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lunes, 4 de noviembre de 2019

L@s muert@s Viven. José Arregui. Teólogo.


En el corazón o la memoria de todo.  | José Arregi. 

Las campanas de Aizarna han tocado a muerto. Han irrumpido en la calma de la mañana otoñal, difundiendo en el valle la memoria de Luisa, abuela nonagenaria del caserío Irure, mujer de extraordinaria fortaleza y ternura, mujer hecha hospitalidad materna para todo el que llegase, fuera quien fuera y como fuera. Las ondas sonoras del bronce han ascendido por el horizonte de Santa Engracia hacia el Infinito, fundiéndose con la música del universo sin medida.

miércoles, 17 de abril de 2019

Nos cuesta reconocerlo. Manuel Velázquez Martín. 12/4/2019.

 Cuando vemos a Jesús el Galileo, aquel judío marginal que fue crucificado, por los dirigentes religiosos y el Imperio, convertido en reclamo turístico, sobre espléndidos tronos, en medio de estandartes bordados en oro, metales repujados y ricos enseres, nos cuesta reconocerlo.
Hemos enterrado al Jesús libre, rebelde e incluso, provocador, que no se sometió a la familia patriarcal ni a los dirigentes de Israel y que al rodearse de mujeres y defender su dignidad, fue criticado por aquella sociedad supermachista de su tiempo.
Hemos silenciado, por completo, al Jesús de las malas compañías, amigo incondicional de los pobres, los leprosos, los marginados sociales, los impuros y los locos.
Al que fue rechazado por blasfemo y acusado de no cumplir lo establecido y de saltarse las normas de la religión oficial, desenmascarando a los que usaban el nombre de Dios para oprimir al pueblo y vivir del cuento.
Al que recorrio los caminos polvorientos de Galilea y no tuvo prejuicios para acercarse a los mendigos y a los apestados, que vivían en los muladares, entre nubes de moscas pegajosas y de perros hambrientos que les lamían las llagas.
Al que compartió la mesa y acogió, con cariño y con respeto, a aquellos de los que estuvo siempre profundamente enamorado: los que no contaban con el calor de nadie.
Por lo cual fue acusado de borracho, comilón, bebedor y amigo de prostitutas.
A este Jesús, lo hemos cubierto ahora con tantos honores y títulos de gloria que se podría decir que lo hemos sepultado de nuevo.
El humilde picapedrero de Nazaret se encuentra ahora aplastado bajo tanta ostentación, tan desfigurado con tanto esplendor, sobre trono y bajo palio, que se nos hace muy difícil llegar a reconocerlo.
A los primeros discípulos de Jesús, les costó mucho reivindicar, con valor, que este Jesús, libre y liberador, que fue vilmente clavado y asesinado en la cruz de los esclavos, Dios, el AMOR,  lo ha resucitado y gracias a él se ha abierto una brecha de luz, de vida y de esperanza para el mundo.


Pero ahora podemos caer en la trampa de convertir al Jesús de la Vida en una momia oculta en los sarcófagos del poder, para que deje de interpelarnos y de cuestionar nuestra pobre vida mediocre.
Sería un grave error reducir nuestra fe a ceremonias y procesiones evasivas en vez de asumir el compromiso profético de Jesús en una sociedad injusta y satisfecha como la muestra.
Manuel Velázquez Martín.

lunes, 1 de abril de 2019

¿En qué no puedo creer? José Arregui. Teólogo

b182019
Enviado a la página web de Redes Cristianas
“Gaur zertan ezin da sinistu?” (“¿En qué no se puede creer hoy?”) fue el tema de una reciente charla en Aizarna, este sorprendente rincón guipuzcoano de 300 habitantes, rural y urbano, culto y plural, antigua encrucijada de peregrinos, testimonio patente de las profundas transformaciones de nuestra sociedad en los últimos 60 años.
No entendí bien qué es lo que me pedía exactamente Joxin, el organizador de la charla. Pero preferí no preguntárselo y tomar la pregunta tal cual, equívoca y abierta como es. Y como a estas alturas cada uno es muy libre de creer o dejar de creer lo que estime oportuno, opté por responder en primera persona. La lista sería interminable, pero he aquí diez cosas (mejor dicho, veinte, pues en cada tema se me presentan dos extremos) que no puedo creer hoy. Mañana, no sé.
No puedo creer nada que esté en contradicción con la ciencia, es decir, con aquello que está matemáticamente medido y empíricamente comprobado. Pero tampoco puedo creer que la ciencia sea el único ni el supremo conocimiento, ni que solo sea real o verdadero lo que la ciencia puede medir y verificar. Conoce más.
No puedo creer en un Dios Ente Supremo y preexistente que habría creado el mundo desde la nada y desde fuera, se habría encarnado plenamente como hombre en el pasado, un “dios” que sería causa y explicación exterior de cuanto es. Pero tampoco puedo creer que solo exista este mundo visible, ni que todos los seres –visibles o invisibles a nuestros ojos y aparatos tecnológicos– que forman el mundo no estén envueltos y habitados, impulsados y atraídos por una energía originaria, una creatividad, potencial, espíritu, conciencia, belleza o amor o misterio más grande que todo, transcendente e inmanente a todo. Y tú también eres El/Ella/Ello.
No puedo creer que el espíritu o la conciencia exista separada de lo que llamamos materia en alguna de sus dimensiones o manifestaciones. Pero tampoco puedo creer que la realidad en su conjunto, ni siquiera eso que llamamos materia, se reduzca a física y química, que de “menos” no esté emergiendo constantemente “más”: vida, inteligencia, conciencia, “espíritu”… en formas inagotables. Santa materia, matriz.

No puedo creer que el ser humano actual, Homo Sapiens, de este maravilloso planeta azul y verde sea la finalidad, el centro o la cumbre de la Tierra, cuánto menos del universo. Pero tampoco puedo creer que ello nos exima del sumo deber de cuidar la comunidad de los vivientes como si fuéramos los únicos responsables. Cuidemos.
No puedo creer que los seres humanos estemos dotados de libre albedrío entendido como capacidad de elegir sin estar determinados. Pero tampoco puedo creer que carezcamos de libertad, entendida como capacidad de ser sujetos de nuestro ser, de asumir nuestras condiciones y de ser más felices y mejores. Eres libre de ser.

