martes, 6 de diciembre de 2016

Crónica urgente de la XVIII Semana andaluza de Teología. 25-27 Noviembre 2016. Málaga.

 CRONICA URGENTE DE LA XVIII SEMANA ANDALUZA DE TEOLOGÍA


Urgente, porque aún están vivas en la retina sus  imágenes, a flor de piel los sentimientos y rondando en la memoria las ideas suscitadas en esta Semana. Antes de que se borren estas imágenes y los sentimientos, que facilmente desaparecen con el tiempo, escribo “a bote pronto” esta crónica, sin renunciar, más adelante, a una exposición más serena y reposada.

 Cerca de 160 personas de toda Andalucia y  de otros puntos de la península: A Coruña, Pais Vasco, Palencia, Valladolid, Madrid y Albacete etc., nos hemos reunido en el Seminario de Málaga, los dias 25 al 27 de novimebre de este año 2016, para celebrar,  debatir y comprometernos con los temas propuestos en la XVIII Semana Andaluza de Teología, que llevaba por título:  “El gemido de la Tiera y el gemido de l@s empobrecid@s”.

El tiempo estuvo venturosamente lluvioso, tras los largos meses de sequía que padecia Andalucia. El sitio inigualable, en el recíen remozado Seminario de la diócesis, con habitaciones y salones confortables y comedor bien servido y abundante. No desmereció el cambio de Torrox, lugar habitual de los encuentros, al Seminario malagueño. El ambiente fue cordial como siempre, con la cálida añoranza de volvernos a encontrar, un año más,  personas amigas y conocidas, unidas por los mismos ideales de Fe y compromisos vividos en nuestros respectivos lugares de origen. Cordialidad y alegría que se amplió en la Convivencia festiva que nos ofreció...  Completaban el ambiente el colorido de los tenderetes de productos ecológicos de jabón, detergente y legumbres, de bisuteria y camisetas del comercio justo y de libros con las últimas novedades de comentarios sobre la Biblia y las nuevas corrientes de teología de la liberación, teología feminista, del dialogo interreligioso y teología cuántica.

El objetivo de esta XVIII Semana Andaluza de Teología era profundizar, interiorizar y comprometernos con  las propuestas de la Encíclica “verde” del Papa Francisco: “Laudato si”. Para ello se había invitado a cuatro ponentes. A dos teólogos: Juanjo Tamayo y José Aregui y a dos militantes de la Ecologia integral: una ingeniera agrónoma de Ecologistas en Acción, Yayo Herrero López y al  campesino y pastor de Amayuelas de Abajo (Palencia) JeromoAguado Martínez. Sus charlas estuvieron presididas en el Salón  por el cuadro de la última Cena, pintado por nuestro compañero Pepe Pascual.

Yayo Herrero hizo un diagnóstico certero del sistema económico capitalista occidental que se desarrolla en oposición a las relaciones naturales de ecodependencia e interdependencia. Según  este sistema somos autónomos respecto a la naturaleza  y dueños de ella para explotarla sin tener en cuenta sus límites. Ignora que durante toda la vida dependemos unos de otros y,  sobre todo, en  momentos cruciales (infancia, vejez, enfermedad etc) no podríamos sobrevivir si no fuera porque otras personas dedican su tiempo a cuidarnos. Es un imperativo, por tanto, el asumir un inevitable decrecimiento porque los recursos naturales son limitados y, sobre todo, habrá que repartir la riqueza, que es producto de todos y los trabajos derivados del cuidado, los cuales deberán ser realizados tanto por hombres como por mujeres, en plano de igualdad. Revertir esta situación no podrá hacerse sin conflicto de clases. Una dirección de salida la encontramos en las nuevas Constituciones de los pueblos latinomericanos, que consideran a la naturaleza sujeto de derechos y fomentan el buen vivir de toda la comunidad.
https://www.youtube.com/watch?v=z3y8PgsFJNQ&t=533s

Jeromo Aguado partió de unas propuestas que supuso ya asumidas por todos: Que en un planeta limitado no se puede crecer ilimitadamente. No hay crecimiento sostenible, sino decrecimiento para no agotar los recursos naturales.  No hay democracia politica sin democracia económica. Es inhumano que en la sociedad de la opulencia haya personas hambrientas y sobrantes, que el 20% de la población consuma el 80% de los recursos del planeta, que 60 familias acumulen más riqueza que el 50% de la huanidad entera. ¿Qué hacer frente a esta situación? Propuso:  No quedar atrapados en solo los diagnósticos teóricos, sino pasar a los compromisos concretos..  Tomar la austeridad como un valor fundamental, practicando las 5 rr: reducir, reutilizar, reciclar, rearborizar y recampesinar. Posicionarnos junto y al lado del otro, aunque sea de distinta religión, de distinta cultura o étnica, al lado del último. Los últimos hoy son los 800 millones de hambrientos, de excluidos del sistema, de los desplazados y expulsados de su tierra por las guerras, de los  inmigrantes,  refugiados, de las personas mayores que nadie las quiere. Y volver a la tierra maltratada y envenenada por la agricultura extensiva y extractiva, para que los pueblos y las personas tengan su propia soberanía alimentaria.
http://www.redescristianas.net/escuchar-el-clamor-de-la-tierra-y-de-los-empobrecidosjeronimo-aguado-martinez/
Juan Tamayo nos planteó la necesidad de un diálogo intercultural, interétnico y interreligios que sea capaz de realizar una nueva síntesis de Dios, Tierra y ser humano. Para ello hay que abandonar los paradigmas anteriores: a) El teocentrismo de un Dios omnipotente, creador desde un principio de todo lo existente, un Dios fuera y enfrentado al Mundo. b) El antropocentrismo que concibe al ser humano como superior y señor de la naturaleza, con derecho a usar y abusar de ella. c) El androcentrismo que considera superirores los valores del varón de étnia blanca: la fuerza, inteligencia, el discurso conceptual, sobre los de la mujer, a quien menosprecia: el sentimiento, la intuición, el cuidado..d) El fundamentalismo, no solo religioso, creyéndose los únicos elegidos, sino también económico, afirmando que solo existe un único modelo, el tecnocientista occidental. El nuevo paradigma a abrazar es el cosmocentrismo, que entiende al ser humano no como rival de la Naturaleza y demás seres, sino en diálogo y comunicción mutua.
http://www.redescristianas.net/hacia-un-tiempo-de-sintesis-dios-tierra-humanidadjuan-jose-tamayo-director-de-la-catedra-de-teologia-y-ciencias-de-las-religiones-ignacio-ellacuria-universidad-carlos-iii-de-ma/

