domingo, 24 de febrero de 2019

Religiones y Espiritualidades por la Paz y la Justicia. Granada 17 de Febrero de 2019.



Las Comunidades Cristianas Populares de Granada asistimos y participamos activamente, el domingo 17 de Febrero de 2019 al primer encuentro interreligioso, en la Plaza del Carmen de Granada: "Las Religiones y Espiritualidades por la Paz y la Justicia", convocado por el Centro Persona y Justiciahttps://www.facebook.com/CentroPersonayJusticia/
Fueron intercalándose diferentes músicas, danzas y expresiones de las diversas sensibilidades espirituales y religiosas allí presentes: Comunidad hinduista, budista, musulmana, católica, evangélica, judía.


Presentación del Acto por Esteban Velázquez. Presidente de la Fundación Centro Persona y Justicia:

Alguien dijo una vez que mientras no haya Paz entre las religiones no puede haber paz en el mundo y para esto tiene que haber mucho diálogo entre ellas. Y para eso las religiones tienen que llegar a una ética común universal, que todas aceptemos en lo fundamental: Vivir en Paz, con Justicia y respeto a la naturaleza. Siendo agentes de paz en cualqier ámbito movidos por el espíritu que cada uno nombra de manera distinta. 
En una sociedad civil y laica no sobran las religiones porque es plural y no puede excluir ni el sentimiento religioso ni el no religioso, ni el ateísmo ni el teísmo. Cualquier exclusión no es democrática.
Las únicas tres religiones que sobran son tres: La religión del capitalismo, convertida en nueva religión civil que controla las conciencias y las mentes. La religión de la violencia como solución de los conflictos, que controla el mundo entero frente a una vía pacífica de solución. La religión de la indiferencia, que el dolor del otr@ no le duele como el suyo.
Puede ser este un acto histórico en esta plaza, donde hemos visto actos de confrontación de banderas....hacer una acto de encuentro y reconciliación en lo que nos une que es el Amor. Un amor político que implica un compromiso estructural por el cambio de las estructuras que condicionan las relaciones humanas.
Como dijo Federico García Lorca: "Para que todo el mundo coma, hace falta una revolución Espiritual". Esta es una revolución necesaria. Video grabado por Antonio Lara. Acto sonorizado por Manolo Dabán.

OFRECIMIENTO AL MUNDO.
Nosotr@s ciudadanas y ciudadanos del mundo,
gentes del camino gente que busca,
herederas y herederos del legado de nuestras tradiciones,
queremos proclamar
que la vida humana es por si misma una maravilla,
que la naturaleza es nuestra madre y hogar,
que ha de ser amada y preservada,
que la paz ha de ser construida con esfuerzo
desde la justicia del perdón y la generosidad,,
que la diversidad de culturas es una gran riqueza y no un obstáculo,
que el mundo se nos muestra como un tesoro
si lo vivimos desde la profundidad
y las religiones quieren ser caminos hacia la profundidad,
que en su búsqueda las religiones encuentran fuerza y sentido 
en la apertura al misterio inabarcable,
que hacer comunidad nos ayuda en esta experiencia,
que las religiones pueden ser un camino de acceso
a la paz interior para la armonía con uno mismo y con el mundo,
lo cual se traduce en una mirada admirativa gozosa y agradecida,
que la gente que pertenecemos a diversas tradiciones religiosas
queremos dialogar entre nosotras,
que queremos compartir con todas 
la lucha por hacer un mundo mejor,
por resolver los grandes problemas de la humanidad,
el hambre y la pobreza, 
la guerra y la violencia,
la destrucción del medio natural, 
la falta de acceso a una experiencia profunda de la vida,
la falta de respeto a la libertad y la diferencia,
y que queremos compartir con todas 
los frutos de nuestra búsqueda
de las aspiraciones más altas del ser humano 
desde el respeto más radical por lo que cada uno es 
y con el propósito de poder vivir todas juntas 
una vida digna de ser vivida. 
IV Parlamento de las Religiones del mundo Barcelona 2004.





