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miércoles, 25 de mayo de 2016

La Humanidad de Jesús. Jose María Castillo. En Religión Digital.

El teólogo español, citado por el Papa, publica "La Humanidad de Jesús" (Trotta)

José María Castillo: "Jesús vivía con la gente; ésa es la cristología que aprendieron los apóstoles"

"En la Iglesia ha habido más dificultad para aceptar la humanidad de Jesús que su divinidad"

Jesús Bastante, 21 de mayo de 2016 a las 12:08
 Los apóstoles no aprendieron cristología leyendo libros sobre el tema ni escuchando conferencias, ni Jesús se dedicó a dar charlas de Teología. Se dedicó a vivir de una manera. Y seguirle era vivir de esa manera cuanto era posible
José María Castillo publica 'La humanidad de Jesús' (Trotta)/>

José María Castillo publica "La humanidad de Jesús" (Trotta)

  • 'La Humanidad de Jesús', de José María Castillo (Trotta)
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  • 'La Humanidad de Jesús', de José María Castillo (Trotta)
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(Jesús Bastante).- Es uno de los mejores teólogos españoles. Tanto, que el propio Papa Francisco está tomando "prestados" algunos de sus conceptos, ligados a la Teología Popular. Ardoroso defensor de la libertad, José María Castillo presenta su último libro, "La Humanidad de Jesús" (Trotta), donde defiende una fe frente a los que, hoy como ayer, prefieren lo artificioso y lo ritual. "Nos sobra religión y nos falta humanidad".
¿Qué quieres decir con esta frase?
Cuando se estudia en Teología la figura de Jesús, resulta que históricamente, en la Iglesia ha habido más dificultad para aceptar la humanidad de Jesús que la divinidad de Jesús. Lo cual quiere decir, que si entendemos por lo divino todo aquello que se encarna en lo sagrado, en la Iglesia manda más lo sagrado que lo profano. Que, traducido al problema que yo planteo aquí, quiere decir que lo sagrado manda más que lo humano y se superpone a lo humano.
Nos encontramos con la dificultad que estamos experimentando con tanta frecuencia y en asuntos enormemente importantes. Por ejemplo, cómo en nombre de un presunto derecho divino se limitan o sencillamente se eliminan los derechos humanos.
En nombre de lo divino o sagrado, se limita la libertad para pensar, hablar, escribir... Cosas tan elementales como es amar. Y aprovecho para recordar un artículo que me impresionó mucho de Karl Rahner en el que se preguntó por qué para amar más a Dios, tenemos que amar menos a un ser humano. O tenemos que renunciar al amor humano.
Eso es muy extraño. Porque una de las cosas que más cautivan del Cristianismo es, precisamente que Dios se hace hombre para asumir todo el pecado de la humanidad y ofrecer una nueva puerta de salvación. Y sin embargo, la figura de Jesús que debería de ser el más humano de los hombres, se ha trasladado a una excesiva divinización de su figura, como planteas en el libro. Como si no fuera importante que Dios se hubiera hecho hombre, que es el germen del Cristianismo. Sin este hecho, es imposible que suceda la salvación.
Es la clave. No podemos olvidar que nosotros no somos de condición divina. Sino que somo seres humanos. Y desde lo humano tenemos que comprender lo transcendente. Lo divino. Y no nos es posible, porque Dios no está a nuestro alcance. Si lo estuviera, sería un ser todopoderoso, pero no Dios. Ni siquiera el concepto de infinito, porque esto significa lo humano, pero sin límites. Y Dios no es ni eso, es una realidad que está en un ámbito al cual no tenemos acceso. Es incomunicable en ese sentido.
El Cristianismo, ¿qué solución le ha dado a ese problema?, pues sencillamente, el "Misterio de la Encarnación", donde el transcendente se ha hecho visible, tangible y cercano, humanizándose. Y se humanizó en Jesús que, sin dejar de ser divino, se hizo plenamente humano. De tal manera que en la medida en que conocemos la humanidad de Jesús, es el único camino que tenemos para conocer qué es Dios, cómo es y lo quiere.
