jueves, 25 de mayo de 2017

Encuentro de las CCP de Antequera, Málaga y sierra sur de Sevilla. 21 de Mayo de 2017. Recordando a Antonio, en la Cuarta Vía...


Hoy, al celebrar nuestro primer Encuentro sin la presencia física de Antonio, porque su presencia de ese otro modo que no conocemos, pero que sentimos, estamos segurxs que nos acompaña  y que hoy no necesita que le pasemos una copia de lo que hemos preparado, hoy nos oye perfectamente. Esto es lo que recordábamos, el mes anterior cuando celebrábamos la Pascua, lo que les debió pasar a lxs discípulxs cuando asesinaron a Jesús que hasta que no se pusieron a compartir sus vidas, sus  inquietudes, a recordar lo que les había dicho Jesús y al compartir el pan, no comprendieron  que había resucitado, eso es lo que nos ha pasado en la despedida que tuvimos de Antonio. 

En la coordinadora recordando esa despedida tan cariñosa, tan cálida y espontánea que le hicimos tantos amigxs de tan diversas procedencias, que, a corazón abierto, expusimos lo que él nos había transmitido decidimos seguir profundizando con quiénes íbamos caminando hacia esa NUEVA HUMANIDAD, si lo estábamos haciendo con personas de diversa procedencia o estábamos encerrados en un grupo pequeño, cerrado y, entonces, nos pareció que sería bueno repasar la cuarta vía que nos expone Masiá para reflexionar si seguimos caminando “HACIA UNA TIERRA  QUE PONGA LIBERTAD y cómo y con quién caminamos” y, perdonad que vuelva a la despedida de Antonio porque allí vimos, palpamos que él siempre buscaba compañerxs personas con las que caminar que tuvieran un referente la “NUEVA HUMANIDAD” unas  como creyentes en Jesús de Nazaret, así con nuestras comunidades, o lxs compañerxs de ruta de S. Francisco y otras que no tenían porqué ser creyentes, como lxs compañerxs de IU o nuestro querido Labordeta, pero que TODAS esas personas tenían el mismo referente “TRABAJAR POR UN MUNDO MEJOR” y todo este CAMINAR lo hizo él con un gran entusiasmo y con su bandera republicana.


         Como os decía elegimos volver a reflexionar sobre cómo vamos caminando por esa carretera de montaña, con muchas curvas y precipicios, con rellanos o cuevas donde pasar la noche y apalancarse porque aquí estamos bien: “hagamos tres tiendas”, instalémonos, o si estamos en el grupo de las personas más timoratas sin saber dónde quedarnos queriendo compatibilizar a las del monte con las del atajo, a las que permanecen en la “tradición”, en lo recibido con aquellas que “parece” han avanzado o si hemos tomado la decisión de la CUARTA VÍA, el cuarto grupo, poco numeroso, las que decidieron seguir caminando, aunque se hiciera de noche, las que se cogieron de la mano, para no perderse, ni caer al precipicio y siguieron avanzando los días y noches siguientes; no estaban seguros de lo que se iban a encontrar a la vuelta de cada curva pero continuaron y en una de ellas, junto a un mirador, hallaron a un grupo que les precedía. Eran diferentes, venían de otros lugares, vestían de otro modo, comían y hablaban de otra manera.  Se unieron a ellas y se formó una única comitiva de ambos grupos. Mientras seguían caminando, se contaban sus historias respectivas y se animaban mutuamente.
Les unía la meta, a la que nunca se acababa de llegar… pero no desfallecían porque, según iban caminando se  animaban unas a otras.
Creo que esto es lo que nos ha venido ocurriendo desde que conocimos a aquellas personas que habían decidido seguir caminando, siendo fieles al MENSAJE DE JESÚS, (todas podemos poner aquí un montón de nombres) y que no dudaron en darnos la mano para que nos asiéramos a ella y, cuando conocimos a esas otras personas que también, sin haber escuchado el MENSAJE de JESÚS, pero dejándose llevar por la “limpieza de su corazón” iban adelante,  hacia esa meta: ¿Nueva Humanidad?, ¿Reino de Dios? ¿Un mundo Mejor?, en fin a una Tierra que ponga LIBERTAD.
Nosotras y nosotros, en la despedida de Antonio también nos cogimos de la mano para pedir la llegada del Reino, de esa Nueva Humanidad en que el pan nuestro de mañana llegue YA HOY.

PLEGARIA EUCARÍSTICA ENCUENTRO MAYO 2017 (recordando a Antonio)

Acabamos de dar gracias por lo que consideramos que la VIDA nos da, como regalo del Padre, para nuestro crecimiento, felicidad y participación en su tarea creadora. Ahora vamos a hacer memoria de la despedida de Jesús, cuando ya Él se barruntaba lo que le iba a ocurrir.


