Salen a la calle para protestar contra una ley que según el cardenal Cañizares: “generará incultos, abrirá una guerra escolar y nos llevará al abismo”. ¿Acaso desaparece la asignatura de religión en la escuela pública? ¿Se prohíbe la simbología religiosa? ¿Se deja de subvencionar a la concertada?
La última ley educativa que regirá la vida de los colegios e institutos seguirá manteniendo los privilegios de la iglesia católica, entre ellos, la religión (en el currículo y en el horario lectivo obligatorio), segregando a los alumnos en función de las creencias; seguirá pagando a los profesores de religión nombrados por los obispos, cuya principal misión es catequizar y hacer proselitismo religioso; además, de seguir permitiendo que en los centros escolares de la red pública haya símbolos religiosos.
Apostamos por un Estado democrático que por su naturaleza debe ser laico, lo que no quiere decir que rechace o excluya a la religión. El laicismo protege todas las creencias, también las religiosas, en su desarrollo individual, pero protege igualmente a la sociedad de todas ellas. Sin embargo, contradiciendo los propios programas de los partidos del actual cogobierno, las religiones, (católica, musulmana, evangelistas, etc.) seguirán formando parte del currículo escolar.
Entendemos que el problema no está en que exista una escuela concertada, no es
cuestión de demonizarla cuando hay colegios que son ejemplo de inclusión e igualdad.
El problema es cuando se pretende la segregación del alumnado por razones socioeconómicas o de otra naturaleza. Hay escuelas públicas, sobre todo en los distritos más empobrecidos de nuestras ciudades, cuyas aulas están llenas de niños/as de familias excluidas o empobrecidas, mientras las demás familias envían a sus hijos a colegios
religiosos. Es el perfecto patrón para mantener el sistema de clases en el país.
Pensamos que en la escuela la educación en valores debería pivotar sobre tres ejes: ética universal, basada en los derechos humanos; educación para la ciudadanía,
fundamentada en un Estado Social y Democrático de Derecho, que no está determinado
por ninguna religión; y, por último, incluir en el currículo escolar la historia de las religiones, un hecho transversal de la sociedad a lo largo de los siglos.
Nos preguntamos ¿Quién impone la ideología? ¿La LOMLOE o una jerarquía católica que condena la homosexualidad, el divorcio, el aborto, los anticonceptivos, el feminismo…? Una jerarquía católica que pretende volver a tiempos pasados, a una cultura única, sin libertad y sin pluralidad. Una jerarquía de espaldas al Evangelio y en demasiadas ocasiones en contra del mismo.
En definitiva apostamos por una educación laica, igualitaria, incluyente y científica, que forme una ciudadanía libre, preparada, moderna y respetuosa. Una escuela que enseñe desde el cultivo de nuestras "cualidades humanas más profundas" que “hay un asunto en la tierra más importante que Dios, y es que nadie escupa sangre; pa que otro viva mejor” (Atahualpa Yupanqui)
Apostamos por un Estado democrático que por su naturaleza debe ser laico, lo que no quiere decir que rechace o excluya a la religión. El laicismo protege todas las creencias, también las religiosas, en su desarrollo individual, pero protege igualmente a la sociedad de todas ellas. Sin embargo, contradiciendo los propios programas de los partidos del actual cogobierno, las religiones, (católica, musulmana, evangelistas, etc.) seguirán formando parte del currículo escolar.
Entendemos que el problema no está en que exista una escuela concertada, no es
cuestión de demonizarla cuando hay colegios que son ejemplo de inclusión e igualdad.
El problema es cuando se pretende la segregación del alumnado por razones socioeconómicas o de otra naturaleza. Hay escuelas públicas, sobre todo en los distritos más empobrecidos de nuestras ciudades, cuyas aulas están llenas de niños/as de familias excluidas o empobrecidas, mientras las demás familias envían a sus hijos a colegios
religiosos. Es el perfecto patrón para mantener el sistema de clases en el país.
Pensamos que en la escuela la educación en valores debería pivotar sobre tres ejes: ética universal, basada en los derechos humanos; educación para la ciudadanía,
fundamentada en un Estado Social y Democrático de Derecho, que no está determinado
por ninguna religión; y, por último, incluir en el currículo escolar la historia de las religiones, un hecho transversal de la sociedad a lo largo de los siglos.
Nos preguntamos ¿Quién impone la ideología? ¿La LOMLOE o una jerarquía católica que condena la homosexualidad, el divorcio, el aborto, los anticonceptivos, el feminismo…? Una jerarquía católica que pretende volver a tiempos pasados, a una cultura única, sin libertad y sin pluralidad. Una jerarquía de espaldas al Evangelio y en demasiadas ocasiones en contra del mismo.
En definitiva apostamos por una educación laica, igualitaria, incluyente y científica, que forme una ciudadanía libre, preparada, moderna y respetuosa. Una escuela que enseñe desde el cultivo de nuestras "cualidades humanas más profundas" que “hay un asunto en la tierra más importante que Dios, y es que nadie escupa sangre; pa que otro viva mejor” (Atahualpa Yupanqui)
Comunidades Cristianas Populares de Andalucía.
24 de Noviembre de 2020.
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