Video de Antonio Lara
Manifiesto.
Somos mujeres creyentes. Vivimos con pasión el seguimiento de Jesús de Nazaret en muchos grupos, parroquias, organizaciones, movimientos eclesiales y congregaciones. Estamos comprometidas con la causa de Jesús y luchamos por la renovación de la Iglesia y la transformación social desde la perspectiva de las mujeres. Alzamos la voz y nos manifestamos porque vivimos una profunda discriminación en la Iglesia y ha llegado el momento de decir “¡Basta ya!”. Ni podemos ni queremos callarnos. Estamos cansadas de las incoherencias y autoritarismo que percibimos a diario, por eso:
Queremos denunciar las múltiples formas de injusticia e
invisibilizarían que sufrimos en la Iglesia. La institución, con su estructura
y organización, está quedando al margen de las conquistas sociales en igualdad
y corresponsabilidad y está cometiendo un error.
Denunciamos la cobardía para abordar cambios en la organización de la Iglesia,
frente a los signos de los tiempos que claman por sí mismos. Y la cerrazón ante
la necesidad de un cambio imprescindible: el acceso al diaconado y al
presbiterado femenino para atender a las comunidades cristianas.
Denunciamos la desproporción entre el número de teólogas preparadas y los puestos
que ocupan como docentes en las facultades de Teología y en otros puestos de
responsabilidad. La institución arrincona y silencia a las mujeres que la
sustentan; la hegemonía masculina se legitima y se perpetúa sin ninguna
autocrítica.
Queremos hacer visible
nuestro trabajo incansable y gratuito. Las mujeres
somos mayoría aplastante en el voluntariado, en las celebraciones religiosas,
en catequesis, en pastoral, en la acción social con las personas más
empobrecidas, en los movimientos eclesiales, en la enseñanza, en la vida
religiosa… Somos las manos y el corazón de la Iglesia., pero se nos niega
la palabra, tener voz y voto, la toma de decisiones y el liderazgo en los
ámbitos oportunos.
¿Qué sería de la Iglesia y de las iglesias si dejáramos de hacer todos
estos trabajos, porque estamos cansadas de la invisibilidad y de la injusticia?
Trabajamos en la Iglesia, porque es nuestra comunidad de referencia para
vivir el Evangelio. Seguiremos trabajando en ella hasta para recuperar la
comunidad de iguales que trajo Jesús.
Trabajamos y trabajaremos por una iglesia sinodal que reconozca la plena
ministerialidad de las mujeres. No pararemos hasta que se reconozca y valore la
riqueza de la teología feminista, como motor de cambio. No pararemos hasta que
se elimine el lenguaje patriarcal y sexista en las homilías, textos litúrgicos
y documentos; hasta que la moral sexual de la Iglesia se preñe de ternura y
misericordia y deje de culpabilizar a las mujeres.
Seguiremos trabajando con empeño para que la Iglesia se meta en
nuestros zapatos, dialogue con los movimientos de liberación de las mujeres y
reconozca la diversidad de familias, identidades y orientación sexual.
Trabajamos y
trabajaremos para recuperar
una Iglesia donde las mujeres seamos reconocidas como sujetos de pleno derecho,
con voz y voto en todas partes y valoradas por nuestros talentos y carismas.
No estamos
solas. Formamos parte de una red
que crece cada día y se entrelaza con mujeres de las iglesias de Europa y del
mundo que también han dicho “¡Basta ya!” y
alzamos nuestra voz, hasta que la igualdad sea costumbre.
- Una Iglesia clerical no se puede soportar
- Marta y María también se
sumarían
- Con voto, con voz, así nos quiere Dios.
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