martes, 4 de abril de 2023

El mito de la Redención. Antonio Moreno de la Fuente. 31/03/2023

 

     Por influencia del Cristianismo, el mito de la Redención está vivo aún en Occidente, por el que Jesús, el Hijo de Dios, murió en la cruz para redimirnos o salvarnos de nuestros pecados. Jesucristo fue la victima expiatoria que unicamente pudo aplacar al Dios airado con los humanos, por haberle desobedecido sus primeros padres Adán y Eva en el Paraiso.  ¿Cuáles son los fundamentos de este mito judeo-cristiano?   El obispo episcopaliano John Shelby SPONG nos lo expone ampliamente en un artículo, que trato ahora de sintetizar. 

     El mito se basa en que la creación hecha por Dios, de los astros y la tierra, junto con el hombre a imagen suya, varón y hembra, fue perfecta, por ello termina la narración del Génesis1,31: "vio Dios todas las cosas que había hecho y eran en gran manera buenas". Pero Adán y Eva, los padres del genero humano, desobedecieron a este Dios creador, el cual los arrojó del Paraiso. Desde entonces  proceden todos nuestros males: la tierra es maldita, Adán deberá trabajarla para  arrancarle el sustento diario y Eva parirá con dolor a sus hijos. No obstante, Dios al mismo tiempo,  hace la promesa de que del linaje de Adán y Eva nacerá uno que "aplastará la cabeza de la serpiente, símbolo del mal" (Gen 3,15) 

    Fray Luis de León, en su famoso libro: De los nombres de Cristo, expone el sentido de 14 nombres atribuidos a Cristo en las Sagradas Escrituras, deteniéndose especialmente en el nombre de Cordero . "Ser Cordero dice tres cosas: mansedumbre de condición,  pureza e inocencia de vida, y satisfacción de sacrificio y ofrenda". Esta imagen de Cordero inocente hace referencia a la fiesta judía del Yom Kippur, que tenia dos rituales: el primero consistía en cargar los pecados del pueblo en un cabrito,  llamado «el chivo expiatorio», y que al llevarlo al desierto, el pueblo creía que junto al chivo desaparecerían también sus pecados  (Lv 16). Junto a este ritual, existía también la ofrenda sacrificial del "cordero de la expiación" (Lv 23,26-32). Cordero este sin tacha, físicamente perfecto, que se sacrificaba a Dios, para la reparación de los pecados del pueblo. Sin embargo, por el sacrificio de este cordero físicamente perfecto,  Dios no quedaba aplacado, porque era aún una víctima infrahumana. 

     Es en en el Nuevo Testamento donde se hace la aplicación a Jesús. Marcos dice (10,45), que la vida de Jesús fue «dada como rescate para muchos», enmarcando la narración dentro del contexto de la Pascua, con lo que identificó a Jesús, como el Cordero de Dios, que lleva sobre sí los pecados del mundo. En la institución de la Eucaristía que nos trae primero Pablo (1ª Cor 11, 24-25) y  los sinópticos (Mc 14, 22-24; Lc 22, 19-20; Mt 26,28) parece evidente que Jesús, en la víspera de su pasión, considera que su muerte tiene este carácter expiatorio. Pablo y Lucas dicen que "el pan, como cuerpo suyo se entrega por vosotros". Y al hablar del vino y de la sangre de Jesús, tanto Pablo como los sinópticos dicen, que establece una nueva Alianza, entre Dios y los seres humanos y Mateo añade: "para el perdón de los pecados". Jesús manda también a sus discípulos que sigan haciendo este rito en su memoria, añadiendo Pablo, que haciéndolo así "anunciarán la muerte del Señor hasta que El vuelva", por lo que proclaman su resurrección. La mentalidad o creencia en Jesús como Redentor o Salvador es tan central en el Cristianismo, que apenas cabe pensar otra cosa, a pesar de que suponía transformar a Dios en un monstruo. Un padre humano que, por cualquier motivo que fuere, clavara a su hijo en una cruz, iría a la cárcel, por abuso infantil. Sin embargo, se siguió diciendo eso de Dios, como si ese hecho lo hiciera más santo y más digno de adoración.

