martes, 27 de noviembre de 2018

Resumen y Comunicado final XIX Semana Andaluza de Teología. Torrox 23-25 de Noviembre 2018


XIX SEMANA ANDALUZA DE TEOLOGÍA
José Sánchez Luque
Foro Andaluz Diamantino García
  
Con el lema “Misericordia y justicia ante la desigualdad global” se han reunido en El Morche (Málaga) del  23 al 25 de noviembre, unas trescientas personas de las diversas provincias andaluzas y otras regiones del Estado. Han sido tres días de intenso trabajo. Se han desarrollado  tres documentadas ponencias, diferentes coloquios, tertulias y  mesa de experiencias con cuatro de las plataformas liberadoras que se dan en nuestro país: Stop desahucios, Pensión digna, Trata de personas y la Asociación andaluza de barrios ignorados.  También se proyectó el documental “Samba, un nombre borrado” y en la convivencia nocturna nos deleitamos  con la audición de canciones por los derechos humanos del prestigioso grupo de fama mundial “L@s  Cantamañan@s”

Federico Mayor Zaragoza estaba previsto que viniera a exponernos una ponencia. Finalmente su médico le aconsejó que guardara cierto reposo. Pero, a pesar de todo, ha tenido la amabilidad de enviar su aportación a la semana mediante el envío de un escrito con el exergo de Nicolás Guillen: “Para hacer esta muralla, unamos todas las manos. Los  negros sus manos negras, los blancos sus blancas manos”.  Más adelante afirma: Nos están distrayendo en exceso, con espectáculos de masas, con jugadores o pilotos, destacando sus éxitos y sus dolencias,… hasta el extremo de consentir que la justicia, el gran asidero de los demócratas y la base del diseño de un futuro mejor, sea manipulada de tal forma que los “buenos” aparezcan como malos y los “malos”,  por arte de birlibirloque, aparezcan exculpados y exonerados de toda responsabilidad…

Es tiempo, asegura el eminente profesor,  de iniciar la transformación de una cultura de la imposición, dominio, violencia y guerra a una cultura del encuentro, de la conciliación, el diálogo y la paz. De una economía de guerra a una economía de desarrollo global sostenible que evite los caldos de  cultivo de la radicalización y frustración, que desembocan en flujos de emigrantes desesperados y, en ocasiones, en el uso de la violencia. ..Ha llegado el momento de iniciar la fuerza de la palabra, de la  seguridad de los territorios a la seguridad alimentaria, sanitaria, educativa, medioambiental de quienes los habitan.

“El estallido del sistema migratorio  europeo” fue el título de la primera ponencia desarrollada por el ubetense Sebastián de la Obra Sierra, historiador y documentalista, trabajador incansable por los derechos humanos  que pertenece a  diversos  organismos pro-defensa de los derechos de las personas. En su documentada  disertación, afirmaba que la falta de visión de la UE sobre las migraciones actuales y futuras tiene ya –y tendrá en un futuro cercano-  gravísimas consecuencias sobre los sistemas democráticos europeos. Estos deben afronta el auge del racismo y el peligro de guerras internas por la crisis e integración social de las capas más pobres y marginadas. Pero el destino no podrá ser la xenofobia y el enfrentamiento. La globalización está creando sociedades cada vez más diversas. Estamos llamados a generar pertenencias comunes mediante el mestizaje, y a ser capaces de construir un nosotros común y plural a la vez.

