, ¿vemos importante la coordinación a nivel estatal y estamos dispuestos a fortalecerla y mejorar sus funciones, pluralidad y valor democrático? ¿En qué medida?

Respuestas:
   - La postura mayoritaria de las comunidades es que la coordinación a nivel estatal es necesaria, porque facilita que las personas y las comunidades nos encontremos, mejorando nuestros contactos y evitando la cerrazón y la sensación de soledad. Valoran mucho el que funcione el “servicio de coordinación” entre todas las comunidades que puedan coordinarse.
   - Es importante resistir, y a ello nos ayuda el contacto y el intercambio entre las comunidades, tanto a nivel local como estatal, reforzando el sentido de pertenencia. A veces (por motivos de edad, de salud u otros) no es posible participar, y entonces hay que delegar, con el fin de recibir después las aportaciones de los que participan.
   - En casos prácticos concretos pueden utilizarse los medios informáticos de comunicación a distancia; pero eso es insuficiente, porque es imprescindible el encuentro físico con las personas, aunque no sea tan frecuente como ahora.
   - Los encuentros estatales, las jornadas de reflexión, los encuentros parciales entre dos o más comunidades, la asistencia a otros puntos de encuentro que mantengan el espíritu comunitario (como las Vacaciones comunitarias alternativas, el Congreso de Teología, la Semana Andaluza de Teología y otros foros locales), etc. nos ayudan a seguir compartiendo la vida, a pesar de las limitaciones que proceden de la edad y de la disminución del número de comunidades. Se constata, no obstante, que, a pesar del interés de las personas y debido a la multiplicidad de implicaciones que se tienen, no se llega a todo.
    - Algunas personas de una comunidad opinan que la coordinación de comunidades debería terminar en el nivel autonómico y que el esfuerzo de coordinación estatal podría dirigirse hacia REDES para evitar duplicaciones, asumiendo nuestras limitaciones de edad, de gastos en desplazamientos, etc. Hay alguna comunidad que piensa que las CCP (no sólo la coordinación) ya han dado todos los frutos que podían dar.
     - En otras comunidades se piensa que hay que seguir con la coordinación para fortalecernos unas comunidades a otras y tener orientaciones comunes, sin dejar de participar, en la medida de lo posible, en plataformas cívicas, sindicatos o partidos políticos. La desaparición de la Coordinadora Estatal o de los foros estatales que ahora tenemos no significaría, para varias comunidades, la integración automática en REDES (porque no ven clara esa integración o la línea de REDES), con lo que se perdería todo tipo de conexión a nivel estatal, aunque la hubiera a nivel local.
     - Admitiendo la necesidad de la coordinación estatal de comunidades, se pide que los representantes reflejen realmente la realidad comunitaria, los cargos sean renovables y que no haya dirigismos ni clericalismos encubiertos.

b)      ¿Cómo trabajamos, por un lado la limitación territorial de CCP y, por otro, la disparidad de coordinaciones, encuentros, foros, etc.? ¿Se nos ocurre alguna fórmula concreta?
 
Respuestas:
   - Más allá de las CCP y de sus siglas, se piensa que hay que apoyar y participar en un movimiento eclesial más amplio, como hoy en día es “Redes cristianas”. Participar en redes religiosas –y sociales en general- es un signo de los tiempos, un instrumento para estar presentes en ámbitos más universales que “el nuestro”, pero en los que podemos tener un papel significativo.
  

Urgencias
En los talleres realizados durante las Jornadas se destacaron, como conclusión, entre todos los temas, estas urgencias:
- Esforzarnos en conocer otras formas de espiritualidad.
- Colaborar en la construcción de una espiritualidad laica.
                  - Deconstruir el tipo de lenguaje religioso que utilizamos y construir un nuevo lenguaje inclusivo y popular que responda a una actitud laica.        
- Conectar con personas, movimientos y expresiones de la cultura y de la ciencia que estén abiertas a la convivencia en pluralidad, luchando con ellas en los ámbitos político, cultural y de construcción de la paz.
- Trabajar a favor de la necesidad imperiosa de separación entre Iglesia y Estado y de suprimir los acuerdos entre los dos.
            - Formar comunidades democráticas con sentido de eclesialidad universal.
            - Luchar por una escuela laica.
- Asumir e ir viviendo la pluralidad crítica con el único límite de los derechos humanos, sabiendo que la pluralidad puede implicar conflictividad y agresividad.
            - Recuperar la denuncia profética en las causas que creemos justas.