 Recordamos algunos momentos:
Jesús fue apresado. Se había convertido en anatema para las autoridades religiosas que estaban a la defensiva. Había relativizado las exigencias de la Ley, introducido nuevos valores en competencia, quebrado el poder de los controles religiosos y amenazado a la nación con la anarquía religiosa. Era un peligro para el poder, el orden y la autoridad religiosa. 
Dado que una de las funciones históricas de la religión es controlar la ansiedad, impedir que se formulen preguntas que no tienen respuesta y mantener el juego de «Finjamos que podemos controlar nuestro mundo», la amenaza de aquel hombre resultaba intolerable
Así que los dirigentes religiosos, en colaboración con los funcionarios romanos, decidieron que aquel hombre, Jesús, representaba una amenaza para este poder. Si por su acción y su predicación se llegaba a aflojar el control del sistema religioso, si llegaba a cundir la anarquía religiosa, las autoridades romanas impondrían un control total. Por eso Jesús, el profeta de Galilea, tenía que desaparecer. 
Así fue, Jesús de Nazaret fue ejecutado y al morir él, su movimiento terminó pues «todos lo abandonaron y huyeron». Es probable que todxs sus amigxs  lo abandonaran y huyeran a Galilea, a su tierra natal. Allí, juntos reflexionarían sobre sus experiencias y se preguntarían qué podía significar todo aquello. Juntxs sintieron el vacío y la oscuridad.
Seguramente, cada vez que bendecían el pan al iniciar su desayuno, antes de salir a pescar, las mentes de aquellos hombres recordaban otra comida, tomada en Jerusalén, en la estancia superior de una casa, una noche extraña y aciaga. Una noche en la que abundaron el miedo,  la ansiedad y la melancolía. Todo había sido tan dramático…recordaban: Jesús tomó pan, lo partió y lo identificó con su cuerpo roto y estos recuerdos les hacían revivir sus experiencias. 
Lo que Jesús fue para ellos, un hombre íntegro, lo  manifestaba en el coraje de ser él mismo en cualquier circunstancia. Cuando la gente acudía a él para escucharlo y aclamarlo, no perdía la cabeza. Y, cuando las fuerzas de los enemigos lo cercaban, no hurtaba el rostro por miedo ni su espíritu se turbaba por la ira. Jesús parecía estar libre de la necesidad de que las respuestas de los demás lo definieran. Y ellxs  anhelaban tener esta libertad. Y recordaron su ENCARGO, “partirse por los demás hasta dar la vida.
Nosotras y nosotros también queremos hacer memoria de Jesús unidxs a la gran comunidad universal que desea y espera un mundo mejor, queremos comprometernos a seguir los pasos de Jesús y de tantas otras personas que, con sus imperfecciones, intentaron durante su vida trabajar para que llegue su Reino, la Nueva Humanidad. Sería bueno que en estos momentos también hiciéramos memoria de aquellas personas que “hicieron lo posible por empujar la historia hacia la libertad”.
Os animo a recordarlas…
Hemos hecho memoria de ellas y ahora la hacemos de Jesús, Él nos invitó a seguir sus pasos, a poner toda nuestra carne mortal, nuestro cuerpo en el asador como Él lo hizo, por eso, haciendo memoria de lo que Jesús hizo en esa última Cena en la que se despidió de sus amigos, repetimos la narración tal como nos la transmitieron los evangelistas.
 Fracción del Pan
Jesús la víspera de su pasión, sabiendo lo que se le avecinaba, se reunió con sus discípulos, partió el pan con ellos, te dio gracias, Padre, y dijo:

TOMAD Y COMED TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTA ES MI CARNE, mi condición mortal, QUE SE ENTREGA POR VOSOTROS.
repartimos el pan

Igualmente tomó la copa, te dio gracias, y dijo:
TOMAD Y BEBED TODOS DE ELLA, PORQUE ESTA ES LA COPA DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA NUEVA ALIANZA, DERRAMADA PARA PERDÓN DE TODA CULPA.
SEGUID HACIENDO LO MISMO Y ASI PERMANECEREIS EN MI.
(breve silencio y se comparte el vino)

lunes, 22 de mayo de 2017

Comunidades de la cuarta vía. Juan Masia.


El pasado domingo 21 de Mayo las CCP de Málaga, Antequera y la sierra sur de Sevilla, se reunieron en su encuentro mensual en Antequera recordando a Antonio Caballero y reflexionando sobre estos dos textos de Juan Masia, jesuita y profesor de bioética proféticamente interesantes para estos tiempos de cambio y esperanzas en lo nuevo que va surgiendo...


Comunidades de la cuarta vía:

10.06.06 Blog 21.

Alegoría de la carretera de montaña

Érase una carretera de montaña, estrecha, con muchas curvas; a la izquierda, el precipicio, y a la derecha, la montaña escarpada. Un grupo de peregrinos avanza por la carretera al atardecer.

Está oscureciendo y la marcha se hace peligrosa. Unos deciden apartarse a la derecha, trepar un poco por la falda del monte hasta un rellano, donde se pueda hacer noche. Lo hacen así y acampan. A la mañana siguiente, ya con luz del día, descubren que el lugar es más espacioso de lo que parecía a primera vista, les gusta el sitio y deciden quedarse un día más. Se encuentran a gusto y no les apetece seguir caminando. Construyen una empalizada protectora y siguen allí unos días. Acaban construyendo un pequeño castillo, en el que se instalan, y desisten de proseguir la peregrinación.

Otro grupo, más audaz, había preferido seguir caminando, a pesar de la oscuridad, por un atajo. Es un sendero peligroso, se corre el riesgo de caer al precipicio, pero tiene la ventaja de que se puede acortar distancia. Habían comenzado a recorrerlo, pero la oscuridad y la vegetación dificultaban la marcha. No podían seguir adelante. Felizmente tropezaron con una cueva en la que se refugiaron para pasar la noche. A la mañana siguiente, despiertan y… les gusta la cueva. Deciden quedarse un día más allí. Acaba sucediéndoles como a los del rellano en el monte. Estos no tienen sitio para edificar un castillo, pero sí pueden construir una vivienda suficiente para el grupo. Se instalan y desisten de la peregrinación.

Un tercer grupo eran los indecisos y timoratos. Se habían quedado toda la noche en el mirador de la curva. No se decidían a irse con los del monte, ni con los del atajo. Al amanecer, siguen sin decidirse a proseguir la peregrinación. Querrían llevar consigo a los del monte y a los del atajo. Van y vienen entre ambos a hablar con ellos para persuadirles. Gastan en ello sus energías y siguen sin avanzar.

Finalmente, había un cuarto grupo, poco numeroso.

Fueron los que decidieron seguir caminando, aunque se hiciera de noche. Se cogieron de la mano, para no perderse, ni caer al precipicio; siguieron avanzando los días y noches siguientes; no estaban seguros de lo que se iban a encontrar a la vuelta de cada curva. En una de ellas, junto a un mirador, hallaron a un grupo que les precedía. Eran diferentes, venían de otros lugares, vestían de otro modo, comían y hablaban de otra manera. Se unieron a ellos y se formó una única comitiva de ambos grupos. Mientras seguían caminando, se contaban sus historias respectivas y se animaban mutuamente. Les unía la meta, a la que nunca se acababa de llegar…

Interpretación de la alegoría:

Todas las comparaciones fallan por algún lado y las alegorías siempre tienen algo de forzado. Contando con esas limitaciones, aplicamos la alegoría de la carretera de montaña a las cuatro opciones en la peregrinación de la comunidad creyente. La primera opción, la de los que acabaron construyendo un castillo, representa la tentación de convertirse en institución y dejar de peregrinar.