La profesora de Intervención Socio-comunitaria y coordinadora del Área de Educación y Participación de Ecologistas en Acción, Marta Pascual, disertó en la segunda ponencia sobre “Vivir y construir un mundo de iguales: una mirada ecofeminista de la realidad”.  Entre otras cosas, afirmaba que discriminar, invisibilizar, ignorar, minusvalorar, marginar, explotar… forman parte de la experiencia común de todas las personas y colectivos oprimidos: negros, pobres, migrantes, mujeres, minorías de todo tipo, etc. El duro recorrido histórico por lograr la igualdad  total tiene aún muchos retos hasta alcanzar la autonomía personal y el reconocimiento social.
La tercera ponencia: “Acogida, misericordia y justicia en la frontera”,  estuvo a cargo de Paula Domingo, religiosa de la Comunidad Vedruna que en Ceuta (a la que califica de cárcel dulce o limbo, puesto que si es difícil entrar en  es más difícil salir)  acompañan y fomentan unas relaciones de calidad a todos los que participan en el proyecto, a la vez que ponen su mayor esfuerzo en la defensa de sus derechos, denunciando la violación de los mismos. Por encima de todo  y ante la irracionalidad, y silenciamiento de cuanto sucede en las fronteras con inmigrantes y refugiados, no podemos olvidar nuestra misión como ciudadanos y como creyentes: acoger. La acogida, afirmó la  ponente, debe prevalecer sobre leyes, normas y protocolos. Hemos de cuidarnos mutuamente. Porque la acogida no es algo unidireccional. Acojo si me dejo acoger. Me acogen si soy capaz de disponerme a la acogida… Acogida, cuidados, comunidad, obligación de justicia, solidaridad, gratitud…son objetivos necesarios que pueden hacer de la vida colectiva y personal algo completamente distinto.

En la misa de final del encuentro se leyó un comunicado en el que se resumía el sentir de la  Semana Andaluza de Teología 2018. El comunicado terminaba con estas palabras: “Misericordia y justicia  son los criterios para discernir, probar y comprobar que nuestra adhesión a Jesús de Nazaret es creíble y nos aproxima a la propuesta de que otro mundo es posible y necesario”.

COMUNICADO FINAL: MISERICORDIA Y JUSTICIA ANTE LA DESIGUALDAD GLOBAL.
La producción de “residuos humanos” -es decir, las poblaciones “superfluas” de migrantes, refugiados y demás parias empobrecidos- es una consecuencia del proceso globalizador a nivel mundial y su ensalzado progreso económico. Dicha globalización provoca un número cada vez más elevado de personas privadas de medios adecuados de subsistencia, al mismo tiempo que el planeta se está quedando sin lugares habitables para ellas y tal vez algún día también para todos los humanos en un desastre ecológico global.

La Unión Europea carece de respuestas ante los desafíos que plantea nuestro entorno geoeconómico y geopolítico. No tiene visión estratégica ni a largo ni a medio plazo. Deja al Mercado gestionar “automáticamente” la demanda migratoria y no quiere asumir su responsabilidad política y moral para con refugiados y migrantes. Su falta de visión y decisión, de previsión y de gestión de las migraciones beneficia directamente a los movimientos y partidos políticos xenófobos y a los traficantes de personas. Podemos decir que la crisis de las migraciones es la crisis de la propia Europa como proyecto humanizador y civilizatorio que pretendía ser un verdadero espacio de libertad, justicia y seguridad al servicio del reconocimiento e igual garantía de los derechos humanos.

Las migraciones interpelan: o apostamos por ser humanos en una sola humanidad, o se agudizarán las diferencias practicando la cultura del “descarte” que dice el Papa Francisco. Leyes de extranjería cada vez más severas y criminalizadoras, crueles medidas de control de fronteras, políticas de extrema dureza contra los “fugitivos” (migrantes o refugiados), miles de ahogados en el mar, gobiernos que no quieren ver ni hacer justicia, trabajadores extranjeros a explotar y sin derechos, auge de la xenofobia y de populismos que propagan el odio étnico, el temor y el rechazo a quienes llegan hasta aquí: personas con la muerte a su espalda y un muro ante su rostro. Vivimos enredados en una dinámica de rechazo de “los otros”, víctimas silenciadas, olvidando que en ellas nos jugamos nuestro propio ser, personal y colectivo.

Discriminar, invisibilizar, ignorar, minusvalorar, marginar, explotar son prácticas cada vez más extendidas en nuestras sociedades y forman parte de la experiencia cotidiana de las personas y colectivos que las sufren: mendigos, los sin techo, migrantes y refugiados, desempleados y parados, mujeres víctimas de trata, pensionistas empobrecidos, desahuciados, barrios marginales y marginados, minorías de todo tipo, etc.
La discriminación femenina es un hecho evidente en toda sociedad y en todo el mundo. Aunque es verdad que la desigualdad no se presenta con la misma intensidad en todas partes y culturas, lo cierto es que dicha desigualdad está presente en todas ellas y siempre obedece a la misma causa: el patriarcado como sistema simbólico y social creado y organizado por los varones. Un sistema que vive en los discursos ideológicos y se concreta en las estructuras sociales que priorizan el ejercicio del poder masculino con instituciones y normas opresoras para las mujeres.