Debate de la pregunta 4
·         El último encuentro de Redes ha puesto de manifiesto que las CCP siguen teniendo mucha fuerza dentro de este grupo y que la presencia del resto de grupos integrantes de Redes es escasa. Por tanto, si CCP se integrase en Redes nos perderíamos sin que ello suponga ninguna integración en una realidad más amplia. Es necesario una coordinación entre Redes y CCP  para evitar fechas próximas de eventos. Cuando sea posible también coordinación a largo plazo de eventos con los movimientos o plataformas en las que estamos presentes para evitar solapamientos.
·         En la coordinadora estatal tiene que haber democracia participativa mientras que en Redes la democracia es representativa. Cuando sea posible se debe limitar la permanencia de las personas coordinadoras en la coordinadora estatal.
·         La coordinadora estatal deberá existir mientras haya representantes de algunas zonas. Las personas de la coordinadora estatal difunden los temas tratados a nivel general hayan sido elegidos democráticamente o no.
·         Sería deseable reducir el número de reuniones presenciales y combinar con métodos on-line para mantener contacto. Ello podría ir en beneficio de las comunidades que no asisten habitualmente a las reuniones en Madrid. No obstante, es necesaria al menos una reunión física de los miembros de la coordinadora estatal.
La síntesis fue elaborada por Jesús Bonet.            

domingo, 13 de noviembre de 2016

La metamorfosis de lo cristiano y el vuelo de las CCP. Santiago Villamayor


Pequeño comentario sobre las Jornadas de reflexión de las Comunidades Cristianas Populares de España (CCP), que tuvieron lugar en el monasterio de La Vid (Burgos) del 21 al 23 de Octubre de 2016. El autor piensa que estamos en un tiempo privilegiado por la gran mutación, metamorfosis, que está experimentando el cristianismo. Ahora sí construimos un Reino de todos, no solo de una religión, aunque nuestros grupos declinen por muerte natural y nuestros relatos por muerte cultural.`

LA METAMORFOSIS DE LO CRISTIANO
Y EL VUELO DE LAS CCP
 Acabamos de llegar de las Jornadas de reflexión de las CCP-España en La Vid (Burgos). La satisfacción por el encuentro y por las aportaciones de los grupos, como siempre, ha sido muy grande. Sin embargo se dejó sentir en general un tono de nostalgia o sensación de acabamiento. Muchos de nosotros, yo mismo, hemos comentado con frecuencia cómo cada vez somos menos, más mayores y sin continuidad.

Algunos incluso hablaron de defunción, de apagar la luz. Otros hablamos de refundación. Palabra altisonante pero indicativa de un cambio, o mejor, de una mutación. Para nosotros, algunas comunidades de Zaragoza y de otras ciudades de España, el paradigma pos-religional y pos-secular abre un horizonte universalista de esperanza que incluye ciertamente nuestro final propio pero también el comienzo de algo nuevo universal. Nos parece vivir un momento privilegiado por esta mutación tan relevante de lo cristiano.

La sensación de finiquito que sentimos puede ser parecida a la que tenemos en parte con los hijos. En general apenas han seguido nuestra trayectoria cristiana y social con la radicalidad que nosotros la hemos vivido. Bien es verdad que muchos se han dado incondicionalmente a los movimientos de liberación y solidaridad e incluso algunos son activistas enérgicos o cargos políticos y poseen una formación y unos valores muy encomiables. Pero no son explícitamente cristianos, ni sus mundos se centran en el relato cristiano. Están en otra cultura y nos han abandonado, como nosotros también nos apartamos, unos de nuestros mayores del nacional catolicismo español o del catolicismo preconciliar en general, otros del comunismo. Y también como nosotros nos dejamos a nosotros mismos del cristianismo progresista, religioso y “revolucionario” para adentrarnos en el humanismo pos-religional.

Hace justo dos años escribí un artículo que titulé: “CCP, sequia o desbordamiento” (en este mismo blog) (https://drive.google.com/file/d/0B_Vo9tUccOquUFBmQlpCQWxBYjQ/view ) y en el que ya me extendía en esta insegura apreciación. No ocurre exactamente que se acaben las comunidades de base, que no nos siga nadie, que sí que ocurre, sino que el seguimiento de Jesús y la cultura de ahora es otra cosa. Por eso hay que hablar de mutación y mutación de la especie entera y de muchos ámbitos de la vida y del pensamiento. Como decía allí, nos hemos secado porque nos hemos desbordado; en una multitud de movimientos y actitudes humanizadoras que llevan el aire de Jesús de Nazaret, no su inevitable religiosidad judía ni las adherencias posteriores.