Cerramos el acto cantando todas juntas "Yo vengo a ofrecer mi corazón" de Fito Páez. 
Por encima de todas las creencias, fés, dogmas, ideas, credos, espiritualidades religiosas, agnósticas o ateas,  por encima hasta de lo más sagrado: EL AMOR Y LA JUSTICIA.
Nos hubiera gustado cerrar el acto con otra canción: "Milonga del moro judío" de Jorge Drexler. como expresión de la unidad de todas las espiritualidades y la paz y la justicia por encima de cada una de ellas: "Yo soy un moro, judío, que vive con los cristianos, no sé qué dios es el mío, ni cuáles son mis hermanos...."
No pudimos interpretarla porque la comunidad musulmana nos pidió retirarla. Pensamos que las palabras moro, judío y cristiano lejos de cualquier connotación negativa, en el contexto y significado de la canción están expresadas precisamente para dignificar dichos conceptos. Ponemos este video, del concierto "Ven a Cantar por los Derechos Humanos" el 17de Diciembre de 2016. Organizado por la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía en el salón de actos de la Biblioteca de Andalucía en Granada para gozarla y cantarla juntas sin ningún tipo de prejuicio.


martes, 12 de febrero de 2019

Próximas actividades en CCP-Granada



Miércoles 13 de Febrero. 19.30h. Local de CCP. C/.Atarazana del Santísimo 6-bajo.
Reunión formativa:
Por Pío tudela: “La Iglesia Histórica:  Comenzando en Jerusalén”
Sesión 3ª. Pablo aparece en escena. ¿Pablo apóstol?






Encuentro con Antonio Cambril:Sábado 16 a las ocho y cuarto. Local de CCP. C/. Atarazana del Santísimo 6-bajo.

El periodista Antonio Cambril, candidato de la confluencia de IU y Podemos e independientes a la Alcaldía de Granada, nos solicita a CCP Granada para compartir este proyecto político la celebración de una reunión en nuestro local con miembros de CCP y otras personas de Colectivos de Cristianos de Base. Asiste, comparte y difunde.






El domingo 17 de Febrero, Convocado por el Centro Persona y Justicia, en la Plaza del Carmen, a las 11.00h.
Acto interreligioso: RELIGIONES Y ESPIRITUALIDADES POR LA PAZ Y LA JUSTICIA.

Habrá diferentes actuaciones musicales, danza, y comunicados de las diferentes sensibilidades y espiritualidades en Granada. El final del acto se cerrará con una plegaria y un canto común.

Se ruega máxima difusión.



Sábado 23 de Febrero. 20.15h. Local de CCP: C/. Atarazana del Santísimo 6-patio.

Presentación del libro de José María Castillo, Teólogo: El Evangelio Marginado.

domingo, 10 de febrero de 2019

Comunicado del Comité Óscar Romero de Cádiz ante la agresión que está sufriendo el pueblo venezolano y su legítimo gobierno.


El cerco económico, financiero y monetario ejercido contra el pueblo venezolano y el acoso político y mediático practicado contra su legítimo Gobierno, así como las formas de consumarlos, evidencian la decadencia moral de este bloque occidental, compuesto por Estados Unidos, Canadá, gobiernos reaccionarios latinoamericanos, gran parte de la llamada Unión Europa e Israel y Arabia Saudí.
Este bloque, conducido por Estados Unidos, se autodenomina engañosamente “la comunidad internacional”, cuando, en realidad, no llegan a representar ni a la cuarta parte de la humanidad y de los países que la componen. Hablan en nombre de ella usurpando la voz y decisiones de gran parte del mundo. Una importante parte del mundo que sí reconocen a Maduro como legítimo presidente. Como también lo reconocen la Organización de las Naciones Unidas y el propio Vaticano.
Sus ansias de poder y control del mundo, les llevan a pisotear los valores democráticos, los Derechos Humanos, la justicia social y el consensuado Derecho Internacional, como así está ocurriendo actualmente con Venezuela, ante la injustificable injerencia “occidental”, subyugando la soberanía y decisión electoral del pueblo venezolano. Un pueblo, que nunca eligió a un impuesto presidente por “Occidente”, de forma fraudulenta, esperpéntica y contraviniendo todos los estándares democráticos y cánones del Derecho Internacional.
Tampoco puede utilizarse el engaño, la manipulación mediática y el depravado uso del “falso positivo” o crimen de “bandera blanca, para achacar errores o maldades a un pueblo, que nunca cometió, con la depravada intención de justificar una interesada intervención económica o militar.
La escandalosa desigualdad existente a nivel mundial, causa de la extrema pobreza, hambre, emigración, guerras, refugiados, desempleo y deterioro medioambiental que sufre el planeta, es consecuencia, principalmente, de la codiciosa actuación de “Occidente” como así lo demuestra el expolio consumado por estos países en África, Latinoamérica y sus criminales actuaciones en Oriente Medio.
Los pueblos pobres y sometidos a este imperio del terror, no necesitan guerras, sanciones económicas o invasiones, bajo la engañosa excusa de la implantación de la democracia o los Derechos Humanos, se les debe ayudar respetando su soberanía, sus recursos y sus tierras y, en todo caso, asistirles con acuerdos de iguales. Sólo así, se evitaría la emigración, la pobreza, las guerras y se conseguiría la ansiada paz mundial.
Las injustas sanciones económicas financieras y monetarias, arbitrariamente impuestas contra Venezuela, así como las insólitas apropiaciones de sus recursos y propiedades suponen un maquiavélico plan, que bien pudiera conducir a la denominada por Enzensberg, como guerra civil molecular, donde ya no hace falta una intervención militar, puesto que el pueblo, ante la falta de poder cubrir sus necesidades vitales, comienza por no respetar las normas de convivencia, terminando por enfrentarse entre ellos mismos y llegando a formar descontroladas y violentas bandas que luchan por su supervivencia. La retención de medicinas y alimentos, instaurar el “dólar paralelo”, marcado desde Miami, el bloqueo financiero que evita las transacciones internacionales, el “bachaqueo” o la insólita autoproclamación de un presidente, todo inducido por Estados Unidos, suponen una etapa inicial de esta cruel estrategia.
Esta peligrosa forma de actuar, sólo conducirá al mundo hacia un abismo de tenebrosas consecuencias donde la barbarie, la violencia y el control militar signifiquen la forma habitual de convivencia. Las fructíferas relaciones entre los seres humanos deben estar basadas en la concordia que produce el cumplimento de una justa legislación internacional, en la solidaridad mundial, la Igualdad y el respeto a la madre naturaleza. Sólo así podrá conseguirse un mundo en paz y armonía.
Es por todo ello que, el Comité Oscar Romero de Cádiz, solicitan el cese inmediato de agresiones contra el pueblo venezolano y su legítimo Gobierno. Sólo así, y con total convencimiento, podrá llegar la deseada paz y progreso para la ciudadanía venezolana y evitar, al mismo tiempo, la apertura de un hito que conduzca a la ciudadanía mundial hacia un sombrío devenir en sus relaciones convivenciales.
Comité Oscar Romero de Cádiz

