Carta de los párrocos del arciprestazgo de la Cartuja: El Buen Pastor, Ntra. Sra. de las Mercedes, S. Juan Bautista, S. Familia, Ntra. Sra. de la Paz, S. Vicente de Paul, Jesús obrero, El Espíritu Santo y S. Antonio.
“Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón”. (Gaudium et spes n.1).
Los sacerdotes del arciprestazgo de Cartuja nos sentimos en el deber de decir una palabra pública ante el deterioro de la calidad de vida y de las relaciones que paulatinamente se están dando entre las personas que vivimos en el distrito norte como consecuencia de los cortes diarios de la luz; a la vez que hacemos una llamada a las autoridades para que pongan medios que terminen con esta situación que conculca los derechos humanos.
Si miramos las hemerotecas quizás nos sorprenda la frecuencia con la que la zona norte de Granada aparece en los medios de comunicación y del tipo de noticias a los que hacen referencia; sin embargo, a poco que nos paremos a analizar los datos, nos daremos cuenta, nos guste o no, que todo ello es síntoma de algo más profundo, algo que no funciona bien en la sociedad.
Cuando desde la opinión pública se aborda la realidad difícil que vive la zona norte de Granada, es fácil reducir el problema al cultivo de la marihuana. Sin embargo, siendo esto una realidad, no creemos que sea la causa primera ni la principal de la situación que aquí estamos viviendo.
En el distrito norte de Granada somos miles las familias que nos vemos afectados por la falta de “suministro de energía eléctrica”, con las consecuencias negativas que eso tiene hoy para poder hacer una vida digna. Somos testigos de que esta carencia afecta decisivamente en la vida de las personas que la padecen porque rompe los ritmos de vida, afecta a la salud física y psíquica, al bienestar personal y social, a la seguridad ciudadana, a las relaciones vecinales, a los procesos educativos, a las tareas laborales, etc. Añádase a todo lo anterior la repercusión negativa que tiene en los colegios, los servicios sociales y el centro de salud.
Los que aquí vivimos constatamos que el deterioro social está haciendo que los mayores malvivan y que los jóvenes no encuentren salidas ni estímulos que les permita mirar con esperanza el mañana y ahuyentar la losa de exclusión que los aplasta. La situación de pobreza y exclusión se está cronificando.
Estamos convencidos de que el distrito norte es una radiografía de la sociedad, un espejo de los valores que nuestra sociedad promueve, tales como la rentabilidad, la competitividad, la hipocresía, la doble moral, la dinámica del usar y tirar, pasarlo bien a costa de lo que sea, incluso de la vida de otros seres humanos; en definitiva, es el resultado de una sociedad que no pone en el centro la persona sino el dinero, al cual se somete todo.
Para poder revertir la situación y dar paso a otro tipo de relaciones y de hábitos, en definitiva, otro tipo de persona (más social y menos egocéntrica) y otro tipo de estructuras (más igualitarias y fraternas) hay que actuar sobre las causas estructurales que generan las situaciones inhumanas que producen sufrimiento a nivel personal, y diferencias a nivel social. Solo poniendo en práctica políticas educativas, de promoción, de inserción social y laboral, medidas activas de empleo podremos erradicar el cáncer social que nos está destruyendo.
La lacra que padecemos no es propia de una sociedad civilizada y avanzada, lo que aquí ocurre es inhumano e indignante y está en manos de todos el solucionarlo. Cerrar los ojos, lavarse las manos, no implicarse en la resolución de los problemas, seguir dedicando migajas por parte de las administraciones públicas es suicida y no es más que contribuir a la exclusión, perpetuar el sufrimiento, criminalizar a la gente y abonar los conflictos sociales.
Hacemos una llamada a todas las instituciones públicas y a nuestros políticos para que tomen conciencia de la gravedad de lo que está ocurriendo y de la responsabilidad que tienen en la resolución de dichos problemas. En particular apelamos al ayuntamiento de Granada para que, junto a las otras instituciones públicas -Junta de Andalucía, Subdelegación del gobierno, etc.- sean capaces de arbitrar medidas eficaces y de calado para la promoción del barrio y establezcan el protocolo oportuno para que Endesa cumpla con su obligación de mantener un servicio regular y estable del fluido eléctrico.
Estamos convencidos de que “la falta de suministro eléctrico es un atentado contra la vida y la dignidad de las personas” y por eso lo denunciamos públicamente.
Párrocos del arciprestazgo de Cartuja: El Buen Pastor, Ntra. Sra. de las Mercedes, S. Juan Bautista, S. Familia, Ntra. Sra. de la Paz, S. Vicente de Paul, Jesús obrero, El Espíritu Santo y S. Antonio.
Granada a 15 de Mayo de 2019.