     Sin embargo, todo empieza a cambiar a partir de  Darwin, quien nos prueba  que la creación no está terminada, nunca fue completa, sino que está en continua evolución. A nivel cósmico todavía  se siguen formando galaxias y la vida humana sigue evolucionando, desarrollándose. "De repente, nos dice Johan Shelby,  toda la estructura mitológica, en la cual y por la cual la figura de Cristo ha sido enmarcada, ahora se vino abajo. ¿Qué es el pecado? No es, y nunca podría ser, la alineación de perfección que Dios en la creación habría pretendido para nosotros, puesto que no existe algo así como una creación perfecta. No hubo tal caída en pecado". Es cierto que somos imperfectos y que podemos inclinarnos al mal, pero esta es una condición humana, porque evolucionamos desde formas inferiores de vida y estamos siempre en la lucha para alcanzar nuestro propio, verdadero y profundísimo ser. "De ninguna manera (afirma Spong) hemos sido literalmente creados a imagen de Dios" y hacia esa exigencia debamos tender. Esa es una interpretación religiosa de nuestro ser evolutivo, de  nuestra constante lucha por conseguir nuestro propio ser. 

     Del mismo modo que es otra interpretación religiosa, el afirmar que el fin de la creación, la perfección de ella, fuese el advenimiento de la vida humana, puesto que la vida humana, como la conocemos nosotros, entró en la historia hace muy poco. Y aún más, el Homo sapiens es una de las tantas especies de este mundo, no es eterna y puede desaparecer como los dinosaurios y no pasa nada. "Nosotros, los seres humanos, dice Spong, aparecemos como algo incidental, tanto de cara al pasado como de cara al futuro de este planeta. Aparentemente, la vida es completamente capaz de seguir adelante con o sin la participación humana". Lo que ha ocurrido es que todas las religiones, particularmente el paradigma jadeo-cristiano, siguen considerando que el universo es radicalmente antropocéntrico, que la vida humana es central y principal. Y claro, de esta consideración se deduce que el hombre, el blanco, el occidental y no la mujer, es el centro del universo.   

      Todas estas interpretaciones que suponen la intervención de una deidad externa que actuó como una figura autoritaria, humana y caprichosa que se habría sentido insatisfecha con la conducta humana, y que demandaría alguna forma de expiación, hoy no tiene sentido. Del mismo modo, considerar a Jesús como un Redentor, un Salvador sobrenatural que nos devuelve a nuestro estado pre-caído es una resto pre-darwiniano, precientífico, esto es un mito teístico, que debemos abandonar. De este modo liberaremos a Jesús del papel de Redentor y Salvador, porque a Jesús le mató el poder religioso de su tiempo, porque el Reino de Dios que predicaba chocaba frontalmente con los intereses que ellos mantenían. La relación con Dios-Padre-Madre no se expresa, según Jesús, principalmente, mediante los sacrificios en el templo o el cumplimiento de las mil prescripciones que mandaba la ley mosaica, sino que lo principal era el cuidado respetuoso y amoroso con nuestros hermanos, especialmente con los más desvalidos, marginados, enfermos etc.    

       Nuestro poeta Antonio Machado lo expresó muy bien en su Saeta:

                                      ¡No es este mi cantar
                                      no puedo cantar ni quiero
                                      al Jesus del madero,

                                      sino al que anduvo en la mar!

    Es decir, al que anduvo haciendo el bien por los caminos de Galilea y Judea. 

    Pero, podemos preguntar, ¿ qué sentido tiene entonces la celebración de la Semana Santa en España, particularmente en Andalucía? Este puede ser el objeto de otro articulo 

    Antonio Moreno de la Fuente

    Miembro de la Iglesia popular andaluza

    Sevilla 31-03-2023

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