¿Qué ha sucedido en la Iglesia? ¿Qué nos
está pasando? Lo primero, que deberíamos tener en cuenta, es que es muy grave
lo que estamos viviendo en este orden de cosas. Los demás ámbitos del saber no
paran de crecer: las ciencias, los estudios históricos y sociales, las más
diversas tecnologías sobre todo, nos sorprenden cada día con nuevos descubrimientos.
Mientras que la teología (hablo en concreto de la católica) sigue firme,
inasequible al desaliento, interesando cada día a menos gente, incapaz de dar
respuesta a las preguntas que se hacen tantas personas y, sobre todo, empeñada
en mantener, como intocables, presuntas “verdades” que yo no sé cómo se pueden
seguir defendiendo a estas alturas.
Por poner algunos ejemplos: ¿Cómo podemos
seguir hablando de Dios, con la seguridad con que decimos lo que piensa y lo
que quiere, sabiendo que Dios es el Trascendente, que – por tanto – no está a
nuestro alcance? ¿Cómo es posible hablar de Dios sin saber exactamente lo que
decimos? ¿Cómo se puede asegurar que “por un hombre entró el pecado en el
mundo”? ¿Es que vamos a presentar como verdades centrales de nuestra fe lo que
en realidad son mitos que tienen más de cuatro mil años de antigüedad? ¿Con qué
argumentos se puede asegurar que el pecado de Adán y la redención de ese pecado
son verdades centrales de nuestra fe? ¿Cómo es posible defender que la muerte
de Cristo fue un “sacrificio ritual” que Dios necesitó para perdonarnos
nuestras maldades y salvarnos para el cielo? ¿Cómo se le puede decir a la gente
que el sufrimiento, la desgracia, el dolor y la muerte son “bendiciones” que
Dios nos manda? ¿Por qué seguimos manteniendo rituales litúrgicos que tienen
más de 1.500 años de antigüedad y que ya nadie entiende, ni sabe por qué se le
siguen imponiendo a la gente? ¿De verdad nos creemos lo que se nos dice en
algunos sermones sobre la muerte, el purgatorio y el infierno?
En fin, la lista de preguntas extrañas,
increíbles, contradictorias, se nos haría interminable. Y mientras tanto, las
iglesias vacías o con algunas personas mayores, que acuden a la misa por
inercia o por costumbre. Al tiempo que nuestros obispos ponen el grito en el
cielo por asuntos de sexo, mientras que se callan (o hacen afirmaciones tan
genéricas que equivalen a silencios cómplices) ante la cantidad de abusos de
menores cometidos por clérigos, abusos de poder que hacen quienes manejan ese
poder para abusar de unos, robarles a otros y humillar a los que tienen a su
alcance.
Insisto en que, a mi modesta manera de ver,
el problema está en la pobre, pobrísima, teología que tenemos. Una teología que
no toma en serio lo más importante de la teología cristiana, que es la
“encarnación” de Dios en Jesús. El llamamiento de Jesús a “seguirle”. La
ejemplaridad de la vida y del proyecto de vida de Jesús. Y la gran pregunta que
los creyentes tendríamos que afrontar: ¿Cómo hacemos presente el Evangelio de
Jesús en este tiempo y en esta sociedad que nos ha tocado vivir?
Termino insistiendo en que el control de Roma sobre la teología ha sido muy fuerte, desde el final del pontificado de Pablo VI hasta la renuncia al papado de Benedicto XVI. El resultado ha sido tremendo: en la Iglesia, en los seminarios, en los centros de estudios teológicos, hay miedo, mucho miedo. Y bien sabemos que el miedo bloquea el pensamiento y paraliza la creatividad. La organización de la Iglesia, en este orden de cosas, no puede seguir como ha estado tantos años. El papa Francisco quiere una “Iglesia en salida”, abierta, tolerante, creativa. Pero, ¿seguiremos adelante con este proyecto? Por desgracia, en la Iglesia hay muchos hombres, con bastones de mando, que no están dispuestos a soltar el poder, tal como ellos lo ejercen. Pues, si es así, ¡adelante! Que pronto habremos liquidado lo poco que nos queda.
Escrito por Jose Mª Castillo. Teólogo granadino. Tomado de su blog: Teología sin censura, el 13 de Mayo de 2017: http://blogs.periodistadigital.com/teologia-sin-censura.php/2017/05/13/el-empobrecimiento-de-la-teologia
Me parece muy interesante lo publicado por éste blog es verdad que las historias de la biblia son un poco fuera de la realidad, pero hay que tener mucha fe y amor en nuestro corazón.
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