No puedo creer que después de esta vida haya cielo o infierno o reencarnación, entendidos como suelen entenderse. Pero tampoco puedo creer que la muerte sea el fin de nada, ni que la Vida haya nacido ni vaya a morir. Vive, y basta.
No puedo creer que las religiones hayan venido del “cielo” ni posean la verdad revelada ni tengan respuestas a las preguntas humanas. Pero tampoco puedo creer que en sus textos fundantes y en su tradición no puedan hallarse inspiración y sabiduría para hoy, si se liberan de dogmas, formas y paradigmas del pasado. Busca.

No puedo creer que necesitemos religiones para vivir más humanamente. Pero tampoco puedo creer que podamos vivir humanamente sin una espiritualidad, sea esta religiosa o laica. Una espiritualidad transreligiosa con o sin religión.
No puedo creer que las religiones tradicionales sobrevivan mucho tiempo en nuestra sociedad del conocimiento y del cambio. Pero tampoco puedo creer que podamos sobrevivir mucho tiempo sin el espíritu o el aliento de la vida. Respira.

No puedo creer que ninguna creencia sea esencial a la espiritualidad ni que nadie deba creer nada que no le parezca creíble. Pero tampoco puedo creer que podamos dispensarnos de confiar en el corazón de la Realidad, para ser lo que somos y crear un mundo mejor. Credere viene de cor dare: entregar el corazón.

Las flores de San José siguen bordeando los caminos de Aizarna, como siempre en febrero. Nuestras creencias han cambiado, pero seguimos siendo peregrinos y preguntándonos. ¿Por qué tanta belleza y dolor? ¿Por qué es todo? ¿Por qué vivimos? No busques la respuesta en ningún dogma. Calla, siente, escucha y camina.
(Publicado en DEIA y en los Diarios del Grupo NOTICIAS el 17-02-2019)

martes, 12 de marzo de 2019

Jose María Castillo en CCP-Granada 23 de Febrero de 2019.


POR QUÉ HE ESCRITO ESTE LIBRO: El Evangelio marginado.
Lo que tiene y lo que le falta 
José M. Castillo. Teólogo

     He escrito este libro porque he intentado explicar – en cuanto eso es posible – por qué la Iglesia se interesa más y se preocupa más por el “sometimiento a la religión” que por el “seguimiento de Jesús”. Creo que, sin miedo a exagerar, se puede afirmar que en la Iglesia preocupa más el esplendor de la religión que la fidelidad al seguimiento de Jesús.
     El “sometimiento a la religión” dio resultado y fue eficaz hasta finales del s. XV. A partir del Renacimiento, la Reforma (s. XVI), la Ilustración (ss. XVII-XVIII), la Resistencia y la Restauración (s. XIX), la industrialización y la violencia (dos guerras mundiales), que marcaron el s. XX, y finalmente la Modernidad y la Posmodernidad, todos estos grandes fenómenos históricos y culturales, han hecho que la religión nos sirva para creer en El Dios falsificado (Thomas Ruster). Un “Dios falso”, que ha llevado al mundo más avanzado al abandono de la religión. O en otros casos (que abundan) nos ha conducido, sin darnos cuenta, a que “la experiencia religiosa de todos nosotros ya no sea de fiar, porque nos remite a una falsa religión” (o.c., pg. 228).  

     La Iglesia de los dogmas, las normas y los ritos fue útil y tranquilizaba las conciencias mientras los “mitos”, los “ritos” y las “jerarquías” eran útiles y servían para explicar tantas cosas que los humanos no sabíamos cómo explicarlas o pensábamos que servían para darle sentido a la vida o tener una esperanza última, que suavizaba el hecho inevitable de la muerte.

     Hoy todo eso ha perdido (sobre todo, en las generaciones jóvenes) su utilidad y su razón de ser. Hasta el extremo de que los adolescentes, apenas llegan a cumplir los doce o trece años, cortan con toda la “jerga” de temas, teorías y creencias, que enseña el clero, y sencillamente para ellos se acaba y ya no interesa más la “religión”. Y lo mismo que veo esto, pienso también que este problema (más grave de lo que mucha gente se imagina) no tiene más solución que lo que vio Lutero cuando, siendo todavía un monje joven, viajó a Roma. Y allí comprobó que lo que interesaba a la Iglesia era la sumisión al papa y los rituales (indulgencias…) que daban dinero (Lyndal Roper, Martín Lutero, p. 75-76).  
     Mi convicción es que veinte siglos antes de lo que sienten las últimas generaciones, fue Jesús de Nazaret, el “personaje-centro” y central del Evangelio, quien se dio cuenta de que la “religión” del templo y de los sacerdotes, de los dogmas y de las normas, de los rituales y las observancias, del poder y del dinero, todo eso fue útil para las culturas de la Antigüedad, pero no responde a lo que necesita el ser humano como tal.   

     Lo determinante, para el ser humano (lo que nos humaniza) no es satisfacer la “necesidad” de nuestras propias carencias (esto es lo que hace la “religión”), sino potenciar la “generosidad” para resolver las carencias de los demás (esto es lo que nos aporta el “Evangelio”).

     Aquí es fundamental - incluso enteramente necesario - hacer una distinción clave. Hay dos formas de hacer teología y, por eso, hay “dos modelos de teología”: 1) La “Teología especulativa”, que se elabora a partir de “teorías”, que se basan en el pensamiento escolástico (con su “mortificante dependencia del pensamiento de Aristóteles”, según la acertada fórmula de Lyndal Roper) o tienen sus raíces en el pensamiento estoico (Pitágoras y Empédocles) (E. R. Dodds), en cuanto se refiere a la moral. 2)  La “Teología narrativa”, que se construye mediante relatos tomados de la vida diaria. El ejemplo más patente (de esta teología) lo tenemos en los evangelios. Se trata, en este caso, de narraciones en las que lo determinante no es la “historicidad”, sino la “significatividad”. En el caso concreto del Evangelio, ¿qué nos dicen esos relatos para nuestra forma de vivir, para ser fieles al “seguimiento de Jesús”?  