domingo, 3 de febrero de 2019

CCP-Granada con las PSH, contra los cortes de Luz en Norte y la Trata de Personas.

Asociaciones pro derechos humanos de Granada rinden homenaje al ‘sintecho’ que falleció en la calle

Piden al Ayuntamiento que habilite un albergue municipal con camas y duchas y tome "medidas urgentes para evitar que haya personas en esta situación"

Granada Digital.
Imagen de la concentración | Foto: Nacho Santana
Nacho Santana | @NachoSantana_27
 
Video realizado por Antonio Lara.


Las asociaciones Pro Derechos Humanos de Andalucía y Primero Vivienda de Granada han celebrado hoy un acto de acompañamiento en el que han rendido homenaje a José, el ‘sintecho’ que falleció el pasado 23 de enero en la calle Gran Capitán. Los colectivos han llevado a cabo una concentración en la Plaza de la calle granadina en la que han formado con una pancarta en la que figuraba la frase “la calle no es un hogar: derecho a techo”.
Una vez reunidos, han procedido a leer un comunicado en el que han buscado “visibilizar la situación de tantas personas que viven en la calle en nuestra ciudad, así como reivindicar su derecho a tener un lugar donde poder desarrollar una vida digna”, cita el texto leído. Es por ello que piden al Ayuntamiento “medidas urgentes para evitar que haya personas en esta situación en las calles de Granada”.
Dentro de estas medidas resaltan “la de habilitar un albergue municipal con camas y duchas“, instalación de la que no dispone la ciudad actualmente. Además, han catalogado como “urgente” que se amplíe el número de plazas en viviendas para el programa ‘Housing First’, “que a día de hoy son claramente insuficientes”. También han pedido que administraciones y consistorio desarrollen un plan para ofrecer viviendas sociales a través de acuerdos con bancos y particulares, pues consideran“primordial proporcionar a las personas un techo”.
Además, han asegurado que José, el hombre sin hogar que falleció hace una semana a los 42 años, era “una persona educada y aseada” que padecía alguna enfermedad que se vio agravada por el hecho de vivir en la calle. Sin embargo, han recordado que en el último año y medio “también han muerto Chema, Joaquín, Teresa, Farid, Adrián, Saverino o Shane”, haciendo referencia a las personas que han muerto en las calles de Granada.

El viernes 1 de Febrero nos volvimos a concentrar como cada primer viernes de mes, en la Fuente de las Batallas, en Círculo de Silencio para denunciar las politicas que matan y criminalizan a personas migrantes y refugiadas.













