Aunque una representación tenga un
tema religioso, como en este caso, nunca es un acto de culto.
Incluso puede estar, y lo está con frecuencia, en contradicción con los verdaderos
sentimientos religiosos. Vamos a concretar haciéndonos unas cuantas reflexiones:
se anuncian la Semana Santa de Málaga, de Sevilla, de Murcia... como algo que
mueve a mucha gente a viajar competitivamente a tales sitios.
Ante este hecho, nos hacemos una
pregunta inevitable: ¿Quiénes la anuncian? Sobre todo las entidades promotoras
del turismo, los ayuntamientos, las entidades bancarias, las firmas
comerciales. Incluso con más interés que las mismas cofradías, que ya es decir.
¿Son éstos grupos tan cristianos
que tienen un verdadero interés por lo que la Pasión de Cristo significa?
Tenemos que responder que no, claro esta. ¿De dónde les viene entonces el
interés? Todos lo sabemos: del negocio que para todos estos grupos significa.
¿Y quién da colorido a las
procesiones de muchas ciudades? Unos factores totalmente ajenos al espíritu de
Jesús: los grupos militares en desfile, la riqueza de los tronos, la presencia
de autoridades, los artistas que se lucirán con una buena saeta... Es decir, el
poder, la fuerza y el dinero, la fama, la manifestación, por tanto de todo lo
que esta en otra onda que el Evangelio,
encarnación muchas veces de cuanto condenó a Jesús.
Sin embargo, no es menos cierto que muchos van a convertir estas representaciones
en actos de culto. Y de nuevo nos preguntamos: Si tenemos que saber distinguir
entre representación y acto de culto, ¿cuánto más si esas representaciones, por
los aditamentos que hemos mencionado, son carnavalescas?
Un sentimiento religioso vago y unas emociones van ligadas a estos
actos callejeros; pero las emociones y sentimientos que con las procesiones se
provocan son muy parecidos a los que se desatan bajo el efecto de muchos de
esos dramas sentimentales que abundan en las novelas por entregas de la
televisión y de no pocas películas.
Los sentimientos provocados en los espectadores son muy variados,
desde las emociones irracionales que provocan las procesiones de los dioses en
el paganismo hasta la simple curiosidad del turista, pasando por esas
convocatorias a la congoja o el llanto, propias de los melodramas; el fervor
que incita a rezar o a hacer promesas para lograr salir de una desgracia
familiar; la satisfacción de ver que la propia cofradía está a la altura que
debe y la necesidad de defenderla con el mismo fanatismo que un equipo de
fútbol. Un exponente de lo que estamos comentando: en muchos bares y
peluquerías de caballeros es frecuente esta decoración: Unas fotos del Cristo y
la Virgen de su cofradía, otra del Real Madrid o del Barcelona y otra u otras
de chicas desnudas o en topless.
Nadie es más bueno por llorar
ante los melodramas de la televisión. Los buenos sentimientos se demuestran en
la vida. Incluso hay otro tipo de emociones provocadas por las procesiones que
andan muy cerca del fanatismo y la idolatría.
Estaríamos en un error si afirmásemos que este
culto tiene algo que ver con el que Jesús proclama como culto auténtico a Dios.
Los cristianos damos culto a Dios en todo cuanto hacemos en la vida, porque
nuestra fe nos enfoca a hacer una sociedad más humana y fraterna, sin opresores
ni oprimidos. Y lo que constituye el por qué de nuestras vidas lo celebramos
cada domingo en nuestras sencillas reuniones, en la Eucaristía. Concretamente,
en la Semana Santa, consideramos qué significan para nuestra vida presente los
misterios de Cristo que ponemos ante nuestros ojos.
Ciertamente, una buena representación puede llegar a ser una buena
catequesis. Pero en nuestras semanas santas se ha llegado a unos extremos
difícilmente aceptables desde un cristian@ con un mínimo de coherencia y
sensibilidad, y esto por las siguientes razones:
+ Se exalta, por un lado, el heroísmo que se demuestra con el
dolor y, por otro, los sentimientos de lástima y de culpa.
+ Se fomenta la competitividad en el lujo y riqueza de tronos,
mantos, baldaquinos, candelabros, joyas, etc.
+ Se establece una especie de comercio de lástimas: intercambio mi
lástima hacia Jesús o María sufrientes por la lástima de ellos hacia mis
problemas personales o familiares.
+ Se hace consistir la manifestación de la fe, no en incidir en la
sociedad para hacer un mundo más humano, sino en tomar la vía pública para pasear un folklore de primavera.
+ Se aíslan estos sentimientos del resto de la vida. Una vez que
han pasado, no han transformado a la persona en alguien que dio un paso más
hacia la construcción del hombre y la mujer nuevo.
+ Multitud de imágenes procesionales están colocadas por toda la
iglesia, con lo que, no sólo se convierte el recinto en un signo de
sentimientos lúgubres para el que la visita, sino que la Semana Santa
procesionera queda indisolublemente maridada con la Iglesia oficial.