José Arregui nos invitó, a través de una lectura crítica de los primeros capitulos del Genesis,  a redescubrir el verdadero sentido de “nuestra Tierra” en un diálogo dialético con “nosotros” y con “Dios”.Tierra es todo, las galaxias, las estrellas, nuestro planeta, el cosmos entero, en evolución y desarrollo permanente, no creado y dado de una vez para siempre. Esta Tierra/cosmos no la habitamos para dominarla y hacerla totalmente nuestra, según la tentación permanente de “ser como dioses” (el antigénesis), sino que la tenemos “en préstamo” para usarla, cuidarla  y entregarla a las siguientes generaciones conservada, mejorada y en “Paz”, bajo el símbolo del Arco Iris. Descubrir que la “Tierra es de Dios” es afirmar que todo está animado, todo es energía, dinamismo, conciencia, vida, espiritu. Significa que todo es sagrado, todo es templo y habitáculo del Espiritu, de “la Ruah” que “planeaba sobre las aguas” (Gen 1.2), todo es espiritualidad. Nuestra tarea es realizar “una acción liturgica en este templo”, que es la acción de todo el pueblo que quita la injusticia y llega al descanso sabático, donde se perdonan todas  las deudas y al “año jubilar” donde todos recobran sus propiedades (Lev 25,13), todo es de todos y nadie pasa necesidad (Hech 2,45; 4,34).
http://www.redescristianas.net/la-tierra-es-de-dios-apuntes-para-una-teologia-de-la-tierrajose-arregi/

La exposición de los ponentes de discutió ampliamente en los grupos, como se puso de manifiesto en la multiplicidad de preguntas que se les hicieron. En la Eucarstía, finalmenete, celebrada y participada por toda la Asamblea, se fundieron y ofrecieron el trabajo de los que prepararon la Semana, los sentimientos gozosos de encontrarnos de nuevo, los  buenos sentimientos e ideas comunicadas, la participación y diversidad de opiniones de los grupos, los compromisos suscitados y asumidos, el animador-payaso de la fiesta Esteban, de la Comunidad del Puerto....Y amenizado todo con la música,  los cantos y la danza, dirigidos magistralmente, como siempre, por la  guitarra de Domingo Gómez.

¿Fue todo perfecto? Nada lo es en esta vida. A mi modo de ver,  tres fueron las deficiencias de la Semana. En primer lugar, respecto a la metología de los grupos. No todas las preguntas formuladas por ellos se leyeron, tal vez por la respuestas extensas de los ponentes. Se comentó que, para otros años, sean los secretarios/coordinadores quienes hagan las preguntas, aclarando su enunciado si fuera necesario. La segunda se refiere a  los teólogos. A mi juicio y lo constataron también diversos grupos, su exposición se quedó en las alturas abstractas del discurso y escasamente aterrizaron en propuestas a ras de tierra, como si lo hicieron los militantes ecologistas, sobre todo, Jeromo. A mi entender olvidaron la tesis que ya puso de manifiesto la Teología de la Liberación: que la exposición teológica no versa principalmente sobre Dios, sino que es una reflexión crítica sobre la praxis de la sociedad y de la Iglesia, a la luz de la Palabra de Dios. Faltó, por ello, insistir más en el “gemido de los empobrecidos” y en la esperanza de que Dios escucha tal gemido y está dispuesto a liberarnos de los opresores que lo causan. Finalmente, la Semana fue poco “andaluza”. Sólo hubo un breve recuerdo de Blas Infante, pero faltó constatar que de los 13 millones de empobrecidos que, según las encuestas, hay hoy en España, un millón son andaluces y medio millón de ellos están en pobreza severa. Y frente a esta situación hubiera sido bonito y práctico recoger el compromiso que el malagueño Paco Vega puso en valor con su huelga de hambre, en los dias anteriores de la Semana, reclamando se cumpla el art. 23,2 del Estatuto andaluz: “Que todos los andaluces que están en situación de necesidad reciban una Renta básica que les garantice unas condiciones de vida digna”.

Antonio Moreno de la Fuente
6 de diciembre 2016
CCP de Sevilla

martes, 29 de noviembre de 2016

XVIII Semana Andaluza de Teología: Gemido de la tierra, gemido de las personas empobrecidas. Comunicado Final. Málaga del 25 al 27 de Noviembre de 2016.

 A modo de Comunicado Final de de la XVIII SEMANA ANDALUZA DE TEOLOGÍA, bajo el Lema: “GEMIDO DE LA TIERRA, GEMIDO DE LAS PERSONAS EMPOBRECIDAS”, celebrada en Málaga del 25 al 27 de noviembre de 2016, nos ha parecido oportuno expresarlo por medio de un poema.
 Yayo Herrero miembro de Ecologistas en Acción, nos hizo ver que “hemos superado los límites de la biocapacidad del planeta”, por lo que tenemos que abordar un plan de rescate de la Tierra.
De la mano de Jeromo Aguado pastor y activista de Vía Campesina, constatamos la necesidad de volver a una mentalidad campesina en cuanto al cuidado de la tierra.
Juan José Tamayo, Secretario de la asociación de Teológica Juan XXIII, nos plantea la necesidad de un diálogo intercultural, interétnico e interreligioso, hacia una nueva síntesis: Dios, Tierra, Humanidad.
Finalmente, el teólogo José Arregui, nos invitó a hacer las paces con la Tierra, y no solo una tregua, porque “la Tierra es de Dios”.
“CONSERVEMOS LAS OBRAS DE DIOS”.
Desde nuestra fe en Dios Bueno y Creador consideramos y cuidamos  a la Naturaleza como Hermana y Madre a la vez.
Nos sentimos hermanados/as a todos los seres vivos o inertes que la pueblan y con los que compartimos una misma condición: Somos creaturas-criaturas salidas del Amor del Único Hacedor, Fuente de todo Bien y Don.
Quien dijo y predicó que el ser humano
es “el rey de la creación” nos equivocó;
no hay más Rey y Señor que el Único y Buen Dios.
Estar dotados de conciencia y racionalidad
no ha de ser para dominar, sino para usar y cuidar
lo que no es nuestro, sino préstamo no más.
Dominar no es aniquilar, ni depredar; es crear, mejorar y conservar
Así nos hacemos imagen difusa al menos de Quien a todos/as creó a impulsos de su Amor, nos cuida y protege como a su obra el Autor. 
Desde nuestra opción de seguir a Jesús de Nazaret queremos vivir en la sencillez y acentuar ser sobre tenerno acumular ni acaparar la parte que toca a los demás.
Si “no sólo de pan vive el hombre”…hemos de superar la prueba permanente del consumo irrefrenable, insaciable, pues si sólo vivimos de pan quitamos a otros su pan y la palabra humana será estúpida publicidad.
Aprender la lección de lirios y pájaros invita a vivir con simplicidad, sin agobios, sin seguros a todo riesgoporque la vida no se puede enjaular entre los barrotes de la seguridad; lo poco que necesitamos será resultado y añadidura de poner la vida en la justicia que hermana.

Como ciudadanos/as sabemos que el desastre ecológico hunde sus raíces en el abismo Norte-Sur
que hace del Planeta festín para unos pocos,
donde los hambrientos debieran ser la primera especie a proteger pues por millones los hacemos perecer.
Un falso e injusto modelo de producción, comercio y mentalidad nos hace creer que los recursos de la Madre Tierra los podemos malgastar con insaciable voracidad en una alocada fiesta permanente y sin necesidad.
A la Madre Tierra la hacemos abortar,
sus dolores causan nuestros actuales temores,
ella nos devuelve el maltrato que le damos
y cosechamos el mal que en ella sembramos.
Si no respetamos sus derechos nos quedaremos hasta sin Derechos Humanos pues ¿cómo podremos vivir si la obligamos a mal parir?
No queremos escudarnos en el mal general,
lo que esté en nuestras manos lo vamos a realizar,
cambiando para ello nuestra mentalidad:
no dueños/as, sino servidores/as y cuidadores/as.
Lo sencillo y lo cotidiano, lo doméstico y lo público,
la austeridad y el saber usar y radicalmente trabajar por el advenimiento del Reino que es la Ecología de la Fraternidad entre todos los seres -los humanos y los demás- como adelanto de “los nuevos Cielos y nueva Tierra” que el Buen Creador nos brindará.

POEMA DE UN CAMPESINO PALESTINO.
Quemad nuestra Tierra. Quemad nuestros sueños. Verted ácido en nuestras canciones. Cubrid con serrín la sangre de los nuestros, asesinados. Ahogad con vuestra tecnología el clamor de todo lo que es libre, salvaje e indígena. Destruid. Destruid, nuestra hierba y nuestro suelo. Asolad alquerías y aldeas, que nuestros mayores construyeron. Los árboles, las casas los libros, y las leyes y toda la equidad y la armonía. Arrasad con vuestras bombas los valles; borrad con vuestros editores nuestra literatura; nuestra metáfora. Desnudad los bosques y la Tierra Hasta que ni el insecto ni el ave ni la palabra encuentren rincón alguno donde refugiarse. Haced eso y aún más. No tengo miedo a vuestra tiranía. No desespero nunca. Y ES QUE GUARDO UNA SEMILLA. Una semilla pequeña pero viva que voy a guardar con cuidado y a plantar de nuevo. (A Jeromo Aguado, pastor de vacas y activista de la Vía Campesina)

jueves, 24 de noviembre de 2016

Qué pinta el Sr. Arzobispo de Granada...


QUÉ PINTA EL SR. ARZOBISPO DE GRANADA.

Las Comunidades Cristianas Populares de Granada y Andalucía nos sentimos estupefactas ante la presencia del Arzobispo de Granada, Monseñor Javier Martinez, en la inauguración y bendición del centro comercial Nevada, 180.000 metros cuadrados, 120.000 destinados al área de compras y empresas, 250 tiendas, en Armilla, Granada, el pasado 22 de noviembre.

Nos preguntamos qué pinta un Sr. Arzobispo, junto a representantes del PP, PSOE, autoridades militares,  bendiciendo y cortando la cinta de unas instalaciones comerciales, empresariales “no religiosas” en una sociedad y estado,  no confesional, laico, monopolizando e intentando representar e incluir a toda la ciudadanía, sea religiosa, agnóstica, atea o mediopensionista en su “saco divino”.

Qué pinta un Sr. Arzobispo en la más escandalosa ostentación de lujo y cinismo, celebración de la asfixia del pequeño comercio, expresión más voraz del capitalismo salvaje que deja a un lado las consecuencias medioambientales y los efectos en los sectores más débiles de la economía para privilegiar los intereses de un gran promotor.

Qué pinta un Sr. Arzobispo bendiciendo un  templo del capitalismo, el consumo desmedido, el becerro de oro que exige sacrificios de exclusión y pobreza.

Dónde quedan, para el Sr. Arzobispo, las declaraciones del Papa Francisco sobre “El cuidado de la tierra” y el discurso a los movimientos populares el pasado cinco de noviembre: “…abrazar un proyecto de vida que rechace el consumismo y recupere la solidaridad, el amor entre nosotros y el respeto a la naturaleza como valores esenciales. Es la felicidad de «vivir bien» lo que ustedes reclaman, la «vida buena», y no ese ideal egoísta que engañosamente invierte las palabras y propone la «buena vida»”.

Al margen del discurso “cortoplacista” de la creación de puestos de trabajo, bienvenidos sean, ¿a costa de qué?, las Comunidades Cristianas Populares de Granada y Andalucía apostamos por iniciativas que apoyen la cobertura de necesidades básicas para todas las personas del mundo, la renta básica universal, que promuevan la integración social, igualdad, consumo responsable y un desarrollo sostenible y decrecentista.

Expresamos nuestra más profunda consternación y lamentamos como CCP no sentirnos representadas en estas actuaciones de la Jerarquía eclesiástica y en especial del Sr. Arzobispo de Granada.
Granada 24 de Noviembre de 2016
Comunidades Cristianas Populares de Granada y Andalucía


El revolucionario discurso completo de Papa Francisco a los Movimientos Populares – Roma 5 de noviembre 2016


Hermanas y hermanos, buenas tardes.
En este nuestro tercer encuentro expresamos la misma sed, la sed de justicia, el mismo clamor: tierra, techo y trabajo para todos. Agradezco a los delegados, que han llegado desde las periferias urbanas, rurales y laborales de los cinco continentes, de más de 60 países, a debatir una vez más cómo defender estos derechos que nos convocan.
Gracias a los Obispos que vinieron a acompañarlos. Gracias también a los miles de italianos y europeos que se han unido hoy al cierre de este Encuentro. Gracias a los observadores y jóvenes comprometidos con la vida pública que vinieron con humildad a escuchar y aprender. ¡Cuánta esperanza tengo en los jóvenes! Le agradezco también a Usted, Señor Cardenal Turkson, el trabajo que han hecho en el Dicasterio; y también quisiera mencionar el aporte del ex Presidente uruguayo José Mujica que está presente.

En nuestro último encuentro, en Bolivia, con mayoría de Latinoamericanos, hablamos de la necesidad de un cambio para que la vida sea digna, un cambio de estructuras; también de cómo ustedes, los movimientos populares, son sembradores de ese cambio, promotores de un proceso en el que confluyen millones de acciones grandes y pequeñas encadenadas creativamente, como en una poesía; por eso quise llamarlos “poetas sociales”; y también enumeramos algunas tareas imprescindibles para marchar hacia una alternativa humana frente a la globalización de la indiferencia: 1. poner la economía al servicio de los pueblos; 2. construir la paz y la justicia; 3. defender la Madre Tierra.

Ese día, en la voz de una cartonera y de un campesino, se dio lectura a las conclusiones, los diez puntos de Santa Cruz de la Sierra, donde la palabra cambio estaba preñada de gran contenido, estaba enlazada a cosas fundamentales que ustedes reivindican: trabajo digno para los excluidos del mercado laboral; tierra para los campesinos y pueblos originarios; vivienda para las familias sin techo; integración urbana para los barrios populares; erradicación de la discriminación, de la violencia contra la mujer y de las nuevas formas de esclavitud; el fin de todas las guerras, del crimen organizado y de la represión; libertad de expresión y comunicación democrática; ciencia y tecnología al servicio de los pueblos.

Escuchamos también cómo se comprometían a abrazar un proyecto de vida que rechace el consumismo y recupere la solidaridad, el amor entre nosotros y el respeto a la naturaleza como valores esenciales. Es la felicidad de «vivir bien» lo que ustedes reclaman, la «vida buena», y no ese ideal egoísta que engañosamente invierte las palabras y propone la «buena vida».

Quienes hoy estamos aquí, con orígenes, creencias e ideas diversas, tal vez no estemos de acuerdo en todo, seguramente pensamos distinto en muchas cosas, pero coincidimos en esos puntos. Supe también de encuentros y talleres realizados en distintos países donde multiplicaron los debates a la luz de la realidad de cada comunidad.

Eso es muy importante porque las soluciones reales a las problemáticas actuales no van a salir de una, tres o mil conferencias: tienen que ser fruto de un discernimiento colectivo que madure en los territorios junto a los hermanos, un discernimiento que se convierte en acción transformadora «según los lugares, tiempos y personas» como diría san Ignacio.

Si no, corremos el riesgo de las abstracciones, de «los nominalismos declaracionistas (slogans) que son bellas frases pero no logran sostener la vida de nuestras comunidades» (Carta al Presidente de la Pontificia Comisión Para América Latina, 19 de marzo de 2016).

El colonialismo ideológico globalizante procura imponer recetas supraculturales que no respetan la identidad de los Pueblos. Ustedes van por otro camino que es, al mismo tiempo, local y universal. Un camino que me recuerda cómo Jesús pidió organizar a la multitud en grupos de cincuenta para repartir el pan (Cf. Homilía en la Solemnidad de Corpus Christi, Buenos Aires, 12 de junio de 2004).

Recién pudimos ver el video que han presentado a modo de conclusión de este tercer Encuentro. Vimos los rostros de ustedes en los debates sobre qué hacer frente a «la inequidad que engendra violencia». Tantas propuestas, tanta creatividad, tanta esperanza en la voz de ustedes que tal vez sean los que más motivos tienen para quejarse, quedar encerrados en los conflictos, caer en la tentación de lo negativo.

Pero, sin embargo, miran hacia adelante, piensan, discuten, proponen y actúan. Los felicito, los acompaño, les pido que sigan abriendo caminos y luchando. Eso me da fuerza, nos da fuerza. Creo que este dialogo nuestro, que se suma al esfuerzo de tantos millones que trabajan cotidianamente por la justicia en todo el mundo, va echando raíces.

El terror y los muros:
Sin embargo, esa germinación que es lenta, que tiene sus tiempos como toda gestación, está amenazada por la velocidad de un mecanismo destructivo que opera en el sentido contrario. Hay fuerzas poderosas que pueden neutralizar este proceso de maduración de un cambio que sea capaz de desplazar la primacía del dinero y coloque nuevamente en el centro al ser humano. Ese «hilo invisible» del que hablamos en Bolivia, esa estructura injusta que enlaza a todas las exclusiones que ustedes sufren, puede endurecerse y convertirse en un látigo, un látigo existencial que, como en el Egipto del Antiguo Testamento, esclaviza, roba la libertad, azota sin misericordia a unos y amenaza constantemente a otros, para arriar a todos como ganado hacia donde quiere el dinero divinizado.

¿Quién gobierna entonces? El dinero ¿Cómo gobierna? Con el látigo del miedo, de la inequidad, de la violencia económica, social, cultural y militar que engendra más y más violencia en una espiral descendente que parece no acabar jamás. ¡Cuánto dolor, cuánto miedo! Hay -lo dije hace poco-, hay un terrorismo de base que emana del control global del dinero sobre la tierra y atenta contra la humanidad entera. De ese terrorismo básico se alimentan los terrorismos derivados como el narcoterrorismo, el terrorismo de estado y lo que erróneamente algunos llaman terrorismo étnico o religioso. Ningún pueblo, ninguna religión es terrorista. Es cierto, hay pequeños grupos fundamentalistas en todos lados. Pero el terrorismo empieza cuando «has desechado la maravilla de la creación, el hombre y la mujer, y has puesto allí el dinero» (Conferencia de prensa en el Vuelo de Regreso del Viaje Apostólico a Polonia, 31 de julio de 2016). Ese sistema es terrorista.

Hace casi cien años, Pío XI preveía el crecimiento de una dictadura económica mundial que él llamó «imperialismo internacional del dinero» (Carta Enc. Quadragesimo Anno, 15 de mayo de 1931, 109). El aula en la que estamos ahora se llama “Paolo VI”, y fue Pablo VI quien denunció hace casi cincuenta año las «nueva forma abusiva de dictadura económica en el campo social, cultural e incluso político» (Carta Ap. Octogesima adveniens, 14 de mayo de 1971, 44). Son palabras duras pero justas de mis antecesores que avizoraron el futuro. La Iglesia y los profetas dijeron, hace milenios, lo que tanto escandaliza que repita el Papa en este tiempo cuando todo aquello alcanza expresiones inéditas. Toda la doctrina social de la Iglesia y el magisterio de mis antecesores se rebelan contra el ídolo-dinero que reina en lugar de servir, tiraniza y aterroriza a la humanidad.

Ninguna tiranía se sostiene sin explotar nuestros miedos. De ahí que toda tiranía sea terrorista. Y cuando ese terror, que se sembró en las periferias con masacres, saqueos, opresión e injusticia, explota en los centros con distintas formas de violencia, incluso con atentados odiosos y cobardes, los ciudadanos que aún conservan algunos derechos son tentados con la falsa seguridad de los muros físicos o sociales. Muros que encierran a unos y destierran a otros. Ciudadanos amurallados, aterrorizados, de un lado; excluidos, desterrados, más aterrorizados todavía, del otro. ¿Es esa la vida que nuestro Padre Dios quiere para sus hijos?

Al miedo se lo alimenta, se lo manipula… Porque el miedo, además de ser un buen negocio para los mercaderes de armas y de muerte, nos debilita, nos desequilibra, destruye nuestras defensas psicológicas y espirituales, nos anestesia frente al sufrimiento ajeno y al final nos hace crueles. Cuando escuchamos que se festeja la muerte de un joven que tal vez erró el camino, cuando vemos que se prefiere la guerra a la paz, cuando vemos que se generaliza la xenofobia, cuando constatamos que ganan terreno las propuestas intolerantes; detrás de esa crueldad que parece masificarse está el frío aliento del miedo. Les pido que recemos por todos los que tienen miedo, recemos para que Dios les dé el valor y que en este año de la misericordia podamos ablandar nuestros corazones. La misericordia no es fácil, no es fácil… requiere coraje. Por eso Jesús nos dice: «No tengan miedo» (Mt 14,27), pues la misericordia es el mejor antídoto contra el miedo. Es mucho mejor que los antidepresivos y los ansiolíticos. Mucho más eficaz que los muros, las rejas, las alarmas y las armas. Y es gratis: es un don de Dios.

Queridos hermanos y hermanas: todos los muros caen. No nos dejemos engañar. Como han dicho ustedes: «Sigamos trabajando para construir puentes entre los pueblos, puentes que nos permitan derribar los muros de la exclusión y la explotación» (Documento Conclusivo del II Encuentro Mundial de los Movimientos Populares, 11 de julio de 2015, Cruz de la Sierra, Bolivia). Enfrentemos el Terror con Amor.

El amor y los puentes
Un día como hoy, un sábado, Jesús hizo dos cosas que, nos dice el Evangelio, precipitaron la conspiración para matarlo. Pasaba con sus discípulos por un campo, un sembradío. Los discípulos tenían hambre y comieron las espigas. Nada se nos dice del «dueño» de aquel campo… subyacía el destino universal de los bienes. Lo cierto es que frente al hambre, Jesús priorizó la dignidad de los hijos de Dios sobre una interpretación formalista, acomodaticia e interesada de la norma. Cuando los doctores de la ley se quejaron con indignación hipócrita, Jesús les recordó que Dios quiere amor y no sacrificios, y les explicó que el sábado está hecho para el ser humano y no el ser humano para el sábado (cf. Mc 2,27). Enfrentó al pensamiento hipócrita y suficiente con la inteligencia humilde del corazón (cf. Homilía, I Congreso de Evangelización de la Cultura, Buenos Aires, 3 de noviembre de 2006), que prioriza siempre al ser humano y rechaza que determinadas lógicas obstruyan su libertad para vivir, amar y servir al prójimo.

Y después, ese mismo día, Jesús hizo algo «peor», algo que irritó aún más a los hipócritas y soberbios que lo estaban vigilando porque buscaban alguna excusa para atraparlo. Curó la mano atrofiada de un hombre. La mano, ese signo tan fuerte del obrar, del trabajo. Jesús le devolvió a ese hombre la capacidad de trabajar y con ello le devolvió la dignidad. Cuántas manos atrofiadas, cuantas personas privadas de la dignidad del trabajo, porque los hipócritas para defender sistemas injustos, se oponen a que sean sanadas. A veces pienso que cuando ustedes, los pobres organizados, se inventan su propio trabajo, creando una cooperativa, recuperando una fábrica quebrada, reciclando el descarte de la sociedad de consumo, enfrentando las inclemencias del tiempo para vender en una plaza, reclamando una parcela de tierra para cultivar y alimentar a los hambrientos, están imitando a Jesús porque buscan sanar, aunque sea un poquito, aunque sea precariamente, esa atrofia del sistema socioeconómico imperante que es el desempleo. No me extraña que a ustedes también a veces los vigilen o los persigan y tampoco me extraña que a los soberbios no les interese lo que ustedes digan.

Jesús, ese sábado, se jugó la vida porque después de sanar esa mano, fariseos y herodianos (cf. Mc 3,6), dos partidos enfrentados entre sí, que temían al pueblo y también al imperio, hicieron sus cálculos y se confabularon para matarlo. Sé que muchos de ustedes se juegan la vida. Sé que algunos no están hoy acá porque se jugaron la vida… pero no hay mayor amor que dar la vida. Eso nos enseña Jesús.
Las «3-T», ese grito de ustedes que hago mío, tiene algo de esa inteligencia humilde pero a la vez fuerte y sanadora. Un proyecto-puente de los pueblos frente al proyecto-muro del dinero. Un proyecto que apunta al desarrollo humano integral. Algunos saben que nuestro amigo el Cardenal Turkson preside ahora el Dicasterio que lleva ese nombre: Desarrollo Humano Integral. Lo contrario al desarrollo, podría decirse, es la atrofia, la parálisis. Tenemos que ayudar para que el mundo se sane de su atrofia moral. Este sistema atrofiado puede ofrecer ciertos implantes cosméticos que no son verdadero desarrollo: crecimiento económico, avances técnicos, mayor «eficiencia» para producir cosas que se compran, se usan y se tiran englobándonos a todos en una vertiginosa dinámica del descarte… pero no permite el desarrollo del ser humano en su integralidad, el desarrollo que no se reduce al consumo, que no se reduce al bienestar de pocos, que incluye a todos los pueblos y personas en la plenitud de su dignidad, disfrutando fraternalmente de la maravilla de la Creación. Ese es el desarrollo que necesitamos: humano, integral, respetuoso de la Creación.

Bancarrota y salvataje

Queridos hermanos, quiero compartir con ustedes algunas reflexiones sobre otros dos temas que, junto a las «3-T» y la ecología integral, fueron centrales en sus debates de los últimos días y son centrales en este tiempo histórico.