Contra los cortes de luz en la zona norte de Granada
No puede Endesa seguir maltratando a tanta gente, impune.
Este jueves salimos a la calle, Barrios Ignorados por un mismo derecho. 
AGUA, TECHO, LUZ Y PAN, DERECHO UNIVERSAL.

Este JUEVES 07 de FEBRERO de 2019 saldremos del TRIUNFO a las 10h15.








Viernes 8 de Febrero. Día Mundial Contra la Trata de personas.

Celebración a las 20h. en la Parroquia de San Antonio de Granada.







lunes, 28 de enero de 2019

De la Cruz al martillo. Documental sobre los "curas rojos" en Granada y Sevilla.

Varios miembros de las Comunidades Cristianas Populares de Granada asistimos al preestreno de este importante documental de recuperación de la memoria histórica, de tantas luchas, colectivos, proyectos, que los Cristian@s de base construímos en aquellos años, como también en estos. 
El documental se centra principalmente en los curas obreros de Granada y Sevilla, pero faltan muchos otros de diversas zonas de Andalucía y tantas personas, comunidades, parroquias, que también fueron agentes de trnasformación social y comunitaria en barrios, zonas rurales, espacios juveniles, sociopolíticos...y las mujeres. Enhorabuena a los que han elaborado tan magnífico y entrañable documento.

'De la cruz al martillo'. Ideal

El cura Diamantino García Acosta participó en la vendimia junto a jornaleros sevillanos del pueblo donde ejercía como sacerdote. (Vídeo: tráiler de la película). / IDEAL

Se unieron al pueblo y a los desfavorecidos durante el tardofranquismo y la transición, sufrieron la represión, la Iglesia les dio de lado, pero siguieron adelante. Un documental reivindica ahora su papel en Granada y Sevilla

DANIEL OLIVARES/CAROLINA PALMAGranada
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Cuando la misa acababa se quitaban la estola, el cíngulo y el alba, se ponían el mono de trabajo, salían de las iglesias y se mezclaban con el pueblo más desfavorecido para trabajar mano a mano con ellos. Cumplieron con aquello que el Evangelio cristiano demandaba: «El espíritu del Señor está sobre mí porque él me ungió para evangelizar a los pobres, me ha enviado a anunciar a los cautivos liberación y a los ciegos visión, a poner a los oprimidos en libertad, a proclamar el año de gracia del Señor» (Lucas 4,18-19). Renunciaron a su sueldo y se lanzaron a las calles para imitar la misión del profeta: llevar la buena noticia a los pobres y el anuncio gozoso de la libertad.
Les llamaron los curas obreros. Rompieron con la tradición del nacionalcatolicismo y, en plena dictadura de Franco, decidieron ir más allá de los dogmas de la Iglesia para ponerse del lado de los más necesitados. Represalias, cárcel y multas de hasta medio millón de pesetas –3.000 euros al cambio actual, una cantidad desorbitada para la época– fue el castigo para algunos de ellos. El documental 'De la cruz al martillo' rescata ahora, casi treinta años después, la memoria olvidada de unos sacerdotes que dieron el paso de trabajar por el pueblo, para el pueblo y junto a él.
Producido por Plano Katharsis, con la colaboración de Canal Sur, retrata el compromiso social adquirido en el tardofranquismo por esos curas obreros y algunas monjas, vinculados la gran mayoría a la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica), que dejaron huella en los movimientos reivindicativos surgidos en los estertores de la dictadura y durante la transición, sobre todo en Andalucía. Granada y Sevilla centran la atención de este trabajo cuyo director de contenidos es el periodista Rafael Guerrero. «Era un documental necesario, imprescindible, una manera de hacer justicia con ellos. Había que reconocerlos antes de que dejaran de existir», cuenta Guerrero a IDEAL, donde trabajó en sus primeros años como periodista escribiendo numerosos reportajes sobre muchos de los actos protagonizados por los curas obreros y cuyo servicio de documentación ha colaborado en este trabajo recabando historias e imágenes de archivo.

