martes, 7 de julio de 2015

LENGUAJE NUEVO, TEOLOGÍA NUEVA

UN LENGUAJE NUEVO PARA UNA TEOLOGÍA NUEVA
(Reflexiones de una Comunidad Cristiana de Zaragoza)
A partir de la lectura de "Otro Cristianismo es posible" de R. Lenaers. 

Leyendo el libro de R. Lenaers (Otro cristianismo es posible) nos hemos fijado en la siguiente reflexión: “No hemos recibido nuestra fe para guardarla para nosotros mismos, cuidadosamente envuelta y enterrada con seguridad en el campo del pasado, sino para poderla esparcir y sembrar. Hoy, nuestra fe quiere decir esto, para que la cultura de la modernidad se compenetre  de ella de tal manera que pueda ser una imagen promisoria del reino de Dios. Para ello, la buena nueva debe ser traducida al lenguaje de la modernidad. De lo contrario habría que temer que no vaya a poder seguir siendo buena nueva”  (p. 243).

Por otra parte, en el evangelio de Marcos nos encontramos con el texto que dice:
“En aquel tiempo, los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno. Vinieron unos y le preguntaron a Jesús: Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no? Jesús les contestó: ¿Es que pueden ayunar los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos no pueden ayunar. Llegará un día en que se lleven al novio; aquel día sí que ayunarán. Nadie le echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto – lo nuevo de lo viejo- y le deja un roto peor. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque revientan los odres y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos” (Mc 2,18-22).

A partir de estas afirmaciones creemos que es necesario revisar el contenido de nuestra teología y espiritualidad, a fin de que el mensaje de Jesús de Nazaret, siempre nuevo, se viva y transmita en un lenguaje nuevo, correspondiente al momento histórico de modernidad en que nos encontramos. A tiempos nuevos (la modernidad), un mensaje nuevo (la Buena Nueva de Jesús de Nazaret), en un lenguaje nuevo (la nueva teología). Estas reflexiones son fruto de una experiencia de fe, amasada en nuestra Comunidad Cristiana Popular de Balsas-Zaragoza, a lo largo de nuestra trayectoria, en la cual nos hemos ido despojando de un modelo teísta  y heterónomo propio de otra época, y hemos ido reformulando nuestra fe en Jesús de Nazaret con un nuevo lenguaje teológico, más acorde con los signos de los tiempos actuales y con una espiritualidad laica.

Esta es también la sugerencia de la III Asamblea de REDES CRISTIANAS, celebrada en 2011 en Jerez de la Frontera, en el taller “Hacia una teología de la espiritualidad de las comunidades cristianas del siglo XXI”, preparado por las Comunidades de Murcia. En él se decía:

“Proponemos la plasmación de una nueva teología que enfrente los retos que la sociedad actual nos demanda que ha de ser: “más laical, menos masculina, menos occidental y más dialogante con las ciencias”. En esta línea  creemos tener una oportunidad de reformular, de reinterpretar, de recrear incluso toda la religiosidad en diálogo con la situación del hombre moderno. Muchos conceptos fundamentales han de ser reelaborados, y mucho lenguaje  ha de abrirse a un planteamiento más universal…. Por eso se hace necesario reescribir la teología, hay que recrear la espiritualidad, hay que reinventar la liturgia, hay que reencontrar la misión… porque las actuales formulaciones dependen de aquel viejo paradigma que ya no funciona. Hay pues una inmensa tarea por hacer. Se trataría de vivir en esperanza, confiando en el Espíritu que siempre empuja y todo lo renueva y nos anima a intensificar la vida”.

Para realizar este trabajo sugerimos una serie de temas que nos parece necesario revisar, a fin de adaptar su comprensión y enunciado a la modernidad. Solo así el mensaje cristiano será buena nueva en la actualidad.
A continuación presentamos la formulación negativa de cada tema y su posible enunciado positivo en la nueva teología:

-          La Sagrada Escritura: Los textos de la Sagrada Escritura no son palabras divinas, dictadas por Dios a los autores de los diversos escritos.
Son palabras humanas, manifestación de las experiencias sobre Dios  que han tenido diversas personas, pueblos y comunidades, con un lenguaje y estilo literario propios de su época. A través de estas palabras humanas se revela el Dios de Abraham, de los profetas y de Jesús de Nazaret, del A. y N. Testamentos.

-          Dios creador: Dios no ha creado el universo terminado, de una vez por todas. La evolución no es contraria a la acción creadora de Dios. No ha creado al ser humano para ser dueño y dominador. No ha creado el mundo sometido al ser humano, para que pueda utilizarlo a su antojo.
La divinidad está dentro del cosmos generando evolutivamente el misterio de la vida. Como dice J. Sh. Spong en su libro “Un cristianismo nuevo para un mundo nuevo” (p. 204) “Dios es el Fundamento del Ser, la fuente de la cual todos los seres fluyen”. Él es la energía creadora del Universo en expansión, el principio y el fin. Dios sigue actuando y la persona humana está llamada a colaborar activamente en la evolución de lo creado. Dios nos ha hecho cocreadores. Dios actúa en la acción de la criatura y ésta actúa apoyada por la acción divina. La naturaleza tiene sus derechos que deben ser respetados y promovidos.