Sé que dedicaron una jornada al drama de los emigrantes, refugiados y desplazados. ¿Qué hacer frente a esta tragedia? En el Dicasterio que tiene a su cargo el Cardenal Turkson hay un departamento para la atención de estas situaciones. Decidí que, al menos por un tiempo, ese departamento dependa directamente del Pontífice, porque aquí hay una situación oprobiosa, que sólo puedo describir con una palabra que me salió espontáneamente en Lampedusa: vergüenza.

Allí, como también en Lesbos, pude sentir de cerca el sufrimiento de tantas familias expulsadas de su tierra por razones económicas o violencias de todo tipo, multitudes desterradas –lo he dicho frente a las autoridades de todo el mundo– como consecuencia de un sistema socioeconómico injusto y de conflictos bélicos que no buscaron, que no crearon quienes hoy padecen el doloroso desarraigo de su suelo patrio sino más bien muchos de aquellos que se niegan a recibirlos.

Hago mías las palabras de mi hermano el Arzobispo Jerónimo de Grecia: «Quien ve los ojos de los niños que encontramos en los campos de refugiados es capaz de reconocer de inmediato, en su totalidad, la “bancarrota” de la humanidad» (Discurso en el Campo de refugiados de Moria, Lesbos, 16 de abril de 2016) ¿Qué le pasa al mundo de hoy que, cuando se produce la bancarrota de un banco de inmediato aparecen sumas escandalosas para salvarlo, pero cuando se produce esta bancarrota de la humanidad no hay casi ni una milésima parte para salvar a esos hermanos que sufren tanto? Y así el Mediterráneo se ha convertido en un cementerio, y no sólo el Mediterráneo… tantos cementerios junto a los muros, muros manchados de sangre inocente.

El miedo endurece el corazón y se transforma en crueldad ciega que se niega a ver la sangre, el dolor, el rostro del otro. Lo dijo mi hermano el Patriarca Bartolomé: «Quien tiene miedo de vosotros no os ha mirado a los ojos. Quien tiene miedo de vosotros no ha visto vuestros rostros. Quien tiene miedo no ve a vuestros hijos. Olvida que la dignidad y la libertad trascienden el miedo y la división. Olvida que la migración no es un problema de Oriente Medio y del norte de África, de Europa y de Grecia. Es un problema del mundo» (Discurso en el Campo de refugiados de Moria, Lesbos, 16 de abril de 2016).

Es, en verdad, un problema del mundo. Nadie debería verse obligado a huir de su Patria. Pero el mal es doble cuando, frente a esas circunstancias terribles, el emigrante se ve arrojado a las garras de los traficantes de personas para cruzar las fronteras y es triple si al llegar a la tierra donde creyó que iba a encontrar un futuro mejor, se lo desprecia, se lo explota e incluso se lo esclaviza. Esto se puede ver en cualquier rincón de cientos de ciudades.

Les pido a ustedes que hagan todo lo que puedan y nunca se olviden que Jesús, María y José experimentaron también la condición dramática de los refugiados. Les pido que ejerciten esa solidaridad tan especial que existe entre los que han sufrido. Ustedes saben recuperar fábricas de las bancarrotas, reciclar lo que otros tiran, crear puestos de trabajo, labrar la tierra, construir viviendas, integrar barrios segregados y reclamar sin descanso como esa viuda del Evangelio que pide justicia insistentemente (cf. Lc 18,1-8). Tal vez con su ejemplo y su insistencia, algunos Estados y Organismos internacionales abran los ojos y adopten las medidas adecuadas para acoger e integrar plenamente a todos los que, por una u otra circunstancia, buscan refugio lejos de su hogar. Y también para enfrentar las causas profundas por las que miles de hombres, mujeres y niños son expulsados cada día de su tierra natal.

Dar el ejemplo y reclamar es una forma de meterse en política y eso me lleva al segundo eje que debatieron en su Encuentro: la relación entre pueblo y democracia. Una relación que debería ser natural y fluida pero que corre el peligro de desdibujarse hasta ser irreconocible. La brecha entre los pueblos y nuestras formas actuales de democracia se agranda cada vez más como consecuencia del enorme poder de los grupos económicos y mediáticos que parecieran dominarlas. Los movimientos populares, lo sé, no son partidos políticos y déjenme decirles que, en gran medida, en eso radica su riqueza, porque expresan una forma distinta, dinámica y vital de participación social en la vida pública. Pero no tengan miedo de meterse en las grandes discusiones, en Política con mayúscula y cito de nuevo a Pablo VI: «La política ofrece un camino serio y difícil―aunque no el único―para cumplir el deber grave que cristianos y cristianas tienen de servir a los demás» (Lett. Ap. Octogesima adveniens, 14 de mayo 1971, 46).

Quisiera señalar dos riesgos que giran en torno a la relación entre los movimientos populares y la política: el riesgo de dejarse encorsetar y el riesgo de dejarse corromper.

Primero, no dejarse encorsetar, porque algunos dicen: la cooperativa, el comedor, la huerta agroecológica, el microemprendimiento, el diseño de los planes asistenciales… hasta ahí está bien. Mientras se mantengan en el corsé de las «políticas sociales», mientras no cuestionen la política económica o la política con mayúscula, se los tolera. Esa idea de las políticas sociales concebidas como una política hacia los pobres pero nunca con los pobres, nunca de los pobres y mucho menos inserta en un proyecto que reunifique a los pueblos a veces me parece una especie de volquete maquillado para contener el descarte del sistema. Cuando ustedes, desde su arraigo a lo cercano, desde su realidad cotidiana, desde el barrio, desde el paraje, desde la organización del trabajo comunitario, desde las relaciones persona a persona, se atreven a cuestionar las «macrorelaciones», cuando chillan, cuando gritan, cuando pretenden señalarle al poder un planteo más integral, ahí ya no se los tolera tanto porque se están saliendo del corsé, se están metiendo en el terreno de las grandes decisiones que algunos pretenden monopolizar en pequeñas castas. Así la democracia se atrofia, se convierte en un nominalismo, una formalidad, pierde representatividad, se va desencarnando porque deja afuera al pueblo en su lucha cotidiana por la dignidad, en la construcción de su destino.

Ustedes, las organizaciones de los excluidos y tantas organizaciones de otros sectores de la sociedad, están llamados a revitalizar, a refundar las democracias que pasan por una verdadera crisis. No caigan en la tentación del corsé que los reduce a actores secundarios, o peor aún, a meros administradores de la miseria existente. En estos tiempos de parálisis, de desorientación y propuestas destructivas, la participación protagónica de los pueblos que buscan el bien común puede vencer, con la ayuda de Dios, a los falsos profetas que explotan el miedo y la desesperanza, que venden fórmulas mágicas de odio y crueldad o de un bienestar egoísta y una seguridad ilusoria.