Una deuda pendiente

«Se ha escrito e investigado poco sobre el tema, porque este movimiento de curas obreros comprometidos socialmente era como un grano molesto dentro de la Iglesia. Era un tema pendiente. La propia institución no se ha dedicado a reivindicarlo, y al ser ellos creyentes, el movimiento de oposición era principalmente el Partido Comunista, normalmente ateo y laico. Por eso, quedaron en un limbo, en terreno de nadie, abandonados por la Iglesia y por sus compañeros de viaje en el movimiento social, los comunistas», detalla Guerrero.
«El movimiento era un grano para la Iglesia, que les abandonó y nunca les ha reivindicado»RAFAEL GUERRERO, DIRECTOR DE CONTENIDOS DEL DOCUMENTAL
El movimiento de los curas obreros empezó en Francia, en plena ocupación nazi. Curas y comunistas unieron fuerzas en una unidad que acabó siendo conocida como 'La Misión'. Esta filosofía de dejar la sotana y unirse al pueblo en sus ocupaciones, problemas y luchas diarias se trasladó a los seminarios españoles durante los años 40 y, más, tarde, ya en los 60, a las calles. Se extendió durante veinte años y sus momentos más duros llegaron en el tardofranquismo y durante la transición política española. Se calcula que en España hubo unos 800 sacerdotes vinculados de algún modo a estos movimientos sociales.
'De la cruz al martillo' recoge los testimonios de muchos de los que participaron en dos grandes focos andaluces surgidos en Granada y en Sevilla. Pese a que han pasado varias décadas, en el caso granadino, todos continúan con vida. Alguno cuenta ya con 90 años. Y todos ellos estarán mañana viernes, a las 19.00 horas, en el Centro Lorca, para la presentación en del documental en el que son los protagonistas. «Va a ser una imagen histórica y emotiva. Creo que nunca se han reunido todos juntos en un mismo sitio», avanza Guerrero, que ha contado para este trabajo con el apoyo de José Antonio Torres y Pablo Coca.
Sus nombres son Antonio Quitián, Ángel Aguado y los hermanos José y Manuel Ganivet y Elías Alcalde, que comparten testimonio con la exmonja Encarnación Olmedo y con otros religiosos de la provincia de Sevilla como Enrique Priego y Esteban Tabares, el teólogo José María Castillo, la historiadora Basilisa López, el expresidente de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), Alfonso Alcaide, o Francisco Casero, del Sindicato de Obreros del Campo (SOC).
«Me di cuenta de que había que cambiar las cosas, la sociedad tal como estaba», cuenta en la cinta Antonio Quitián. «Yo no quería ser monja de rezar y cosas de esas, quería estar cerca de la gente humilde y que pasaba necesidades», señala Encarnación Olmedo, que 'colgó' años más tarde el hábito para casarse con Ángel Aguado, quien hizo lo propio con la sotana. Eran jóvenes y decidieron abrazar una vida humilde para lanzarse a los barrios marginales y mezclarse con las reivindicaciones obreras.

La huelga de 1970

El paradigma fue la huelga de la construcción de 1970. Una manifestación recorrió las calles de Granada y acabó en tragedia. La policía, enviada por las autoridades que pidieron disolver la protesta, respondió con disparos al lanzamiento de piedras por parte de un grupo de manifestantes en la actual avenida de la Constitución. Murieron tres obreros:Antonio Huertas Remigio, Cristóbal Ibáñez Encinas y Manuel Sánchez Mesa. Un monolito les recuerda hoy día en la capital granadina. «Aquello costó sangre. Ellos estaban detrás y la prensa del régimen les puso de culpables de lo ocurrido», recuerda Guerrero. En 1970, año de aquella trágica huelga, José Ganivet, con 26 años, era coadjutor –ayudante de cura– y trabajaba también como encofrador para ganarse el sueldo. Era una albañil más del barrio de Cartuja. Estuvo en la manifestación y después volvió a la parroquia. No supo lo ocurrido hasta horas más tarde, cuando el padre Quitián le contó entre lágrimas que tres obreros habían muerto por los disparos.
Un lustro más tarde el desempleo azota Granada. Una encuesta publicada en IDEAL aporta datos sobre el paro, la pobreza y la marginación que atenazan a la barriada de la Paz. Las cifras son espeluznantes. Una columna de Rafael Martínez Miranda denuncia la situación que están viviendo los habitantes de esta zona de la ciudad: «Ante la situación económica se nos pide solidaridad social pero si un sistema económico, para funcionar bien, tiene que basarse en que los que menos tienen se aprieten el cinturón con frecuencia para que los que están mejor situados continúen en su prosperidad, es un sistema económico que no es justo, que no es humano» (IDEAL, 9 de abril de 1975). El día 29 de abril parados cansados de ser despreciados por las autoridades y de hacer asambleas en la iglesia de la Paz, acompañados de líderes sindicales y sociales –unas 90 personas en total–, deciden presentar sus reclamaciones ante la Casa Sindical. Les reciben, pero la actitud pasiva de las autoridades sindicales les lleva a tomar otras medidas. Se trasladan a los alrededores del Palacio Arzobispal. 35 trabajadores se encierran en la Curia. Entre ellos estaban los religiosos Antonio Quitián, Ángel Aguado y Miguel Heredia. Quitián llama por teléfono a la prensa y advierte del encierro. El entonces arzobispo Emilio Benavent se solidariza con los encerrados y advierte a la policía de que no podrán entrar a desalojarlos.
La reacción policial es impedir que les lleguen alimentos. El 1 de mayo amanece con dos encierros más de apoyo, uno en la Catedral y otro en la iglesia de San Isidro. Los encerrados en esta última iglesia son los primeros en ser desalojados. En la Catedral empiezan a mostrar síntomas de desnutrición. Al noveno día la policía irrumpe en la Curia. Los 35 trabajadores son esposados y puestos a disposición judicial. Muchos son detenidos.
Los sacerdotes fueron enviados a Carabanchel, donde se encerraba habitualmente a los presos políticos. Tras tres meses de estancia en prisión, fueron recluidos en la institución religiosa de las mercedarias en Cájar.
Huerta de la Virgencica, barriada de casas provisionales ya desaparecida.
Huerta de la Virgencica, barriada de casas provisionales ya desaparecida. / IDEAL

