L@s cristian@s de base y los Derechos Humanos. Juan Cejudo es miembro de diversos movimientos de Cristianos de base: Comunidades Cristianas Populares. Moceop. Reflexión y Acción....
El día 10 de diciembre se celebra cada año el día internacional de los derechos humanos.
Me pide la APDHA que, como miembro de cristianos de base, escriba algo en relación con este tema.
Pertenezco desde hace más de 40 años a varios colectivos de cristianos de base: MOCEOP (Movimiento por el celibato opcional) y Comunidades Cristianas Populares. Los dos a su vez, están integrados en Redes Cristianas, un colectivo que aglutina a cerca de 200 colectivos de base de toda España y de todas las autonomías. También pertenezco desde hace pocos años a nivel local al Grupo Cristiano de Reflexión-Acción.
Yo diría que la defensa de los derechos humanos en nuestros colectivos es algo fundamental y que lo llevamos arraigado desde siempre.
Seguir a Jesús hoy supone apostar por la defensa de esos derechos fundamentales que son muchos y que debemos defenderlos todos, pero quizá me centraré más en algunos, en los que, de modo muy especial, solemos estar presentes, en la sociedad y en la Iglesia.
En la Sociedad:
– La defensa de los trabajadores frente a la explotación del capital. Muchos de nosotros tenemos conciencia de clase obrera y algunos voluntariamente decidimos apostar por ser obreros con todas las consecuencias.
-La defensa de los inmigrantes frente al abuso de las instituciones y gobiernos que machacan sus derechos con muros, vallas, vigilancia sofisticada, CIES que deberían ser eliminados…
– La defensa de quienes están más marginados por la sociedad: desempleados, personas con problemas de vivienda, personas mayores necesitadas de una atención que no tienen, drogadictos, atención a personas sin recursos, a personas sin techo, etc. Muchos compañeros/as están integrados en la Asociación pro Derechos Humanos en no pocas localidades de España.
– También el apoyo a causas justas en países del tercer Mundo: África y Latinoamérica especialmente y la lucha contra las guerras injustas y el hambre, provocado por la avaricia de un Occidente que sólo busca esquilmar los recursos de esos países: minerales, petróleo, etc…
-El compromiso en colectivos sociales, movimientos, sindicatos o partidos que luchan por una Sociedad más justa e igualitaria: Movimiento 15M, Asociaciones de Vecinos, sindicatos, partidos, grupos feministas, ecologistas o pacifistas etc.
En la Iglesia:
Un compromiso no menos importante en la defensa de los derechos humanos lo llevamos también al terreno eclesial donde no pocos derechos son conculcados:
-Desde los colectivos de cristianos de base-aunque estoy hablando desde mi visión personal, sin hablar en nombre de todos ellos- estamos en contra de una Iglesia de corte piramidal donde todo funciona de modo muy jerárquico, al modo militar y donde falta democracia y cauces de participación de todos sus miembros. Esa estructura jerárquica y clerical hay que eliminarla. La Iglesia es otra cosa. Estamos en contra de que el Vaticano exista como Estado y el Papa sea el jefe de él, con sus embajadores o nuncios, etc… El Papa no tiene que ser un Jefe de Estado, ni el obispo de cada diócesis un cacique, ni los superiores o superioras religiosas que decidan sin ninguna participación de los demás miembros.
– Hemos denunciado varias veces los actuales acuerdos Iglesia -Estado que son anticonstitucionales y donde la Iglesia Católica sale muy privilegiada en muchos aspectos, sobre todo el educativo y el económico
-Defendemos que la mujer en la Iglesia debe tener la misma responsabilidad que el hombre y pueda llegar a ser presbítera, obispa o papa, aunque en un contexto de Iglesia no clerical, sino democrática.
-Creemos que el celibato obligatorio debe ser eliminado y ser opcional.
-Defendemos la libertad de expresión y de cátedra para sacerdotes, laicos y teólogos y hemos denunciado en comunicados varios las sanciones a más de 600 teólogos por parte de los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI.