Y sin embargo, durante siglos se ha ido sepultando esa figura humana en una serie de normas, ritos, judicaturas, misterios, dogmas de fe, etc., que han convertido la figura de Jesús en algo distinto. Hasta el punto en el que la Iglesia de hoy no se parece a lo que Jesús quería, o se parece a lo que fueron promoviendo otros. Tú te centras mucho en la figura de Pablo.
Aquí hay varias cosas.
Primera: Jesús fue plenamente humano y el hecho es que los evangelios, tal como han llegado a nosotros, así lo presentan. Lo primero con lo que se tenía que enfrentar, fue con lo religioso y lo sagrado, tal como en aquél tiempo se entendía. Y por eso, Jesús se enfrentó al templo, a los sacerdotes y los rituales, a las normas religiosas. Y el enfrentamiento fue tan duro, que llegó un momento en el que la institución religiosa se dio cuenta de que, o acababan con él o él acababa con ellos. El final del capítulo XI del Evangelio de San Juan, después de la resurrección de Lázaro, es clave. El Sanedrín se reunió de urgencia y plantearon: o él, o nosotros.
Es interesante eso que dices porque Lázaro es una figura muy relevante y muy olvidada.
Además, cada día va ganando terreno relacionar el Lázaro de Juan, hermano de Marta y María, con el Lázaro del que habla Lucas en la parábola, el epulón, el comilón. Aquél se murió y fue al paraíso, y este ricachón se murió sin importarle la gente que se moría de hambre delante de él. Exactamente lo que se está conociendo y viendo ahora mismo en España. Ricachones que se hinchan de dinero y como ya no les cabe en los bancos de España, lo guardan en los paraísos fiscales del mundo.
Ya verás cuando salga algún obispo en los famosos papeles de Panamá.
Yo estoy temiendo que pueda suceder.
Vamos a dejarlo ahí.
Y mientras, estamos viendo familias sin trabajo, chiquillos sin escuela, enfermos sin remedio ni curación..., el desastre. Esto es el Lázaro del evangelio de Lucas. También el rico se muere, como todos estos que tienen los paraísos fiscales a sus pies van a morir. El epulón aquél que vestía de púrpura y oro y con comida banqueteada todos los días. Que pidió desde el Hades que Lázaro volviera de entre los muertos a avisar a sus hermanos, que debían ser tan sinvergüenzas como él.Pero Abraham le dijo: "A Moisés y a los Profetas tienen; ¡que los oigan a ellos!". Y eso es lo que toma el evangelio de Juan y conecta con la resurrección de Lázaro. Ahí está el muerto que resucita. ¿Qué decidieron los sumos sacerdotes?: matar de nuevo a Lázaro. Lo dice el evangelio de Juan, y por supuesto, a Jesús. Se reúne el Sanedrín de urgencia y allí se dieron cuenta de que el proyecto de Jesús era un conflicto imposible de conciliar. Y nosotros nos hemos apañado para hacerlo conciliable, que ni los sacerdotes del templo de Jerusalén ni Jesús lo hicieron. Nosotros lo hemos conciliado y así tenemos esta Iglesia. ¿Qué ha pasado? Que entre la muerte de Jesús y los evangelios aparece en el Nuevo Testamento la figura de Pablo.
Pero, si Jesús viene a modificar ese sistema, pues ese sistema le mata, y al final, con el paso del tiempo, conciliándolo, es ese sistema el que está venciendo en la Institución, ¿no estamos traicionando la nueva alianza que Jesús vino a traer entre Dios y los hombres?
La estamos traicionando y de ahí el conflicto, la tensión y los problemas que está sufriendo el papa Francisco. Porque el Papa es un hombre que por formación, su educación jesuita tuvo que ser más bien conservadora. Pero su humanidad es tan honda, tan sensible a todo lo que es el dolor humano, la injusticia contra los débiles, los niños, los enfermos..., que no puede callarse, ni aguanta el estar por encima de los demás, ni quiere tener privilegios. Hay teólogos que se preguntan por qué no toma decisiones más terminantes. Yo pondría a esos teólogos allí a que tomen las decisiones.


