Convoca: Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía y Primero Vivienda.
Dignidad y soluciones eficaces para las Personas Sin Hogar en Granada. Cinco muertes en un año: Vergüenza
De nuevo una
tragedia conmociona nuestra ciudad: Adrian-Sorín
Ichim, un chico de 27 años que se encontraba en un contenedor de cartón ha
sido aplastado en la planta de reciclaje. De nuevo se trata de una persona sin
hogar que había pedido plaza en el albergue el mes pasado y después de seis
días lo devolvieron a la calle. En este caso las circunstancias son
especialmente llamativas, pero es la quinta persona sin hogar que muere en
apenas unos meses. Antes que él fueron Chema,
Joaquín, Teresa y Farid. En todos los casos la causa última fue la misma: la exclusión social y las duras condiciones
en las que sobreviven todas estas personas.
En Granada se
calcula que hay más de doscientas
personas sin hogar. Muchas llegan a esa situación porque han perdido su
trabajo, porque se han separado de su familia, porque han vivido demasiadas
situaciones traumáticas o muy estresantes… Algunos tienen enfermedades mentales
que son causa y consecuencia de esta exclusión.
Duermen en
cajeros de los bancos, en soportales, bajo un puente de la autovía, en los
bancos de las plazas o simplemente en la acera. Nos los cruzamos todos los días. Durante el día van a alguna
asociación, a los comedores sociales, deambulan de un sitio para otro buscando
en las calles o plazas un lugar donde estar. A veces la policía nos les permite sentarse en algunos sitios porque
dan un mal aspecto a la ciudad. Soportan el frío, el calor o la lluvia,
pero también muchas veces el insulto, el desprecio, la agresión e incluso la
violencia de otras personas. Se sienten excluidas, abandonadas, ignoradas…
Pero a pesar
de ello, siguen siendo personas con dignidad
y derechos. Siguen siendo parte de nuestra sociedad. Las administraciones, especialmente los ayuntamientos, tienen una
responsabilidad en la atención a estas personas. Pero también el resto de
la sociedad y de sus instituciones la tienen. Algunos podrán pensar en
esconderlos (tal vez incluso eliminarlos), pero queramos o no son parte de
nosotros, de nuestras ciudades, son consecuencia
también de nuestras sociedades. Queramos o no están ahí. Son también hijos
e hijas, madres, maridos, hermanos… son personas.
Es cierto que
es un problema complejo, cuyas
soluciones en último término también lo son. Pero también es cierto que se puede hacer mucho más en lo inmediato,
en la atención y la acogida, y en el
largo plazo, en la mejora de sus condiciones de vida y sus expectativas.
Las políticas actuales han apostado en muchas ocasiones por tratar de
ignorarlos. Hacer como si no estuvieran. Los países que han podido solucionar este problema lo han hecho con medidas preventivas y a largo plazo,
como impedir los desahucios, construir viviendas públicas, alquileres sociales
baratos y otras medidas de este tipo.
En los
últimos años es cierto que se ha hecho un esfuerzo por intentar mejorar y
coordinar las políticas. Pero las reuniones, comisiones, planes y proyectos
acaban derivando muchas veces en una burocratización
y en pocas soluciones prácticas. A
veces puede ser algo tan sencillo como un lugar donde cobijarse durante la
noche sin muchas exigencias. En Granada existen dos albergues (uno
masculino y otro femenino), pero solo pueden acoger a unas 70 u 80 personas. En
la época de frío, durante solo tres meses, se ha abierto otro centro donde
pueden pasar la noche sentados en sillas (solo hay 8 sillones), pero no solo
cerró el 21 de marzo, sino que ni
siquiera se les permite tumbarse en el suelo para dormir. Además de que las
plazas son insuficientes, a los pocos días o al poco tiempo (según los casos), tienen que volver a la calle.
Algunas
personas no quieren ir a los albergues porque tienen normas que no les gustan o que, en su situación, simplemente son
imposibles: no pueden entrar si han bebido, no pueden llevar sus
pertenencias, tienen que dejar a su pareja o abandonar a su mascota. Puede
parecer lógico a ojos de quien no vive esas situaciones, pero no para quien lo
ha perdido todo y se encuentra en unas circunstancias desesperadas. Además,
cuando después de cinco o seis días como máximo han de abandonar el albergue,
suelen encontrarse que su sitio en el cajero, en la plaza o en soportal donde
solían dormir ya está ocupado por otra persona. No están en la calle porque quieren o ellos deciden sino porque los
requisitos de los recursos que se les ofrecen le obligan a ello.
Las
consecuencias de esta vida tan dura, además de la degradación que todos vemos y
nos causa rechazo, es la de una muerte
prematura. Chema, Joaquín, Teresa, Farid y Adrian-Serín Ichim habrían
querido una vida mejor. Muchos de ellos sueñan con una vivienda. Otros ni
siquiera sueñan…
Nos gustaría que nuestra sociedad aprendiera a verlos
como personas. Como tales, tienen derechos y los necesitan probablemente
más que muchos de nosotros. Como sociedad, además, tenemos una responsabilidad
que no podemos evitar por más que nos empeñemos en no verlos o en ocultarlos. Exigimos a las administraciones públicas y entidades sociales que cumplan con su responsabilidad. Soluciones
dignas, urgentes y eficaces Ya.
Asociación
Pro Derechos Humanos de Andalucía y Primero Vivienda
Granada 25 de
Abril de 2018.
Gracias por vuestras denuncias, sois muy valientes un ejemplo para todxs.
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