     Con toda razón y precisión, J. B. Metz escribió: “La teología no es hoy teología de profesores, no se identifica con la teología de oficio. Con mayor razón, pues, no debe la teología histórico-vital encerrarse en los esquemas de expresión de un lenguaje científico exacto y reglamentado…. De ahí que deba evitar a toda costa someterse incondicionalmente al vocabulario de la exactitud. Precisamente la teología no es – ni ha sido nunca – una ciencia natural de lo divino” (La Fe, en la Historia y en la Sociedad, p. 230).   

  
En esta dirección tiene que girar la teología, la liturgia y el gobierno de la Iglesia. Como nos lo está indicando sabiamente el Papa Francisco. Yo sé que darle este giro a la vida no es posible, si nos atenemos a lo que da de sí la condición humana. Por eso me parece tan genial la fórmula que nos dejó I. Kant: “La praxis ha de ser tal que no se pueda pensar que no existe un más allá” (en Gesammelte Schriften, VII, p. 40). Sólo si tomamos en serio y aceptamos de verdad que Jesús de Nazaret fue (y es)un hombre en el que vemos a Dios” (Jn 1, 18; 14, 9-10; Mt 11, 27; Fp 2, 6-11; Col 1, 15; Heb 1, 2), es decir, solamente cuando sabemos y aceptamos que el Dios Trascendente se hizo presente en nuestra inmanencia mediante la vida, la forma de vivir y actuar, de Jesús de Nazaret, sólo así y en eso encontramos a Dios.

     Ahora bien, lo que encontramos en el Evangelio es que la forma de vivir y de actuar de Jesús fue una vida marcada por una profunda espiritualidad (su oración frecuente y prolongada) y una constante preocupación por el sufrimiento humano.

     Por eso Jesús no quiso templo. No quiso sacerdotes. No quiso rituales. No quiso ceremonias sagradas. No quiso obediencia y sometimiento de nadie a él. No mencionó para nada la división y la diferencia entre lo sagrado y lo profano. No habló nunca de orden (“ordo”) ni de ordenación. Intencionadamente curó a los enfermos cuando la religión prohibía curarlos. Rechazó con firmeza la observancia de rituales religiosos (Mc 7). Andaba frecuentemente con “malas compañías” (los pecadores, los samaritanos, los recaudadores de impuestos…). Nunca denunció las conductas criminales de los políticos (ni a Herodes, cuando degolló a Juan Bautista, ni a Pilatos cuando asesinó a los galileos que ofrecían sacrificios en el templo). Puso sus preferencias en los débiles, niños, mujeres, extranjeros…. La fe en Jesús fue un hecho solamente para el excomulgado por la religión: el ciego de nacimiento (Jn 9).

      Conclusión: los cristianos tenemos una “religión” que cada día interesa menos. Porque cada día cobra más fuerza el rechazo al “poder vertical” (Peter Sloterdijk, Has de cambiar de vida, p. 151-153) y al “poder opresor” (Byung-Chul Han, Psicopolítica, p. 27-30). Lo que motiva a la mayoría de la gente es el “poder participativo” y el “poder seductor”. Si algo destacan los evangelios, es el poder seductor que mostró Jesús. No para hacerse él importante y famoso. Jesús fue así y se comportó así, para remediar el sufrimiento humano. Y mediante ese remediar el sufrimiento, así revelar lo que nosotros podemos saber de Dios; y cómo podemos relacionarnos con Dios: “Lo que hicisteis con uno de uno de estos hermanos míos tan insignificantes lo hicisteis conmigo” (Mt 25, 40). Jesús no prescinde de la religión, sino que desplaza la religión: la arranca de “lo sagrado” y la pone en el centro de “lo profano”, “lo laico”, “lo más plenamente humano”.
     Lutero dijo: “El hombre es incapaz por naturaleza de querer que Dios sea Dios. Quiere ser Dios él mismo, no desea que Dios sea Dios” (Luther’s Works 31, 10; Martin Luthers Werke 1, 17, 225). Lo que hace el Evangelio es “dejar a Dios ser Dios, en cada ser humano”.                                

martes, 12 de febrero de 2019

Próximas actividades en CCP-Granada



Miércoles 13 de Febrero. 19.30h. Local de CCP. C/.Atarazana del Santísimo 6-bajo.
Reunión formativa:
Por Pío tudela: “La Iglesia Histórica:  Comenzando en Jerusalén”
Sesión 3ª. Pablo aparece en escena. ¿Pablo apóstol?






Encuentro con Antonio Cambril:Sábado 16 a las ocho y cuarto. Local de CCP. C/. Atarazana del Santísimo 6-bajo.

El periodista Antonio Cambril, candidato de la confluencia de IU y Podemos e independientes a la Alcaldía de Granada, nos solicita a CCP Granada para compartir este proyecto político la celebración de una reunión en nuestro local con miembros de CCP y otras personas de Colectivos de Cristianos de Base. Asiste, comparte y difunde.






El domingo 17 de Febrero, Convocado por el Centro Persona y Justicia, en la Plaza del Carmen, a las 11.00h.
Acto interreligioso: RELIGIONES Y ESPIRITUALIDADES POR LA PAZ Y LA JUSTICIA.

Habrá diferentes actuaciones musicales, danza, y comunicados de las diferentes sensibilidades y espiritualidades en Granada. El final del acto se cerrará con una plegaria y un canto común.

Se ruega máxima difusión.



Sábado 23 de Febrero. 20.15h. Local de CCP: C/. Atarazana del Santísimo 6-patio.

Presentación del libro de José María Castillo, Teólogo: El Evangelio Marginado.

domingo, 23 de diciembre de 2018

Adviento Cristiano y Humano. Comité Oscar Romero de Cádiz. Diciembre 2018.