La segunda opción, la de los que eligieron la senda del atajo,representa al grupo que se rebela contra la institución; pero, al convertirse en secta, acaba en un inmovilismo semejante al de la institución que criticaban, mitifican a su fundador y se hacen exclusivistas y fundamentalistas.

La tercera opción, la de los que se quedaron en el mirador de la carretera y desde el día siguiente emplearon todas sus fuerzas en ir y venir entre el monte y el atajo, tratando de persuadir a ambas partes, representan la llamada tercera vía, con pretexto de prudencia y conciliación, ponen buena cara a ambas partes, van y vienen con indecisión entre ambos lados, fingen ser de los dos para ver si, entretanto, reciben un cargo con poder, evitan la confrontación y acaban igualmente en el inmovilismo, olvidando la peregrinación.

Finalmente, la opción de los que se cogieron de las manos y prosiguieron avanzando en medio de la oscuridad, representa el espíritu de búsqueda de la que podríamos llamar “la cuarta vía”: siguen caminando, encuentran en el camino lo diferente, se dejan llevar por el viento del Espíritu, se dejan transformar por encuentros inesperados y, sobre todo, no abandonan la peregrinación.

Tres tentaciones en el Camino:


La Iglesia, a lo largo de dos mil años, ha oscilado entre la tentación de hacerse institución, la tentación de convertirse en secta y la tentación de quedarse en el inmovilismo del exceso de prudencia de la tercera vía. Una y otra vez el Espíritu suscita un nuevo Pentecostés de cuarta vía. Hoy también.

Pablo se defiende de quienes le acusan de sectario. Dice: “Venero a Dios, según el Camino que ellos llaman secta” (Hechos 24, 14). El Camino es el nombre con que se designa en los Hechos de los Apóstoles al movimiento iniciado por Jesús.

“Ellos” son los representantes de la religión oficial: son la institución, el régimen religioso establecido.

“Secta” es el nombre con que designan los de la institución oficial al grupo cristiano.

Pero la comunidad que hereda y prolonga el movimiento de Jesús no se identifica con la institución, ni se reduce a una secta. Tampoco es una “tercera vía” político-diplomática que intente un “arreglo de compromiso” entre la institución y la secta. Es lo que podríamos llamar una “cuarta vía”: por eso se califica como el “Camino”.

Aplicaciones prácticas de la “cuarta vía”:


Pongamos unos cuantos ejemplos, tomados de la crisis reciente en la iglesia de nuestro país. Veamos como reaccionan ante determinadas situaciones cada una de las cuatro vías ejemplificadas en la alegoría de la peregrinación.

1) Procesos de cambio:

Ante el proceso de renovación, tras el Concilio, la primera vía se encastilla en la marcha atrás y se opone a cualquier cambio. Un ejemplo: el documento de la Asamblea episcopal contra los teólogos, un texto que parece escrito en los peores momentos de la iglesia decimonónica. La segunda vía se rebela y se pasa al extremo opuesto fabricándose un ideal a su capricho, pero olvidando la meta de la peregrinación. La tercera vía insiste en que hay que ser prudentes. Dice “sí, pero no”, o “no, pero sí”, como muchos documentos eclesiásticos o como algunos superiores o religiosos cuando publican una nota de prensa oficial “descartándose de los de la cuarta vía”. Sonríen a los de la primera y la segunda vía, esperando ser aceptados por ambos y, bajo pretexto de “conciliar, sumar y no dividir”, adquieren cotas de poder; pero, entretanto, se olvida la meta de la peregrinación.

La cuarta vía persiste en su misión profética, apela a la conversión continua, recuerda la meta de la peregrinación, invita a cambiar, a hacer camino al andar y a perder todos los miedos: perder el miedo al pluralismo, el miedo a la mujer, el miedo a la sexualidad, el miedo a la responsabilidad laical y profesional, el miedo al cambio, etc.

2) Procesos de discernimiento:

Ante cuestiones éticas hasta ahora insospechadas (células madre, diagnósticos preimplantatorios, sedaciónes terminales…), la primera vía lanza condenaciones. Por ejemplo, las notas de la Conferencia episcopal española contra la ley de reproducción asistida. La segunda vía se encastilla en el sectarismo del extremo opuesto. Si la primera dice a todo que no, con semáforo rojo, por motivos pseudo-religiosos, la segunda vía da luz verde a cualquier cosa, con tal de que sea rentable electoralmente por motivos pseudo-políticos.

Los de la tercera vía no se mojan, hablan un lenguaje no comprometido, hacen el ridículo ante científicos y ante pensadores de la ética, pero reciben el “premio” de ser aprobados por instancias eclesiásticas que los recompensan con cotas de poder. La cuarta vía “se moja”, no pierde la libertad y, al precio de que no le den poder o la difamen, sigue diciendo que no se deben tratar política o religiosamente cuestiones que son científicas y éticas.

3) Procesos de encuentros interculturales:


La primera vía finge acoger a quienes son diferentes, pero les hace pagar el precio de una “pseudo-integración” que no respete su cultura, ya que se cree superior. La segunda vía, bajo pretexto de ayudar al inmigrante, coloniza y manipula igualmente de un modo paternalista, ya que, en el fondo, también se cree superior. La tercera vía habla mucho y hace poco, celebra reuniones, publica documentos o “pone parches” que solamente remedian lo inmediato, pero no se deja transformar por quienes son diferentes. La cuarta vía no dice “ellos o ellas todavía no son como nosotros”, sino dice “nosotros todavía no nos hemos encontrado con ellos y ellas, encontrémonos y dejémonos transformar mutuamente”.