Ese aire no es otro que el de un humanismo universalista y de máximos, un cuidado y elevación de la cultura y de la calidad humana. Algo que se valoriza con el “paradigma cristiano”: en palabras de Fidel Aizpurúa, un conjunto de convicciones evangélicas parecidas a estas : “hay más fuerza en los débiles que en los fuertes; las entregas no se pierden; se puede vivir contento sirviendo; a la hora del Reino todos estamos al mismo nivel; en los márgenes hay vida; etc.”, y la confianza en que la primacía de la justicia y la plenitud  “ya está presente en el mundo, y está desarrollándose aquí y allá, de diversas maneras: ….y siempre puede sorprendernos gratamente. Ahí está, viene otra vez, lucha por florecer de nuevo” (EG 278). 

Permitidme ahora que utilice el símbolo de las metamorfosis en algunos seres vivos para expresar mejor esa intuición de futuro que nace del pasado que muere. Sin seguridad alguna, por supuesto. Nuestra desaparición progresiva es como la desaparición de la oruga que se transforma en mariposa y echa a volar. Es muerte sí pero también cambio. Y nueva vida, en nosotros o en la especie.

Hemos sido, y somos, testigos y actores de dos grandes mutaciones del cristianismo en el último siglo. La primera la conversión a los pobres: desde una religión rancia, dogmática y sobrenaturalista, cargada de moralismo y represión. Entonces nacimos al mundo de los pobres, al compromiso sociopolítico, al vitalismo y a la libertad de conciencia. Está representada sobre todo en la “Teología de la liberación”. Fue nuestro origen como comunidades de base.

La segunda está teniendo lugar en estos últimos quince años y se orienta hacia la plena autonomía de lo humano y la universalidad de la esperanza. Recoge las primeras intuiciones de la teología de la secularidad y de la “muerte de Dios” de los años 1960 y se adentra con rapidez y profundad en el gran cambio de paradigma científico y cultural de nuestra postmodernidad. Primero la razón, el consenso, el impulso del bien, la propia refutación y luego la creencia, la verdad y el sistema. En la primera conversión bajamos a la tierra de los pobres y nos aproximamos a la izquierda social. Ahora, sin abandonar esa preferencianos extendemos a toda la tierra, a la secularidad y a la inmanencia, al valor de este mundo, al dialogo con otras mentalidades y sabidurías y sobre todo al consenso crítico con los no creyentes, la ciencia, el ecologismo, el gusto por la vida, etc.

El embrión de la fraternidad, la posibilidad de un amor incondicional latente en la mente humana rompió la cascara en Jesús de Nazaret, procesionó durante siglos por todos los huertos, contaminándose y mordisqueando todas las especies mentales, haciendo bien a unas y también devorando a otras y se encapsuló en el poder. Ahora ha roto ya la pupa y volamos libres. El ideal de la democracia y de los derechos humanos, la responsabilidad por el planeta y la inclinación hacia los dependientes y los pobres, aunque no se realicen del todo y las injusticias y sufrimientos parezcan incluso mayores, marcan una aurora de dignidad en la que nosotros hemos contribuido buscando siempre más la efectividad en el mundo que el fortalecer nuestra organización. Ya no es tanto el tiempo de llevar el evangelio al mundo y menos en su forma eclesial, cuanto el de suscitar el paradigma evangélico que gime como posibilidad en el mundo. Es momento de desenterrar la divinidad que la intransigencia religiosa ahogó en muchas personas. Ese dios sin nombre y con muchas imágenes, o también divinidad ausente.

El paradigma cristiano, que no es otro que el de una humanidad plena, nace del buen corazón descrito por la elevada moralidad de Jesús. Como toda la filosofía deriva de los griegos, el silencio ante el misterio viene de oriente y toda la ciencia actual se debe al método experimental de Galileo. Esa perspectiva o “fe”, creencia de “esperanza y caridad”, inaugurada por Jesus pero no exclusiva, está diseminada y poliniza junto con otros voladores todas las flores del campo humano y del planeta.

Las llamadas humanistas y evangélicas ya no están en el culto, ni en los símbolos o lenguajes sagrados, ni incluso en “comunidades cristianas populares” sino más bien en las calles, plazas y redes. En cafés, blogs, jornadas de reflexión y sobre todo en la voz que surge de los actos solidarios. Solo hay que inducir los partos. Las misiones, la pastoral, los rezos, han cedido el paso a las convocatorias de la contestación, a los descubrimientos científicos, a la medicina social, a los programas políticos de justicia; los pedagogos y psicólogos sustituyen a los confesores, las coordinadoras de esperanzados a los obispos. El cielo de la vida para todos remplazaa la vida en el cielo de los escogidos.