Sabemos que «mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales» (Exhort. ap. postsin. Evangelii gaudium, 202). Por eso, lo dije y lo repito: «El futuro de la humanidad no está únicamente en manos de los grandes dirigentes, las grandes potencias y las elites. Está fundamentalmente en manos de los pueblos, en su capacidad de organizarse y también en sus manos que riegan con humildad y convicción este proceso de cambio» (Discurso en el Segundo Encuentro mundial de los Movimientos Populares, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, 9 de julio de 2015). La Iglesia también puede y debe, sin pretender el monopolio de la verdad, pronunciarse y actuar especialmente frente a «situaciones donde se tocan las llagas y el sufrimiento dramático, y en las cuales están implicados los valores, la ética, las ciencias sociales y la fe» (Discurso a la Cumbre de Jueces y Magistrados contra el Tráfico de Personas y el Crimen Organizado, Vaticano, 3 de junio de 2016).

El segundo riesgo, les decía, es dejarse corromper. Así como la política no es un asunto de los «políticos», la corrupción no es un vicio exclusivo de la política. Hay corrupción en la política, hay corrupción en las empresas, hay corrupción en los medios de comunicación, hay corrupción en las iglesias y también hay corrupción en las organizaciones sociales y los movimientos populares. Es justo decir que hay una corrupción naturalizada en algunos ámbitos de la vida económica, en particular la actividad financiera, y que tiene menos prensa que la corrupción directamente ligada al ámbito político y social. Es justo decir que muchas veces se manipulan los casos de corrupción con malas intenciones. Pero también es justo aclarar que quienes han optado por una vida de servicio tienen una obligación adicional que se suma a la honestidad con la que cualquier persona debe actuar en la vida. La vara es más alta: hay que vivir la vocación de servir con un fuerte sentido de austeridad y humildad. Esto vale para los políticos pero también vale para los dirigentes sociales y para nosotros, los pastores.

A cualquier persona que tenga demasiado apego por las cosas materiales o por el espejo, a quien le gusta el dinero, los banquetes exuberantes, las mansiones suntuosas, los trajes refinados, los autos de lujo, le aconsejaría que se fije qué está pasando en su corazón y rece para que Dios lo libere de estas ataduras. Pero, parafraseando al ex presidente latinoamericano que está por acá, el que tenga afición por todas esas cosas, por favor, que no se meta en política, que no se meta en una organización social o en un movimiento popular, porque va a hacer mucho daño a sí mismo y al prójimo y va a manchar la noble causa que enarbola.

Frente a la tentación de la corrupción, no hay mejor antídoto que la austeridad; y practicar la austeridad es, además, predicar con el ejemplo. Les pido que no subestimen el valor del ejemplo porque tiene más fuerza que mil palabras, que mil volantes, que mil likes, que mil retweets, que mil videos de youtube. El ejemplo de una vida austera al servicio del prójimo es la mejor forma de promover el bien común y el proyecto-puente de las 3-T. Les pido a los dirigentes que no se cansen de practicar la austeridad y les pido a todos que exijan a los dirigentes esa austeridad, la cual –por otra parte– los hará muy felices. Queridos hermanas y hermanos, la corrupción, la soberbia, el exhibicionismo de los dirigentes aumenta el descreimiento colectivo, la sensación de desamparo y retroalimenta el mecanismo del miedo que sostiene este sistema inicuo.

Quisiera, para finalizar, pedirles que sigan enfrentando el miedo con una vida de servicio, solidaridad y humildad en favor de los pueblos y en especial de los que más sufren. Se van a equivocar muchas veces, todos nos equivocamos, pero si perseveramos en este camino, más temprano que tarde, vamos a ver los frutos. E insisto, contra el terror, el mejor antídoto es el amor. El amor todo lo cura. Algunos saben que después del Sínodo de la familia escribí Amoris Laetitia, un documento sobre el amor en la familia de cada uno, pero también en esa otra familia que es el barrio, la comunidad, el pueblo, la humanidad. Uno de ustedes me pidió distribuir un cuadernillo que contiene un fragmento del capítulo cuarto de ese documento. Creo que se los van a entregar a la salida. Va entonces con mi bendición. Allí hay algunos «consejos útiles» para practicar el más importante de los mandamientos de Jesús.

En Amoris Laetitia cito a un fallecido dirigente afroamericano, Martin Luther King, el cual volvía a optar por el amor fraterno aun en medio de las peores persecuciones y humillaciones. Quiero recordarlo hoy con ustedes: «Cuando te elevas al nivel del amor, de su gran belleza y poder, lo único que buscas derrotar es los sistemas malignos. A las personas atrapadas en ese sistema, las amas, pero tratas de derrotar ese sistema […] Odio por odio sólo intensifica la existencia del odio y del mal en el universo. Si yo te golpeo y tú me golpeas, y te devuelvo el golpe y tú me lo devuelves, y así sucesivamente, es evidente que se llega hasta el infinito. Simplemente nunca termina. En algún lugar, alguien debe tener un poco de sentido, y esa es la persona fuerte. La persona fuerte es la persona que puede romper la cadena del odio, la cadena del mal». Esto Luther King lo dijo en 1957.

Les agradezco nuevamente su presencia. Les agradezco su trabajo. Quiero pedirle a nuestro Padre Dios que los acompañe y los bendiga, que los colme de su amor y los defienda en el camino dándoles abundantemente esa fuerza que nos mantiene en pie y nos da coraje para romper la cadena del odio: esa fuerza es la esperanza.

Les pido por favor que recen por mí y los que no pueden rezar, ya saben, piénsenme bien y mándenme buena onda. Gracias.

martes, 22 de noviembre de 2016

Las CCP de Antequera, Málaga y Sierra Sur de Sevilla. Encuentro 20 de Noviembre 2016 en Adipa: Necesidad de una ÉTICA MUNDIAL, reconvertirlo todo.