La Virgencica

Su lucha por los derechos laborales estuvo unida en paralelo a su desdén por ayudar a los excluidos por la sociedad. La Huerta de la Virgencica, un barrio levantado en el polígono de la Cartuja a finales del franquismo –ya desaparecido, donde hoy se levanta Albayda–, fue uno de las zonas donde más intensamente se involucraron. Las viviendas se construyeron con un fin provisional y sus condiciones eran insalubres. «No habían saneamientos, escuelas ni transporte público en ese entonces, y los niños se morían por falta de cuidados sanitarios», relata Rafael Guerrero. Lucharon «por las viviendas o para que llegara el autobús al barrio», relata Encarnación Olmedo en la cinta.
El paralelismo con situaciones actuales es inevitable, aunque las circunstancias, las políticas, sobre todo, son realmente distintas. Guerrero, considera que lucharon por «derechos que hoy en día parecen absurdos, pero de los que en ese tiempo allí no se gozaban». Por eso han hecho este documental, «para que, sobre todo, las nuevas generaciones sepan por lo que ha pasado España y conozcan la historia de gente que ha hecho un ejercicio de sacrificio personal en favor de los más desfavorecidos».

El Centro Lorca, escenario de un cálido homenaje a los curas obreros de la Transición. Ideal


Foto de familia de los curas obreros y creadores del documental antes de la proyección./RAMÓN L. PÉREZ
Foto de familia de los curas obreros y creadores del documental antes de la proyección. / RAMÓN L. PÉREZ

La proyección de 'De la cruz al martillo' llenó el auditorio del Centro Lorca, que aplaudió el film y participó en el coloquio posterior

EDUARDO TÉBAR GRANADA.
Descendieron del púlpito para remangarse con los de abajo. Abandonaron el refugio íntimo del oratorio para participar en el calvario estridente de los excluidos. Asumieron que el amor está en la calle, en el pueblo. Eran los curas obreros. Y no fueron pocos: en torno a 800 sacerdotes pelearon por las libertades desde el tardofranquismo hasta los primeros años de la democracia. Tiempos de contracultura: estos clérigos renunciaron a su salario oficial para vivir y trabajar con los más necesitados, pero ni la Iglesia ni los laicos de izquierdas aplaudieron el gesto. Al contrario, el nacionalcatolicismo respondió con represalias, cárcel y multas.
Maldecidos en su momento, varios de los protagonistas de esta historia fueron recibidos como héroes ayer por la tarde, entre aplausos y lágrimas, en la presentación del documental 'De la cruz al martillo', en el Centro Federico García Lorca, al que siguió un coloquio preñado de confesiones. No en vano, Granada fue, junto con Sevilla, uno de los bastiones que retrata con crudeza y ternura la película producida por Plano Katharsis con la participación de Canal Sur. Episodios como la huelga de la construcción de 1970 o el encierro en la Curia granadina en 1975, así como la creación del Sindicato de Obreros del Campo, además de diversos amotinamientos y ocupaciones de fincas a finales de los setenta y comienzos de los ochenta fueron objeto este viernes de sangrante recuerdo en primera persona.
«No queríamos vivir de la religión», decían en las páginas de IDEAL en 2005 -como bien rememora el filme- Antonio Quitián González, José y Manuel Ganivet Zarcos y Ángel Aguado Fajardo, cuando publicaron el libro 'Curas obreros en Granada', un objeto de culto ya descatalogado y por el que se pagan cantidades considerables en el mercado de segunda mano. La cinta que ayer pudo descubrir el público granadino recoge reflexiones emotivas de religiosos como Antonio Quitián, Ángel Aguado, los hermanos José y Manuel Ganivet, Elías Alcalde, Enrique Priego y Esteban Tabares, con la exmonja Encarnación Olmedo o el teólogo José María Castillo, a la vez que se deslizan los argumentos de los exdirigentes del PTE Isidoro Moreno y Francisco Casero, el expresidente nacional de la HOAC, Alfonso Alcaide, y la historiadora Basilisa López.
La rama granadina, que es la que abarca la primera parte del relato, contemplaba el resultado de la obra audiovisual 'De la cruz al martillo' en primera fila. Y el recinto, lleno, incluso hasta en la parte de arriba. Entre la audiencia congregada en el Lorca, abundancia de familiares, familia de familiares, amigos, curiosos, versos sueltos, personas a las que, aunque fuera de refilón, algo les toca esta epopeya ahora reconocida. «Se está haciendo justicia poética con ellos», murmuraba un grupo en la puerta de la Romanilla. «Estos hombres pasaron verdaderas fatigas con mis tíos y mis abuelos», comentaba Luis, uno de los asistentes, a IDEAL. «Poco ha cambiado la Iglesia. ¡O quizá se están poniendo peor las cosas!», señalaba Luisa. «Ni pecadores católicos ni más papistas que el Papa. Los curas obreros eran personas normales, como todos nosotros. Lo que ocurre es que ellos tuvieron que ser valientes para ser normales», remataba Juan, parafraseando a Caballero Bonald.