Además, yo tengo la opinión de que si este Papa u otro, quiere cambiar las cosas por medio de un golpe en la mesa, le estaría dando la razón a los que piensan que la Iglesia no tiene camino sinodal, dialogado. Pienso que está intentando repartir el juego y que todos nos sintamos responsables. Y los cambios que se están dando son porque el pueblo empuja. El concepto del pontificado de Francisco y el de Teología de José María del Castillo, son muy parecidos.
Bueno, es que cada día lo veo con más claridad, la cosa tiene que ir por ahí. Porque no se trata de cambiar cargos, ni en tomar decisiones en esto y lo otro. Lo importante es cambiar la manera de hacer Teología. La manera de gobernar. La manera de vivir cerca de la gente. Saber lo que demanda el pueblo.
Conversando ayer con Reyes Mate, gran pensador, sobre todo este asunto, él decía una gran verdad: las dos grandes cabezas pensantes que ha habido en el cristianismo en el siglo pasado fueron, primero, Bonhoeffer a quien mató el nazismo al final de la 2ª Guerra Mundial. Y el otro, Juan Bautista Metz, que dice una cosa impresionante: la cristología, es decir, el saber sobre Jesús y el poder hablar sobre él es constitutivo el seguimiento de Jesús. Los apóstoles no aprendieron cristología leyendo libros sobre el tema ni escuchando conferencias, ni Jesús se dedicó a dar charlas de Teología. Se dedicó a vivir de una manera. Y seguirle era vivir de esa manera cuanto era posible. Jesús vivía con la gente. Estaba cerca de los enfermos y los niños. De los pobres y los excluidos. Y esa es la cristología que aprendieron.
La novedad de este libro es explicar que entre Jesús y su muerte, y su nacimiento y los Evangelios, que son posteriores al año 70, están las cartas de Pablo. Que ni conoció al Jesús terreno de la historia, ni dio muestras de interesarse mucho por conocerlo.
Y tuvo sus conflictos con Pedro y con otros.
Y sobretodo, que sin conocer a Jesús ni los evangelios se puso a organizar las primeras iglesias. Las primeras comunidades eran iglesias domésticas. Como tenía la formación de un buen judío y su experiencia de Jesús era la del resucitado, eso fue lo que transmitió.
Más espiritual.
Más espiritual y más religioso. Más ritualista y normativo. Es verdad que Pablo explicó que todos somos iguales para la salvación, que no es la ley lo que nos salva. Pero todo mirando lo transcendente. En lo inmanente, lo que hizo fue organizar iglesias domésticas. Y si eran domésticas, debían de ser en casas. Y si se reunían en casas, tenían que ser de gente con dinero. Entonces lo que ocurría, era que los líderes de las iglesias eran gente con dinero.
Para hacerle justicia a Pablo, sin haberse arrimado a estos conversos ricos, la Iglesia no hubiera podido hacer todo el proceso de evangelización y toda la creación de una cultura y de una sociedad nueva a lo largo de todo este tiempo.
Efectivamente. Estoy completamente de acuerdo y me alegro de que saques el tema. Porque Pablo, como bien notó Hans Küng, hizo dos grandísimas y geniales aportaciones. Primera: extendió el cristianismo por todo el imperio. Por tanto convirtió el pequeño movimiento de Jesús en un movimiento universal, en lo que entonces era el mundo conocido. Y, en segundo lugar, socializó aquél movimiento en las costumbres de la sociedad. Pero aquello tuvo un precio, y eso lo explico yo en el libro.
Hay cuatro problemas en los que Pablo se atascó. Leyendo a Pablo saltan a la vista cuatro cuestiones que se relacionan muy directamente con la moral, que hoy nos preocupa y nos interesa.
Primero, el tema del sexo. Por qué el sexo masculino ha de ser más dominante, con más derechos y poder que el femenino. En definitiva, la desigualdad. La gente no cae en la cuenta de esto. No es lo mismo hablar de desigualdad que de diferencia. Porque la diferencia es un hecho, pero la igualdad es un derecho.