-Apoyamos la Teología de la Liberación, la opción preferencial por los pobres, que fue duramente sancionada por los papas anteriores a Francisco.
-Estamos a favor del libre ejercicio de la sexualidad y no por la represión contra homosexuales, divorciados vueltos a casar, a los que no se les permite participar plenamente en la eucaristía…
-Denunciamos con todas nuestras fuerzas los gravísimos problemas de pederastia que conculca de modo muy grave la dignidad de los menores y sus familias.
– Igualmente denunciamos las riquezas en la Iglesia y el escándalo de las inmatriculaciones y otras muchas cuestiones que, por no alargar, no es posible seguir señalando.
Curiosamente la Iglesia Católica, en sus discursos se manifiesta a favor de los Derechos Humanos en la Sociedad (aunque es de los pocos estados que no ha firmado aún la Declaración de los Derechos Humanos), pero no los cumple al interior de ella misma como hemos dicho.
En muchas ocasiones los Movimientos a los que pertenezco hemos sacado comunicados públicos en apoyo de los derechos humanos en la Sociedad y en la Iglesia o denunciando que no se cumplen.
Y lo seguiremos haciendo porque es algo fundamental en una visión cristiana de la vida.
Me pide la APDHA que, como miembro de cristianos de base, escriba algo en relación con este tema.
Pertenezco desde hace más de 40 años a varios colectivos de cristianos de base: MOCEOP (Movimiento por el celibato opcional) y Comunidades Cristianas Populares. Los dos a su vez, están integrados en Redes Cristianas, un colectivo que aglutina a cerca de 200 colectivos de base de toda España y de todas las autonomías. También pertenezco desde hace pocos años a nivel local al Grupo Cristiano de Reflexión-Acción.
Yo diría que la defensa de los derechos humanos en nuestros colectivos es algo fundamental y que lo llevamos arraigado desde siempre.
Seguir a Jesús hoy supone apostar por la defensa de esos derechos fundamentales que son muchos y que debemos defenderlos todos, pero quizá me centraré más en algunos, en los que, de modo muy especial, solemos estar presentes, en la sociedad y en la Iglesia.
En la Sociedad:
– La defensa de los trabajadores frente a la explotación del capital. Muchos de nosotros tenemos conciencia de clase obrera y algunos voluntariamente decidimos apostar por ser obreros con todas las consecuencias.
-La defensa de los inmigrantes frente al abuso de las instituciones y gobiernos que machacan sus derechos con muros, vallas, vigilancia sofisticada, CIES que deberían ser eliminados…
– La defensa de quienes están más marginados por la sociedad: desempleados, personas con problemas de vivienda, personas mayores necesitadas de una atención que no tienen, drogadictos, atención a personas sin recursos, a personas sin techo, etc. Muchos compañeros/as están integrados en la Asociación pro Derechos Humanos en no pocas localidades de España.
– También el apoyo a causas justas en países del tercer Mundo: África y Latinoamérica especialmente y la lucha contra las guerras injustas y el hambre, provocado por la avaricia de un Occidente que sólo busca esquilmar los recursos de esos países: minerales, petróleo, etc…
-El compromiso en colectivos sociales, movimientos, sindicatos o partidos que luchan por una Sociedad más justa e igualitaria: Movimiento 15M, Asociaciones de Vecinos, sindicatos, partidos, grupos feministas, ecologistas o pacifistas etc.
En la Iglesia:
Un compromiso no menos importante en la defensa de los derechos humanos lo llevamos también al terreno eclesial donde no pocos derechos son conculcados:
-Desde los colectivos de cristianos de base-aunque estoy hablando desde mi visión personal, sin hablar en nombre de todos ellos- estamos en contra de una Iglesia de corte piramidal donde todo funciona de modo muy jerárquico, al modo militar y donde falta democracia y cauces de participación de todos sus miembros. Esa estructura jerárquica y clerical hay que eliminarla. La Iglesia es otra cosa. Estamos en contra de que el Vaticano exista como Estado y el Papa sea el jefe de él, con sus embajadores o nuncios, etc… El Papa no tiene que ser un Jefe de Estado, ni el obispo de cada diócesis un cacique, ni los superiores o superioras religiosas que decidan sin ninguna participación de los demás miembros.
