Desde hace más de tres décadas, se ha impulsado en América
Latina un capitalismo neoliberal que le ha ido restando atribuciones al Estado,
cuyas consecuencias se evidencian en diferentes obstáculos para la
participación democrática, originando protestas masivas y estallidos sociales.
Los escándalos de corrupción han azotado a todo el continente, y los
enfrentamientos con la policía han sido caracterizados como terrorismo de
Estado. El avance del conservadurismo ha impuesto, como en el Medioevo, una
sobre ideologizada relación entre Iglesia y Estado.
Países como México y el Salvador han protagonizado este
año protestas vinculadas con las faltas de medidas efectivas contra el abuso
sexual. Los derechos de campesinos e indígenas se han afectado directamente en
países como Guatemala y Brasil. En este último, además se han coartado
brutalmente los derechos de las minorías y disidencias sexuales. En Nicaragua,
después de que en el año 2018 murieran 320 personas en las protestas, siguen
apresando a quienes apoyen a las madres de los presos políticos que se
encuentran en huelga de hambre desde hace un par de días, refugiadas en una
pequeña iglesia. Países como Costa Rica, Panamá y Chile, piden a gritos
asambleas constituyentes frente a la crisis de legitimidad de la clase
política. En Haití, las protestas que llevan más de 40 muertos, son por
las indignas condiciones de vida que tienen al país con un 80% de pobreza
extrema. Países como República Dominicana y Bolivia han protestado
acusando fraude electoral. En Bolivia- país con la reserva mundial más
grande de litio y cuya explotación está nacionalizada-, la OEA concluyó que no
había fraude electoral. Aun así, las Fuerzas Armadas exigieron la renuncia del
presidente Evo Morales, quien se refugió en México mientras el país se
encuentra profundamente dividido. Estas divisiones sociales han tenido su punto
más álgido en Venezuela, país que protagoniza un bloqueo comercial
similar al que vive Cuba. El país tiene la reserva de petróleo más
grande del mundo. Las protestas entre opositores y aliados del gobierno de
Nicolás Maduro,tiene más de 50 fallecidos este año.