viernes, 5 de julio de 2019

El Obispo de Cádiz y los despidos. Pedro Castilla.(CCP- Andalucía)


Desgraciadamente nos encontramos ante una Jerarquía eclesiástica más preocupada por el mantenimiento de la Institución que por defender una vida digna para todas las personas, más preocupada por salvaguardar la financiación por parte del Estado que por implantar una ética universal basada en los Derechos Humanos y por imponer su rancia doctrina y moral que por impulsar el Evangelio de Jesús. Ante esta triste y preocupante realidad no nos debe extrañar que el señor Zornoza, obispo de la capital europea del paro, como es la Bahía de Cádiz, haya despedido en los últimos cuatro años a más 20 empleados de la Diócesis. Superándose, recientemente, con el despido y desahucio de un matrimonio cercano a los 70 años, que cuidaban de un convento, desde hacía más de cuarenta.
Todos estos despidos han sido objeto de procedimientos judiciales, con sentencias condenatorias al obispado, y motivo de protestas por distintas organizaciones cristianas y parte del clero. En una zona de gran afluencia de pateras provenientes de África, el obispado también cerró una casa de acogida para migrantes, ubicada en una parroquia de Algeciras, cuyo párroco fue cesado fulminantemente por el propio obispo, enterándose aquel por la prensa. Andrés Avelino, como se llama el ex párroco, es una persona muy querida en Algeciras por su admirable labor social en favor de los más necesitados y de los migrantes. Nadie entendió esta injusta sustitución en una parroquia que, posteriormente, quedó vacía de actividad social y de feligreses.
El sr. Zornoza, también cerró en Cádiz capital una casa de acogida para personas sin hogar, despidiendo al mismo tiempo a todo el personal que los atendía. Con ello se demuestra que su gestión se basa en la rentabilidad económica, muy alejada de los principios evangélicos y en el apoyo fraterno a las personas y familias en situación de vulnerabilidad. Para el Sr. Obispo es muy fácil jugar a empresario utilizando dinero de la diócesis, recibido de distintas fuentes, y que debe ser administrado de acuerdo a las necesidades reales, prestando especial atención a los más débiles (personas sin hogar, desahuciados, desempleados, emigrantes, familias en extrema pobreza…) y con el consenso de consejos diocesanos de presbíteros y seglares que, desde que este obispo ocupa la sede diocesana, no funcionan.
Estas indignadas organizaciones cristianas y parte del clero de la diócesis de Cádiz, han puesto los referidos hechos, y otros muchos más, en conocimiento de la Conferencia episcopal, del Nuncio del Papa en España y de diversos arzobispados, pero ante la ausencia de respuesta y el recrudecimiento de la diócesis, han enviado al Vaticano un extenso y minucioso informe sobre la gestión “empresarial” del obispo y su ecónomo, totalmente contraria al espíritu evangélico.
Como suele decir Enrique de Castro, no nos debe extrañar que tantísimos jóvenes, amigos y compañeros de colegios católicos, al pasar a la Universidad o al mundo del trabajo, abandonen o renieguen del atracón religioso recibido en la infancia y adolescencia. El problema estriba en que su punto de referencia era, y todavía lo es, la institución eclesiástica. Al rechazarla han rechazado también los orígenes. No han sabido distinguir entre la institución iglesia y el Proyecto de Jesús de Nazaret, porque ésta ha ocultado, con su práctica y dialéctica, lo que significa la Buena Noticia de liberación y salvación para el ser humano, priorizando y resaltando un conglomerado de dogmas, ritos, normas morales, preceptos y lujosos templos y ropajes.
Ese ocultamiento del Mensaje de Jesús, supone una gran afrenta contra el propio cristianismo y contra la esperanza que puede suponer su Proyecto para el mundo.
Esta jerarquía eclesiástica, además, se identifica mucho más con las clases sociales poderosas que con las clases humildes y sufrientes de las consecuencias de aquellas, difuminando, aún más, esa imagen del Nazareno cercano a los últimos y desprotegidos, que luchaba por sus vidas contra toda esperanza de ella. Esa es la verdadera esencia del cristianismo: un verdadero amor basado en la justicia social, en la igualdad y en la fraternidad universal.
Hoy, donde la Ley castiga a quien da asilo a un emigrante o lo salva de morir ahogado en el Estrecho (ya decía Jesús: “No está hecho el hombre para la Ley, sino la Ley para el hombre) y donde la religión católica se ha apartado tanto de las practicas del cristianismo, se hace necesario, más que nunca, ser insumisos a esos que imponen la Ley o la religión por encima del ser humano.
En la Mesa de Jesús de Nazaret, pueden participar los ateos, agnósticos y creyentes de cualquier religión. También están especialmente invitadas todas aquellas personas que sufren los padecimientos de este cruel sistema económico, depredador de personas y naturaleza y, por supuesto, todos aquellos desempleados a los que se les niega la vida, conjuntamente con las de su familia. Esos también tienen un lugar privilegiado. Pero no tienen cabida todos aquellos que condenan al inhumano desempleo a los preferidos de Jesús. Por mucho que se obstinen en gritar su nombre, aquellos que niegan la Vida a los demás nunca merecerán tenerla.
Pedro Castilla Madriñán. 
Comité Oscar Romero de Cádiz. 
Grupo cristiano de acción y reflexión de Cádiz. 
Comunidades Cristianas Populares de Andalucía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario más arriba, donde dice "Introduce tu comentario". Gracias.