viernes, 18 de abril de 2025

Semana de Pasión en Palestina.Juan Santaella. Ideal 17/04/2025

 

SEMANA DE PASIÓN EN GAZA

Ideal, 17-IV-25

Juan Santaella.

No ceja el odio, y, con él, la destrucción, la violencia y la muerte.

Mientras que entre nosotros, al son de tambores y cornetas, desfilan los pasos, cargados de dramatismo, representando la ignominiosa muerte de un judío, condenado por los poderes político y religioso de su tiempo, por anunciar una Buena Nueva, basada en el perdón, la misericordia, y el bienestar de la gente, más que en el templo o en los ritos; hoy, también, en el territorio de Jesús, se sigue representando la semana trágica de pasión, en vivo y en directo. 

 El genocidio de Gaza supera ya los cincuenta mil muertos, y Netanyahu ha dinamitado el alto el fuego, tras la tregua acordada el 19 de enero, produciendo 400 muertos más, la mitad de ellos niños. La Casa Blanca reconoce que Israel consultó con Trump antes de llevar a cabo los ataques, en el centro, norte y sur de la Franja, en un afán de eliminar a cualquiera que sea palestino (limpieza étnica). El miedo que reina es tan grande que nadie osa retirar los cadáveres, que, según el jefe humanitario de la ONU, son comidos por los perros. 

 El Ejército ha ordenado la evacuación de los palestinos que residen en los límites de la Franja. Ahora mismo, tras 15 meses de masacre, Gaza es solo destrucción y ruinas: edificios públicos, hospitales, escuelas y viviendas privadas están destruidas. Hoy, la Franja de Gaza es escarnio y vergüenza para un mundo deshumanizado y sin valores. Ni las grandes potencias, ni los organismos internacionales, caducos e inservibles, han hecho nada para detener esta barbarie. Solo António Guterres. Secretario General de la ONU, y Josep Borrell, Alto Representante de la UE, elevaron su voz, denunciando el genocidio. Y en el caso de Europa, solo Noruega, Irlanda, Eslovenia y España apoyaron decididamente a Palestina.  



Por eso, este año, la auténtica Semana de Pasión se está viviendo en Gaza. Allí tenemos en vivo la procesión de la Borriquilla, que, tirando de un carro, traslada a una familia que huye de las bombas hacia un lugar desconocido; la Santa Cena, en la que niños hambrientos acuden con sus vasijas a recibir comida de los organismos internacionales; la Oración en el Huerto, donde varias personas mayores, tras contemplar la matanza colectiva de sus hijos, viven un dolor similar al que sufrió Jesús cuando oraba entre olivos; la Humildad, representada por gestos vacíos e inexpresivos de los que contemplan la destrucción y la barbarie sin saber el motivo; el Rescate, representado por grupos numerosos de adultos excavando en edificios destruidos para extraer moribundos y cadáveres; el Prendimiento, donde aparecen soldados israelíes deteniendo a niños y mayores para recluirlos en cárceles; el Nazareno, muy bien caracterizado en la muerte de un niño, fruto de la metralla, con la cara ensangrentada; la Columna, donde miles de palestinos son evacuados de sus territorios, en medio de una compañía de soldados israelíes que los conducen hacia la nada; la Expiración, donde aparecen miles de niños muertos, metidos en sus sudarios, con mujeres y hombres de su familia llorando, desesperadamente, su pérdida; el Santo Entierro, donde cientos de cadáveres son transportados a hombros de familiares y amigos para recibir sepultura; y, en fin, el Resucitado, porque todos ellos, imagen de Jesús de Nazaret: vilipendiados, perseguidos y asesinados, injustamente; también, como él, encontrarán, algún día, la paz que merecen.  

   Juan Santaella

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