4) Procesos de encuentros interreligiosos:


La primera vía tiene miedo de perder identidad cristiana, grita temerosa “que viene el coco”: el “coco” es el relativismo, el pluralismo, el panteísmo y otros “-ismos”, más o menos inventados para espantar. La segunda vía, sin raíces en lo propio y con una importación superficial de lo ajeno, quedándose solamente con lo “exótico” o lo “esotérico”, hace un cóctel explosivo e indigerible bajo pretexto de diálogo.

La cuarta vía, en vez de sentarse en una mesa redonda a dialogar,opta por encontrarse primero en el camino: unos peregrinos se encuentran con otros, reconocen que cada uno lleva distintas trayectorias, provienen de orígenes diversos, escuchan lo que tienen que contarse, las narraciones de quienes son diferentes, se dejan así transformar, no presumen de tener la identidad ya acabada, se la dejan deshacer y rehacer en cada encuentro.

5) Procesos de pacificación y reconciliación:

La primera vía se niega a dialogar, exige que la otra parte pida perdón primero, quiere que haya vencedores y vencidos y manipula a las víctimas a su favor. La segunda vía no teme acudir al chantaje e ignora las víctimas. La tercera vía se pasa de prudencia y no deja avanzar el proceso. La cuarta vía reconoce que el perdón es creatividad, que en una auténtica reconciliación no debe haber vencedores ni vencidos, que hay que caminar de cara al futuro, sin estar hipotecados por el pasado, que hay que arriesgarse a ceder, aun cuando se tenga razón y que hay que estar dispuesto a dialogar incluso con el mal para vencer al mal con el bien.

Conclusión:

Quien no comprenda lo que es un proceso y lo que es un camino no podrá entender las cinco aplicaciones anteriores, aunque lea y relea la alegoría. La diferencia entre la mentalidad estática y la dinámica es abismal. Tenemos que fomentar la creación de comunidades humanas de base que, ya desde un nivel humano y aconfesional, opten por la cuarta vía.

Esa fue la opción del movimiento que desencadenó Jesús de Nazaret. En el momento presente, la crisis de la iglesia en nuestro país se debe a que dos terceras partes de la jerarquía eclesiástica se halla instalada en la primera vía y el resto no pasa de una tercera vía indecisa y timorata. Hay que animar a las comunidades cristianas de base para que se fíen del Espíritu y opten por caminar hacia una iglesia alternativa de la “cuarta vía”, como Pablo y como Jesús.

Juan Masiá, jesuita y profesor de Bioética

Atrévete a pensar, decía Kant recomendando adultez. No es cosa fácil. Atreverse a creer, sin dejar de pensar y dejando la magia. Es cosa aún más difícil. Pero cuando agnósticos y creyentes se atreven a pensar dialogando juntos, caminan de la mano la parresía (libertad para decirlo todo: franqueza, valentía, libertad confiada) de la fe y la audacia del pensamiento.
Titulo este ensayo “El cuarto atrevimiento”. Describiré brevemente las cuatro audacias.
Primera audacia: nos atrevimos en los años 60, animados por el legado de Juan XXIII, a explorar nuevas rutas (aún no usábamos la palabra “paradigma”), pero nos curábamos en salud. Antes de cada reinterpretación teológica desestabilizadora, poníamos un prólogo que rezaba así: “Como ya dijo santo Tomás…”  Y con esa muletilla estábamos a salvo del ojo inquisidor. Era como cuando un papa dice lo contrario del anterior, pero empieza la frase insistiendo: “Como atinadamente dijo mi ilustre predecesor…” Es una ingenua intención de tender puentes a los fundamentalistas; pero esta gente, en vez de cruzar por ellos, los usan como trampolín para apedrear.
Segunda audacia: Vislumbrábamos, a comienzos de los setenta, que había que ir más lejos. Cambiamos el modo de dar la nota al coro: “Esto no lo dijo santo Tomás, ni lo dijo san Ignacio, pero lo dirían si vivieran hoy; digámoslo, por tanto, siguiendo su espíritu…”.
Tercera audacia: nuevos paradigmas de pensamiento. Era insuficiente la segunda audacia y vino la tercera, esta vez animados por Hans Küng a cambiar el paradigma. “Lo que os voy a decir no lo dijo santo Tomás, ni probablemente lo diría si viviera hoy; pero quienes vivimos en la situación actual tenemos que decirlo, hay que cambiar el paradigma”.
Cuarta audacia: por el camino de la praxis, en busca de un paradigma todavía no encontrado Se parece este cuarto atrevimiento al tercero, pero con tres matizaciones: 
1) no tenemos claro cien por cien lo que hay que decir, ni cómo expresar los nuevos paradigmas; 
2) tenemos más claro lo que hay que dejar decir, el abandono de la magia; 
3) y lo que cada vez está más claro es que tenemos, antes de decirlo, o al menos a la vez que lo balbuceamos, hacerlo y practicarlo "Lo específico de Jesús fue la ortopraxis” . Subrayando esa frase al final de la lectura, me acordaba del Buda ante el herido por una flecha. ”No aguardéis a averiguar quién es el herido o quién disparó o por qué. Lo urgente es curarlo”. 

lunes, 15 de mayo de 2017

El empobrecimiento de la Teología. José María Castillo. Teólogo.


 Por ley de vida, la gran generación de teólogos, que hicieron posible la renovación teológica que llevó a cabo el concilio Vaticano II, está a punto de extinguirse del todo. Y en las décadas siguientes, por desgracia, no ha surgido una generación nueva que haya podido continuar la labor que los grandes teólogos del s. XX iniciaron. Los estudios bíblicos, algunos trabajos históricos y algo también en lo que se refiere a la espiritualidad, son ámbitos del quehacer teológico que se han mantenido dignamente. Pero incluso movimientos importantes, como ha ocurrido con la teología de la liberación, dan la impresión de que se están viniendo abajo. Ojalá me equivoque. 

