Esta es la tumba del "Obispo de los pobres", de pies descalzos y mitra de paja, enterrado en el cementerio de los indios Karajá, a orillas del río Araguaia y mirando hacia las fazendas, como signo de denuncia a la cruel violencia del latifundio que esclavizaba a los poseiros, a los sin-tierra y a los indígenas del Amazonas y contra la que tantos años luchó.
«La muerte de Pere Casaldàliga es momento para seguir soñando, para seguir apostando por las causas que marcaron su vida, sí, por esas causas que él siempre dijo que valían más que su propia vida. De hecho, la fe en el Dios de la Vida de alguien que siempre fue amenazado, perseguido, que vio cómo muchos de sus compañeros de luchas y utopías fueron cayendo, víctimas de quienes apostaban y continúan apostando por una economía que mata, que destruye la vida de la Amazonía y de sus pueblos, debe ser un motivo para seguir caminando». (Red Eclesial Panamazónica)
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