¿Qué hacer cuando esto ocurre y se tienen 70 años? Cuando se desmorona el castillo de naipes de las verdades religiosas, cuando se descubren otras cartas…

Dejar pasar, abrir la puerta y sujetarla. Estar en lo que estamos, sin claudicar o ilusionarnos, contentos de los hijos sociales, muriendo a gusto y vivificando los nuevos rostros de la humanidad. Sin capilla propia en el variopinto mar común donde hay cargueros, pescadores, veleros, cruceros, buques de guerra, migrantes náufragos y algunos rescatadores.

Abandonar el lenguaje judío, el religioso. Hemos volado. Estamos en los múltiples rebrotes del alma del mundo, del ánimo latente en la tierra, no en la casa sagrada de los dioses concretos

Fortalecer el vigor de esperanza y la formación en los ámbitos donde se construye la humanidad. Que nadie decaiga porque no se consiguen las cosas, que ningún partido político se endiose, que ningún sindicato desfallezca, que ninguna parroquia o comunidad se muera sin disolverse en la marea humana; ayudemos a superar las escisiones políticas, a abandonar las costumbres tontas, a rescatar las impotencias,…En una palabra no reblar y animar el buen vivir, sencillo, solidario, liberador, ecosocial y personalista que incluye una dosis suficiente de felicidad motivadora y con ella sabe esperar en el seno de una evolución que se sabe lenta, cósmica.
 
No despreciar la tradición, nuestra cuna. Agradecerla y superarla dialécticamente. Ser cariñosos con nuestros mayores de razón (no necesariamente mayores de edad) respetando su fijación en la religión, la revolución, el positivismo o el desengaño invernal propio de la senectud. Otro modelo cristiano nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado; ahora nuestro desaliento tiene un nuevo aire que respirar. Podemos morir en paz porque sabemos que hay continuidad, la dignidad avanza sobre la barbarie, la divinidad ausente se echa en falta.
Santi Villamayor. Octubre 2016

martes, 8 de noviembre de 2016

Iglesias inclusivas: CCP-Granada. Así nos ven.


Iglesias inclusivas: la integración de personas homosexuales/transexuales en el campo religioso.
Este es el título del trabajo de fin de grado que Rubén Alonso Giménez ha realizado en el grado de Antropología Social y Cultural en la Facultad de Flosofía y Letras de Granada. en el curso 2015-2016.
Quien desee ver el trabajo completo puede pinchar en este enlace:

https://drive.google.com/open?id=0B7EHr8RmwZ9xRVhfeFQyVkRvajg

Para hacer este trabajo Rubén tuvo que entrevistar a diversos informantes y entre ellos a miembros de las Comiunidades Cristianas Populares de Granada, también a párrocos, otros católicos de diversa índole progresista o conservadora...etc.
                                                                                                          Resumen de su trabajo:
El fenómeno de la secularización moderna en occidente ha sido entendido como un alejamiento por parte de la población a creer en la Iglesia católica como institución reguladora de ciertos ámbitos de la vida social. En este contexto de cambio, el campo de lo religioso ha trascendido hacia el pluralismo, originándose nuevas formas y espacios religiosos. Uno de estos espacios son las denominadas Iglesias inclusivas, espacios que surgieron en la década de los años 60’s como modo de aunar homosexualidad/transexual/transgenerismo y religiosidad. La existencia de este tipo de iglesias queda reducida al protestantismo, pero actualmente dentro de la Iglesia católica, con la creación de nuevas teologías no condenatorias, dicha inclusión también es posible. Nos encontramos entonces en un periodo histórico en el que la secularización no solo ha agitado el campo de lo religioso, sino que también ha producido un cambio en la cosmología religiosa, dando lugar a reinterpretaciones de los textos sagrados, a críticas hacia la institución, y por ende, al empoderamiento de los sujetos que constituyen la comunidad de creyentes cristianos. Las iglesias inclusivas entonces, suponen un nuevo modo de posicionamiento de los creyentes, puesto que en ese contexto su sexualidad y su género también son tomados en cuenta, pero a su vez, este tipo de iglesias pueden suponer la creación de espacios periféricos, donde más que incluir a cierto tipo de creyentes, se les convierte en exclusivos. Concretamente en la ciudad de Granada, aun no existen este tipo de espacios, ni iglesias ni asociaciones inclusivas como tal, pero si existen espacios cristianos inclusivos, y esto supone un acercamiento hacia la unión entre homosexualidad/transexualidad/transgenerismo y cristianismo dentro del contexto religioso andaluz.
Resaltamos la narración que Rubén hace de las CCP de Granada en el día que nos visitó por sorpresa. Es curioso recibir el Feef-Back de alguien que no conoce nada de quien somos ni lo que hacemos. Recuerda aquellas narraciones de los Hechos de los apóstoles, pero en 2016:
4.2.2. Observación participante:
Durante la indagación en la búsqueda de alguna iglesia o asociación inclusiva en Granada nos encontramos con Comunidades Cristianas Populares (20). Fue descubierta gracias a un contacto facilitado por Federación Arco Iris, buscando su página web y poniéndonos en contacto con ellos. La idea era concertar por correo electrónico una cita para una entrevista, pero al no obtener respuesta, se asistió a una de las eucaristías. Fue entonces cuando se encontró la oportunidad perfecta para realizar una sesión de observación participante y para conocer a posibles informantes.
El local donde se reúnen está ubicado cerca de Gran Vía de Colón. En el momento de la llegada, nos encontramos por casualidad a una mujer en la puerta y se dio cuenta de que estaba parado en la fachada, observándola. Preguntó amablemente que si venía a la eucaristía y le dije que sí. Todos y todas los/as reunidos/as se conocían, así que la mujer, al ver a una persona nueva, comenzó a preguntarme por mi interés sobre CCP. Le conté que estaba realizando un trabajo y que me había interesado por este tipo de asociaciones, que había decidido venir para ver cómo funcionan y para hacer una entrevista. Me senté en una de las sillas, todas formaban un círculo alrededor de una mesa donde se encontraban el pan y el vino. Me presentaron al coordinador de CCP y a casi todo el grupo que ese día formaba parte de la reunión. Desde el primero momento se sentía un ambiente muy familiar, todos se conocían, se saludaban, hablaban de sus vidas, incluso a la eucaristía asistieron los hijos de un matrimonio.
La eucaristía de ese día estaba marcada por un fuerte sentimiento de apoyo a los refugiados. Uno de los integrantes, al cual me describen como “el poeta del grupo”, compone, o mejor dicho, reedita unas canciones que hablan sobre los refugiados. Todos cantamos mientras el coordinador del grupo tocaba la guitarra, para posteriormente, reproducir un CD en el cual se narraban pasajes de la Biblia. En ese momento no es relevante el tema del que hablan sino como lo hacen, como debaten, siendo críticos con muchísimos aspectos. Hablan desde cómo se ha podido interpretar la Biblia para producir ese CD de audio, hasta como la Iglesia Católica como institución, peca de hipócrita con ciertos aspectos como la Semana Santa o los refugiados.
En un momento de la eucaristía, la mujer que me presentó al grupo, la que me encontró en la puerta, pide un momento de reflexión y de debate acerca del acogimiento de una persona sin techo. Su forma de tratar el tema entre todos y todas es pura democracia.
Termina la Eucaristía, todos y todas tomamos el pan y el vino, nos damos la mano y nos despedimos. En ese momento, me acerco al coordinador, converso con él, me da su número de teléfono y quedamos en hablar para concertar una entrevista.

jueves, 3 de noviembre de 2016

Por una "nueva" espiritualiadad: Ponencias II Foro Espiritualidad del Sur. 24-25 Septiembre. 2016: La nueva inocencia: Consciencia, comprensión y transformación.


"Se podría comprender este tiempo nuevo que está emergiendo, como la oportunidad de integrar trascendencia e inmanencia; lo sagrado y lo profano; el Dios personal y el Dios transpersonal. Esta síntesis está llamada a conjuntar también contemplación y compromiso ético, ciencia y espiritualidad, tecnología y ecología, capacidad crítica y actitud admirativa, dando pié a lo que Paul Ricoeur llamó ya hace algunos años la segunda ingenuidad y Ramón Pánikkar, la nueva inocencia". (Javier Melloni. Hacia un tiempo de síntesis)
Algunas personas de CCP-Granada, Loli, Isa, Domingo y Cía..., estuvimos presentes en este Foro, que nos parece un signo de nuevos tiempos, lenguajes, paradigmas. Dejamos aquí el enlace a todas las ponencias, para que cada cual decida, e insertamos las dos que nos parecieron más interesantes,junto a la mesa redonda con tod@s los ponentes...
Pincha aquí: http://webvientodelsur.wixsite.com/vientodelsur/ii-foro-de-espiritualidad-del-sur

Comprender el cambio de consciencia para vivir en plenitud: Enrique Martinez Lozano: Una magnífica contextualización de la espiritualidad desde la no dualidad, y desde la claridad y calidez del lenguaje.

El camino desde el sufrimiento al señorío: Fidel Delgado: Magnífico pegagogo de enorme profundidad y sencillez magistrales.

Mesa Redonda con tod@s l@s ponentes, donde se resolvieron y ampliaron muchos interrogantes: