Las inmatriculaciones realizadas por la jerarquía católica a lo largo de decenas de años tienen como denominador común un Estado que no termina de ser aconfesional, haciendo posible su resultado, y una jerarquía católica anclada en el dogma, el poder, el dinero y el prestigio, todo lo contrario a los valores de Jesús de Nazaret: amor, justicia y paz. Como afirma el teólogo José M. Castillo: “los obispos creen más en la riqueza que en el Evangelio de Jesucristo”....