-          El Dios de Jesús: Dios no es una persona, un ser todopoderoso y santísimo, que vive en su mundo propio llamado cielo. No es el premiador de buenos y castigador de malos. No es el creador del universo de un modo definitivo.
El Dios de Jesús es el fundamento del ser humano y del cosmos, el fundamento de la existencia, la fuente del amor y de la vida. Como Jesús nos enseñó podemos llamar a Dios Padre y Madre. Su esencia es al amor del que brota todo amor. Es la última interioridad y profundidad del ser humano y del universo.
 “Dios, para mí, es el Fundamento de la Existencia, visible en el ser de todas las cosas vivas;  es la fuente de amor que encuentro en la capacidad de amar presente en toda criatura: y es la fuente de la vida que llama a todos, en todas partes, para la plenitud de la vida”, dice el obispo anglicano J. S. Spong, en el libro citado anteriormente, (p.163).

-          Jesús de Nazaret: Jesús de Nazaret no es un taumaturgo, hacedor de milagros, ni la segunda persona de la Santísima Trinidad. No es Dios.
Jesús es el hijo de María y José, el Hijo de Dios en cuanto que es su imagen. Es la humanización de Dios, la manera humana como el Dios trascendente se vuelve visible y cercano. Es el Cristo Liberador de toda opresión y esclavitud.

-          El mensaje de Jesús: No es la promesa de la felicidad eterna en el cielo contemplando la esencia de Dios, para quienes cumplan fielmente sus mandamientos y las normas de la Iglesia.
Es la proclamación del Reino de Dios, una vida digna y justa para todos, a realizarlo en nuestra historia, como Buena Noticia sobre todo para los pobres y marginados. Una invitación a construir la fraternidad universal. Es un mensaje laico, procedente de una persona laica.

-          María: No es la Madre de Dios, la Santísima Virgen, que concibió a Jesús por obra del Espíritu Santo, a la que se le da culto y se le venera idolátricamente.
Es mujer del pueblo y madre de Jesús de Nazaret, fiel seguidora de su hijo y de su mensaje.

-          La muerte de Jesús en la cruz: No es el sacrificio aceptado por Dios para expiar el pecado original de los primeros padres y transmitido a toda la humanidad para reconciliarla con Dios. No es un sacrificio ofrecido a Dios en pago por nuestros pecados. No es por ello una muerte redentora.
Es el resultado de la condena religiosa y política de las autoridades de su tiempo contra Jesús de Nazaret, como castigo a su persona y a su mensaje del Reino por él anunciado e inaugurado.

-          La resurrección de Jesús: No consiste en la reanimación del cadáver, en la resurrección corporal, reafirmada por la ausencia de su cuerpo en el sepulcro y las apariciones a sus discípulos.
Es la expresión de la experiencia profunda que tuvieron sus discípulos de que continuaba vivo entre ellos, que estaba presente en su vida y en la de la comunidad, que Jesús era el Viviente.

-          La Iglesia: No es una institución vertical y patriarcal, organizada jerárquicamente, compuesta por clérigos y laicos, en cuyo vértice está el obispo de Roma, que ostenta los tres poderes (legislativo, judicial y ejecutivo), diferenciada entre los que enseñan (clérigos) y los que aprenden (laicos).
La Iglesia, Pueblo de Dios, es una comunidad de comunidades, integrada por hombres y mujeres, iguales en dignidad, seguidores del movimiento iniciado por Jesús de Nazaret, estructurada en torno al eje comunidad-ministerios, y horizontal en su funcionamiento. La comunidad de personas convocadas para entrar en la vida, en el amor, en la plenitud, en Dios.

-          La espiritualidad cristiana: No es la evasión a lo sobrenatural, aquella práctica y modo de vida que nos aliena y aleja de lo tangible y material. No es el sector interior de la existencia. No es el ámbito de actividad relacionada más directamente con Dios a través de la oración y de las celebraciones.
La espiritualidad es el estilo o talante que tiene la persona creyente de vivir el evangelio movido por el Espíritu de Jesús de Nazaret. Una forma de vivir coherente con el evangelio, asumiendo el proyecto del Reino de Dios, como proyecto determinante de la vida. Es una espiritualidad laica, consistente en la consecución de una vida digna y justa para todos y todas. Una espiritualidad no dualista, capaz de armonizar  la mística cristiana con el pensamiento silencioso del budismo e hinduismo, forjada de procesos nuevos de humanización.

