Vivimos en
un mundo alarmantemente inhumano, injusto e insolidario, visibilizado por la
ONG Oxfam en su informe anual, al afirmar que las 62 personas más ricas
acumulan la misma riqueza que los 3.600 millones más pobres. De estas terribles
diferencias tampoco se libra España que, según el informe de la OCDE, sigue
estando a la cabeza de la UE en el crecimiento de la desigualdad desde el
inicio de la crisis, tan solo por detrás de Chipre. La distancia entre ricos y
pobres ha crecido, llegando en 2015 a concentrar el 1% de la población tanta
riqueza como el 80% de los más desfavorecidos. Mientras tanto, la vieja y cada
vez más fortificada Europa muestra su cara más hostil con los refugiados,
alcanzado su máxima expresión en los 330 niños ahogados en las aguas del
Mediterráneo y en los más de 10.000 niños que viajaban solos, esperando ser
acogidos, desaparecidos nada más llegar a Europa, según estimaciones de la
Europol (Oficina Europea de Policía), encontrándose muchos de ellos en manos de
organizaciones de tráfico de personas.
Cómo puede
estar pasando esto en pleno siglo XXI cuando el mismo papa Francisco afirma que
la única certeza reside en que "todos somos hijos de Dios", lo que
podría traducirse para los no creyentes en: todos y todas somos iguales. Ante
la falta de dirigentes políticos europeos que alcen la voz y desarrollen
políticas solidarias y humanas, ha tenido que ser el papa Francisco el que
denuncie tanta barbaridad y acuse a los que construyen muros. Al candidato a
las primarias del Partido Republicano (EEUU) Donald Trump le ha dicho:
"Una persona que solo piensa en construir muros, sea donde sea, y no en
construir puentes, no es un cristiano. Esto no está en los evangelios".
Este es el mensaje que quiere dar en el año de la misericordia, el de construir
puentes y no muros. El Evangelio es la misericordia y si la Iglesia no cumple
con ese mandato está traicionando la esencia de su mensaje. La iglesia tiene
que "pasar de aduana a hospital de campaña", dice el Papa.
Los
andaluces tuvimos la suerte de tener un profeta misericordioso, que nos dejó
hace 21 años, Diamantino García Acosta, al que cantaba Carlos Cano:
"andaba con la verdiblanca por la causa de los pobres". Afirmaba que
él no se podía quedar encendiendo velas en la iglesia cuando había tantas
personas sufriendo por las violaciones de los derechos humanos. Con su
característica ironía decía que: "a Jesús no lo crucificaron por hacer
procesiones sino por ponerse al lado de los explotados". Desde su
experiencia con los más empobrecidos pensaba que: "la iglesia no debiera
ser un recinto de muros, ni una empresa de servicios religiosos, en la que
sobran funcionarios y faltan profetas". Estaba convencido de que: "el
evangelio hay que vivirlo con la gente humilde y creer en la vida y la
justicia, no es compatible con la vida cómoda en la que sólo se cree en la
barriga".
Qué lejos
quedan del papa Francisco y del cura Diamantino las palabras de una jerarquía
católica trasnochada que nos habla de que la violencia machista se debe a que
la mujer pide la separación (arzobispo de Toledo), de cuestionar el acogimiento
a los refugiados al considerarlos como el caballo de Troya de Europa al no ser
trigo limpio (arzobispo de Valencia), de considerar a la homosexualidad como
una deficiencia sexual (cardenal Fernando Sebastián). El obispo de Córdoba bate
el récord de tanto despropósito cuando afirma que "todo hijo tiene derecho
a nacer de un abrazo amoroso, que no puede sustituirse nunca por la pipeta de
laboratorio, fruto de un aquelarre químico" o de afirmaciones tan fuera de
lugar como que "el varón cuanto más varón sea mejor para todos en la casa,
ya que aporta particularmente la cobertura, la protección y la seguridad".
Este jerarca de la iglesia, amante del boato, se cree dueño y señor de uno de
los monumentos más importantes del mundo, la Mezquita-Catedral, al que por sus
pretensiones ideológicas, que nada tienen que ver con el Evangelio y el
Concilio Vaticano II, ha negado el nombre al monumento y ha tergiversado su
verdadera historia. Mientras, la Administración responsable ha preferido mirar
hacia otro lado, haciendo manifestaciones propias de un lenguaje ambiguo,
ineficaz, oportunista y alejado de los intereses de lo público.
A Diamantino
lo acusaron de activista, revolucionario y mal sacerdote, de conducta
inapropiada, según constaba en los informes policiales. Hoy, al igual que ayer,
defender los derechos humanos o defender lo público, sigue incomodando. A pesar
de todo, este mundo tiene solución y aunque parezca que el esfuerzo por
conseguir un mundo más justo es una causa perdida, como es tan razonable, algún
día la ganaremos.
Miguel Santiago Losada
* Profesor y
miembro de Comunidades Cristianas Populares
AVISOS ACTIVIDADES CCP-GRANADA:
SÁBADO 12 de Marzo: Taller de Meditación. Abierto a tod@s. A las 11 de la mañana, en el local de Comunidades: Atarazana del Santísimo 6-bajo. Granada.
DOMINGO 13 de Marzo: Encuentro de CCP: Laudato si: El cuidado de la tierra.Abierto a tod@s. A las11 de la mañana, compartimos la comida, hasta las 6 de la tarde. En los Combonianos, frente al observatorio de Cartuja.
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SÁBADO 12 de Marzo: Taller de Meditación. Abierto a tod@s. A las 11 de la mañana, en el local de Comunidades: Atarazana del Santísimo 6-bajo. Granada.
DOMINGO 13 de Marzo: Encuentro de CCP: Laudato si: El cuidado de la tierra.Abierto a tod@s. A las11 de la mañana, compartimos la comida, hasta las 6 de la tarde. En los Combonianos, frente al observatorio de Cartuja.
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