     El Adviento lo define la Iglesia Católica como el tiempo de preparación espiritual a la celebración del nacimiento de Cristo.
     Cuatro semanas de intensa reflexión da para mucho. Desde pensar por qué el Salvador nació en un pesebre y no en un trono, hasta por qué terminó crucificado como un delincuente, por parte de los apoltronados políticos y religiosos. Pero no se quiere ahondar en todo ello.
     Quizás el incienso que perfuma los ritos, las ceremonias y los rezos religiosos nos ocupe excesivo tiempo, o nos quieran distraer, para así no poder discernir sobre el verdadero Mensaje del Nazareno y su vida de lucha contra el mal y quienes lo ejercen contra los más débiles. O, quizás, porque la propia Iglesia instalada y poderosa, la de los oropeles purpurados, impidan con su ejemplo y palabras llegar a contactar con el crucial Proyecto de Jesús. Tan necesario hoy.
     Ser cristiano hoy no es fácil, porque la fraternidad, ósea la hermandad pretendida por Jesús, o luchar por la libertad que nos regala el Padre (Vida, Misterio, Plenitud, Consciencia...) y la igualdad que se deriva como un derecho adquirido por el mero hecho de nacer, y curiosamente recogido en todas las constituciones, se han convertido en flagrantes hechos delictivos.
     Es delito el impedir un inhumano desahucio, también dar cobijo a un emigrante o, incluso, salvarlo de morir ahogado y llevarle luego a puerto. También lo es, intentar recoger en la casa propia a una familia de refugiados que viven en caóticas condiciones. ¿Cómo actuaría Jesús ante estos acontecimientos?, nos podríamos preguntar en estos días.
     ¿Cuál sería el comportamiento de Jesús ante las escandalosas desigualdades, que provocan la muerte diaria por hambre de más de 50.000 personas? Existen pobres porque existen ricos. ¿Y ante el fructífero negocio de la venta de armamento? Dinero para matar, pero no para comer.
     ¿Quedaría Jesús impasible ante la lacra del desempleo, cuando este o su precariedad se produce como consecuencia del enriquecimiento de unos pocos? ¿Quedaría impasible ante la violencia contra la mujer, las barbaridades cometidas contra el planeta, las injusticias de la Justicia o de las mentiras, infundios, y privilegios de determinados partidos políticos? ¿Llamaría sepulcros blanqueados a todos esos partidos que dicen defender a la ciudadanía, cuando verdaderamente defienden los intereses del capitalismo salvaje, instaurado mundialmente gracias a su connivencia?
     Y, a todo esto, ¿por qué en la Iglesia Católica, erudita en eternidad y analfabeta en historia, la mayor parte de sus obispos y párrocos, en lugar de predicar y actuar en consonancia con el Evangelio, guardan un silencio cómplice ante tanta barbarie, ejercida por los poderosos y sus seguidores, contra los más débiles y marginados, que eran los predilectos de Jesús? Ya sabemos lo que decía Jesús de los tibios…
     Más allá de una Navidad con sabor a polvorones, anís y regalos, que tampoco llegaran a muchos, es el momento de hacer presente a Jesús. Revestidos de Igualdad, solidaridad y gratuidad, principios que Jesús cumplió, defendió y difundió, hay que complicarse la vida por los demás, sin sentirse superiores ni mejores que nadie, pero defendiendo la verdadera y universal bandera por la que sí merece la pena luchar, sea cristiano o no, la bandera multicolor del bien, la paz y la justicia. Cuando esa Justicia está basada en la Igualdad, la Libertad y la Fraternidad entre todas las personas.
     ¡No existe mayor felicidad que hacer felices a los demás!                                                            Comité Oscar Romero de Cádiz. Diciembre 2019.

domingo, 9 de diciembre de 2018

L@ Cristian@s de base y los Derechos Humanos. La Economía del Bien Común. Por Juan Cejudo y Pedro Castilla (CCP de Cádiz)