-          La celebración de la fe: No consiste en ritos desprovistos de sentido y en un lenguaje desconocido. No son actos individuales a través de los que la persona entra en contacto con lo divino. No son acontecimientos a los que se asiste pasivamente, sin participación alguna. No son ritos clericales y patriarcales en los que no tiene cabida la mujer.
Son actos sociales y comunitarios, son actos festivos en los que se conmemora algo importante en la vida. Son hechos participativos en los que el hombre y la mujer tienen igual cabida. Son acciones festivas y comunitarias, en las que lo masculino y femenino es igualmente importante.

-          Los sacramentos: No son ritos eficaces de la gracia divina, dependiendo únicamente del cumplimiento de las condiciones establecidas. No son actos mágicos. No son hechos aislados de una vida creyente. No son actos individuales al margen de la comunidad de fe. No se agotan en los siete oficiales en la institución eclesiástica.
Son expresión de experiencias profundas de vida, celebraciones de los momentos importantes de la vida y de sus diversas vicisitudes. Son momentos clave de celebración de una realidad de vida. Son celebraciones comunitarias. Son impulso hacia el compromiso transformador de la realidad. Son signos creativos, cuya eficacia depende de su veracidad. Es necesario buscar nuevos signos hoy.

-          La Eucaristía: No es la celebración del sacrificio de Jesús en la cruz para redimirnos del pecado. No es un rito  mágico, presidido por el clérigo ordenado, en el que se convierte el pan en el cuerpo de Cristo y el vino en su sangre. No es un acto religioso al que se asiste pasivamente, sin participación alguna. “En la tradición católica los fieles participan del sacrificio de Jesús a través del sacramento, literalmente comiendo su cuerpo y bebiendo su sangre. Canibalismo litúrgico ligeramente disfrazado y poco atrayente para la generación actual” (J. Sh. Spong, en el libro citado anteriormente, p.116)
Es la celebración comunitaria de una comida, en la que se comparte la vida, hacemos el memorial de la última cena de Jesús. Expresión  de la experiencia de la solidaridad y fraternidad en la igualdad, del pan que se parte y se reparte. Símbolo de la vida compartida. Celebración de la liberación de todos los seres humanos.

-          El papel de la mujer en la Iglesia: No es la persona encargada de servicios domésticos, supeditada a la autoridad de los varones-clérigos. No es la persona a la que se le prohíbe hablar y expresar su opinión en la Iglesia. No es la persona sexualmente peligrosa de la que hay que huir, por ser objeto de pecado.
Es una persona igual que el varón, miembro activo de la comunidad cristiana.  Con capacidad de opinar y ocupar puestos de responsabilidad en la Iglesia. Es el complemento del hombre a través de su feminidad, con cualidades específicas y diferenciadas del varón.

-          Diálogo interreligioso e intercultural: La religión católica no es la única religión verdadera, fuera de la cual no es posible la salvación. No es la religión que nos da a conocer a Jesucristo, único mediador entre la humanidad y Dios. No tiene como misión imponer sus dogmas e ideología a todas las culturas y civilizaciones. La cultura occidental europea no es la única cultura válida.
Todas las verdaderas religiones son verdaderas, ya que constituyen caminos humanos de acercamiento a Dios. Del mismo modo que existen diferentes culturas, todas ellas respetables, hay diferentes religiones a través de las que las culturas entran en contacto con lo transcendente. Existe pues un pluralismo religioso. Por ello es necesario entablar un diálogo fructífero y sincero entre todas las religiones, que nos ayude a descubrir la profunda espiritualidad que subyace al interior de las religiones. Existen además muchas culturas que tienen grandes valores y riqueza humana. Se impone igualmente un diálogo intercultural.

-          Ciencia y fe: No son dos realidades contrapuestas y contradictorias. La ciencia no tiene por qué supeditarse a la fe y  a sus dogmas. Los dogmas no son verdades irrefutables y válidas para siempre. No proceden de la revelación divina a la humanidad.
Son dos instancias humanas complementarias, que deben escucharse y enriquecerse mutuamente. La fe debe estar abierta al desarrollo científico y sus descubrimientos. Los dogmas son verdades relativas, enmarcadas en un contexto cultural determinado y en una época histórica concreta. Se impone un trabajo desmitificador en la revisión de los dogmas.

Esta elaboración teológica es una tarea que debemos hacer los grupos y comunidades cristianas. Hemos recibido el encargo de dar a conocer el mensaje de Jesús de Nazaret en el momento histórico que nos toca vivir, en una cultura determinada y a unas gentes que viven en la modernidad, y no en la Edad Media o épocas pasadas. De esta manera el mensaje cristiano será razonable, coherente y buena nueva en la actualidad.

Jesús Gil García y Txema Olleta

Zaragoza – Mayo 2012.

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