Cuidada producción

'De la cruz al martillo' es una producción dirigida por José Antonio Torres, encargado también del guion, con la dirección de contenidos a cargo de Rafael Guerrero, director del programa 'La memoria' en Canal Sur Radio y RAI, y realizado por Pablo Coca con música de Pablo Páez. Una indagación estremecedora. Sobre todo cuando la memoria hace clic a través de fotos en blanco y negro, recortes de prensa en sepia e imágenes de exclusión social grabadas en Super 8.
El movimiento de los curas obreros surge en la Segunda Guerra Mundial, en 1944. Como tantos otros signos de avance, el fenómeno brota en Francia. Los sacerdotes de la posguerra estaban, literalmente, en las antípodas de todo aquello. Resultan claves las figuras de Tomás Malagón y Guillermo Rovirosa, fundadores de la Hermandad Obrera de Acción Católica, que imparten a los seminaristas la asignatura de justicia y acción social. Ellos importan a España ese humanismo ético y espiritual ligado al pensamiento desarrollado del país galo. La premisa: la vida y la dignidad de cualquier trabajador, y de todo ser humano, estaba por encima de lo demás. Creían, por ejemplo, creían en el destino universal de los bienes y en el justo reparto de los recursos, por encima del derecho a la propiedad.
«La intuición genial de los curas obreros», barrunta el teólogo y exjesuita José María Castillo, «consiste en caer en la cuenta de que no bastaba con ayudar a los necesitados, sino compartir la vida con ellos». El granadino Manuel Ganivet, muy participativo en la película, sostenía que quería ser cura, «pero trabajando, no cobrando de cura sino viviendo de mi sueldo». Lo mismo que Antonio Quitián, al que despedían allá donde echaba jornadas cuando la empresa descubría su condición de religioso. Ganivet aireó más de una picardía: «Los capítulos que nos decían que no se podían leer eran los que leíamos primero». Una actitud, en parte, influida por el contacto de libros franceses como 'Francia, país de misión' y 'Diario de una misión obrera'.
Tachados de subversivos, los curas obreros iban a lo suyo. O sea, a lo de todos los desheredados. «No necesitábamos virgencitas, rosarios ni procesiones, sino soluciones para una vecindad que pasaba hambre», recalcaron ayer en el Lorca. Su pensamiento invertía el nacionalcatolicismo rampante: «Los valores del cristianismo podían casar con la clase obrera». Ante la disyuntiva de consensuar una postura sobre la propiedad privada y los medios de producción, optaron por el «comunitarismo». Y no fue fácil: «Los obreros veían a los sacerdotes como agentes del nacionalcatolicismo y, por tanto, guardianes del régimen». La mejilla de Ganivet se humedeció al recuperar los pasajes de la huelga de 1970. Tampoco eran conscientes de su carácter revolucionario: «No había nada sobre lo que hacíamos. La teoría la trajo luego la corriente latinoamericana». En cierto modo, tras cuarenta años de dolor, ayer cicatrizaron muchas heridas en Granada.
De Granada Hoy:

‘De la cruz al martillo’ recupera del olvido la figura de los ‘curas rojos’