 L@s cristian@s de base y los Derechos Humanos Juan Cejudo es miembro de diversos movimientos de Cristianos de base: Comunidades Cristianas Populares. Moceop. Reflexión y Acción....
El día 10 de diciembre se celebra cada año el día internacional de los derechos humanos.
Me pide la APDHA que, como miembro de cristianos de base, escriba algo en relación con este tema.
Pertenezco desde hace más de 40 años a varios colectivos de cristianos de base: MOCEOP (Movimiento por el celibato opcional) y Comunidades Cristianas Populares. Los dos a su vez, están integrados en Redes Cristianas, un colectivo que aglutina a cerca de 200 colectivos de base de toda España y de todas las autonomías. También pertenezco desde hace pocos años a nivel local al Grupo Cristiano de Reflexión-Acción.
Yo diría que la defensa de los derechos humanos en nuestros colectivos es algo fundamental y que lo llevamos arraigado desde siempre.
Seguir a Jesús hoy supone apostar por la defensa de esos derechos fundamentales que son muchos y que debemos defenderlos todos, pero quizá me centraré más en algunos, en los que, de modo muy especial, solemos estar presentes, en la sociedad y en la Iglesia.
En la Sociedad:
La defensa de los trabajadores frente a la explotación del capital. Muchos de nosotros tenemos conciencia de clase obrera y algunos voluntariamente decidimos apostar por ser obreros con todas las consecuencias.
-La defensa de los inmigrantes frente al abuso de las instituciones y gobiernos que machacan sus derechos con muros, vallas, vigilancia sofisticada, CIES que deberían ser eliminados…
– La defensa de quienes están más marginados por la sociedad: desempleados, personas con problemas de vivienda, personas mayores necesitadas de una atención que no tienen, drogadictos, atención a personas sin recursos, a personas sin techo, etc. Muchos compañeros/as están integrados en la Asociación pro Derechos Humanos en no pocas localidades de España.
– También el apoyo a causas justas en países del tercer Mundo: África y Latinoamérica especialmente y la lucha contra las guerras injustas y el hambre, provocado por la avaricia de un Occidente que sólo busca esquilmar los recursos de esos países: minerales, petróleo, etc…
-El compromiso en colectivos sociales, movimientos, sindicatos o partidos que luchan por una Sociedad más justa e igualitaria: Movimiento 15M, Asociaciones de Vecinos, sindicatos, partidos, grupos feministas, ecologistas o pacifistas etc.
En la Iglesia:
Un compromiso no menos importante en la defensa de los derechos humanos lo llevamos también al terreno eclesial donde no pocos derechos son conculcados:
-Desde los colectivos de cristianos de base-aunque estoy hablando desde mi visión personal, sin hablar en nombre de todos ellos- estamos en contra de una Iglesia de corte piramidal donde todo funciona de modo muy jerárquico, al modo militar y donde falta democracia y cauces de participación de todos sus miembros. Esa estructura jerárquica y clerical hay que eliminarla. La Iglesia es otra cosa. Estamos en contra de que el Vaticano exista como Estado y el Papa sea el jefe de él, con sus embajadores o nuncios, etc… El Papa no tiene que ser un Jefe de Estado, ni el obispo de cada diócesis un cacique, ni los superiores o superioras religiosas que decidan sin ninguna participación de los demás miembros.
– Hemos denunciado varias veces los actuales acuerdos Iglesia -Estado que son anticonstitucionales y donde la Iglesia Católica sale muy privilegiada en muchos aspectos, sobre todo el educativo y el económico
-Defendemos que la mujer en la Iglesia debe tener la misma responsabilidad que el hombre y pueda llegar a ser presbítera, obispa o papa, aunque en un contexto de Iglesia no clerical, sino democrática.
-Creemos que el celibato obligatorio debe ser eliminado y ser opcional.
-Defendemos la libertad de expresión y de cátedra para sacerdotes, laicos y teólogos y hemos denunciado en comunicados varios las sanciones a más de 600 teólogos por parte de los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI.
-Apoyamos la Teología de la Liberación, la opción preferencial por los pobres, que fue duramente sancionada por los papas anteriores a Francisco.
-Estamos a favor del libre ejercicio de la sexualidad y no por la represión contra homosexuales, divorciados vueltos a casar, a los que no se les permite participar plenamente en la eucaristía…
-Denunciamos con todas nuestras fuerzas los gravísimos problemas de pederastia que conculca de modo muy grave la dignidad de los menores y sus familias.
– Igualmente denunciamos las riquezas en la Iglesia y el escándalo de las inmatriculaciones y otras muchas cuestiones que, por no alargar, no es posible seguir señalando.
Curiosamente la Iglesia Católica, en sus discursos se manifiesta a favor de los Derechos Humanos en la Sociedad (aunque es de los pocos estados que no ha firmado aún la Declaración de los Derechos Humanos), pero no los cumple al interior de ella misma como hemos dicho.
En muchas ocasiones los Movimientos a los que pertenezco hemos sacado comunicados públicos en apoyo de los derechos humanos en la Sociedad y en la Iglesia o denunciando que no se cumplen.
Y lo seguiremos haciendo porque es algo fundamental en una visión cristiana de la vida.
La economía del Bien Común y los derechos humanos. 2Pedro Castilla Madriñán es miembro de la Asociación Economía del Bien Común de Cádiz, Comunidades Cristianas Populares, Comités Oscar Romero, Reflexión y acción, entre otros.
“La Economía del Bien Común es semejante a los Derechos Humanos”, dice Christian Felber. Y no le falta razón al fundador de tan esperanzadora alternativa económica mundial.
La EBC, se fundamenta en valores éticos como la dignidad humana, la solidaridad, la justicia social, la sostenibilidad ecológica y la participación democrática con su transparencia. Son los valores que priman en el Balance del Bien Común para cualquier empresa, asociación o institución que desee acogerse a sus principios. Muy semejante a los principios fundamentales que persigue la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Ambas asociaciones también se declaran apartidistas porque sus principios, tanto económicos como humanos, deberían entroncarse intrínsecamente en cualquier opción política que se manifestase democrática. Deberían conformar unas aspiraciones esenciales para cualquier programa político que anhelara verdaderamente el Bien Común de la ciudadanía y cumplir con lo establecido en sus Constituciones y Declaración de los Derechos Humanos.
La dignidad humana representa para la EBC el mayor de los valores. Dignidad humana quiere decir valor en Igualdad. Sin condiciones e inalienable. Sólo hace falta nacer para merecer tan intransferible e irrenunciable derecho. Casi todas las Constituciones lo recogen, al igual que la Declaración de los Derechos Humanos, pero, desgraciadamente, pocos países la cumplen.
La desigualdad se ha instalado en numerosos aspectos de nuestra convivencia humana. Es una lacra del actual sistema económico, político y laboral. Pareciera que se hubiese diseñado desde las tinieblas inhumanas. Es notable y abrumadora la desigualdad económica existente a nivel mundial, también ante la Justicia, la propiedad, de género, empresarial, mediática –según qué países, partidos o personas se alinean o no con el poder establecido- y entre los países poderosos y los empobrecidos. La opulencia y bienestar de los ricos se alimenta de la pobreza y miseria de los innumerables ninguneados.
Cuando se decía que en Occidente se había alcanzado la “sociedad del bienestar”, en realidad ese bienestar se reducía al 20%, el otro 80%, en un gradiente progresivo de precariedad, vivía y vive fuera de este recinto, en condiciones de extrema pobreza llegando a la inanición y muerte.
Esta alarmante desigualdad conduce al doloroso sino de los emigrantes, los refugiados, los desahuciados, los desempleados, los hambrientos, los empobrecidos, la violencia machista, las inverosímiles condenas, al saqueo de los pueblos, a los suicidios…
Cuando en una comunidad de seres humanos no se preserva sistemáticamente la dignidad de cada individuo, tampoco se protege la libertad. Del idéntico valor de todos los seres humanos proviene nuestra igualdad, en el sentido de que, en una democracia, todas las personas deben disfrutar de los mismos derechos, las mismas libertades y oportunidades. Sólo entonces, cuando realmente todos disfrutemos de las mismas libertades, se dará la condición necesaria para que seamos realmente libres. La dignidad humana es la premisa para la libertad.
La desigualdad también nos conduce a la exclusión y, por tanto, a la ausencia de fraternidad.
Sin los tres fundamentales pilares en los que se basa la democracia: Igualdad, Libertad y Fraternidad, puede afirmarse que, en estos momentos, tampoco se está produciendo la auténtica democracia. Otro pilar fundamental de la EBC y de los DD.HH.
Todo el mundo tiene hoy la conciencia y la añoranza de una sociedad más justa, más solidaria y más democrática. La EBC plantea las mismas libertades, los mismos derechos y las mismas oportunidades para todos. Y para ello, se hace imprescindible limitar la funesta desigualdad existente.
Se han sustituido los valores éticos por los valores del Mercado. Se han suplantado los Derechos Humanos por los derechos del Mercado. Al perseguir ciegamente el aumento del capital financiero y no el bienestar de todos, el capitalismo patriarcal reinante, está destruyendo los fundamentos vitales del ser humano y de la Economía. Y cuando los recursos naturales, también son usados como un instrumento y no como un recurso a proteger, este cruel Neoliberalismo, depredador de personas y naturaleza y en una consciente pérdida de sentido, está conduciendo a la humanidad y al planeta a una turbulenta espiral apocalíptica.
El deber supremo de las personas de bien es no desfallecer y actuar con la renovada conciencia de que el “por-venir” está “por-hacer”. Rigoberta Menchú, decía: “Cada día debemos recibir el amanecer como se merece”. Debemos situar nuestra conducta, entusiasmo y voluntad de cambio en sembrar continuas semillas de solidaridad, de igualdad, de fraternidad y de luchar contra toda injusticia humana porque, de no hacerlo, estaremos permitiendo que se establezca.
Podemos y debemos construir el futuro. Los principios democráticos deben volver a inspirar las pautas económicas, dejando en su justo lugar a los valores mercantiles. Y los Derechos Humanos, deben conformar la conciencia de todo ser humano de bien.
El siglo XXI, debe representar el tiempo donde tenga lugar la inflexión histórica del poder de la fuerza a la fuerza de la razón, la palabra y la dignidad humana.