Segundo: el modelo de familia. El modelo patriarcal. Para mí lo más genial que ha escrito el Papa actual, es decir que el amor conyugal es un amor de amistad. Y lo argumenta y lo repite. Decir esto, es revolucionar la familia.
 O entenderla.
Claro. La tercera cuestión es la de la esclavitud. La esclavitud es la clave de la economía. Comprendo que esto es una lectura marxista. Pero es que en esto Marx dio en el clavo. Y esto explica por qué los ricos han podido acumular la riqueza que tienen: a costa de miles de millones de esclavos que han trabajado para ellos. Y sigue pasando hoy. Pero lo que ocurre, es que hoy sucede sin el estigma de la esclavitud. A primera vista todos somos iguales en dignidad y derechos, cuando en realidad no lo somos. Además, pasa otra cosa, antiguamente el que compraba un esclavo tenía que darle de comer todos los días. Hoy, el que tiene esclavos que trabajan par él, les da lo que considera. Y ya está. Los otros que se apañen y yo tengo una cuenta en Panamá.
Y la cuarta. Es el sometimiento a la autoridad constituida. No olvidemos, que cuando Pablo escribió esto era el tiempo de Nerón. Que no era precisamente un modelo ejemplar de gobernante. Al comienzo del capítulo XIII de la carta a los romanos, Pablo dice que la autoridad la establece Dios. Y por tanto, lo que manda la autoridad es voluntad de Dios. Y hay que someterse a Dios sometiéndose a la autoridad. Eso, lo predico yo hoy en cualquier esquina de Venezuela, o de Rusia, o de Francia, y me corren a gorrazos, con toda la razón.
Jesús no se metió en estos líos, sino que sencillamente vivió.
En realidad dijo que al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
Está diciendo que seamos ciudadanos, y buenos creyentes. Poner a cada uno en su sitio.
¿Qué imagen de Jesús tienes tú hoy? Después de tantos años de estudiarlo y de vivirlo.
Primero voy a decir cómo no me lo imagino. No me lo imagino como un cura. No sería obispo, por supuesto. No tendría ningún cargo. Sería un profeta itinerante que defiende con una vida intachable, y que podría ir diciendo: "si no creéis en lo que digo, por lo menos mirad lo que hago". Que es lo que Jesús no paraba de decir. O, con otra imagen: el árbol se conoce por los frutos que produce. Sería un profeta itinerante, cercano a todo lo que es sufrimiento, dolor, miseria humana. No porque hubiera hecho un voto de pobreza. Porque el voto que hacen hoy los religiosos de pobreza es una de la fuentes de seguridad más grandes que hay. Seguridad económica.
No te entiendo.
El que pertenece a una comunidad religiosa, tiene la vida asegurada. No le va a faltar nunca nada. Esto lo aprecia el que lo ha tenido y de pronto un día se encuentra en la calle. Es mi caso. La incertidumbre te plantea muchas preguntas que los que tienen voto de pobreza no se hacen.
Jesús estaría ocupado y preocupado por los pobres, pero no desde un voto de pobreza.
Claro, sería una persona que comparte la habilidad con esta gente, la condición, la suerte. Y sería un hombre enormemente libre, para hablar, para actuar. No andaría entremezclándose en partidos políticos, sino que andaría preocupándose de las necesidades de la gente.
Tenemos que terminar. Ese Jesús se parecería un poquito a ti.
No, en absoluto. Si quieres otro día dedicamos un tiempo a ese tema. Pero no me importaría. Yo no tengo nada que ocultar. Además, si llega el día de decir cosas, voy a decirlas.
No, se parecería a muchas personas buenas y desconocidas. Jesús, cuando se puso a reunir un grupo y dijo que era de Nazaret..., yo soy de la Puebla de don Fadrique, un pueblo perdido en el último rincón de la provincia de Granada. Soy un pobre que intento, busco, quiero, pero llego adonde llego. Que no es muy lejos.
Llegas mucho y llegas bien. Un placer, Jose María. Siempre lo es cuando vienes a presentarnos libros como este. "La humanidad de Jesús" editado por Trota. Cómprenlo y léanlo.
Gracias a vosotros y adelante con RD. Que es un elemento muy importante en todo el mundo hispanoparlante sobretodo.
Si prefieres ver esta entrevista pincha:

jueves, 19 de mayo de 2016

Espiritualidad XXI. José Arregui. Teólogo

Espiritualidad XXI

ArregiMañana, lunes 16 de mayo, en el centro cultural Koldo Mitxelena de San Sebastián, presentaremos el curso “Espiritualidad en el siglo XXI”.
Se impartirá en Arantzazu durante el curso 2016-2017, un sábado al mes(www.espiritualtasuna21.eus). Enseñarán conocimiento y experiencia testigos cualificados de nuestro tiempo y del Espíritu más allá del tiempo, más acá del espacio: sociólogas, psicólogas, artistas, científicos, filósofos, teólogos. Unos creyentes, otros agnósticos, pero ¿qué importan esas etiquetas para la espiritualidad? Nuestras aserciones no valen más que nuestras dudas, y nuestras certezas valen menos que nuestras preguntas, y todas las creencias –creaciones mentales, al fin y al cabo– no valen sino en la medida en que nos abren al Infinito más allá de nuestra mente. ¿Qué somos todos, al fin y al cabo, sino buscadores y caminantes, alumbrados por la sed y por el agua?
Necesitamos espiritualidad como necesitamos respirar. Hoy todavía, hoy sobre todo. Avanza el siglo XXI, y persiste la crisis, más aun, se agrava. La crisis económica es una crisis política. La crisis política es una crisis ética. La crisis ética es una crisis cultural. La crisis cultural es una crisis espiritual. Todas las crisis son una, como son uno el grito de la tierra y el grito de los pobres, el grito de la vida. Los pobres, la Tierra, la Vida reclaman una “valiente revolución cultural”, como ha escrito el papa Francisco. Y no será posible una revolución cultural sin una espiritualidad profunda.
Una espiritualidad de la vida. De la sensibilidad y del cuidado, de la emoción de la belleza, de la fe en la bondad. Una espiritualidad profética: realista, sí, pero también crítica e insumisa; pacífica, sí, pero también subversiva de todos los sistemas que nos ahogan. Una espiritualidad de la paz y de la justicia, pues no puede existir la una sin la otra. Una espiritualidad política, para una política planetaria digna de ese nombre, no prisionera de la Bolsa y de los paraísos fiscales.
Una espiritualidad que nos haga admirar el Misterio Que Es en el cosmos sin medida, en el cielo estrellado, en la piedrecilla del camino, en la hoja que vuelve a brotar, en los ojos de un niño, en el rostro de un refugiado o de un inmigrante. Una espiritualidad que nos abra los ojos para contemplar el universo como un inmenso corazón que late, la Tierra como un gran organismo que respira y quiere seguir respirando. Una espiritualidad que nos llene de asombro, respeto y humildad, de profunda compasión y ternura por todo lo que es, sufre y goza. Somos hermanos de todos los seres. Somos interser. Todos los seres intersomos.
Una espiritualidad que nos enseñe a estar presentes: a nosotros mismos, al otro, a todos los seres. A vivir el presente, sin aferrarnos al pasado ni temer el futuro, y a desapegarnos cada día de la ilusión de nuestro ego, fuente de tanto sufrimiento. Una espiritualidad que nos enseñe a vivir en la Presencia Buena que lo envuelve todo y habita en todo. A vivir atentos a lo Real que se manifiesta y se va haciendo, sin cesar, en todo lo real. A ser libres y hermanos. A escuchar el grito de los seres heridos. A presentir y acoger la Paz que sostiene y mueve todo, a sumergirnos en ella tanto en la meditación como en la acción.
Una espiritualidad con religión o sin religión, pero siempre más allá de la religión en cuanto sistema de creencias, ritos y normas, bajo la autoridad de un clero sagrado y masculino. La espiritualidad se está emancipando de las religiones: he ahí uno de los rasgos fundamentales de la revolución cultural de nuestro tiempo, ya emprendida hace 2.500 años por Confucio y Laozi en China, por Buda y Mahavira en la India, por Isaías y Jeremías en Israel, por Heráclito y Parménides en Grecia. Y luego por Jesús.
¿Se abrirá nuestra sociedad, laica por fin, a la brisa, al Silencio, al Misterio creador que une y mueve todo? ¿Se librarán nuestras religiones tradicionales, el cristianismo y el islam en especial, de sus lenguajes, creencias y estructuras del pasado? ¿Se dejarán prender por la chispa, la llama, el fuego de Pentecostés?
(Publicado en DEIA y en los diarios del Grupo NOTICIAS el 15-05-2016)