– Hemos denunciado varias veces los actuales acuerdos Iglesia -Estado que son anticonstitucionales y donde la Iglesia Católica sale muy privilegiada en muchos aspectos, sobre todo el educativo y el económico
-Defendemos que la mujer en la Iglesia debe tener la misma responsabilidad que el hombre y pueda llegar a ser presbítera, obispa o papa, aunque en un contexto de Iglesia no clerical, sino democrática.
-Creemos que el celibato obligatorio debe ser eliminado y ser opcional.
-Defendemos la libertad de expresión y de cátedra para sacerdotes, laicos y teólogos y hemos denunciado en comunicados varios las sanciones a más de 600 teólogos por parte de los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI.
-Apoyamos la Teología de la Liberación, la opción preferencial por los pobres, que fue duramente sancionada por los papas anteriores a Francisco.
-Estamos a favor del libre ejercicio de la sexualidad y no por la represión contra homosexuales, divorciados vueltos a casar, a los que no se les permite participar plenamente en la eucaristía…
-Denunciamos con todas nuestras fuerzas los gravísimos problemas de pederastia que conculca de modo muy grave la dignidad de los menores y sus familias.
– Igualmente denunciamos las riquezas en la Iglesia y el escándalo de las inmatriculaciones y otras muchas cuestiones que, por no alargar, no es posible seguir señalando.
Curiosamente la Iglesia Católica, en sus discursos se manifiesta a favor de los Derechos Humanos en la Sociedad (aunque es de los pocos estados que no ha firmado aún la Declaración de los Derechos Humanos), pero no los cumple al interior de ella misma como hemos dicho.
En muchas ocasiones los Movimientos a los que pertenezco hemos sacado comunicados públicos en apoyo de los derechos humanos en la Sociedad y en la Iglesia o denunciando que no se cumplen.
Y lo seguiremos haciendo porque es algo fundamental en una visión cristiana de la vida.
La economía del Bien Común y los derechos humanos. 2Pedro Castilla Madriñán es miembro de la Asociación Economía del Bien Común de Cádiz, Comunidades Cristianas Populares, Comités Oscar Romero, Reflexión y acción, entre otros.
“La Economía del Bien Común es semejante a los Derechos Humanos”, dice Christian Felber. Y no le falta razón al fundador de tan esperanzadora alternativa económica mundial.
La EBC, se fundamenta en valores éticos como la dignidad humana, la solidaridad, la justicia social, la sostenibilidad ecológica y la participación democrática con su transparencia. Son los valores que priman en el Balance del Bien Común para cualquier empresa, asociación o institución que desee acogerse a sus principios. Muy semejante a los principios fundamentales que persigue la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Ambas asociaciones también se declaran apartidistas porque sus principios, tanto económicos como humanos, deberían entroncarse intrínsecamente en cualquier opción política que se manifestase democrática. Deberían conformar unas aspiraciones esenciales para cualquier programa político que anhelara verdaderamente el Bien Común de la ciudadanía y cumplir con lo establecido en sus Constituciones y Declaración de los Derechos Humanos.
La dignidad humana representa para la EBC el mayor de los valores. Dignidad humana quiere decir valor en Igualdad. Sin condiciones e inalienable. Sólo hace falta nacer para merecer tan intransferible e irrenunciable derecho. Casi todas las Constituciones lo recogen, al igual que la Declaración de los Derechos Humanos, pero, desgraciadamente, pocos países la cumplen.
La desigualdad se ha instalado en numerosos aspectos de nuestra convivencia humana. Es una lacra del actual sistema económico, político y laboral. Pareciera que se hubiese diseñado desde las tinieblas inhumanas. Es notable y abrumadora la desigualdad económica existente a nivel mundial, también ante la Justicia, la propiedad, de género, empresarial, mediática –según qué países, partidos o personas se alinean o no con el poder establecido- y entre los países poderosos y los empobrecidos. La opulencia y bienestar de los ricos se alimenta de la pobreza y miseria de los innumerables ninguneados.