Introducción al Encuentro, de Pepe Sánchez:
 Es imposible sobrevivir sin una ética mundial. Imposible la paz mundial sin paz religiosa. Imposible la paz religiosa sin diálogo de religiones: son las palabras iniciales del libro "Proyecto de una Ética Mundial" escrito por Hans Kúng. O sea, la ética mundial es indispensable para la supervivencia humana que está en grave riesgo por conflictos internacionales. La ética es históricamente un conjunto de reglas mínimas y armónicas que permiten establecer una convivencia de respeto entre los seres humanos de todas las culturas y nacionalidades.
Vivimos tiempos de mundialización en la economía, el comercio, la cultura.... Esto afecta a la convivencia entre las personas. Nuestra conducta y nuestra visión de la humanidad tiene que ser fiel a estas nuevas realidades. Se requiere, entonces, una ética común para el conjunto de la humanidad cuyos principios esenciales se presentaron en la UNESCO y en el FORO ECONÓMICO MUNDIAL de Davos, donde Kúng insistió en la urgencia de modelos éticos globales para sobrevivir; noble causa a la que deberían sumarse gobiernos y políticos, industriales y banqueros y autoridades religiosas. ¿Por qué? La respuesta es obvia: las cifras alarmantes sobre hambre y pobreza, desnutrición y mortalidad infantil, violencia y creciente endeudamiento de los pueblos de Tercer Mundo, deterioro ambiental y falta de sostenibilidad revelan los profundos desequilibrios de la actual globalización, donde la brecha entre los países pobres y ricos es cada vez mayor. Las cifras son espeluznantes: 10.000 niños mueren cada día por causas evitables, millones de personas huyen de la guerra, las epidemias o el hambre, (refugiados, emigrantes..) sin encontrar acogida, 62 personas son hoy tan ricas como media humanidad, los gastos de la industria bélica y de las guerras alcanzan cifras escalofriantes... Recordemos a este respecto las palabras escritas por Eduardo Galeano con motivo de la MARCHA MUNDIAL POR LA PAZ Y LA NO VIOLENCIA:
“Ninguna guerra tiene la honestidad de confesar: yo mato para robar. siempre invocan motivos nobles; matan en nombre de la paz, de Dios, de la civilización, del progreso y de la democracia.... y, si tanta mentira no pasara, ahí están los medios de comunicación dispuestos a inventar enemigos imaginarios para justificar la conversión del mundo en un gran manicomio y un inmenso matadero. Shakespeare había escrito que en este mundo los locos conducen a los ciegos. Y cuatro siglos después los amos del mundo son locos enamorados de la muerte, que han convertido el mundo en un lugar que cada minuto mueren de hambre o de enfermedad 10 niños y cada minuto se gastan 10 millones de dólares en la industria militar que es una fábrica de muerte. Los cinco países que manejan las Naciones Unidas, los que tienen derecho a veto, son también los cinco principales productores de armas. Y uno se pregunta: ¿hasta cuándo la paz del mundo estará en manos de los que hacen el negocio de las armas?¿Hasta cuándo seguiremos creyendo que el exterminio mutuo es nuestro destino?” (Eduardo Galeano)
Tantas situaciones de angustia y dolor que padece nuestro mundo hacen exclamar a los desheredados no si hay vida después de la muerte sino: ¿Hay vida antes de la muerte?
El evangelio de hoy recoge unas palabras de Jesús: "perdónalos Señor que no saben lo que hacen"; palabras que podrían valer para parte de aquella gente que presenciaron su crucifixión, pero que no utilizó para los ricos y opresores. Y sobre todo que no utilizaría para los responsables de tantas injusticias como acosan hoy a la humanidad. Las malas cifras y noticias que tanto nos duelen, las oyen también ellos.

Una minoría ha conquistado o heredado el poder y mantiene su superioridad y sus privilegios a toda costa, con la mentira, (que difunden con sus medios poderosos) y la fuerza (amenazas y guerras) ayudados por el silencio cómplice de los que "tragan" y los que temen. Prefieren pudrirse en su abundancia a respirar el aire limpio de la solidaridad.

¿Cómo se explica si no el triunfo de Tramp y del P.P.? Ya conocéis la respuesta de MÚGICA: ¡SOCORRO! A lo que añadiría en una entrevista posterior: "el problema no es Tranp sino la gente; Tramp desaparecerá, pero la gente sigue; tampoco la Clinton es una carmelita descalza: son dos versiones de lo mismo”.
La capacidad de exclusión y de precarizar la vida de millones de seres humanos es intrínseca al sistema. Hay un cuadernillo de Cristianismo y Justicia cuyo título lo dice todo: "Una economía al servicio del 1%". Es cierto que la sociedad se ha vuelto más sensible a las cuestiones ecológicas y medioambientales y a la discriminación por razones de sexo, raza o religión. Pero reaccionamos ante las injusticias sin el convencimiento de que para cambiar tal rumbo habrá que activar el resorte del cambio personal, del compromiso hacia una vida más sobria, coherente y entregada a los últimos.
Nuestra pertenencia al Reino de Dios, el ejemplo y las palabras de Jesús de Nazaret y nuestro conocimiento de las Bienaventuranzas nos hablan de pobreza, solidaridad, misericordia, ternura y cercanía a los débiles. El Cristo de la cruz niega ante el mundo que triunfar sea conseguir poder y dinero. Su lema, nuestro lema, es el amor, que es inconcebible sin obras. San Juan en su primera carta es rotundo: "nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos ; no amar es quedarse en la muerte.... hemos comprendido lo que es el amor porque El entregó su vida por nosotros... también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos.... si uno posee bienes de este mundo y viendo que su hermano pasa necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo va a estar en él el amor de Dios; no amemos con palabras y de boquilla, sino con obras y de verdad. (1 Juan 3, 14-18).
Sin olvidar nuestras convicciones profundas, tenemos que adherirnos al gran principio aceptado mundialmente:
LO QUE NO DESEES QUE TE HAGAN A TI, NO LO HAGAS A LOS OTROS. Este gran principio ético-­filosófico se encuentra en el confucionismo, el taoísmo, el hinduísmo, el budismo, el judaísmo, el cristianismo, el islamismo, y en muchas otras religiones y culturas del mundo.
Como dice Adela en el resumen que nos mandó, somos una sola familia humana y una única comunidad terrestre con un destino común.
Nosotros, este pequeño rebaño, no podemos modificar:
-las relaciones de dominio
-el poderío de los grupos financieros
-el protagonismo de la industria bélica, ni parar las guerras.
-ni podemos controlar la información
-ni podemos disolver las mafias.
Pero sí podemos ser más solidarios, más sobrios, más ecologistas, más evangélicos, y conectar con los grupos más inquietos y rebeldes y cooperar con ellos.
A partir de todo esto cada uno debe esforzarse en considerar en qué ha de ensanchar su concepto personal de ética para sintonizar con toda la humanidad.
Pepe Sánchez.