martes, 5 de abril de 2016

Resucitar. José Arregui. Teólogo

José Arregui1No frecuento las salas de cine, y solo por la prensa y algún tráiler conozco la película recién estrenada ‘Resucitado’. El director –no tiene poco mérito solo por haberse atrevido– vuelve a la historia de Jesús de Nazaret narrada por los Evangelios y a centrarse en la cuestión más espinosa: ¿Qué pasó con Jesús después de su terrible muerte en la cruz?
Su cadáver ha desaparecido y en Jerusalén circulan rumores de que ha vuelto a la vida. Si fuera así, sería el Mesías. Pilato, el procurador romano que lo había condenado a la terrible pena de la cruz, empieza a temer y encarga al centurión Clavius que busque el cadáver como sea, para acabar con los rumores y evitar un posible levantamiento “cristiano” o “mesiánico” (que significan lo mismo) por parte de los seguidores del profeta nazareno. Pero el cadáver no aparece, y el mismo Clavius empieza a dudar: ¿será el Mesías?
Parece que la película acierta a construir una historia que capta y sostiene el interés del espectador. No creo, sin embargo, que acierte a tratar el asunto de fondo, la resurrección, como nuestro tiempo lo demanda. A pesar de ello, la película, según cuenta Religión Digital, ha contado con el visto bueno del Vaticano y del propio Papa Francisco, y también con el del arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, que incluso ha posado con los actores.
Como cristiano que quiero ser y busco decir mi fe de manera creíble, me da pena, no por la película –que será buena si la historia, la ambientación y los actores son buenos, y parece que lo son–, sino porque constato de nuevo que la institución eclesial sigue anclada en parámetros del pasado. En parámetros que se han vuelto totalmente ajenos para nuestra sociedad en masa desde los 65 años para abajo. ¿Quieren hablar de Dios, de Jesús, de la Pascua, solo a los jubilados, y aun solo a una pequeña parte de ellos? ¿Creen realmente que el Evangelio puede ser todavía levadura y aliento para nuestra sociedad moderna del conocimiento? ¿O han desistido del todo? ¿O piensan que pueden seguir hablándonos hoy con el lenguaje de ayer? Nadie les entiende.
La institución eclesial y la teología oficial –y esta película de ahora– siguen encerrando el anuncio pascual, el mensaje de la resurrección, la buena noticia de la Vida en imágenes, conceptos, cosmovisiones del pasado: la resurrección como un hecho físico ocurrido al tercer día, la desaparición milagrosa del cadáver, la aparición igualmente milagrosa y selectiva de Jesús resucitado solo a algunos… Es como seguir diciendo que este mundo maravilloso fue creado en seis días, que el ser humano apareció en nuestro planeta por una intervención divina “especial” o que el sol gira en torno a la luna.
Es verdad que la Biblia y los evangelios lo cuentan así, pero seguir leyendo la Biblia y los evangelios de esa manera, a la letra, y empeñarnos en que la fe pascual conlleva la creencia literal en todo ese aparato imaginario y conceptual equivale a ser profundamente infieles al mensaje de la Biblia y del Evangelio.
La resurrección no sucede en nuestros parámetros de tiempo y lugar. No es temporal ni intemporal, sino transtemporal. No es espacial ni a-espacial, sino transespacial. No es histórica ni a-histórica, sino transhistórica. No la podemos imaginar, porque nuestras neuronas solo pueden imaginar 3 dimensiones. Pero la Resurrección o Dios o el Espíritu Vital no se pueden encerrar en nuestras 3 dimensiones ni en todas las otras que pudiéramos conocer o manejar.
Así pues, Jesús no resucitó “al tercer día” en Jerusalén, sino cada día de su vida, cuando respiraba el Espíritu de la Vida lleno de confianza, cuando era prójimo bueno y feliz, alentaba a los pobres a liberarse de su miseria, se enfrentaba al poder político y religioso, anunciaba y realizaba un mundo libre y fraterno, contaba parábolas consoladoras y provocadoras, curaba enfermos y les decía: “Levántate”, compartía la mesa con los excluidos de la sociedad y de la religión… Jesús resucitó en su vida, cuando vivía y hacía vivir. Por eso resucitó también en la cruz, cuando entregó del todo su aliento vital.
Lo mismo nosotros. No resucitaremos “al fin del mundo”, ni en el “valle de Josafat” o en “el otro mundo”. Como Jesús, resucitamos en cada instante de bondad creativa –por incipiente y fragmentaria que sea– de nuestra vida cotidiana. Resucitamos a la Vida cuando acogemos a los refugiados –el Viviente se nos hace presente en ellos–, y si no los acogemos nos morimos. Resucitamos a la Vida cuando resucitamos a los que mueren: está en nuestras manos. Está en nuestras manos, por ejemplo, resucitar a esos niños –2 cada día– que se ahogan en el Egeo y el Mediterráneo, y van más de 340 niños y niñas ahogadas en los últimos 6 meses en el Mediterráneo, convertido en “la fosa común más grande del mundo” (Nuria Díaz, portavoz de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado). ¿Cómo los resucitaremos? Recibiendo en nosotros, respirando hondamente su tierno, poderoso, aliento vital, y haciéndolo revivir en todos los niños y niñas amenazadas de muerte. Resucítalos y estarás resucitando.
Si tus entrañas se compadecen, si tus manos se abren, si en tu desaliento te levantas, si vuelves a confiar en el otro, si tu mirada se amplía, entonces resucitas como Jesús, como toda vida buena, como la semilla y la hoja en primavera.
Escucha en lo más hondo de ti las palabras del resucitado a María de Magdala: “¿Por qué lloras, María? ¿Por qué buscas el cadáver? ¿Por qué te aferras al pasado? No te apegues a la forma perdida. Descubre la vida, la presencia nueva. Vive”. Escucha lo que dice el misterioso caminante pascual a la pareja de Emaús: “¿Por qué volvéis atrás y camináis cabizbajos? ¿Por qué creéis en el poder de Pilato, en las mentiras europeas, en la dictadura financiera más que en el poder del Espíritu? ¿Por qué creéis en la muerte más que en la vida? Abrid vuestra mente, vuestro corazón, vuestras manos. Creed en la vida nueva. Construid un futuro nuevo. Resucitad cada día al ‘más allá’ divino que es el corazón del ‘más acá’”.
José Arregi
(Publicado en DEIA y en los Diarios del Grupo NOTICIAS el 3 de Abril de 2016)

lunes, 28 de marzo de 2016

L@s laic@s también también pedimos respeto. Elisa Berni. eldiario.es

Yo, tengo que reconocerles que veo un uniforme al lado de un Cristo y me atraganto
No me suelten lo de la tradición. Una tradición sólo es una cosa que se repite desde hace mucho tiempo y puede ser una barbaridad como lo es, sin duda, la tradición de la ablación en muchos países musulmanes
Susana Díaz conoce el Cristo de Mena y el Cautivo de Semana Santa de Málaga
Susana Díaz conoce el Cristo de Mena y el Cautivo de Semana Santa de Málaga EFE