El duro recorrido histórico del feminismo por lograr la igualdad de género tiene aún muchos retos hasta alcanzar la autonomía personal y el reconocimiento social de las mujeres. Frente al patriarcado dominador y dominante ya no hay marcha atrás en lo conseguido por las mujeres, que apuestan por rozar lo increíble y tener su lugar en un mundo no pensado para ni por ellas. Vivir como diferentes y a la vez como iguales y construir una sociedad igualitaria es un largo camino siempre por hacer.
Ante la irracionalidad, silenciamiento e indiferencia de cuanto sucede en el mundo y en nuestros entornos más próximos, no podemos olvidar nuestra misión como ciudadanos/as y como cristianos/as: ACOGER. La acogida debe prevalecer sobre leyes, normas y protocolos. Hemos de cuidarnos mutuamente. Porque la acogida no es algo unidireccional. Acojo si me dejo acoger. Me acogen si soy capaz de disponerme a la acogida. Esos cuidados recíprocos son los que nos constituyen como personas y como comunidad cristiana. Acogida, cuidados, comunidad, solidaridad, gratuidad, etc. son obligación de justicia y son adjetivos necesarios que pueden hacer de la vida colectiva y personal algo completamente diferente y más feliz. He aquí la tarea que nos queda: salvar lo que nos salva y contar con los que no cuentan.

Sabemos que el compromiso del seguimiento evangélico conlleva un decidido combate contra la idolatría del dinero, del poder, del consumo, de la violencia. En otras palabras, un combate a favor de la justicia que se desborda en la solidaridad como plenitud de aquella. Misericordia y justicia son los criterios para discernir, probar y comprobar que nuestra adhesión a Jesús de Nazaret es creíble y nos aproxima a la propuesta de que otro mundo es posible y necesario.
23, 24, 25 noviembre 2018.Torrox (Málaga)

Pongo aquí el enlace al resumen que merece la alegría leer y que ha hecho Antonio Moreno de la Fuente (CCP-Sevilla)Pinchar AQUÍ

Aquí puedes escuchar y ver todas las canciones que cantamos junt@s en "Ven a cantar por los derechos humanos, la utopía y la esperanza: https://www.youtube.com/playlist?list=PLkonMd2gdexoL2EhNySKrbqQpt7GIozgC

lunes, 19 de noviembre de 2018

Morir no es lo que parece...Enric de Benito. Foro Gogoa. 15 /11/2018

noticias de navarra.
ENRIC BENITO | MÉDICO ESPECIALISTA EN CUIDADOS PALIATIVOS

“Morir es un proceso interesante, no duele y termina bien”

Enric Benito, doctor en Medicina con larga experiencia clínica en Oncología y Cuidados Paliativos, pertenece al Grupo de Espiritualidad de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos. 550 personas acudieron a su charla en el Foro Gogoa
JAVIER PAGOLA | UNAI BEROIZ - Domingo, 18 de Noviembre de 2018 - Actualizado a las 06:01h
Enric Benito. (UNAI BEROIZ)


PAMPLONA- Enric Benito repite a menudo que “morirse es normal, y que siempre acaba bien”. Lo primero es claro: Borges escribió que “morirse es una costumbre que tiene la gente, como la siesta”. Pero, ¿cómo es eso de que siempre acaba bien?
-Cuando yo intento hacer pedagogía, me enfrento a una sociedad donde el miedo y la ignorancia son tan grandes que me doy permiso para provocar un poco con mi lenguaje. Morir es el proceso más interesante que vamos a hacer en nuestra vida. Son momentos de máxima intensidad vital y antropológica. No estar preparados para morir es una lástima, y tener miedo de la muerte es perder la vida. Muchos vivimos en la periferia de nuestra profundidad, no nos conocemos, y despedirnos de nosotros mismos sin conocernos es muy triste: de ahí vienen el miedo y la incertidumbre. Morirse no es fácil, pero ni es tanto como piensa la gente, ni algo tan ligero como lo pinto yo. Bueno, para empezar, nadie se queda medio muerto;el proceso acaba con la gente bien muerta. Los tiempos cambian y, como dijo un humorista: “antes la gente se moría más joven y a la primera;ahora morimos de mayores y después de varios intentos”. Pero es que, después de mi experiencia a pie de cama con cientos de pacientes en agonía, acercándome con respeto, interés y curiosidad para entender ese proceso, me he llevado muchas sorpresas. Siento, experimento, que todo acaba bien, en una conciencia feliz, tras encontrar lo más íntimo y hondo de nuestro interior. Y he concluido que resistirse no evita el proceso de morir, sino que lo complica.

¿Usted no tiene miedo a la muerte? ¿Qué sentido tienen la vida y la muerte? ¿Cómo las considera?
-No tengo miedo a morir. La muerte no es, como algunos dicen, “el final de la vida”. Y lo dicen porque no quieren nombrar a la muerte. Pero la muerte no es más que el espantapájaros que hemos vestido con nuestros miedos. La vida no tiene final. Lo que tiene final es nuestra pequeña biografía. No existe la muerte, existe el proceso de morir. Como el de nacer. Hay un “morimiento”, como hay un nacimiento. Tampoco hay “enfermos terminales”, sino “enfermos culminales” que despiertan a un máximo de conciencia. Tener una confianza de base en la vida es fundamental. Hay motivos para preguntarse y descubrir qué hemos venido a hacer aquí y, luego, ser coherentes.
¿Por qué dice usted además que “morir no duele”?
-El hecho de morir no duele;lo que puede doler es la enfermedad social que puede llevar a sufrir. Solemos repetir en cuidados paliativos que “los cuerpos duelen, y las personas sufren”. En el siglo XXI tenemos morfina y metadonas que permiten controlar el dolor. El sufrimiento existencial, las preguntas como ¿por qué me pasa esto ahora?, no se pueden curar con medicamentos. Buscamos pues otras ayudas en el acompañamiento en paliativos, que no existen como servicio específico en la mayoría de los hospitales, aunque puede haber personas formadas para ello. Pero en los hospitales hemos complicado y medicalizado en demasía un proceso que no es médico ni sanitario. En países industrializados, como el nuestro, el 70% de las personas muere en un hospital, el peor lugar para morir. Porque nadie sabe cómo atender bien el proceso de morir, excepto los pocos profesionales de cuidados paliativos. Un indicador de cómo muere la gente en el hospital, es cuántos mueren con el suero o el oxigeno puestos, lo que es una mala praxis clínica: nadie necesita oxigeno ni suero parara morirse. Sucede que los sanitarios que cuidan hacen ver que hacen algo, porque no saben qué hacer.
¿Hay sufrimiento entre los profesionales sanitarios?
-Yo sé que todo el personal médico, de enfermería y auxiliar es gente buena y bien intencionada para aliviar el dolor y el sufrimiento ajenos. Pero en mi testamento vital he dejado dispuesto que yo no quiero ir a una Unidad de Cuidados Intensivos. Un día, en un curso con profesionales, dije: “Hay un mantra repetido entre los sanitarios intensivistas: Este enfermo no se muere en mi turno”. Y, después que dije eso, sonó un aplauso atronador. Sí, hay sufrimiento entre los profesionales, precisamente porque saben cómo combatir el dolor, pero no tienen herramientas para dar respuesta al sufrimiento humano.
¿Qué razones llevaron a un médico oncólogo como usted a dedicarse a cuidados paliativos?
-Años atrás la realidad no se escondía. El proceso de morir y los velatorios sucedían en las casas. Mi biografía, vital y académica, explica mi trayectoria personal. En los últimos años 50, cuando yo tenía 9 años, vi morir a mi abuelo entre dolores terribles porque entonces no se podía utilizar la morfina;lo que pasé me dejó muy marcado y me prometí que aquello no acabaría así. De joven estudié Medicina, me especialicé en Oncología, investigué y trabajé como clínico durante 23 años. Tuve una honda crisis personal, porque me di cuenta de que lo que hacía era tratar tumores y lo que yo quería era acompañar y ayudar a personas. Entonces pasé a cuidados paliativos y en ello he estado casi 20 años. En 2004 constituimos, dentro de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL) el Grupo de Espiritualidad, y me dedico a la docencia en talleres, compartiendo experiencias con profesionales, y a dar charla.
¿Qué necesitamos las personas al morir?
-La muerte es un proceso natural en que la persona necesita intimidad, ser reconocida, no tener dolor, tener un entorno de afecto, seguridad y confianza y ser cuidada integralmente para poder cumplir tres tareas: aceptar lo vivido, conectar con lo querido y entregarse a lo pertenecido, a su fe o sus convicciones hondas. Humanizar el proceso de morir significa reconocer nuestra vulnerabilidad, pero sin olvidar lo que en el fondo somos, nuestra dimensión trascendente.