Cuando se decía que en Occidente se había alcanzado la “sociedad del bienestar”, en realidad ese bienestar se reducía al 20%, el otro 80%, en un gradiente progresivo de precariedad, vivía y vive fuera de este recinto, en condiciones de extrema pobreza llegando a la inanición y muerte.
Esta alarmante desigualdad conduce al doloroso sino de los emigrantes, los refugiados, los desahuciados, los desempleados, los hambrientos, los empobrecidos, la violencia machista, las inverosímiles condenas, al saqueo de los pueblos, a los suicidios…
Cuando en una comunidad de seres humanos no se preserva sistemáticamente la dignidad de cada individuo, tampoco se protege la libertad. Del idéntico valor de todos los seres humanos proviene nuestra igualdad, en el sentido de que, en una democracia, todas las personas deben disfrutar de los mismos derechos, las mismas libertades y oportunidades. Sólo entonces, cuando realmente todos disfrutemos de las mismas libertades, se dará la condición necesaria para que seamos realmente libres. La dignidad humana es la premisa para la libertad.
La desigualdad también nos conduce a la exclusión y, por tanto, a la ausencia de fraternidad.
Sin los tres fundamentales pilares en los que se basa la democracia: Igualdad, Libertad y Fraternidad, puede afirmarse que, en estos momentos, tampoco se está produciendo la auténtica democracia. Otro pilar fundamental de la EBC y de los DD.HH.
Todo el mundo tiene hoy la conciencia y la añoranza de una sociedad más justa, más solidaria y más democrática. La EBC plantea las mismas libertades, los mismos derechos y las mismas oportunidades para todos. Y para ello, se hace imprescindible limitar la funesta desigualdad existente.
Se han sustituido los valores éticos por los valores del Mercado. Se han suplantado los Derechos Humanos por los derechos del Mercado. Al perseguir ciegamente el aumento del capital financiero y no el bienestar de todos, el capitalismo patriarcal reinante, está destruyendo los fundamentos vitales del ser humano y de la Economía. Y cuando los recursos naturales, también son usados como un instrumento y no como un recurso a proteger, este cruel Neoliberalismo, depredador de personas y naturaleza y en una consciente pérdida de sentido, está conduciendo a la humanidad y al planeta a una turbulenta espiral apocalíptica.
El deber supremo de las personas de bien es no desfallecer y actuar con la renovada conciencia de que el “por-venir” está “por-hacer”. Rigoberta Menchú, decía: “Cada día debemos recibir el amanecer como se merece”. Debemos situar nuestra conducta, entusiasmo y voluntad de cambio en sembrar continuas semillas de solidaridad, de igualdad, de fraternidad y de luchar contra toda injusticia humana porque, de no hacerlo, estaremos permitiendo que se establezca.
Podemos y debemos construir el futuro. Los principios democráticos deben volver a inspirar las pautas económicas, dejando en su justo lugar a los valores mercantiles. Y los Derechos Humanos, deben conformar la conciencia de todo ser humano de bien.
El siglo XXI, debe representar el tiempo donde tenga lugar la inflexión histórica del poder de la fuerza a la fuerza de la razón, la palabra y la dignidad humana.
La EBC, se fundamenta en valores éticos como la dignidad humana, la solidaridad, la justicia social, la sostenibilidad ecológica y la participación democrática con su transparencia. Son los valores que priman en el Balance del Bien Común para cualquier empresa, asociación o institución que desee acogerse a sus principios. Muy semejante a los principios fundamentales que persigue la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Ambas asociaciones también se declaran apartidistas porque sus principios, tanto económicos como humanos, deberían entroncarse intrínsecamente en cualquier opción política que se manifestase democrática. Deberían conformar unas aspiraciones esenciales para cualquier programa político que anhelara verdaderamente el Bien Común de la ciudadanía y cumplir con lo establecido en sus Constituciones y Declaración de los Derechos Humanos.