Pedimos respeto y el cumplimiento de la Constitución. Parece que no pudiéramos hacerlo. Que no estuviera bien que dijéramos que nos chirrían las meninges cuando vemos a instituciones del Estado -de ese Estado aconfesional que también es el mío- en actos puramente confesionales y de una única confesión además. Yo, tengo que reconocerles que veo un uniforme al lado de un Cristo y me atraganto. Lo curioso es que sería lo lógico,que se nos atragantara a todos. Por contra pasan los años y pasan las Transiciones y la transición a la normalidad en materia de religión y uso de instituciones del Estado no termina de resolverse. Es más, se les atraganta a todos los gobernantes que lo intentan.
La presencia de unidades militares con uniformes, armamento y sus mandos naturales en procesiones católicas debería atragantársele a todo ciudadano que entienda que las instituciones del Estado no están al servicio de ninguna confesión, no están concebidas ni deben usarse para adornar y dar lustre, como si fueran romanos de atrezzo, y deben mantener la neutralidad religiosa. A los católicos, además, debería revolverles que en una conmemoración de lo que ellos creen es la muerte del hijo de Dios, por amor al hombre para su redención, aparezca ningún tipo de simbología bélica. A Cristo le escoltaron los soldados pero para ajusticiarlo.
No me suelten lo de la tradición. Una tradición sólo es una cosa que se repite desde hace mucho tiempo y puede ser una barbaridad como lo es, sin duda, la tradición de la ablación en muchos países musulmanes. Aquí de lo que hay tradición es de mezclar los poderes del Estado con los poderes fácticos para mostrar y demostrar al pueblo que el poder es uno y que mejor andarse con ojo. Así que seguimos teniendo a ministros que condecoran vírgenes y a estatuas que llevan fajín de general. Y todo tan normal, oigan. Imagino un buda con chapiri y bastón de mando y me produce el mismo efecto. 
Como llegó el momento en el que pagar del erario público tales excesos devino insostenible, se traspasó a las cofradías el coste de las dietas y manutención de los soldados españoles. Según datos de La Opinión de Málaga, unos 120€ por soldado y día. La supuesta solución tropieza con otra cuestión difícil de asumir: ¿por qué paga nadie que no sea el Estado a un soldado?, ¿es que los soldados españoles se alquilan?, ¿puede hacerlo cualquiera?, ¿terminarán en bodas y bautizos?
Ese mismo despropósito se produce en las múltiples procesiones denominadas de “La Sentencia” en las que los jueces decanos o jueces designados por estos encabezan también una procesión católica.Con toga y puñetas. ¡Oiga, que son también los jueces de los laicos, de los ateos, de los agnósticos, de los musulmanes y los budistas! ¡Que son un poder del Estado! Más inri tiene aún el hecho de que las cofradías -asociaciones confesionales católicas- tengan el privilegio, que ninguna otra asociación tiene en este país, de designar con nombre propio a presos para su indulto. Lo que significa que el anacrónico derecho de Gracia del Gobierno se transfiere a unas entidades religiosas sin que, por ejemplo, se sepa que los Testigos de Jehova, los colegios de abogados o los masones puedan conseguir indultar a quienes deseen. Pues ahí seguimos.
Es increíble que aún no se haya conseguido avanzar en ese terreno. ¡Ese es el poder que una sola confesión sigue teniendo en esta democracia avanzada! Felipe González se atrevió a retirarles los honores militares a las imágenes pero se los mantuvo al Santísimo. La revolución la trajo Chacón con el Real Decreto 684/2010 de 20 de mayo por el que se cambió el reglamento de honores militares y estos se retiraron a todo tipo de representación religiosa reservándolos para la bandera, el Rey, algunas autoridades y los mandos militares. La que se lió fue parda y aunque el Tribunal Supremo acabó fallando que tal reforma era perfectamente ajustada a ley, desde la llegada de Rajoy al poder se mira para otro lado y no se actúa cuando se incumple flagrantemente. Con lo que le gusta al PP decir que las leyes están para cumplirlas.
Así que un año más seguimos atragantándonos. Y aún escuchando como se soliviantan algunos por la reducción de presupuestos que los alcaldes del cambio han aplicado a esta partida en algunas ciudades.
Espero que llegue un gobierno con agallas que devuelva la cordura a este tema. Que los uniformes fardan y adornan en las procesiones ya lo sabemos, no hay más que ver el estilismo de las bandas de música, pero de ahí a que les alquilemos a nuestros militares para lucirlos y para soldarlos simbólicamente a unas ideas concretas, va todo un camino constitucional.