¿Qué ha sucedido en la Iglesia? ¿Qué nos está pasando? Lo primero, que deberíamos tener en cuenta, es que es muy grave lo que estamos viviendo en este orden de cosas. Los demás ámbitos del saber no paran de crecer: las ciencias, los estudios históricos y sociales, las más diversas tecnologías sobre todo, nos sorprenden cada día con nuevos descubrimientos. Mientras que la teología (hablo en concreto de la católica) sigue firme, inasequible al desaliento, interesando cada día a menos gente, incapaz de dar respuesta a las preguntas que se hacen tantas personas y, sobre todo, empeñada en mantener, como intocables, presuntas “verdades” que yo no sé cómo se pueden seguir defendiendo a estas alturas.

Por poner algunos ejemplos: ¿Cómo podemos seguir hablando de Dios, con la seguridad con que decimos lo que piensa y lo que quiere, sabiendo que Dios es el Trascendente, que – por tanto – no está a nuestro alcance? ¿Cómo es posible hablar de Dios sin saber exactamente lo que decimos? ¿Cómo se puede asegurar que “por un hombre entró el pecado en el mundo”? ¿Es que vamos a presentar como verdades centrales de nuestra fe lo que en realidad son mitos que tienen más de cuatro mil años de antigüedad? ¿Con qué argumentos se puede asegurar que el pecado de Adán y la redención de ese pecado son verdades centrales de nuestra fe? ¿Cómo es posible defender que la muerte de Cristo fue un “sacrificio ritual” que Dios necesitó para perdonarnos nuestras maldades y salvarnos para el cielo? ¿Cómo se le puede decir a la gente que el sufrimiento, la desgracia, el dolor y la muerte son “bendiciones” que Dios nos manda? ¿Por qué seguimos manteniendo rituales litúrgicos que tienen más de 1.500 años de antigüedad y que ya nadie entiende, ni sabe por qué se le siguen imponiendo a la gente? ¿De verdad nos creemos lo que se nos dice en algunos sermones sobre la muerte, el purgatorio y el infierno?

En fin, la lista de preguntas extrañas, increíbles, contradictorias, se nos haría interminable. Y mientras tanto, las iglesias vacías o con algunas personas mayores, que acuden a la misa por inercia o por costumbre. Al tiempo que nuestros obispos ponen el grito en el cielo por asuntos de sexo, mientras que se callan (o hacen afirmaciones tan genéricas que equivalen a silencios cómplices) ante la cantidad de abusos de menores cometidos por clérigos, abusos de poder que hacen quienes manejan ese poder para abusar de unos, robarles a otros y humillar a los que tienen a su alcance. 

Insisto en que, a mi modesta manera de ver, el problema está en la pobre, pobrísima, teología que tenemos. Una teología que no toma en serio lo más importante de la teología cristiana, que es la “encarnación” de Dios en Jesús. El llamamiento de Jesús a “seguirle”. La ejemplaridad de la vida y del proyecto de vida de Jesús. Y la gran pregunta que los creyentes tendríamos que afrontar: ¿Cómo hacemos presente el Evangelio de Jesús en este tiempo y en esta sociedad que nos ha tocado vivir?

Termino insistiendo en que el control de Roma sobre la teología ha sido muy fuerte, desde el final del pontificado de Pablo VI hasta la renuncia al papado de Benedicto XVI. El resultado ha sido tremendo: en la Iglesia, en los seminarios, en los centros de estudios teológicos, hay miedo, mucho miedo. Y bien sabemos que el miedo bloquea el pensamiento y paraliza la creatividad. La organización de la Iglesia, en este orden de cosas, no puede seguir como ha estado tantos años. El papa Francisco quiere una “Iglesia en salida”, abierta, tolerante, creativa. Pero, ¿seguiremos adelante con este proyecto? Por desgracia, en la Iglesia hay muchos hombres, con bastones de mando, que no están dispuestos a soltar el poder, tal como ellos lo ejercen. Pues, si es así, ¡adelante! Que pronto habremos liquidado lo poco que nos queda.    







Escrito por Jose Mª Castillo. Teólogo granadino. Tomado de su blog: Teología sin censura, el 13 de Mayo de 2017: http://blogs.periodistadigital.com/teologia-sin-censura.php/2017/05/13/el-empobrecimiento-de-la-teologia

lunes, 8 de mayo de 2017

CCP con la Música para la Acogida. Redgra 6 de Mayo de 2017. Plaza de las Pasiegas de Granada.


MÚSICA PARA LA ACOGIDA: 
El sábado 6 de Mayo, las Comunidades Cristianas Populares de Granada integradas en la Red Granadina por el Refugio y la Acogida participamos en la actividad del mes de Mayo para volver a visibilizar la dura realidad de las personas refugiadas e inmigrantes, decir NO al Pacto de la vergüenza de la UE, Basta ya de más muertes en el Mediterráneo y todos los muros y vallas del mundo, y No a las guerras y sus negocios.

Para esta acción se organizó un concierto de la Banda de Música de Pinos Puente en la plaza de las Pasiegas de Granada, donde interpretaron un escogido repertorio de atractivas y diversas melodías: El Himno de la alegría, Serenade, Ammerland, La vida es bella, Youïl be in my Heart (Phil Collins), War is over (John Lennon), Qué rico el manbo (Pérez Prado). Se fueron intercalando secuencias del manifiesto, así como algún poema y la Plegaria de las refugiadas recitada por el poeta granadino y de las CCP Pepe Gilabert.