  • Un documental recuerda la labor de un grupo de religiosos en La Virgencica
  • Los curas obreros tuvieron una fuerte presencia en Granada entre los sesenta y ochenta


Quitián, a la izquierda, en la presentación del documental.Quitián, a la izquierda, en la presentación del documental.
Quitián, a la izquierda, en la presentación del documental. MIGUEL ÁNGEL MOLINA (EFE)


El documental De la cruz al martillo recupera del limbo del olvido a los curas obreros y jornaleros y su ejemplo de compromiso social, una corriente con fuerte presencia en Sevilla y Granada que en las décadas de los sesenta, setenta y ochenta abandonó la sotana y el sueldo para estar con sus vecinos.
Querían ser parte de ese rebaño que sirve de metáfora en los evangelios católicos, pero prefirieron ser oveja y no pastor. Y además decidieron hacerlo en la España del siglo pasado, en unas décadas que exigían pelear por las libertades.

"NUNCA SE LES HA REIVINDICADO PORQUE NADARON CONTRACORRIENTE DENTRO DE LA IGLESIA", INDICA RAFAEL GUERRERO, DIRECTOR DE CONTENIDOS, GUION Y NARRACIÓN DEL DOCUMENTAL
Los curas obreros, los jornaleros, los "curas rojos" a los que parte de su jerarquía arrinconó, se convirtieron en aquellos años en un ejemplo de compromiso social, pero cayeron en un limbo de olvido del que ahora les saca un documental.
"Nunca se les ha reivindicado porque nadaron contracorriente dentro de la Iglesia, porque eran un grano molesto para la institución eclesial, una minoría", ha explicado aEfe Rafael Guerrero, director de contenidos, guion y narración del documental De la cruz al martillo.
Esta apuesta audiovisual participada por Canal Sur pretende sacar del olvido a un movimiento de curas, unos 800 en todo el país, que se despojó de las sotanas y de los sueldos para ir a la vendimia, trabajar los campos, encofrar, picar y edificar así una muestra de compromiso social.
"No estaban bien vistos por la organización; si no, habrían llegado a obispos, y tuvieron como compañeros de viaje a comunistas que tampoco los reivindicaron nunca porque los curas no militaban", ha resumido Guerrero.
El documental, que se presentará en concursos nacionales e internacionales para expiar las penas del olvido, acerca la labor que hicieron estos curas en la sierra sur de Sevilla y en el extinto barrio de La Virgencica de Granada que hoy es la zona Norte.
"Yo quería ser cura, no se me ocurría ser otra cosa, pero quería ser cura trabajando, no cobrando de cura", explica en el documental Esteban Tabares, empeñado en "vivir como vivía la gente".
El trabajo producido por Plano Katharsis toma como referencia a los curas jornaleros sevillanos liderados por Diamantino García junto a compañeros que "sufren, trabajan, lloran y ríen" con sus vecinos, y en un ámbito urbano a los curas obreros de Granada.
"Trabajaban en la Virgencica, el barrio más pobre de Granada, en el que no había clase social porque todos eran pobres y en el que los niños literalmente morían de hambre", recuerda Guerrero.
Aquellos curas granadinos liderados por Antonio Quitián, que ahora tiene 90 años, reivindicaron servicios públicos para su barrio, exigieron escuelas y consultorios y renunciaron a sus sueldos de sacerdotes para trabajar en la construcción.
Participaron en ocupaciones de fincas y en encierros, en la creación del Sindicato de Obreros del Campo y tuvieron un papel importante para impulsar CCOO, un sindicato entonces ilegal.
En junio de 1970, miles de trabajadores se atrevieron a movilizarse para exigir un convenio de la construcción, el más importante de España, en una jornada que en Granada se saldó con tres fallecidos por disparos de la policía para disolver una marcha en la que participaron curas como José Ganivet.
Cinco años después, un grupo de 35 trabajadores, entre ellos cinco curas de Granada, se encerró para denunciar "el altísimo índice de paro" y comenzar un pulso contra el franquismo.
"En ese grupo estaban los curas Antonio Quitián, que avisa a la prensa, Ángel Aguado y Pope Godoy, que pese al apoyo del arzobispo de entonces son detenidos cuando la policía entra a la curia y acaban en la cárcel de Carabanchel", ha recordado Guerrero.
Ya sin la cruz de otros tiempos, Quitián, Ángel Agudo, los hermanos Ganivet y otros curas obreros mantienen su compromiso social sin reivindicarse, algunos sin los hábitos que colgaron aburridos de una Iglesia que no les entendió y otros aferrados a su manera particular de oficiar misa.