La Sociedad Española de Cuidados Paliativos va formando profesionales para humanizar y acompañar el proceso de morir. ¿En qué cosas insisten?
-Se trata de conocer bien, a partir de la experiencia clínica, lo que sucede en ese proceso de morir;y hay que trabajar las actitudes y herramientas que debe tener quien acompaña. Además, para el acompañamiento espiritual, hemos construido un mapa de la arquitectura interior del ser humano y un cuestionario para trabajar las relaciones del enfermo con su interior, con otras personas y cosas, y con la realidad transpersonal y trascendente.
Cuando le llega el momento, ¿cuánta gente sabe que se va a morir?
-Una de las cosas fundamentales que debemos saber -y eso lo he aprendido y estoy seguro de ello- es que nadie se muere sin saber que se está muriendo. Cuando le sustraes a una persona la información fundamental de lo que tiene que saber, no puedes impedir que se dé cuenta de lo que le está pasando. El proceso de morir es un tiempo precioso para que cada persona haga las paces con su historia, deje las cosas como hay que dejarlas, y hasta pueda elegir la forma y la música de sus propios funerales. Hay personas que cometen otro error peor, no dejar al moribundo marcharse, y quieren retenerlo posesivamente;no, lo correcto es decirle que ha hecho bien las cosas en su vida, que se le quiere y que puede irse tranquilo y satisfecho.
Cuando la muerte está cercana, ¿cómo suelen comportarse las personas en ese trance?
-El itinerario básico en la cercanía de morir tiene tres etapas muy claras, que hemos podido señalar después de atender a cientos de experiencias y de repasar las tradiciones de sabiduría espiritual. Hay un primer tiempo de caos, miedo, incertidumbre y lucha, de negación de la realidad, de búsqueda de segundas opiniones u otros tratamientos, pero llega un momento en que las resistencias a morir no se sostienen. Aparece una segunda fase en que la persona tiene que hacer una aceptación y entrega a la verdad de lo que le sucede. Y tras ella viene una verdadera sanación, y se alcanza una transcendencia, en el sentido en que la explica Levinas, un “pasar y conocer” y llegar a una conciencia que no se tenía antes. Pero hay que darse cuenta de que eso no ocurre únicamente en el proceso de morir, sino en cualquier crisis existencial a lo largo de la vida. Muchos pacientes hacen un proceso en que se reblandecen sus resistencias a morir y emerge de sí mismos un potencial interno que antes desconocían. Pasan de la lucha a la aceptación y terminan diciendo: “Espero que todo vaya bien”. Algunos pacientes llegan al borde mismo del misterio con contracción, lucha y resistencia, y es en esos casos cuando la situación nos obliga a practicar la sedación y bajar el nivel de conciencia, como si se tratara de un parto en que el bebé se niega a nacer. Cualquier resistencia a un proceso natural, sea el alumbramiento o el proceso de morir, lo complica.
¿Qué es lo que en nosotros se resiste a la hora de morir?
-Las sombras, lo que no hemos vivido, las cosas que no tenemos resueltas, las que hemos dejado pendientes. Hay que prever que en cualquier momento nos puede llegar la hora de morir. Hay que vivir despierto, y en paz con nosotros mismos y con los demás, sobre todo con las personas que apreciamos.
Quiénes acompañan a otras personas en el proceso de morir, ¿qué actitudes deberían tener?
-Ante todo han de entender que morir no es fácil. Y que cada persona hace el proceso cuando puede y como puede. Pero los acompañantes pueden ayudar a facilitarlo. Debe haber una aceptación incondicional del otro;el acompañante no puede mentirle, ni juzgarle. En la propuesta de acompañamiento espiritual que nuestra comisión ha elaborado, indicamos que el acompañante debe tener tres actitudes: hospitalidad, presencia y compasión. Como dice el sacerdote norteamericano Henry Nowen, en su libro El sanador herido: “Hospitalidad es abrir tu casa para acoger al desvalido o extranjero, sabiendo que tu salvación llega en forma de peregrino cansado”. Pero, para abrir tu casa, tú mismo debes tenerla ordenada, conducirte con una cierta armonía interior, y no tienes que tener miedo a que aquella persona que acoges te ensucie un poco el sofá y te contagie algo de lo suyo. La Presencia es convertirse sin miedo en el espejo del otro: respetar y admirar la dignidad de esa persona. Y el arquetipo de la Compasión, en nuestra tradición, es el Buen Samaritano: para ser compasivo hay que ir despierto, ver al que está malherido en la cuneta, ser sensible a su sufrimiento, hacer lo posible para sacarle de su malestar, y tener confianza en que todo acabará bien. El filosofo Martin Buber dice que “a Dios nadie le ha visto, pero, cuando alguien sufre y otra persona se acerca para acompañarla, hay una presencia entre los dos que los transfigura”.