lunes, 19 de noviembre de 2018

Morir no es lo que parece...Enric de Benito. Foro Gogoa. 15 /11/2018

noticias de navarra.
ENRIC BENITO | MÉDICO ESPECIALISTA EN CUIDADOS PALIATIVOS

“Morir es un proceso interesante, no duele y termina bien”

Enric Benito, doctor en Medicina con larga experiencia clínica en Oncología y Cuidados Paliativos, pertenece al Grupo de Espiritualidad de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos. 550 personas acudieron a su charla en el Foro Gogoa
JAVIER PAGOLA | UNAI BEROIZ - Domingo, 18 de Noviembre de 2018 - Actualizado a las 06:01h
Enric Benito. (UNAI BEROIZ)


PAMPLONA- Enric Benito repite a menudo que “morirse es normal, y que siempre acaba bien”. Lo primero es claro: Borges escribió que “morirse es una costumbre que tiene la gente, como la siesta”. Pero, ¿cómo es eso de que siempre acaba bien?
-Cuando yo intento hacer pedagogía, me enfrento a una sociedad donde el miedo y la ignorancia son tan grandes que me doy permiso para provocar un poco con mi lenguaje. Morir es el proceso más interesante que vamos a hacer en nuestra vida. Son momentos de máxima intensidad vital y antropológica. No estar preparados para morir es una lástima, y tener miedo de la muerte es perder la vida. Muchos vivimos en la periferia de nuestra profundidad, no nos conocemos, y despedirnos de nosotros mismos sin conocernos es muy triste: de ahí vienen el miedo y la incertidumbre. Morirse no es fácil, pero ni es tanto como piensa la gente, ni algo tan ligero como lo pinto yo. Bueno, para empezar, nadie se queda medio muerto;el proceso acaba con la gente bien muerta. Los tiempos cambian y, como dijo un humorista: “antes la gente se moría más joven y a la primera;ahora morimos de mayores y después de varios intentos”. Pero es que, después de mi experiencia a pie de cama con cientos de pacientes en agonía, acercándome con respeto, interés y curiosidad para entender ese proceso, me he llevado muchas sorpresas. Siento, experimento, que todo acaba bien, en una conciencia feliz, tras encontrar lo más íntimo y hondo de nuestro interior. Y he concluido que resistirse no evita el proceso de morir, sino que lo complica.

