Fernando Cardenal compartió nuestra mesa común. Estas fotos están hechas en nuestro local de CCP-Granada celebrando la eucaristía allá por los noventa.
En 1980 estuvo al frente de la denominada Cruzada Nacional de Alfabetización, una campaña por la alfabetización en Nicaragua que logró enseñar las primeras letras a más de medio millón de personas y que permitió reducir el índice de analfabetismo, superior al 50 % en la época de la dictadura de Somoza, hasta un escaso 13 %. Esta tarea obtuvo el premio de la medalla Nadezhda Krúpskayae de la Unesco en 1981.
El 4 de febrero de 1984 el papa Juan Pablo II suspendió a divinis del ejercicio del sacerdocio, a los sacerdotes Ernesto Cardenal (ministro de Cultura), Fernando Cardenal (ministro de Educación) y Miguel d'Escoto (ministro de Relaciones Exteriores), por estar adscritos a la teología de la liberación y por ejercer como ministros de la revolución sandinista. Ellos permanecieron en sus cargos, conscientes de su deber con los pobres y con su pueblo, y sabiendo que así estaban realmente sirviendo a la causa de su fe y del Reino de Dios. Treinta años después, el 4 de agosto de 2014, el papa Francisco levantó esa suspensión.
En Fernando, varias generaciones de jóvenes nicaragüenses, muchachas y muchachos, encontraron un guía para asumir un compromiso con Nicaragua, con los empobrecidos, y por su liberación. Fue, durante un tiempo, también Vicecoordinador de la Juventud Sandinista.
El compromiso, la vocación de servicio, la integridad a toda prueba, el amor a Nicaragua… caracterizaron a Fernando Cardenal durante toda su vida. Descanse en Paz…
En esta foto: Fernando Cardenal con Rafa Briones, Pepe Castillo, Juan Lanza, Antoñete, Pedro Gómez y Encarnita...
"A pesar de todas estas tristezas, soy un hombre de esperanza. El último
capítulo de mis Memorias publicado hace dos años se llama: ESPERANZA. Para mí
lo fundamental de ella es que creo profundamente en los jóvenes.
Trabajamos
juntos en la lucha contra la Dictadura Somocista desde el Movimiento Cristiano
Revolucionario. Entonces fui testigo directo de su entrega, su mística, su
valor ante el peligro de ser asesinados (14 perdieron la vida). Luego fui
también testigo directo de las maravillas de valor y compromiso, en algunos
caso hasta el heroísmo, de los 60.000 jóvenes voluntarios que se fueron a las
montañas en la Cruzada Nacional de Alfabetización. Y después trabajé 5 años con
la Juventud Sandinista, la juventud de la revolución.
En estos tres escenarios
encontré que los jóvenes tenían una fuerza interior muy grande y una entrega
sin límites para trabajar en todas las tareas en beneficio del pueblo. A mí no
me cuentan cuentos. Yo estuve con ellos y ellas. Ellos son mi esperanza. Sólo
hace falta que la sociedad les ofrezca una causa grande, noble, bella, si es
difícil, mejor, y que al frente de ella haya personas con autoridad moral. “YO
ESPERO QUE LOS JÓVENES REGRESEN A LAS CALLES A HACER HISTORIA"
Con Domingo, Carmen, Conchi, Pilar, Migue, Cati, Manuela, Mari Pepa, Ricardo, Mari Paz, Rosalía, Pili López...etc.
Estas personas son las que hacen historia y nos animan a seguir sin desfallecer. Gracias a lxs que nos informáis
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