La dignidad humana representa para la EBC el mayor de los valores. Dignidad humana quiere decir valor en Igualdad. Sin condiciones e inalienable. Sólo hace falta nacer para merecer tan intransferible e irrenunciable derecho. Casi todas las Constituciones lo recogen, al igual que la Declaración de los Derechos Humanos, pero, desgraciadamente, pocos países la cumplen.
La desigualdad se ha instalado en numerosos aspectos de nuestra convivencia humana. Es una lacra del actual sistema económico, político y laboral. Pareciera que se hubiese diseñado desde las tinieblas inhumanas. Es notable y abrumadora la desigualdad económica existente a nivel mundial, también ante la Justicia, la propiedad, de género, empresarial, mediática –según qué países, partidos o personas se alinean o no con el poder establecido- y entre los países poderosos y los empobrecidos. La opulencia y bienestar de los ricos se alimenta de la pobreza y miseria de los innumerables ninguneados.
Cuando se decía que en Occidente se había alcanzado la “sociedad del bienestar”, en realidad ese bienestar se reducía al 20%, el otro 80%, en un gradiente progresivo de precariedad, vivía y vive fuera de este recinto, en condiciones de extrema pobreza llegando a la inanición y muerte.
Esta alarmante desigualdad conduce al doloroso sino de los emigrantes, los refugiados, los desahuciados, los desempleados, los hambrientos, los empobrecidos, la violencia machista, las inverosímiles condenas, al saqueo de los pueblos, a los suicidios…
Cuando en una comunidad de seres humanos no se preserva sistemáticamente la dignidad de cada individuo, tampoco se protege la libertad. Del idéntico valor de todos los seres humanos proviene nuestra igualdad, en el sentido de que, en una democracia, todas las personas deben disfrutar de los mismos derechos, las mismas libertades y oportunidades. Sólo entonces, cuando realmente todos disfrutemos de las mismas libertades, se dará la condición necesaria para que seamos realmente libres. La dignidad humana es la premisa para la libertad.
La desigualdad también nos conduce a la exclusión y, por tanto, a la ausencia de fraternidad.
Sin los tres fundamentales pilares en los que se basa la democracia: Igualdad, Libertad y Fraternidad, puede afirmarse que, en estos momentos, tampoco se está produciendo la auténtica democracia. Otro pilar fundamental de la EBC y de los DD.HH.
Todo el mundo tiene hoy la conciencia y la añoranza de una sociedad más justa, más solidaria y más democrática. La EBC plantea las mismas libertades, los mismos derechos y las mismas oportunidades para todos. Y para ello, se hace imprescindible limitar la funesta desigualdad existente.
Se han sustituido los valores éticos por los valores del Mercado. Se han suplantado los Derechos Humanos por los derechos del Mercado. Al perseguir ciegamente el aumento del capital financiero y no el bienestar de todos, el capitalismo patriarcal reinante, está destruyendo los fundamentos vitales del ser humano y de la Economía. Y cuando los recursos naturales, también son usados como un instrumento y no como un recurso a proteger, este cruel Neoliberalismo, depredador de personas y naturaleza y en una consciente pérdida de sentido, está conduciendo a la humanidad y al planeta a una turbulenta espiral apocalíptica.
El deber supremo de las personas de bien es no desfallecer y actuar con la renovada conciencia de que el “por-venir” está “por-hacer”. Rigoberta Menchú, decía: “Cada día debemos recibir el amanecer como se merece”. Debemos situar nuestra conducta, entusiasmo y voluntad de cambio en sembrar continuas semillas de solidaridad, de igualdad, de fraternidad y de luchar contra toda injusticia humana porque, de no hacerlo, estaremos permitiendo que se establezca.
Podemos y debemos construir el futuro. Los principios democráticos deben volver a inspirar las pautas económicas, dejando en su justo lugar a los valores mercantiles. Y los Derechos Humanos, deben conformar la conciencia de todo ser humano de bien.
El siglo XXI, debe representar el tiempo donde tenga lugar la inflexión histórica del poder de la fuerza a la fuerza de la razón, la palabra y la dignidad humana.
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