Como colectivo perteneciente a la Plataforma Granada Abierta, Loli Ortiz, Carlos Moreno y Domingo Gómez en nombre de las CCP de Granada, asistimos al ACTO ALTERNATIVO DEL 2 DE ENERO
CON FEDERICO GARCIA LORCA: NO A LA TOMA
Éxito de participación en el acto alternativo del 2 de enero, organizado por Granada Abierta en la Fundación Euroárabe, bajo el lema "Con Federico García Lorca: NO a la Toma".
El recinto de la Euroárabe se vio desbordado por el público en este encuentro por el Diálogo de las Culturas, presentado por Francisco Vigueras. El acto se convirtió en un homenaje a Lorca, el poeta que dijo NO a la Toma, en el año que recordamos el 80 aniversario de su asesinato por parte de los franquistas.
Este éxito no hubiera sido posible sin la colaboración de: Juan Pinilla, Ángeles Mora, María Martín, Manuel Díaz, Manuel Dabán, José Manuel Vigueras y Lucía López Arias.
Durante el acto, el portavoz de Granada Abierta, Juan Antonio Díaz, leyó el siguiente texto enviado por Ian Gibson, el biógrafo de Lorca, que no pudo asistir por motivos de salud:
Palabras para Mariana y Federico:
En 1931, al volver a España tras su estancia en Nueva York y Cuba, Federico García Lorca fue entrevistado por el periodista Gil Benumeya. Le una declaración extraordinaria. “Yo creo que el ser de Granada –dijo- me inclina a la comprensión simpática de los perseguidos: Del gitano, del negro, del judío..., del morisco, que todos llevamos dentro”.
De los perseguidos. Quedaba cristalinamente clara, así, su opinión sobre las consecuencias de la Toma de 1492.
Pasaron cinco años. En junio de 1936, dos meses antes de su asesinato, hubo otra entrevista. Esta vez con Luis Bagaría para el gran diario madrileño El Sol. Contestó, algo insólito en él, por escrito.
“¿Tú crees que fue un momento acertado devolver las llaves de tu tierra granadina?”, le preguntó Bagaría-.
“Fue un momento malísimo- respondió-, aunque digan lo contrario en las escuelas. Se perdieron una civilización admirable, una poesía, una astronomía, una arquitectura y una delicadeza únicas en el mundo, para dar paso a una ciudad pobre, acobardada; a una ‘tierra del chavico’ donde se agita actualmente la peor burguesía de España”.
Hay que insistir en que son las palabras literales del poeta.
Palabras contundentes, cada una en su sitio. La Toma constituyó, a su juicio, la pérdida para siempre de una civilización incomparable, única, fruto de una insólita mezcla de sangres, idiomas y culturas. Y dio pasó a una ciudad pobre, acobardada. A una “tierra del chavico” donde se “agitaba” entonces nada más y nada menos que “la peor burguesía de España”. Es decir, que conspiraba contra la legitimidad republicana.
No pasó inadvertida en Granada la entrevista, según me aseguró hace ya décadas Miguel Rosales, el hermano de Luis. Ni inadvertida ni sin provocar duras críticas por parte de la clase social indicada. Se puede afirmar que la Granada que desapareció para siempre en 1492 -“¡ay amor que se fue y no vino! ¡Ay amor que se fue por el aire” -protagoniza la obra lorquiana, aunque ello se no aprecie siempre de modo explícito. Obra profundamente elegíaca, creada –y causa asombro- en solo veinte años.
Si Granada quisiera un día honrar de verdad a su poeta, el mejor embajador suyo de todos los tiempos, suprimiría como fiesta local la celebración de La Toma, con los elementos islamófobos que la caracterizan, y repondría, el 26 de mayo, la de Mariana Pineda, eliminada por el franquismo.
Recordemos que, de niño en Fuente Vaqueros, Federico participó, según su propio testimonio, en canciones de corro inspiradas por la valentía y el triste sino de Mariana, y que, al trasladarse la familia a la capital, la estatua en la plaza de su nombre le llegó a fascinar. Era casi inevitable que un día se le impusiera la necesidad de dedicarle una obra de teatro.
Cada vez que releo Mariana Pineda encuentro más escalofriante el paralelismo de ambas vidas y muertes, como si el poeta intuyera que a él le iba a tocar una suerte idéntica a la de la mártir de la Libertad. “Dicen que es masona” susurra una de las novicias, y
uno piensa en la siniestra delación redactada por Ramón Ruiz Alonso y sus correligionarios de la CEDA. ¿Tratará de salvar alguien a Mariana? Pedrosa, el juez, está convencido de que no:
“No habrá nadie en Granada que se asome / cuando usted pase con su comitiva. / Los andaluces hablan; pero luego...” Y, quizás lo más estremecedor, la copla premonitoria entonada anónimamente en el jardín del convento, poco antes de la salida de Mariana hacia el patíbulo: “A la vera del agua, / sin que nadie la viera, / se murió mi esperanza”. ¿Cómo no pensar en Ainadamar, “La Fuente de las Lágrimas”, la Fuente Grande de Alfacar cantada por los poetas árabes de Granada, y en el olivo cercano?
A Mariana por bordar una bandera liberal. A Federico por rojo, homosexual, famoso, rico, protegido de Fernando de los Ríos, autor de Yerma, hijo de liberal, tener ¡una radio clandestina en la Huerta de San Vicente por la cual hablaba con los rusos!, adversario declarado del fascismo y más taras. Repito: Si Granada quiere de verdad honrar a su poeta hay que acabar con la celebración de la Toma, entender como positiva la mezcla de culturas y recuperar el tradicional día de aquella hermosa víctima del régimen dictatorial de Fernando VII, precursor del de Francisco Franco.
Quería decir esto aquí en persona y pido disculpas por mi ausencia. Espero que el acto resulte muy alentador en vísperas del 80 aniversario del asesinato del poeta y del inicio de la nefasta Guerra Civil, cuyas secuelas estamos todavía padeciendo.
Un abrazo muy fuerte ¡y adelante con ánimo!
Ian Gibson
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