¿Usted no tiene miedo a la muerte? ¿Qué sentido tienen la vida y la muerte? ¿Cómo las considera?
-No tengo miedo a morir. La muerte no es, como algunos dicen, “el final de la vida”. Y lo dicen porque no quieren nombrar a la muerte. Pero la muerte no es más que el espantapájaros que hemos vestido con nuestros miedos. La vida no tiene final. Lo que tiene final es nuestra pequeña biografía. No existe la muerte, existe el proceso de morir. Como el de nacer. Hay un “morimiento”, como hay un nacimiento. Tampoco hay “enfermos terminales”, sino “enfermos culminales” que despiertan a un máximo de conciencia. Tener una confianza de base en la vida es fundamental. Hay motivos para preguntarse y descubrir qué hemos venido a hacer aquí y, luego, ser coherentes.
¿Por qué dice usted además que “morir no duele”?
-El hecho de morir no duele;lo que puede doler es la enfermedad social que puede llevar a sufrir. Solemos repetir en cuidados paliativos que “los cuerpos duelen, y las personas sufren”. En el siglo XXI tenemos morfina y metadonas que permiten controlar el dolor. El sufrimiento existencial, las preguntas como ¿por qué me pasa esto ahora?, no se pueden curar con medicamentos. Buscamos pues otras ayudas en el acompañamiento en paliativos, que no existen como servicio específico en la mayoría de los hospitales, aunque puede haber personas formadas para ello. Pero en los hospitales hemos complicado y medicalizado en demasía un proceso que no es médico ni sanitario. En países industrializados, como el nuestro, el 70% de las personas muere en un hospital, el peor lugar para morir. Porque nadie sabe cómo atender bien el proceso de morir, excepto los pocos profesionales de cuidados paliativos. Un indicador de cómo muere la gente en el hospital, es cuántos mueren con el suero o el oxigeno puestos, lo que es una mala praxis clínica: nadie necesita oxigeno ni suero parara morirse. Sucede que los sanitarios que cuidan hacen ver que hacen algo, porque no saben qué hacer.
¿Hay sufrimiento entre los profesionales sanitarios?
-Yo sé que todo el personal médico, de enfermería y auxiliar es gente buena y bien intencionada para aliviar el dolor y el sufrimiento ajenos. Pero en mi testamento vital he dejado dispuesto que yo no quiero ir a una Unidad de Cuidados Intensivos. Un día, en un curso con profesionales, dije: “Hay un mantra repetido entre los sanitarios intensivistas: Este enfermo no se muere en mi turno”. Y, después que dije eso, sonó un aplauso atronador. Sí, hay sufrimiento entre los profesionales, precisamente porque saben cómo combatir el dolor, pero no tienen herramientas para dar respuesta al sufrimiento humano.
¿Qué razones llevaron a un médico oncólogo como usted a dedicarse a cuidados paliativos?
-Años atrás la realidad no se escondía. El proceso de morir y los velatorios sucedían en las casas. Mi biografía, vital y académica, explica mi trayectoria personal. En los últimos años 50, cuando yo tenía 9 años, vi morir a mi abuelo entre dolores terribles porque entonces no se podía utilizar la morfina;lo que pasé me dejó muy marcado y me prometí que aquello no acabaría así. De joven estudié Medicina, me especialicé en Oncología, investigué y trabajé como clínico durante 23 años. Tuve una honda crisis personal, porque me di cuenta de que lo que hacía era tratar tumores y lo que yo quería era acompañar y ayudar a personas. Entonces pasé a cuidados paliativos y en ello he estado casi 20 años. En 2004 constituimos, dentro de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL) el Grupo de Espiritualidad, y me dedico a la docencia en talleres, compartiendo experiencias con profesionales, y a dar charla.
¿Qué necesitamos las personas al morir?
-La muerte es un proceso natural en que la persona necesita intimidad, ser reconocida, no tener dolor, tener un entorno de afecto, seguridad y confianza y ser cuidada integralmente para poder cumplir tres tareas: aceptar lo vivido, conectar con lo querido y entregarse a lo pertenecido, a su fe o sus convicciones hondas. Humanizar el proceso de morir significa reconocer nuestra vulnerabilidad, pero sin olvidar lo que en el fondo somos, nuestra dimensión trascendente.