Dice que, para hacer un buen modelo de atención espiritual al enfermo, han construido un Mapa de la Arquitectura Interior del Ser Humano. ¿Dónde nace ese instrumento?
-Para hacer ese buen modelo bebimos de varias fuentes: nuestra práctica clínica grupal (yo he trabajado muchos años en una unidad de Cuidados Paliativos con 20 camas donde morían unas 300 personas cada año), la bibliografía médica que se viene publicando en todo el mundo, y todas las tradiciones espirituales de Sabiduría: Los Necrosales, los Libros egipcio y tibetano de los muertos, o el Ars Moriendi de finales de la edad media, inspirado en principios cristianos. Además, algunos de nuestro grupo teníamos una experiencia personal de sufrimiento bastante considerable. Así llegamos a comprender la Espiritualidad como “humanidad en plenitud”.
¿A dónde lleva ese mapa de nuestra arquitectura interior?
-Lo que constituye a todo ser humano, sea o no sea creyente, su constitución interna es Conciencia: un dinamismo que le impulsa a un anhelo infinito de plenitud: las búsqueda de la excelencia, de la virtud, de la felicidad. Somos seres en relación, una triple relación, con nosotros mismos (intra), con los demás y lo demás (inter), y con el fundamento que nos sustenta (trans). Todo ello culmina que el proceso de morir, en que cada persona debería hacer tres tareas: La primera (intra) es aceptar la vida vivida con todos sus gozos y sombras y reconocer que todo habrá tenido algún sentido. La segunda (inter) es conectar con lo querido, porque necesitamos perdonar y sentirnos perdonados y reconocidos. Y la tercera entregarse a lo pertenecido, a las creencias y convicciones hondas, y al legado personal de humanidad que uno deja.
Parece que siempre quedará presente el misterio del mal, porque hay mucha gente que no muere en su cama. Millones de personas han muerto y mueren de manera injusta y en nuestro mundo, cada día mueren 19.000 niños por causas evitables.
-No tengo respuesta para ese asunto. Mi experiencia es atendiendo a pacientes oncológicos y en cuidados paliativos. Solo se me ocurre decir que, cuando uno es pequeño y tiene poco conocimiento de la vida, puede creer que todo es caos y desorden. Pero, cuando llega a tener un conocimiento más elevado, su percepción y experiencia cambia. Cuando alguien se pregunta por la injusticia y sus porqués, es como si un grano de arena del desierto se levantara y quisiera hacerle una auditoria al universo reprochándole que esto está mal montado y hay que cambiarlo. El cosmos entero debe reírse y responder: ¿pero a dónde vas tú, si no has entendido nada? La pregunta del millón -decía Albert Einstein- es si el universo es un lugar acogedor o un lugar amenazante, si es un cosmos o es un caos, si puedes confiar o tienes que desconfiar. No tengo una respuesta, pero me imagino que hay un orden, aunque yo no lo entiendo. Y no hago una apreciación de lo que está mal, porque eso no me toca.
Está planteado el debate social sobre la eutanasia. Antropólogos, profesores de ética y teólogos católicos -como Hans Küng en su libro Una muerte feliz- hablan de que la persona puede y debe llegar a ser responsable de su propio proceso de vivir y morir. ¿Cómo lo ve usted?
-Hablaré desde donde me corresponde: Soy miembro de honor de la Sociedad de Cuidados Paliativos, que está preocupada porque los cuidados de calidad para acompañar y aliviar el sufrimiento no llegan siquiera a un 45% de todos los españoles. Desde nuestra posición experta, profesional y humana nos parece prioritario legislar sobre la necesidad de extender los cuidados paliativos a todos los ciudadanos. Personalmente no estoy en contra de que se legisle sobre la eutanasia. Pero, en este momento, me parece un postureo político, interesante para algunos pero no prioritario para la comunidad. Lo que urge es formar profesionales, quitar el miedo a la muerte, y acompañar bien. Aun así, encontraremos gente que tiene derecho a reclamar eutanasia, y esas personas tienen que ser escuchadas.
Otra entrevista de interés: https://www.eldiario.es/norte/navarra/cuidados-paliativos-ciudadania-extraordinario-sufrimiento_0_837116433.html