MANIFIESTO Red Granadina por el Refugio y la Acogida 6 DE MAYO DE 2017

Estamos aquí denunciando después de esto duro invierno la actitud política de la unión europea con el drama de las personas Refugiadas.
No solo estamos incumpliendo nuestra obligación legal de acoger a las personas que huyen, sino que además las soluciones que hasta ahora se han realizado son, insolidarias e ilegales en contra del espíritu con contribuyó a forjar la Unión Europea.
Volvemos a reunirnos para denunciar el pacto de la Vergüenza firmado entre la Unión Europea y Turquía.
Turquía es actualmente el país con mayor número de refugiados del mundo, con más de 2,7 millones de personas acogidas. Un hecho que ya de por sí impide que puedan garantizar una protección adecuada, pero que se agrava por una cláusula exclusión geográfica de la Convención de Ginebra de este país, por la cual solo está obligada a garantizar los derechos de los solicitantes europeos. Organizaciones internacionales han documentado que las autoridades turcas impiden mediante el uso de la fuerza que personas que huyen de Siria se acerquen a la frontera, así como devoluciones a este país sin importar que esto pueda suponer una condena a muerte.
Desde la entrada en vigor del acuerdo, más de 4.800 personas han muerto ahogadas en el Mediterráneo, un 25 por ciento más que en el mismo periodo del año anterior. Un total de 25.846 niños (9 de cada 10 no acompañados) se embarcaron en la ruta del Mediterráneo Central, el doble que el año anterior, y al menos 700 perdieron la vida, según datos de UNICEF.
Pese a que el número de llegadas ha descendido abruptamente en la ruta desde Turquía, esto no ha evitado que sigan aumentando las muertes de quienes han optado por vías marítimas o terrestres más peligrosas, hasta marcar un nuevo macabro récord el pasado año de 5.092 personas muertas, de las cuales un 90% perdieron la vida en la travesía entre Libia e Italia.
Lo único que ha demostrado este infame acuerdo es que por muchos obstáculos mortales que se trate de poner a las personas refugiadas, siempre buscarán nuevas rutas. La única diferencia es que cada vez serán más peligrosas y mortales. Este acuerdo ilegal, inmoral e inhumano solo ha servido para aumentar el sufrimiento de quienes tratan de poner su vida a salvo.
Miles de personas siguen atrapadas en tránsito en países europeos, en condiciones infrahumanas y sin garantías de que puedan ejercer sus derechos. Más de 62.000 están actualmente bloqueadas en Grecia, de las cuales más de 14.000 están confinadas desde hace un año en centros de detención de las islas que están por encima de su capacidad y donde se les prohíbe la libertad de movimiento. Todas ellas se mantienen a la espera de que los países europeos agilicen las reubicaciones antes de que finalice el plazo en septiembre de este año. Hasta la fecha solo han sido capaces de cumplir con el 9 por ciento de este compromiso, en año y medio. A esto se unen las expulsiones a Turquía por las autoridades griegas sin un análisis individualizado ni la oportunidad de solicitar asilo, documentadas por ACNUR.

Al mismo tiempo, más de 6.500 personas malviven en Serbia, en campamentos improvisados donde han tenido que superar un invierno con temperaturas mínimas de hasta menos 15ºC. También se calcula que hay más de 4.000 en Bulgaria, país que junto a Hungría está cerrando sus fronteras y ha recibido varias denuncias por abusos y trato inhumano a las personas migrantes y refugiadas, así como por devoluciones ilegales a Turquía. Se calcula que desde marzo de 2016 al menos 80.000 personas han entrado por la ruta de los Balcanes a territorio europeo, principalmente huyendo de Siria, Afganistán e Irak.
El acuerdo UE-Turquía ha sido solo la antesala de nuevos planes de externalización de fronteras europeas a países como Libia, al cual destinará millones de euros para que este país frene las salidas y devuelva a las personas que quieren alcanzar Europa a sus lugares de origen, sin importar ni sus derechos ni sus vidas. 
Todo esto ante la falta absoluta de vías legales y seguras para solicitar asilo, que sigue condenando a miles de personas a poner sus vidas en manos de traficantes de personas. Desde la entrada en vigor del Acuerdo, los países miembros de la UE solo han sido capaces de reasentar a 3.565 personas desde Turquía, apenas un 16 por ciento de lo que se comprometió hasta julio de 2017. Además, la angustia de los refugiados en Europa aumenta debido a la lentitud en los procesos de reagrupación familiar.
EXIGIMOS:
1. Compromiso real de la comunidad internacional por terminar con la guerra de Siria
2. Establecer vías legales y seguras para las personas que huyen.
3. Políticas migratorias y de axilo más flexibles y abiertas que propicien los derechos humanos.
4. Acoger ya a las 170.00 personas que la UE se comprometió a acoger
5. Aplicar la directiva de protección temporal para hacer frente a las emergencias humanitarias. 



sábado, 29 de abril de 2017

En recuerdo y memoria de Antonio Caballero, de las CCP de Antequera. Camina con nosotr@s.

En memoria y recuerdo de Antonio Caballero, amigo, hermano y compañero de las Comunidades Cristianas Populares de Antequera. que murió a "esta vida" el pasado lunes 24 de Abril de 2017 y pasó a "vivir de otra manera". Nosotr@s, compas de CCP lo sentimos resucitado "en cada brazo que se alza para defender al pueblo del dominio explotador...", lo seguimos sintiendo vivo y camina con nosotr@s en nuestras luchas, compromisos y esperanzas por un mundo nuevo, más justo con los empobrecid@s y en paz. Gracias a la Vida por habernos dado la oportunidad de compartir con Antonio tantas utopías, encuentros, luchas y la belleza del camino....
Transcribo abajo la semblaza que Jose Antonio Rojo, su compañero de vida, me ha enviado, lleno de cariño y desde el corazón, con los colores de su bandera republicana y el himno a la Libertad de su querido Labordeta:
Nos ha pedido Domingo una semblanza de Antonio escrita con el corazón. 

Son muchas cosas en muy pocos días las que estoy viviendo del lunes para acá para poder hacerla. Tanto más cuando han supuesto un descubrimiento entre todos de un Antonio que no conocíamos. Eso se condensó en el acto de despedida, que creo que acertamos a hacerlo como él quería: una despedida espontánea de sus amigos, que representaban todas las facetas de su vida. Facetas que supo aunar, como creo que todos lo vamos haciendo. 

Fue en el tanatorio, en una sala desnuda, sin símbolos, fría. Pero que se nos hará inolvidable y entrañable porque la subimos de temperatura  con nuestros testimonios llenos de calor, sinceridad, cariño. Cada uno expresó lo que vió en Antonio. Lástima que a muchos la emoción no les permitió hablar como hubieran deseado.  