La Sociedad Española de Cuidados Paliativos va formando profesionales para humanizar y acompañar el proceso de morir. ¿En qué cosas insisten?
-Se trata de conocer bien, a partir de la experiencia clínica, lo que sucede en ese proceso de morir;y hay que trabajar las actitudes y herramientas que debe tener quien acompaña. Además, para el acompañamiento espiritual, hemos construido un mapa de la arquitectura interior del ser humano y un cuestionario para trabajar las relaciones del enfermo con su interior, con otras personas y cosas, y con la realidad transpersonal y trascendente.
Cuando le llega el momento, ¿cuánta gente sabe que se va a morir?
-Una de las cosas fundamentales que debemos saber -y eso lo he aprendido y estoy seguro de ello- es que nadie se muere sin saber que se está muriendo. Cuando le sustraes a una persona la información fundamental de lo que tiene que saber, no puedes impedir que se dé cuenta de lo que le está pasando. El proceso de morir es un tiempo precioso para que cada persona haga las paces con su historia, deje las cosas como hay que dejarlas, y hasta pueda elegir la forma y la música de sus propios funerales. Hay personas que cometen otro error peor, no dejar al moribundo marcharse, y quieren retenerlo posesivamente;no, lo correcto es decirle que ha hecho bien las cosas en su vida, que se le quiere y que puede irse tranquilo y satisfecho.
Cuando la muerte está cercana, ¿cómo suelen comportarse las personas en ese trance?
-El itinerario básico en la cercanía de morir tiene tres etapas muy claras, que hemos podido señalar después de atender a cientos de experiencias y de repasar las tradiciones de sabiduría espiritual. Hay un primer tiempo de caos, miedo, incertidumbre y lucha, de negación de la realidad, de búsqueda de segundas opiniones u otros tratamientos, pero llega un momento en que las resistencias a morir no se sostienen. Aparece una segunda fase en que la persona tiene que hacer una aceptación y entrega a la verdad de lo que le sucede. Y tras ella viene una verdadera sanación, y se alcanza una transcendencia, en el sentido en que la explica Levinas, un “pasar y conocer” y llegar a una conciencia que no se tenía antes. Pero hay que darse cuenta de que eso no ocurre únicamente en el proceso de morir, sino en cualquier crisis existencial a lo largo de la vida. Muchos pacientes hacen un proceso en que se reblandecen sus resistencias a morir y emerge de sí mismos un potencial interno que antes desconocían. Pasan de la lucha a la aceptación y terminan diciendo: “Espero que todo vaya bien”. Algunos pacientes llegan al borde mismo del misterio con contracción, lucha y resistencia, y es en esos casos cuando la situación nos obliga a practicar la sedación y bajar el nivel de conciencia, como si se tratara de un parto en que el bebé se niega a nacer. Cualquier resistencia a un proceso natural, sea el alumbramiento o el proceso de morir, lo complica.
¿Qué es lo que en nosotros se resiste a la hora de morir?
-Las sombras, lo que no hemos vivido, las cosas que no tenemos resueltas, las que hemos dejado pendientes. Hay que prever que en cualquier momento nos puede llegar la hora de morir. Hay que vivir despierto, y en paz con nosotros mismos y con los demás, sobre todo con las personas que apreciamos.
Quiénes acompañan a otras personas en el proceso de morir, ¿qué actitudes deberían tener?
-Ante todo han de entender que morir no es fácil. Y que cada persona hace el proceso cuando puede y como puede. Pero los acompañantes pueden ayudar a facilitarlo. Debe haber una aceptación incondicional del otro;el acompañante no puede mentirle, ni juzgarle. En la propuesta de acompañamiento espiritual que nuestra comisión ha elaborado, indicamos que el acompañante debe tener tres actitudes: hospitalidad, presencia y compasión. Como dice el sacerdote norteamericano Henry Nowen, en su libro El sanador herido: “Hospitalidad es abrir tu casa para acoger al desvalido o extranjero, sabiendo que tu salvación llega en forma de peregrino cansado”. Pero, para abrir tu casa, tú mismo debes tenerla ordenada, conducirte con una cierta armonía interior, y no tienes que tener miedo a que aquella persona que acoges te ensucie un poco el sofá y te contagie algo de lo suyo. La Presencia es convertirse sin miedo en el espejo del otro: respetar y admirar la dignidad de esa persona. Y el arquetipo de la Compasión, en nuestra tradición, es el Buen Samaritano: para ser compasivo hay que ir despierto, ver al que está malherido en la cuneta, ser sensible a su sufrimiento, hacer lo posible para sacarle de su malestar, y tener confianza en que todo acabará bien. El filosofo Martin Buber dice que “a Dios nadie le ha visto, pero, cuando alguien sufre y otra persona se acerca para acompañarla, hay una presencia entre los dos que los transfigura”.
Dice que, para hacer un buen modelo de atención espiritual al enfermo, han construido un Mapa de la Arquitectura Interior del Ser Humano. ¿Dónde nace ese instrumento?
-Para hacer ese buen modelo bebimos de varias fuentes: nuestra práctica clínica grupal (yo he trabajado muchos años en una unidad de Cuidados Paliativos con 20 camas donde morían unas 300 personas cada año), la bibliografía médica que se viene publicando en todo el mundo, y todas las tradiciones espirituales de Sabiduría: Los Necrosales, los Libros egipcio y tibetano de los muertos, o el Ars Moriendi de finales de la edad media, inspirado en principios cristianos. Además, algunos de nuestro grupo teníamos una experiencia personal de sufrimiento bastante considerable. Así llegamos a comprender la Espiritualidad como “humanidad en plenitud”.
¿A dónde lleva ese mapa de nuestra arquitectura interior?
-Lo que constituye a todo ser humano, sea o no sea creyente, su constitución interna es Conciencia: un dinamismo que le impulsa a un anhelo infinito de plenitud: las búsqueda de la excelencia, de la virtud, de la felicidad. Somos seres en relación, una triple relación, con nosotros mismos (intra), con los demás y lo demás (inter), y con el fundamento que nos sustenta (trans). Todo ello culmina que el proceso de morir, en que cada persona debería hacer tres tareas: La primera (intra) es aceptar la vida vivida con todos sus gozos y sombras y reconocer que todo habrá tenido algún sentido. La segunda (inter) es conectar con lo querido, porque necesitamos perdonar y sentirnos perdonados y reconocidos. Y la tercera entregarse a lo pertenecido, a las creencias y convicciones hondas, y al legado personal de humanidad que uno deja.
Parece que siempre quedará presente el misterio del mal, porque hay mucha gente que no muere en su cama. Millones de personas han muerto y mueren de manera injusta y en nuestro mundo, cada día mueren 19.000 niños por causas evitables.
-No tengo respuesta para ese asunto. Mi experiencia es atendiendo a pacientes oncológicos y en cuidados paliativos. Solo se me ocurre decir que, cuando uno es pequeño y tiene poco conocimiento de la vida, puede creer que todo es caos y desorden. Pero, cuando llega a tener un conocimiento más elevado, su percepción y experiencia cambia. Cuando alguien se pregunta por la injusticia y sus porqués, es como si un grano de arena del desierto se levantara y quisiera hacerle una auditoria al universo reprochándole que esto está mal montado y hay que cambiarlo. El cosmos entero debe reírse y responder: ¿pero a dónde vas tú, si no has entendido nada? La pregunta del millón -decía Albert Einstein- es si el universo es un lugar acogedor o un lugar amenazante, si es un cosmos o es un caos, si puedes confiar o tienes que desconfiar. No tengo una respuesta, pero me imagino que hay un orden, aunque yo no lo entiendo. Y no hago una apreciación de lo que está mal, porque eso no me toca.
Está planteado el debate social sobre la eutanasia. Antropólogos, profesores de ética y teólogos católicos -como Hans Küng en su libro Una muerte feliz- hablan de que la persona puede y debe llegar a ser responsable de su propio proceso de vivir y morir. ¿Cómo lo ve usted?
-Hablaré desde donde me corresponde: Soy miembro de honor de la Sociedad de Cuidados Paliativos, que está preocupada porque los cuidados de calidad para acompañar y aliviar el sufrimiento no llegan siquiera a un 45% de todos los españoles. Desde nuestra posición experta, profesional y humana nos parece prioritario legislar sobre la necesidad de extender los cuidados paliativos a todos los ciudadanos. Personalmente no estoy en contra de que se legisle sobre la eutanasia. Pero, en este momento, me parece un postureo político, interesante para algunos pero no prioritario para la comunidad. Lo que urge es formar profesionales, quitar el miedo a la muerte, y acompañar bien. Aun así, encontraremos gente que tiene derecho a reclamar eutanasia, y esas personas tienen que ser escuchadas.
Otra entrevista de interés: https://www.eldiario.es/norte/navarra/cuidados-paliativos-ciudadania-extraordinario-sufrimiento_0_837116433.html

las claves

“Entre nosotros, el 70% de las personas muere en un hospital, el peor lugar para morir”
“Los cuidados paliativos no alcanzan ni al 45% de la población. Extenderlos debe ser tema prioritario”
“No me opongo a legislar la eutanasia: hay personas que tienen derecho a reclamarla y deben ser escuchadas”