las claves

“Entre nosotros, el 70% de las personas muere en un hospital, el peor lugar para morir”
“Los cuidados paliativos no alcanzan ni al 45% de la población. Extenderlos debe ser tema prioritario”
“No me opongo a legislar la eutanasia: hay personas que tienen derecho a reclamarla y deben ser escuchadas”

viernes, 9 de noviembre de 2018

El Cristianismo como religión no nos interesa. Jesús Gil. CCP de Balsas (Zaragoza)


 Hubo un tiempo, no muy lejano en nuestra historia, en que la religión lo impregnaba todo en la sociedad y por fuerza debía interesarte lo religioso. Era la época del nacional-catolicismo. Lo religioso era parte de la vida y un componente imprescindible socialmente. Los adornos (medallas ,escapularios, banderas), los templos (exuberancia de las catedrales), las personas sagradas, eran parte de la vida social. Asistíamos a grandes manifestaciones públicas de lo religioso (procesiones, congresos, encuentros). La cruz lo presidía todo y ante la cruz se realizaban los juramentos de las personas públicas. Muchos de estos vestigios todavía perduran hoy en las costumbres sociales y se resisten a desaparecer en una sociedad cada vez más secularizada.
Pues bien, esta situación está cambiando pese a quien le pese. Hoy la religión católica y sus componentes fundamentales no nos interesan a muchas personas. ¿Quiénes son las personas a las que no les interesa el cristianismo como religión? Son no solo las personas agnósticas y ateas, sino también las creyentes en Jesús de Nazaret, que buscamos los orígenes del cristianismo y que estamos abiertas a la modernidad, a la racionalidad científica moderna.
Porque Jesús de Nazaret no fundó una religión (el cristianismo), sino un movimiento de seguidores de su persona y de su mensaje, el Reino de Dios, basado principalmente en el mandamiento del amor, incluso a los enemigos. Por esta razón, entre otras, la religión está perdiendo influencia en las sociedades modernas incluso para un sector cada día más numeroso de cristianos.
Recordamos la reflexión del teólogo José María Castillo en uno de sus últimos escritos (La Iglesia desplazó el evangelio de Jesús a la religión de los sacerdotes) “Se suele decir (y es verdad) que la religión cristiana tiene su origen en Jesús de Nazaret. Como también se suele decir ( y también es verdad) que la Iglesia tuvo sus comienzos en la vida y las enseñanzas de Jesús. Pero tan cierto como lo que acabo de decir es que ni Jesús fundó (o instituyó) una religión, ni fundó (o instituyó) una Iglesia”
En este contexto decimos:
  • No nos interesa la imagen de Dios, Creador del universo de modo definitivo, Juez Supremo de todas las acciones de las personas, que premia con el cielo a los cumplidores de la ley divina, y que castiga con el infierno a los infractores de esa ley.
  • No nos interesa la figura divinizada de Jesús de Nazaret, convertido en Jesucristo, Salvador de la humanidad y Redentor de un pecado que se ha llamado original y que han heredado todas las personas, sin tener responsabilidad alguna por no haberlo cometido.
  • No nos interesa la nominación de María como Santísima Virgen y Madre de Dios; así como las innumerables advocaciones de la Virgen María, que na tienen que ver con María, mujer del pueblo y madre de Jesús.
