La celebración del Día de Europa (9 de Mayo) llega en un momento crítico para reforzar los valores de libertad, igualdad y solidaridad que están en la base del proyecto europeo originario. La guerra desatada por la agresión imperialista de Rusia al pueblo ucraniano sólo podrá ser frenada con el refuerzo de la diplomacia y la solidaridad entre todos los pueblos del territorio europeo. La amplitud y rapidez de la acogida a la enorme cantidad de ciudadanos y ciudadanas de Ucrania que han solicitado refugio a la Unión Europea huyendo de la violencia de la guerra, muestra que el proyecto europeo sigue vivo. La Unión Europea no puede reducirse a un gran Mercado de bienes y personas, sino desplegarse como un proyecto solidario entre pueblos hermanos abiertos al mundo entero.
Por este motivo, la valiosa respuesta europea a la crisis de personas refugiadas de Ucrania, con el rápido despliegue de todo tipo de ayudas jurídicas, administrativas, económicas, de vivienda, escolarización, etc, contrasta con la lentitud, arbitrariedad y escasez de medios de todo tipo que caracteriza a la acogida a los solicitantes de protección provenientes de otros conflictos bélicos. Mientras se acoge con alegría a las personas refugiadas de Ucrania, se mantiene recluidas a las procedentes de Afganistán, Etiopía, Palestina, Yemen, Mali o República Democrática del Congo en campos de concentración en Grecia.