Voy a transcribir algunas de las cosas que allí se dijeron y me han dejado por escrito. Es una pena  que no tenga otras que se dijeron, como la de nuestros compañeros de ruta de IU. Detrás de todos estaba como referente el anhelo, que era el de Jesús, de trabajar por un mundo mejor, de hermanos. Por eso no fue de ninguna manera, creo, forzado el expresar ese anhelo, como Benito lo sugirió, a la manera como Jesús lo hizo, con el Padrenuestro. Y después, cantando con entusiasmo, como Antonio lo hacía, el Canto de la Libertad, de otro compañero de ruta, Labordeta.

Primero, creo que fue Charo la que leyó una carta con la que Antonio contestó a una que ella le había escrito, a costa de la bandera republicana, y que parece  que expresa la síntesis a la que había llegado a su manera Antonio:

Amiga Charo: 
Gracias por tu sincera opinión  sobre mi posición de la bandera republicana en la Eucaristía. Estate tranquila, no me disgusté; cuando se lucha contra corriente se esperan contradicciones; mi revolución es pacifista, democrática, liberadora, solidaria con las pobres víctimas, como la lucha de los jesuitas Nicaragüenses, “entre religión y revolución no hay contradicción”.

No sabía de la desgraciada muerte de tu querido abuelo, y me gustaría saber el año y las circunstancias que fueron. Me atengo a la cita que haces del Evangelio, “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra”.
Las banderas nos identifican y animan a la revolución y no matan a nadie; la gente desalmada y loca son los que matan. Veo que eres republicana; pero el sistema republicano español no caerá  del Cielo, hay que conquistarlo con manifestaciones públicas y con el pueblo. 

La celebración de la Eucaristía se hace de muchas formas, sabes lo mucho que las CCP en pocos años hemos cambiado; y sospecho que Jesús cambiaría más por su talante liberador el Hombre Nuevo que mirando al futuro dijo “vosotros haréis cosas mayores”.
Charo, con esta frase de Jesús y un beso mío, ¡ánimo!

El testimonio de Enrique puede servirnos un poco para “encuadrarle”. Prefiero dejarlo tal cual, aunque tenga alguna inexactitud que no lo devalúa:

Se nos ha ido de este mundo  Antonio.
Creo que eran el año 70 del siglo pasado cuando tuvimos noticias a través de la Hoja Parroquial de Sevilla de que un grupo monjes de la Trapa la dejaban y se vinieron a vivir a una finca del término  de Antequera llamada Chinchilla. Ahora  no recuerdo con certeza pero creo que eran cinco. Querían vivir la vida espiritual en medio del mundo, dependiendo de su trabajo manual, cercanos a la gente jornalera. El sitio era una antigua escuela rural perteneciente al obispado de Málaga.

                      La novedad de la ”vida monacal” en contacto con el mundo jornalero llamó mucho la atención  a la Iglesia postconciliar y fuimos muchos  los que por allí pasamos con la intención de conocer a aquellos trapenses que se hicieron jornaleros. Dos estaban ordenados de sacerdotes y los otros dos hermanos. Uno aparecía como  más preparado intelectualmente y  el otro como  uno  más  de entre los jornaleros .Antonio tenía la sabiduría popular. Hombre sencillo, austero, alegre, servicial. Se vinculó al partido comunista y a comisiones, aunque me pareció que  nunca fue fanático ni de las ideas ni de los planteamientos. Vivió los valores del Evangelio a tope. Jesús de Nazaret fue siempre su referente.

El grupo disminuyó. Durante muchos años ha vivido con el compañero del alma Jóse, en una pequeña casa aquí, en Antequera. Desde donde han ido atendiendo a muchos necesitados.

Ninguna reivindicación por la causa del ser humano le era ajena. La provincia no era obstáculo, se desplazaba a donde fuera con tal de estar presente en cualquier  acto reivindicativo, también en actos formativos. Se hizo miembro de los caminantes de San Francisco. Gozaba bastante con la Naturaleza. En cuanto tenía ocasión nos comunicaba lo que había gozado.
Desde hace algún iba acompañado con la bandera republicana. Lástima que la sordera le impidiera poder  muchas veces enterarse de  los acontecimientos y hacía difícil el entendimiento.

No puedo decir que descanse en paz porque no será posible hasta que muchas de sus reivindicaciones no se consigan. Pero si quiero  decirle que conocerle a él ha sido toda una gozada.

De muchos de los que no pudieron estar allí he recibido muchos mensajes: He aquí sólo algunos:

Ayer murió un amigo, Antonio Caballero Paunero. Un hombre sencillo que siempre asumió la lucha obrera como quien asume una necesidad basica como comer o dormir. Sus planteamientos del mundo no eran enrevesados, no tenía doblez y su abrazo siempre fue un abrazo cálido. Hoy se cumple el aniversario de la revolución de los claveles algo que el siempre celebró. Hoy más que nunca, Antonio subirá al cielo envuelto en aquella bandera republicana con la que solía cubrirse en los encuentros, pero ahora ya escuchará perfectamente las voces de Diamantino, Manolo Hernández, Ezequiel, Miguel y de otros muchos mas sin necesidad de sonotone. (Loly)

Nos ha dejado uno de los imprescindibles. De las mejores personas que he conocido en mi vida. Cristiano comprometido con las personas, luchador incansable contra todo tipo de discriminación, contra todo tipo de jerarquías. De ideas claras, de corazón enorme y valiente como él sólo.¡¡Antonio, te echaremos mucho de menos, compañero!! (Scota)












Canto a la Libertad. J.A. Labordeta.


