Es imposible sobrevivir sin una ética mundial. Imposible la paz mundial sin paz religiosa. Imposible la paz religiosa sin diálogo de religiones: son las palabras iniciales del libro "Proyecto de una Ética Mundial" escrito por Hans Kúng. O sea, la ética mundial es indispensable para la supervivencia humana que está en grave riesgo por conflictos internacionales. La ética es históricamente un conjunto de reglas mínimas y armónicas que permiten establecer una convivencia de respeto entre los seres humanos de todas las culturas y nacionalidades.
Vivimos
tiempos de mundialización en la economía, el comercio, la cultura.... Esto
afecta a la convivencia entre las personas. Nuestra conducta y nuestra visión
de la humanidad tiene que ser fiel a estas nuevas realidades. Se requiere,
entonces, una ética común para el conjunto de la humanidad cuyos principios
esenciales se presentaron en la UNESCO y en el FORO ECONÓMICO MUNDIAL de Davos,
donde Kúng insistió en la urgencia de modelos éticos globales para sobrevivir;
noble causa a la que deberían sumarse gobiernos y políticos, industriales y
banqueros y autoridades religiosas. ¿Por qué? La respuesta es obvia: las cifras
alarmantes sobre hambre y pobreza, desnutrición y mortalidad infantil,
violencia y creciente endeudamiento de los pueblos de Tercer Mundo, deterioro
ambiental y falta de sostenibilidad revelan los profundos desequilibrios de la
actual globalización, donde la brecha entre los países pobres y ricos es cada
vez mayor. Las cifras son espeluznantes: 10.000 niños mueren cada día
por causas evitables, millones de personas huyen de la guerra, las epidemias o
el hambre, (refugiados, emigrantes..) sin encontrar acogida, 62 personas son
hoy tan ricas como media humanidad, los gastos de la industria bélica y de las
guerras alcanzan cifras escalofriantes... Recordemos a este respecto las
palabras escritas por Eduardo Galeano con motivo de la MARCHA MUNDIAL POR LA PAZ
Y LA NO VIOLENCIA:
“Ninguna
guerra tiene la honestidad de confesar: yo mato para robar. siempre invocan
motivos nobles; matan en nombre de la paz, de Dios, de la civilización, del
progreso y de la democracia.... y, si tanta mentira no pasara, ahí están los
medios de comunicación dispuestos a inventar enemigos imaginarios para
justificar la conversión del mundo en un gran manicomio y un inmenso matadero.
Shakespeare había escrito que en este mundo los locos conducen a los ciegos. Y
cuatro siglos después los amos del mundo son locos enamorados de la muerte, que
han convertido el mundo en un lugar que cada minuto mueren de hambre o de
enfermedad 10 niños y cada minuto se gastan 10 millones de dólares en la
industria militar que es una fábrica de muerte. Los cinco países que manejan
las Naciones Unidas, los que tienen derecho a veto, son también los cinco
principales productores de armas. Y uno se pregunta: ¿hasta cuándo la paz del
mundo estará en manos de los que hacen el negocio de las armas?¿Hasta cuándo seguiremos
creyendo que el exterminio mutuo es nuestro destino?” (Eduardo Galeano)
Tantas
situaciones de angustia y dolor que padece nuestro mundo hacen exclamar a los
desheredados no si hay vida después de la muerte sino: ¿Hay vida antes de la
muerte?
El evangelio
de hoy recoge unas palabras de Jesús: "perdónalos Señor que no saben lo
que hacen"; palabras que podrían valer para parte de aquella gente que
presenciaron su crucifixión, pero que no utilizó para los ricos y opresores. Y
sobre todo que no utilizaría para los responsables de tantas injusticias como
acosan hoy a la humanidad. Las malas cifras y noticias que tanto nos duelen,
las oyen también ellos.
Una
minoría ha conquistado o heredado el poder y mantiene su superioridad y sus
privilegios a toda costa, con la mentira, (que difunden con sus medios
poderosos) y la fuerza (amenazas y guerras) ayudados por el silencio cómplice
de los que "tragan" y los que temen. Prefieren pudrirse en su
abundancia a respirar el aire limpio de la solidaridad.
¿Cómo
se explica si no el triunfo de Tramp y del P.P.? Ya conocéis la respuesta de
MÚGICA: ¡SOCORRO! A lo que añadiría en una entrevista posterior: "el
problema no es Tranp sino la gente; Tramp desaparecerá, pero la gente
sigue; tampoco la Clinton es una carmelita descalza: son dos versiones
de lo mismo”.
La
capacidad de exclusión y de precarizar la vida de millones de seres humanos es
intrínseca al sistema. Hay un cuadernillo de Cristianismo y Justicia cuyo título
lo dice todo: "Una economía al servicio del 1%". Es cierto que la
sociedad se ha vuelto más sensible a las cuestiones ecológicas y
medioambientales y a la discriminación por razones de sexo, raza o religión.
Pero reaccionamos ante las injusticias sin el convencimiento de que para
cambiar tal rumbo habrá que activar el resorte del cambio personal, del
compromiso hacia una vida más sobria, coherente y entregada a los últimos.
Nuestra
pertenencia al Reino de Dios, el ejemplo y las palabras de Jesús de Nazaret y
nuestro conocimiento de las Bienaventuranzas nos hablan de pobreza,
solidaridad, misericordia, ternura y cercanía a los débiles. El Cristo de la
cruz niega ante el mundo que triunfar sea conseguir poder y dinero. Su lema,
nuestro lema, es el amor, que es inconcebible sin obras. San Juan en su primera
carta es rotundo: "nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la
vida porque amamos a los hermanos ; no amar es quedarse en la muerte.... hemos
comprendido lo que es el amor porque El entregó su vida por nosotros... también
nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos.... si uno posee bienes
de este mundo y viendo que su hermano pasa necesidad, le cierra sus entrañas,
¿cómo va a estar en él el amor de Dios; no amemos con palabras y de boquilla,
sino con obras y de verdad. (1 Juan 3, 14-18).
Sin
olvidar nuestras convicciones profundas, tenemos que adherirnos al gran
principio aceptado mundialmente:
LO
QUE NO DESEES QUE TE HAGAN A TI, NO LO HAGAS A LOS OTROS. Este gran principio
ético-filosófico se encuentra en el confucionismo, el taoísmo, el hinduísmo,
el budismo, el judaísmo, el cristianismo, el islamismo, y en muchas otras
religiones y culturas del mundo.
Como dice Adela en el resumen que nos
mandó, somos una sola familia humana y una única comunidad terrestre con un
destino común.
Nosotros, este pequeño rebaño, no podemos modificar:
-las relaciones de dominio
-el poderío de los grupos financieros
-el protagonismo de la industria bélica, ni parar las
guerras.
-ni podemos controlar la información
-ni podemos disolver las mafias.
Pero sí podemos ser más solidarios, más
sobrios, más ecologistas, más evangélicos, y conectar con los grupos más
inquietos y rebeldes y cooperar con ellos.
A partir de todo esto cada uno debe
esforzarse en considerar en qué ha de ensanchar su concepto personal de ética
para sintonizar con toda la humanidad.
Pepe Sánchez.
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