+ Se escandaliza, tanto a no creyentes de fina sensibilidad,
cerrándoles el camino a lo cristiano, como a los niños, que crecen viéndolo
como una importante manifestación cristiana, ya que, por los signos externos,
piensan que consiste en esto.
+ Sirve para que algunos miembros del clero llegue a creerse que
es un camino válido para evangelizar y ofrece «retiros espirituales» y la
oportunidad de que dediquen un dinero a «obras de caridad» a personas que con
esto van a pretender justificar todo lo demás. No olvidemos que las cofradías
del paganismo romano tenían obras benéficas entre sus cometidos, y no por eso
buscaban una sociedad más justa.
Por éstos y por otros motivos (no nombramos los más espurios, como
los desfiles militares), la Semana Santa callejera no es cristiana, y debía
divorciarse de la Iglesia, llevándose sus imágenes a lugares más adecuados.
Esto se está realizando ya en parte, pero, no sabemos si a causa del clero, de
los cofrades o de ambos a la vez, muchos de esos espacios propiedad de la
cofradía son o contienen una capilla, donde incluso se celebra misa; es más,
algunos tienen hasta sagrario… cuando, en realidad, lo más que se podría pedir
es que fuese un poco más respetuosa con lo que representa por las calles.
Hoy existen otras procesiones en las que se pide el cambio del
hombre y la mujer: son las manifestaciones por la paz, por la defensa de la naturaleza,
por el respeto y la acogida a los emigrantes, por el cese de los abusos contra
la mujer, etc. Como la calle es de tod@s, creyentes o no, no se acude en ellas
a Dios, aunque Dios acude a ellas. En ellas se mezcla a veces la lucha de
ideologías políticas, pero los creyentes que nos sentimos a gusto en esas
procesiones sabemos que, si esperamos una actuación absolutamente limpia, nunca
haremos nada....
...El Domingo de Ramos, el Jueves
Santo, el Viernes Santo y la noche de Pascua pueden ser días magníficos para
profundizar en nuestra fe como entrega y celebrarla. Durante estos días,
recordamos los últimos acontecimientos de la vida de Jesús: la manifestación
que se organizó al entrar en Jerusalén, que concluyó con una terrible
provocación a las autoridades religiosas, la destrucción simbólica del tinglado
del templo; la última cena, donde Jesús tomó el pan y el vino como signos de su
entrega personal y así instituyó la Eucaristía, que nos mandó seguir celebrando
en su memoria; su arresto, tortura y condena a muerte de cruz, y su victoria de
la muerte con el poder de Dios....
...Vamos a intentar celebrar estos
días sin bombo y platillo, sin trompetas y tambores, sino
comunitariamente, es decir, familiarmente, en nuestra pequeña comunidad. Estamos
demasiado lejos de un mundo humano. Es verdad que nosotr@s y los que nos rodean
vivimos con más dinero y, por tanto, con más cosas que antes; pero estamos en
el primer mundo, aunque se trate de la cola del primer mundo y tendríamos que
preguntarnos si nuestra abundancia y nuestro desarrollo serían posibles sin
desvalijar al tercer mundo de una manera vergonzosa y brutal. Siguen sufriendo,
por tanto, los inocentes, que son la mayor parte de la Humanidad, a causa de la
explotación de los más despabilados. No, no estamos en un mundo mejor.
Un tiempo atrás se soñó con un
mundo más justo; pero se cometió la injusticia de pretender imponer
violentamente la justicia. Todo eso ha fracasado y ha sido tan malo el ejemplo
que las palabras socialismo o comunismo han quedado soberanamente
desprestigiadas. La sociedad está como cansada y sin ideales, y el mal que
hacemos entre todos cuando no nos oponemos firmemente al sistema que lo produce
revienta en nuestra misma sociedad: ahí están el paro, la delincuencia, la
droga, la represión, la guerra, el botellón, la cárcel, el racismo, el mundo de
los marginados, la prostitución, el terrorismo de las bombas, el terrorismo del
dinero, machismo, muertes en el estrecho, refugiad@s...
Jesús no ha venido a dar la receta de cómo se arreglan estas cosas, sino a crear un ámbito que no viva de estas realidades de pecado, que se oponga a ellas, que sea una provocación contra este mundo injusto y una invitación a construir una casa familiar para todos. Jesús se tomó tan en serio esta tarea que por esta causa tuvo que sufrir tortura y una muerte vergonzosa. Sin embargo, ésta era la causa de Dios, como lo es la de cuantos le sigan. Por eso la Resurrección, como preciosa metáfora. ¿Cómo va a abandonar Dios-Vida a la muerte de un modo definitivo a lo único noble y justo que crece entre nosotros? Y esto es lo que celebramos en la Semana Santa...
ANUNCIO:
CELEBRACIÓN
DE LA VIDA, LA LIBERTAD Y LA MEMORIA SUBVERSIVA Y APASIONADA DE JESÚS.
Sábado15 DE ABRIL DE 2017.
Local de CCP- Granada 21.00H.
Calle Aarazana del Santísimo 6. Espaldas instituto Padre Suarez, Gran Vía de Granada.
Estás invitad@.
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