domingo, 23 de abril de 2017

¿Quién resucita hoy? María Teresa Carmona

 ¿Quién no ha sentido, en algún momento de su vida, la experiencia de morir? ¿Quién no ha sufrido el dolor físico, casi somático, de una separación indeseada, de una palabra mal dicha, de un proyecto que se trunca, de un no sentirse comprendido o aceptado?
Cada uno de nosotros lleva grabadas infinitas pequeñas muertes en su geografía íntima. A veces tan pequeñas que no dejan cicatriz visible, pero aun así muy grandes. Lo suficiente como para que nos permitan reconocer esas mismas señales de dolor en otros cuerpos y rostros: las bolsas bajo los ojos de la señora que coge el autobús a las seis de la mañana, el ceño fruncido del funcionario que apenas musita un buenos días, el temblor en la voz de quien recuerda aquel amor del pasado, la inseguridad de la adolescente que se compara con sus amigas, la frustración del que no tiene trabajo, o de quien se busca cada mañana en el espejo y no se encuentra. No hace falta tener grandes problemas para sentirnos morir un poco (¿cuántas veces habremos alzado al cielo de otros ojos nuestra plegaria sentida y sincera, como diciendo calladamente: “¿por qué me has abandonado?”).
Sí, cada uno de nosotr@s es un testimonio encarnado de resistencia, de resiliencia (ahora que tanto se emplea esta palabra), de aprender a respirar hondo y reencontrar el ánimo, “el ánima”, ese soplo vital que nos mantiene vivos. Porque estamos hech@s para resucitar. La nuestra es una bella historia de resurrección, un milagro de fortaleza en la fragilidad que nos impulsa una y otra vez a despertar del letargo, a ponernos en pie, afianzarnos sobre la tierra, dejar atrás nuestras fosas y encierros, y seguir caminando con la cabeza erguida y el pecho descubierto. Para volver a la vida, sí, pero no a la de ayer. Resucitar es recrearnos entrañablemente: asomarnos a aquello que nos duele y acariciarlo como quien unge el cuerpo o los pies de la persona amada. Acoger, aceptar, amar, conmovernos desde las entrañas. Y atrevernos a salir, sin pudor, expuestas las heridas en señal de victoria, más conscientes de nosotros mismos, renacidos y aún dispuestos a hacerlo todo nuevo.
La anastasis es ese dinamismo interno que TODOS y TODAS experimentamos al sentirnos liberados de nuestros miedos e infiernos. De nada sirve admirar este milagro de la Pascua cristiana, este rito de paso o transición, si después no lo reconocemos en nuestra vida cotidiana. Y de poco sirve, además, esta experiencia de sanación personal si no transforma nuestro modo de contemplar a los demás y convivir con ellos. Quien ya pasó por una situación parecida comprende a quien ahora está sufriendo, sabe escuchar (porque también un día necesitó esa acogida), sabe acariciar con palabras y con gestos, domina el lenguaje de la ternura, y sabe conceder espacio, tiempo y dignidad a quienes se encuentran librando esa dura batalla. Porque un día fue también la suya; porque es la de todos.
Cada uno de nosotros está llamado a ser testimonio de resurrección para quienes no alcanzan a ver (y aguardan anhelantes) el estallido del alba. En silencio, nos decimos: “Yo pasé por ese trance que tú atraviesas hoy y salí fortalecido. Sé de tu dolor y me conmueve. Y en cuanto quiera que venga a partir de ahora, no estarás solo/a. Seguimos adelante. Estoy contigo”. Ayudarnos a morir, ayudarnos a vivir: he aquí el milagro que se entreteje cuando dos o más personas se reconocen desde la com-pasión y el amor. La radicalidad de este sentir común, de esta comunión que se llena de sentido por lo sentido, nos moviliza e interpela a adoptar una nueva manera más sensible, empática y receptiva de estar en el mundo. Renacidos una y otra vez de tantas pequeñas crisis, albergamos en nosotros un espíritu de sabiduría y fortaleza que nos impulsa a ser portadores de paz, “resucitadores” de otros.
Luego están esas otras muertes: las que nos arrancan de nuestro lado y para siempre a las personas que amamos y que nos aman, y dejan henchido de ausencia el espacio que antes ocupaba su figura. Hermoso y triste vacío habitado. Quien más, quien menos, sabe a qué me refiero. Hace algo más de dos años perdí a mi mejor amigo y no ha pasado un solo día en que no lo haya recordado. Como la Magdalena, también yo fui al sepulcro para visitar y honrar el último lugar en la tierra donde reposó el cuerpo de mi amigo. Sabía que no lo encontraría allí, que aquel nombre sobre esa lápida fría poco o nada podría decirme del hombre que yo había conocido. Fui, no obstante, porque más allá del vértigo que produce el abismo, somos materia en busca de un abrazo. Y, como hemos hecho tantos, lloré junto a su tumba la tristeza de no volver a verlo. Enterramos a nuestros muertos pensando que con ellos muere también una parte de nosotros mismos, una determinada manera de pronunciar nuestro nombre, retazos de una historia hecha recuerdos.
Transcurre el tiempo (tres días, tres meses, tres años) y, en un determinado momento, incomprensiblemente, ciertos lugares parecen reavivar en nosotros aquella presencia tan amada. Resuenan en lo profundo sus palabras, como el eco de una musiquilla que creíamos olvidada. Comenzamos a revivir instantes y destellos de experiencias compartidas. Y descubrimos con sorpresa que los consejos y enseñanzas de las personas que amamos todavía nos acompañan, nos conforman e iluminan el camino. Así debieron sentirlo los discípulos de Jesús (mi espíritu permanece con vosotros), siendo en realidad una experiencia al alcance de todos. Y cuando esto ocurre, nace en los labios (rebosa del corazón) la sonrisa cómplice y serena de quien, al fin, comprende todo. Y sabe (porque lo ha experimentado) que el milagro de la Vida que se entrega sin medida consiste en un irse dando poco a poco, en un quedarse en los demás cada vez con mayor hondura, en un dejar los corazones sembrados con la belleza de los encuentros.
También era esto, resucitar: un reavivar muy dentro esa mirada que alguien (Alguien) nos regaló un día, haciendo que ya nada volviera a ser lo mismo. Un abrirse a la certeza de un Amor partido y repartido, capaz de inaugurar otra forma de comunión y de presencia. Y un alegrarse sin medida y un agradecer el poder transformador de ese Amor. Agradecer siempre. Porque, al cabo, ¿quién no ha tenido alguna vez esta experiencia de resurrección?
 María Teresa Sánchez Carmona