  • No nos interesa la estructura piramidal de la institución de la Iglesia, que pretende tener poder e influencia en las sociedades, y que busca el prestigio y la defensa de la ortodoxia doctrinal a través de los dogmas proclamados por el magisterio eclesiástico-
  • No nos interesa la importancia de la ley divina y de los mandatos que impone como pecados contra Dios, contenidos en los mandamientos de Moisés y en los impuestos por la Iglesia.
  • No nos interesa la idea de la culpa y del pecado que se introduce en la conciencia de los seres humanos por el incumplimiento de los mandatos llamados divinos-
  • No nos interesa el miedo a la condenación eterna por la comisión de los pecados impuestos por la institución eclesiástica.
  • No nos interesa la sacralidad de las personas consagradas (sacerdotes) dedicadas al culto, ni de los templos como lugares sagrados, en los que las personas creyentes se comunican con Dios y en los que Dios se hace presente a los humanos.
  • No nos interesa que la jerarquía de la Iglesia promueva el silencio y ocultamiento de abusos sexuales a menores (pederastia) alegando el bien de la unidad y evitar el escándalo-
  • No nos interesa la concepción represiva de la sexualidad que promueve la religión, ni la condena del aborto a cualquier precio y en cualquier circunstancia.
  • No nos interesa la obligatoriedad del celibato en los curas, porque es represivo en muchos de los casos y conduce al desvío de la sexualidad hacia la pederastia en bastantes momentos.
  • No nos interesa una Iglesia al servicio de sí misma, preocupada por su poder y prestigio, y no por el servicio a la humanidad.
  • No nos interesa el antropocentrismo que promueve al varón como centro del universo y que coloca a la mujer al servicio del hombre.
  • No nos interesa la concepción del ser humano como dueño y dominador de la Naturaleza, y no como servidor y cuidador de la misma, olvidando sus derechos.
  • No nos interesan los dogmas, proclamados por el magisterio de la Iglesia, con la obligación de aceptarlos como verdades absolutas, sin tener en cuenta las circunstancias concretas del momento histórico en que se proclamaron.
Volvemos a afirmar que el cristianismo originario, promovido por Jesús de Nazaret, no es una religión. Jesús de Nazaret no fundó una religión, sino un movimiento de seguidores de su persona como profeta, y de su mensaje del Reino de Dios (consistente en la eliminación del hambre, del sufrimiento y en las relaciones humanas fraternas), con un único mandamiento, el del amor a todos los seres vivos y a los bienes de la Naturaleza. Este proyecto sí nos interesa y nos comprometemos a promoverlo en nuestras sociedades. Es lo que hoy llamamos el nuevo paradigma cristiano posreligional.
¿Y qué hacemos con las religiones? ¿Hay que eliminarlas del horizonte social a nivel mundial? Ni mucho menos. Las religiones tienen sentido como movimientos humanizantes de las diversas sociedades y de las distintas culturas; como instituciones que defienden y promueven la humanización, como entidades que tienen como finalidad el cumplimiento de los valores y derechos humanos, y los de la Naturaleza. Se trata de un proyecto laico y que tiene perfecta cabida en las sociedades secularizadas.
Jesús Gil García
Comunidad Cristiana Popular de Balsas.
Zaragoza. Agosto 2018