miércoles, 9 de marzo de 2016

Construir Puentes. Miguel Santiago Losada. Diario de Córdoba 09/03/2016

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Vivimos en un mundo alarmantemente inhumano, injusto e insolidario, visibilizado por la ONG Oxfam en su informe anual, al afirmar que las 62 personas más ricas acumulan la misma riqueza que los 3.600 millones más pobres. De estas terribles diferencias tampoco se libra España que, según el informe de la OCDE, sigue estando a la cabeza de la UE en el crecimiento de la desigualdad desde el inicio de la crisis, tan solo por detrás de Chipre. La distancia entre ricos y pobres ha crecido, llegando en 2015 a concentrar el 1% de la población tanta riqueza como el 80% de los más desfavorecidos. Mientras tanto, la vieja y cada vez más fortificada Europa muestra su cara más hostil con los refugiados, alcanzado su máxima expresión en los 330 niños ahogados en las aguas del Mediterráneo y en los más de 10.000 niños que viajaban solos, esperando ser acogidos, desaparecidos nada más llegar a Europa, según estimaciones de la Europol (Oficina Europea de Policía), encontrándose muchos de ellos en manos de organizaciones de tráfico de personas.
Cómo puede estar pasando esto en pleno siglo XXI cuando el mismo papa Francisco afirma que la única certeza reside en que "todos somos hijos de Dios", lo que podría traducirse para los no creyentes en: todos y todas somos iguales. Ante la falta de dirigentes políticos europeos que alcen la voz y desarrollen políticas solidarias y humanas, ha tenido que ser el papa Francisco el que denuncie tanta barbaridad y acuse a los que construyen muros. Al candidato a las primarias del Partido Republicano (EEUU) Donald Trump le ha dicho: "Una persona que solo piensa en construir muros, sea donde sea, y no en construir puentes, no es un cristiano. Esto no está en los evangelios". Este es el mensaje que quiere dar en el año de la misericordia, el de construir puentes y no muros. El Evangelio es la misericordia y si la Iglesia no cumple con ese mandato está traicionando la esencia de su mensaje. La iglesia tiene que "pasar de aduana a hospital de campaña", dice el Papa.
Los andaluces tuvimos la suerte de tener un profeta misericordioso, que nos dejó hace 21 años, Diamantino García Acosta, al que cantaba Carlos Cano: "andaba con la verdiblanca por la causa de los pobres". Afirmaba que él no se podía quedar encendiendo velas en la iglesia cuando había tantas personas sufriendo por las violaciones de los derechos humanos. Con su característica ironía decía que: "a Jesús no lo crucificaron por hacer procesiones sino por ponerse al lado de los explotados". Desde su experiencia con los más empobrecidos pensaba que: "la iglesia no debiera ser un recinto de muros, ni una empresa de servicios religiosos, en la que sobran funcionarios y faltan profetas". Estaba convencido de que: "el evangelio hay que vivirlo con la gente humilde y creer en la vida y la justicia, no es compatible con la vida cómoda en la que sólo se cree en la barriga".
Qué lejos quedan del papa Francisco y del cura Diamantino las palabras de una jerarquía católica trasnochada que nos habla de que la violencia machista se debe a que la mujer pide la separación (arzobispo de Toledo), de cuestionar el acogimiento a los refugiados al considerarlos como el caballo de Troya de Europa al no ser trigo limpio (arzobispo de Valencia), de considerar a la homosexualidad como una deficiencia sexual (cardenal Fernando Sebastián). El obispo de Córdoba bate el récord de tanto despropósito cuando afirma que "todo hijo tiene derecho a nacer de un abrazo amoroso, que no puede sustituirse nunca por la pipeta de laboratorio, fruto de un aquelarre químico" o de afirmaciones tan fuera de lugar como que "el varón cuanto más varón sea mejor para todos en la casa, ya que aporta particularmente la cobertura, la protección y la seguridad". Este jerarca de la iglesia, amante del boato, se cree dueño y señor de uno de los monumentos más importantes del mundo, la Mezquita-Catedral, al que por sus pretensiones ideológicas, que nada tienen que ver con el Evangelio y el Concilio Vaticano II, ha negado el nombre al monumento y ha tergiversado su verdadera historia. Mientras, la Administración responsable ha preferido mirar hacia otro lado, haciendo manifestaciones propias de un lenguaje ambiguo, ineficaz, oportunista y alejado de los intereses de lo público.
A Diamantino lo acusaron de activista, revolucionario y mal sacerdote, de conducta inapropiada, según constaba en los informes policiales. Hoy, al igual que ayer, defender los derechos humanos o defender lo público, sigue incomodando. A pesar de todo, este mundo tiene solución y aunque parezca que el esfuerzo por conseguir un mundo más justo es una causa perdida, como es tan razonable, algún día la ganaremos.

Miguel Santiago Losada
* Profesor y miembro de Comunidades Cristianas Populares 

AVISOS ACTIVIDADES CCP-GRANADA:
SÁBADO 12 de Marzo: Taller de Meditación. Abierto a tod@s. A las 11 de la mañana, en el local de Comunidades: Atarazana del Santísimo 6-bajo. Granada.
DOMINGO 13 de Marzo: Encuentro de CCP: Laudato si: El cuidado de la tierra.Abierto a tod@s. A las11 de la mañana, compartimos la comida, hasta las 6 de la tarde. En los Combonianos, frente al observatorio de Cartuja.